El movimiento socialista internacional conmemora 160 años desde el nacimiento del 11 de diciembre 1856 del “padre del marxismo ruso”, Gueorgui Valentínovich Plejánov. En gran medida con Plejánov ha ocurrido que “El mal que hacen los hombres les sobrevive; el bien suele quedar sepultado con sus huesos”. No nos referimos aquí sólo a los caprichos subjetivos de los historiadores; se trata de la naturaleza contradictoria de su larga carrera revolucionaria.
Lo que mancha la herencia política de Plejánov es que la postración de éste ante el chovinismo nacional hizo que se resquebrajara su reputación en el seno de la izquierda revolucionaria. Al inicio de la guerra mundial de 1914, Plejánov exige la defensa de Rusia contra Alemania. En 1917 rechaza vehementemente la Revolución de Octubre. Estas dos traiciones no fueron el resultado de algún mal cálculo pasajero. No consideramos que el destino de Plejánov ya estaba determinado –las personas siempre toman sus propias decisiones— pero, desde el punto de vista objetivo, su declive político fue el reflejo de la transformación de toda una generación de revolucionarios en el crisol de la crisis mundial de agosto de 1914.
Es entendible que los biógrafos e historiadores quieran descubrir los errores desde la raíz que descarrilan a individuos como Plejánov hacia algún fin desastroso. Sin embargo, en sí necesarios, esta clase de proyectos de autopsia política corren el peligro de ser evaluaciones parciales. Se interpretan las vidas siendo investigadas simplemente en términos de conflictos entre el “bien” y el “mal”. Esa metodología deja a un lado que la evolución de líderes políticos no se limita al desenlace entre lo bueno y lo malo. Al contrario, en el entorno de las circunstancias objetivas, se devela gradualmente el significado más profundo de los múltiples elementos interconectados de la personalidad política –y, debemos añadir, de corrientes políticas e intelectuales. El Mefistófeles de Goethe nos desaconseja, “Vernunft wird Unsinn. Wohltat Plage”. (“La sabiduría se convierte en lo absurdo; la bondad en opresión”). Lo que parecer ser la verdad y, con buenas razones, una fortaleza en una época de metamorfosis histórica se vuelve falso y una debilidad mortal en la siguiente.
Para estudiar la vida de Plejánov es imprescindible aferrarse a la objetividad histórica. No cabe duda que ya en 1905 eran evidentes ciertas señales de su declive político, algo que no tiene explicación ni en el repentino debilitamiento de sus poderes intelectuales, ni en el fortalecimiento del lado negativo de su personalidad. El factor principal del declive de Plejánov fue la detonación de la primera revolución rusa en 1905.
El primer teórico marxista que anticipó el surgimiento de la clase obrera en Rusia fue Plejánov. Mientras que la Revolución de 1905 confirmó su evaluación del papel decisivo de la clase obrera en la revolución democrática, también expuso algunos interrogantes decisivos sobre la lucha por la democracia política, el derrocamiento de la clase capitalista y la construcción del socialismo que contradecían elementos claves de la perspectiva que Plejánov había elaborado en los cinco lustros anteriores a esa revolución. Al aferrarse a una perspectiva política llegó a ser arrollada por los acontecimientos objetivos, Plejánov inició un largo proceso de declive, el cual eventualmente se transformaría en una traición abierta.
Nada de eso cancela las conquistas de Plejánov. Su repudio final no significa que no consigamos nada en estudiar sus escritos políticos. Al igual que con otros genios –sean de la política, las ciencias o las artes— las generaciones que le siguieron descubrirían las muchas joyas ocultas que éste nos dejó. Bien conocemos sus debilidades y fracasos. Estudiarlas ha puesto de preaviso a muchas generaciones de revolucionarios; pero, al mismo tiempo sus obras contienen valiosísimos elementos que nos sirven para revitalizar el movimiento revolucionario de la clase obrera internacional.
Es imposible hacer caber en un solo artículo un resumen adecuado de las contribuciones de Plejánov a la evolución temprana y defensa del marxismo, particularmente en las tres décadas anteriores a la Revolución de 1905. Su obra ejerció una tremenda influencia en la educación teórica y política de Lenin, Trotsky y de la generación de socialistas rusos que dirigieron la Revolución de Octubre 1917 y crearon el primer estado obrero en la historia.
