Publicamos aquí el texto del discurso pronunciado por Wije Dias, secretario nacional del Partido Socialista por la Igualdad (Sri Lanka) al Mitin Internacional online celebrando el Primero de Mayo, organizado por el CICI y el WSWS el pasado domingo 4 de mayo.
Es con gran entusiasmo que los miembros y simpatizantes del Partido Socialista por la Igualdad (PSI) de Sri Lanka participan en este rally online por el Día Internacional de mayo convocado por el Comité Internacional de la Cuarta Internacional (CICI).
Al convocar la manifestación, el CICI da expresión a las grandes tradiciones históricas del Primero de Mayo como el día de la solidaridad de clase que sobrepasa todas las divisiones nacionales, comunales y étnicas - celebrado por los marxistas desde su creación. Al tomar la iniciativa para revivir estas tradiciones, el CICI una vez más ha demostrado ser el único verdadero partido socialista internacional de la clase obrera mundial.
Como ya han indicado oradores anteriores, 100 años después del inicio de la Primera Guerra Mundial, las potencias imperialistas, encabezadas por los EE.UU., están llevando al mundo al borde de una nueva guerra de barbarie. Esto pone de relieve el hecho que después de dos guerras mundiales, del fascismo y dictaduras militares en muchas partes del mundo, ninguna de las contradicciones fundamentales del capitalismo han sido resueltas.
La clase obrera tiene que llegar a la conclusión indiscutible de que es necesario derrocar el moribundo orden mundial capitalista y sustituirlo por el socialismo mundial.
La Revolución Rusa dirigida por el Partido Bolchevique de Lenin y Trotsky en octubre de 1917 fue el primer paso hacia el logro de esta alternativa socialista al capitalismo internacional. La perspectiva que guio la revolución estuvo basada en la Teoría de la Revolución Permanente, articulada por Trotsky en 1906, sometiendo a un profundo análisis marxista la experiencia de la derrota de la revolución rusa de 1905.
La teoría de la Revolución Permanente insistió en el papel político independiente y dirigente de la clase trabajadora en la realización de las incompletas tareas democráticas, como la unificación nacional y la liberación de la colonia, el latifundismo y la opresión de castas, y su inseparabilidad histórica de la lucha por el socialismo internacional. La extensión de la revolución más allá de Rusia y en la arena mundial no fue impedida por ninguna fuerza inherente del imperialismo, sino por las traiciones llevadas a cabo por los dirigentes oportunistas de la socialdemocracia. Más tarde se unió a ellos las burocracias estalinistas, que rechazaron el internacionalismo a favor del programa nacionalista del "socialismo en un solo país".
Nuestro movimiento, el CICI, fue fundado en 1953 para derrotar a la tendencia revisionista Pablo-Mandel que surgió dentro de la Cuarta Internacional. Los pablistas capitularon antes de la estabilización capitalista de la posguerra rechazando el papel revolucionario de la clase obrera. El CICI continúa la lucha de Trotsky para rearmar la clase obrera mundial con una conciencia socialista científica con el fin de llevar a cabo su tarea histórica de la revolución socialista mundial. Esa es la poderosa tradición revolucionaria que se evoca en este mítin.
La crisis económica y política mundial que se profundiza rápidamente confirma la justeza de nuestra lucha teórica y política en los últimos seis decenios. No sólo la estabilización de postguerra, que fue glorificada por todos los oportunistas, se derrumbó creando un caos, pero el "fin de la historia", anunciado a raíz de la disolución de la Unión Soviética ha demostrado ser una falacia total.
Una vez más, la historia avanza a pasos agigantados. Los conflictos sociales y políticos están estallando en cualquier parte del mundo, mientras se reúnen las oscuras nubes de la guerra nuclear. Las alternativas se plantean con dureza ante la humanidad: o socialismo, basado en los intereses de la clase trabajadora internacional, o la barbarie capitalista.
El socialismo es un proyecto internacional. Las intransigentes luchas del CICI contra toda forma de oportunismo nacional lo han equipado para surgir como el único movimiento político que lucha por armar a la clase obrera y las masas oprimidas con la perspectiva histórica e internacional necesaria para los levantamientos revolucionarios por venir.
La asimilación de la Teoría de la Revolución Permanente de Trotsky es crítica, como ha sido demostrado en las luchas de los últimos tiempos. La revolución egipcia que estalló en 2011 demostró la nulidad absoluta de las promesas hechas por todos los sectores de la burguesía, los militares, la Hermandad Musulmana y figuras liberales como El Baradei. Todos ellos están enlazados por mil hilos al imperialismo y son profundamente hostiles a cualquier movimiento independiente de la clase obrera. Todos ellos bailaron al son de Washington.