Plejánov es famoso por sus grandes obras teóricas, en donde explica y desarrolla los conceptos de Marx y Engels. Sus escritos más reconocidos son: “Ensayo sobre el desarrollo de la concepción monista de la historia”, El papel del individuo en la historia, La concepción materialista de la historia y Las cuestiones fundamentales del marxismo. Su crítica a los límites del materialismo francés del siglo XVIII y su relación con la manera en que Marx y Engels desarrollaron la teoría del materialismo dialéctico e histórico siguen siendo una autoridad en la materia. Plejánov era enciclopédico en su conocimiento histórico y filosófico. El lector contemporáneo no puede sino pensar que no existe ninguna obra filosófica de importancia de su época que Plejánov no conociera plenamente. Independientemente de las pretensiones de originalidad de este u otro profesor pequeñoburgués con sus confusas y eclécticas fórmulas, Plejánov se deleitaba en demostrar que éstas ya habían sido descubiertas y descritas en un estilo mucho más literario en tomos publicados uno o dos siglos antes.
Sus obras escritas son de una gran riqueza. La relevancia duradera de sus análisis asombra a cualquier lector que invierte el tiempo en leerlos con cuidado. En 1896, Plejánov retó al historiador francés Taine por utilizar el falso concepto de raza para explicar la evolución de la historia. “Nada es más fácil para esquivar todas las dificultades”, dice Plejánov, “que utilizar ese método que pretende que los fenómenos que son tan sólo un poco más complicados son el resultado de disposiciones innatas y heredadas, lo que daña toda la estética histórica”.[1]
Regresando a ese tema, Plejánov dice con humor: “Todos saben que todas las razas, particularmente al comienzo de su evolución social, se consideran la más bellas y le otorgan gran valor a esas características que las distinguen de las otras”.[2] Para Plejánov, raza no es una categoría válida de análisis histórico: “En cuanto a las gentes en el curso de la historia, debemos insistir antes que nada, que la palabra raza no debe y no puede usarse en referencia a ellas. No sabemos de ninguna gente histórica que sea de raza pura; cada una es el resultado de una larga e intensiva mezcla y cruces de varios elementos étnicos”.[3] Con palabras que deberían ser arrojadas a un sinnúmero de corrientes de seudoizquierda y universitarias, Plejánov escribe:
Las ciencias sociales ganarían muchísimo si por fin nos libramos del mal hábito de asignarle a la raza todas las cosas que nos parecen incomprensibles en la historia espiritual de poblaciones en particular. Es posible que las características raciales sí hayan tenido cierta influencia sobre la historia, pero esa influencia hipotética es probablemente tan mínima que para la investigación equivale a un cero; las características de la evolución de cualquier población son el resultado de las particulares condiciones históricas que contextualizan su desarrollo, no de la influencia de su raza.[4]
Como eminente defensor del materialismo filosófico, Plejánov combatió a un sin fin de partidarios de las diferentes escuelas del idealismo subjetivo. Sus contrincantes, importantes intelectuales europeos como Benedetto Croce, Wilhelm Wundt y Tomáš Masaryk, por lo general salían mal heridos de esos combates. El intransigente materialismo de Plejánov lo ha convertido en un blanco atractivo de ataques, incluso hoy en día. Se acostumbra apodar sus opiniones como “vulgarizaciones” del marxismo y de la dialéctica –opiniones que circulan en los antros de la seudoizquierda que caen bajo la influencia de corrientes irracionalistas e idealistas, desde el positivismo y el estructuralismo neokantiano hasta la Escuela de Frankfurt y el posmodernismo.
Con frecuencia se acusa a Plejánov de no entender a Hegel y de ser indiferente al método dialéctico. Esa queja es muy común, particularmente entre los acólitos de la Escuela de Frankfurt y del posmodernismo. Evidentemente, estos críticos nunca se tomaron la molestia ni de leer las obras de Plejánov ni de entender a Hegel ni a Marx. En 1891, Plejánov escribió un ensayo, “El sexagésimo aniversario de la muerte de Hegel”. Ese ensayo es una de las descripciones más finas del significado del método dialéctico de ese ilustre idealista para la evolución del marxismo. Así lo explica Plejánov:
El significado de Hegel para las ciencias sociales es determinado antes que nada por el hecho de que éste consideraba todos sus fenómenos desde el punto de vista de des Werdens (de transformación), es decir, desde el punto de vista de su aparición y desaparición.[5]
La obra de Hegel se desarrolla con base en el idealismo, a pesar de la escala monumental de sus conquistas intelectuales en comprender como procesos todos los fenómenos naturales, históricos y mentales. El filósofo se rebela contra esos límites. Plejánov observa que Hegel “parece no estar satisfecho con los resultados que ha obtenido y se siente obligado a descender de las altas nubes del idealismo al terreno concreto de relaciones económicas”.[6] Los esfuerzos de Hegel para encontrar un camino que vaya más allá del idealismo prepararon el terreno para un descubrimiento –la importancia del desarrollo económico— que inició una nueva época en el estudio y comprensión de la historia.
La metamorfosis al materialismo luego de la muerte de Hegel no podía consistir en un simple retroceso al materialismo metafísico del siglo XVIII. En lo que nos interesa aquí, entender la historia, el materialismo tendría que girar primero y ante todo hacia la economía. Al proseguir de otra manera, esto no habría sido un progreso en relación a la filosofía de la historia de Hegel, sino un retroceso.[7]
Le quedaría a Karl Marx colocar la historia sobre sus cimientos materialistas.
Al igual que Hegel, Marx consideraba que la historia humana era un proceso lógico e independiente de las arbitrariedades de los hombres; evaluaba todos los fenómenos en sus procesos de aparecer y desaparecer; al igual que Hegel, no le satisfacían las vacuas explicaciones metafísicas de fenómenos históricos; finalmente, al igual que Hegel, Marx buscó la fuente única, universal, de todas las fuerzas de la vida social que actúan e interactúan entre sí. Para Marx, esa fuente no era el espíritu absoluto, como ya lo mencionamos, sino que era el mismo movimiento económico al que Hegel tenía que recurrir cuando el idealismo, aun en sus manos poderosas y hábiles, le fallaba. Pero lo que en Hegel es accidental, una adivinanza de mayor o menor genio, en Marx se transforma en una investigación rigurosa y científica.[8]
Los enemigos de Plejánov dicen que su propia obra escrita es evidencia de una indiferencia positivista y vulgar al significado del método filosófico. La mejor respuesta fue la del mismo maestro:
Hegel no le otorgó en vano tanta importancia en su filosofía a la cuestión de método. Tampoco es un accidente que aquellos socialistas de Europa Occidental que se sienten orgullosos de “ser sucesores de Hegel y Kant”, le dan más importancia al método con que se estudian fenómenos sociales que a las cifras que provienen de esos estudios. Es inevitable que, utilizando el método correcto, se noten y corrijan errores en los resultados. Sin embargo, sólo en instancias contadas y particulares, puede reproducir un método incorrecto resultados que no contradigan esta o aquella verdad singular. Sólo en una sociedad que haya tenido una seria educación filosófica puede existir una actitud seria hacia las cuestiones de método.[9]
En el curso de su incesante crítica de Eduard Bernstein, Plejánov hace hincapié en la ignorancia de este revisionista sobre los cimientos metodológicos del marxismo:
El señor Bernstein ha dicho que “el elemento más importante de la esencia del marxismo, la ley fundamental que caracteriza a todo el sistema, es su teoría específica de la historia”. Eso no es correcto. Aunque la explicación materialista de la historia es una de las principales características del marxismo, esa explicación es sólo un aspecto de la perspectiva global de Marx y Engels. Por eso, una investigación crítica del sistema debe comenzar con una crítica de los cimientos filosóficos de esa perspectiva global. Como la metodología es sin duda el alma de todo sistema filosófico, la “revisión” de la teoría histórica de Marx y Engels debe comenzar con una crítica de su método dialéctico .[10]
Las obras de Plejánov sobre el arte y la estética develan un profundo entendimiento y sensibilidad con base en un inmenso conocimiento. En ese campo Plejánov es tanto un alumno de Hegel como un maestro para Trotsky. Plejánov insistía en que el juicio estético necesita un conocimiento histórico y una profunda percepción social. Por ejemplo, aprobaba de esta cita de Chernyshevski: “La historia del arte es la base de la teoría del arte…”.[11] Las grandes obras de arte no sólo son una expresión de emociones subjetivas; también dan impulso a la expresión de pensamientos profundos. “Analizar una obra de arte es entender sus ideas y evaluar sus formas. El crítico debe analizar el contenido y la forma; tiene que cultivar la estética y pensar a la misma vez”.[12] En un ensayo suyo, intitulado El arte y la vida social, Plejánov nos brinda una de las descripciones más finas de la relación entre las formas artísticas y sus contenidos. Criticando el punto de vista del poeta romántico francés, Théophile Gautier, quien insistía en que la calidad de las obras de arte depende de su forma artística, Plejánov escribe:
Gautier no sólo indicaba que la poesía no tiene intenciones de demostrar nada, pero que ni siquiera trata de decir nada; que la hermosura de un poema depende de su música, su ritmo. Ese es un enorme error. Al contrario, por lo general, las obras poéticas y de literatura siempre dicen algo; porque siempre expresan algo. Claro está que tienen su propia manera de “decir” cosas. El artista expresa sus ideas en imágenes; el publicista demuestra sus pensamientos auxiliado por conclusiones lógicas. El escritor que usa conclusiones lógicas, en vez de imágenes; o que inventa imágenes para ejemplificar algún tema, no es un artista; es un publicista, incluso cuando lo que escribe no son ensayos ni artículos sino novelas, cuentos, y obras de teatro. Todo eso es verdad; lo que no quiere decir que las ideas no sean importantes para las obras de literatura. Es más, no hay tal cosa como un trabajo literario que no tenga ideas. Incluso, las obras cuyos autores insisten sólo en las formas artísticas sin prestarle atención al contenido como contenido, expresan ideas de una forma u otra. [13]
La gran influencia de Plejánov en la estética marxista sale a la luz en el gran ensayo del partidario y camarada de Trotsky, Aleksandr Voronski, quien años después escribiría:
Analizar una obra desde el punto de vista estético significa determinar hasta qué punto es congruente el contenido con la forma artística; diciéndolo de otra manera, hasta qué punto corresponde el contenido a la verdad artística objetiva. El artista piensa en imágenes; las imágenes deben ser verídicas artísticamente; es decir, deben corresponder a la naturaleza de lo que se representa. De eso se trata la perfección y la belleza de la obra de un artista. Una idea falsa, un contenido falso, no pueden encontrar una forma perfecta; no puede movernos profundamente, o “infectarnos”. El decir que la idea es incorrecta pero que ha encontrado una hermosa forma, debe entenderse dentro de un sentido muy estrecho.[14]
Antes de la Revolución de 1905, que dejó expuestas ciertas limitaciones importantes en el análisis de Plejánov sobre la dinámica social y el resultado político de la lucha de clases en Rusia, era incuestionable su rol de teórico principal del Partido Obrero Social Demócrata de Rusia (Rossíyskaya Sotsial-Demokratíchyeskaya Rabóchaya Pártiya). En su famosa memoria “Mis Encuentros con Lenin”, Nikolái Valentínov recuerda que “Plejánov lo impresionaba [a Lenin] más que cualquier otra persona; más que Kautsky y Bebel. Le interesaba mucho todo lo que decía o hacía Plejánov. Paraba las orejas cuando se lo mencionaba. ‘Aquí hay un hombre colosal; corresponde achicarse en su presencia’, le decía a Lepeshinski”. [15]
La influencia de Plejánov trascendía las fronteras de Rusia. Fue uno de los primeros, a fines de la década de1890, en iniciar una lucha contra el revisionismo antimarxista de Bernstein. Su devastadora crítica a las bases kantianas del oportunismo de Bernstein obligó a la socialdemocracia alemana a luchar contra la expansión del revisionismo entre sus líderes.
Sus críticas de Bernstein, en escritos como “Bernstein y el materialismo”, Cant contra Kant o el legado espiritual del señor Bernstein y Materialismo frente a kantianismo son polémicas marxistas ejemplares que merecen ser estudiadas con cuidado.
La estatura histórica de Plejánov como “el padre del marxismo ruso” no sólo consiste en su producción escrita y teórica. La fundación del “Grupo para la emancipación del trabajo” (Gruppa osvobozhdenie trudá) en 1883, bajo la dirección de Plejánov, inició un proceso político que dio fruto treinta y cuatro años después, en octubre de 1917, cuando el Partido Bolchevique llega al poder. La transición de 1883 a 1917 se caracteriza por conflictos políticos convulsivos, arraigados en las profundas contradicciones de la evolución del capitalismo de Rusia y del mundo. En esa transformación, Plejánov juega un papel importante y trágico a la vez. Es innegable que el hombre que establece los cimientos teóricos y políticos del movimiento obrero revolucionario ruso, al fin de su vida se ha convertido en un implacable enemigo de la Revolución de 1917.