Millones de trabajadores se levantaron contra la dictadura de Mubarak y su programa de austeridad que apoyaba toda la clase política. Pero sus grandes luchas una vez más fueron subordinadas a uno u otro sector de la burguesía. Lo que faltaba era un programa revolucionario y el partido para movilizar a la clase obrera, y detrás de él a las masas urbanas y rurales, en contra de la clase capitalista en su conjunto.
También deben asimilarse las lecciones de la masacre de 2012 de los mineros de platino en huelga en Sudáfrica. Durante dos décadas, las clases dominantes de todo el mundo han aclamado al Congreso Nacional Africano (CNA), que reemplazó al Apartheid, como un gran paso hacia adelante para el pueblo sudafricano. Nelson Mandela fue agasajado por dondequiera que iba como un gran defensor de los pobres y oprimidos. Pero el asesinato de 34 mineros en Marikana por la policía del gobierno del CNA demuestra que la clase obrera no puede poner fe en cualquier sector de la burguesía - no importa cuál sea el color de su piel.
Bajo el dominio del Congreso Nacional Africano, Sudáfrica se ha convertido en uno de los países más desiguales del mundo. Ha promovido una fina capa de capitalistas negros y dejado relegada a la miseria extrema a la mayoría de trabajadores.
Lo mismo ocurre en otras partes de África, Asia y América Latina. Las promesas de democracia y mejores condiciones de vida hechas en el momento de la independencia formal han probado ser completamente falsas. En 1948, eran sólo los trotskistas de Sri Lanka los que denunciaron la entrega británica a sus lacayos locales como una falsa independencia y lucharon para unificar y movilizar a la clase obrera para tomar el poder.
En cada país, la dominación burguesa ha demostrado ser un desastre para la clase obrera y las masas rurales. Para mantener el poder, los gobiernos no han dudado en recurrir a métodos policíacos, atizando deliberadamente las diferencias étnicas, religiosas, tribales y lingüísticas para desorientar y dividir a la clase obrera. India, que es aclamado de forma rutinaria como la mayor democracia del mundo, fue fundada en un miserable acuerdo con el imperialismo británico en la partición del subcontinente en 1947. Más de un millón de vidas se perdieron en la carnicería comunal que siguió, y como una consecuencia el Sur de Asia sigue sangrando hasta el día de hoy.
El comunalismo anti-Tamil promovido por la burguesía de Sri Lanka desde 1948 dio lugar a una guerra civil de 30 años que sólo terminó en 2009. Y, como tantas luchas de liberación armadas burguesas, la guerra librada por los Tigres de Liberación de Tamil Eelam (LTTE, siglas en inglés) resultó ser un desastre para el pueblo tamil. El LTTE no fue derrotado por el poder militar de las fuerzas armadas de Sri Lanka, sino como resultado de su propio programa reaccionario. Su programa separatista y nacional pro-imperialista significó que el LTTE era orgánicamente incapaz de hacer ningún llamamiento a los trabajadores cingaleses o para la clase obrera en la India o en cualquier otro lugar del mundo. Tales experiencias han sido replicadas a través de Asia, África y América Latina.
Ahora que el imperialismo EE.UU. interviene en todas las partes del mundo para hacer valer su dominio indiscutible en el mundo entero, las clases dominantes a través de Asia están eliminando lo poco que quedaba de sus pretensiones anti-imperialistas y se preparan para arrastrar a la clase trabajadora a la barbarie de la guerra mundial.
Solo el Comité Internacional de la Cuarta Internacional ha luchado para defender la teoría de Trotsky de la revolución permanente contra el estalinismo y sus apologistas. Esta es la perspectiva que debe animar a la nueva generación de revolucionarios que se han decidido a luchar contra la guerra y los ataques contra los niveles de vida y los derechos democráticos.
La poderosa respuesta al rally del CICI por el Día Internacional de los Trabajadores y los jóvenes de todos los continentes es una señal indiscutible del resurgimiento de una ola revolucionaria. El Partido Socialista por la Igualdad en Sri Lanka, que se basa en décadas de experiencia en la lucha por la revolución permanente, se compromete a prestar toda la ayuda a quienes en Asia están dispuestos a luchar para fundar nuevas secciones del movimiento trotskista como el nuevo liderazgo revolucionario de la clase trabajadora.