Estudiar la tragedia de Plejánov es de gran importancia pare entender la evolución de la teoría trotskista de la revolución permanente, que se convirtió en la orientación estratégica para que los bolcheviques se apoderaran del poder. Las interrogantes cruciales son: ¿Cuál es la relación entre la teoría política que Plejánov plantea en la medida en la que pasa del populismo (narodnichestvo) al marxismo a comienzos de los años 1880 y luego a la perspectiva de la Revolución de Octubre? ¿Está ligada la teoría de la revolución permanente con las concepciones de Plejánov de la década de 1880? ¿Representa el triunfo bolchevique de 1917, con base en la revolución permanente, un repudio, mayor o menor, de toda la herencia política de Plejánov? Después de todo, ¿no es bien sabido que éste no aceptó la conquista del poder de los bolcheviques, repudiándola por ser una aventura prematura?
Sería un enorme error anclarse en una evaluación puramente negativa del legado de Plejánov, además de que iría completamente en contra de la opinión de Trotsky. En 1918, en un discurso fúnebre para Plejánov, Trotsky dijo:
Él fue quien treinta y cuatro años antes de Octubre demostró que la Revolución Rusa sólo triunfaría como un movimiento revolucionario de los trabajadores. Luchó por colocar la realidad del movimiento del proletariado en la lucha revolucionaria de los primeros círculos intelectuales. Eso fue lo que aprendimos de él. En eso consistieron las bases, no sólo de la actividad de Plejánov, sino de toda nuestra lucha revolucionaria. [nuestro énfasis] [16]
La conquista del poder por los bolcheviques sólo pudo ocurrir con base en una orientación sociopolítica específica –la teoría de la revolución permanente, inicialmente elaborada por León Trotsky en los años de la primera revolución rusa, entre 1905 y 1907. Según esa teoría, las tareas de la revolución democrática burguesa (acabar con los remanentes del feudalismo, la declaración de la igualdad de los derechos y las libertades constitucionales para todos, etcétera) no podían ser completadas en la época del imperialismo a menos que la clase obrera llegara al poder, estableciera una dictadura proletaria e introdujera medidas abiertamente socialistas.
Mientras que la teoría de Trotsky fue elaborada para un país relativamente atrasado, como Rusia, también representa la orientación estratégica para la perspectiva de la revolución socialista mundial. Fue precisamente gracias al hecho de que Trotsky reconoció la dinámica mundial de la lucha de clases, que pudo pronosticar que en Rusia la revolución democrática, bajo la presión de la economía mundial y del imperialismo, adoptaría características socialistas. La respuesta de Trotsky al problema del desarrollo social ruso, en la época imperialista, representó un gran paso adelante de las concepciones de Plejánov. Eso no quiere decir que, al reconocer la enorme contribución de Trotsky a la victoria de la clase obrera rusa en 1917, neguemos su trabajo se basó, en un sentido histórico, en el esfuerzo pionero de Plejánov.
La gran importancia de Plejánov como pensador político está ligada a haber logrado pronosticar el papel decisivo de la clase obrera mucho antes de que ésta se transformara en un grupo social de masas, ocupando un espacio específico en la vida económica y política, bajo condiciones en que el capitalismo ruso recién aprendía a caminar.
Lo que no pronosticó el padre del marxismo ruso fue la posibilidad objetiva de que Rusia, al caer el zar, iniciara su transición al socialismo; pero eso no reduce el significado de un elemento central de su perspectiva histórica –la idea de la hegemonía del proletariado en la revolución burguesa.
El “descubrimiento” de Plejánov de la clase obrera rusa y el énfasis en su liderazgo durante la revolución democrática contenía el germen de futuros conflictos que no ocurrirían hasta la Revolución de 1905, la cual requeriría un análisis mucho más preciso y muy diferente de la relación entre las “etapas” democráticas y socialistas de la revolución al que Plejánov había presentado inicialmente. Sin tener que profundizar acerca de las diferencias esenciales entre la separación de la revolución democrática y la socialista en dos etapas distintas y separadas de desarrollo político de Plejánov, por un lado, y la perspectiva que elaboraba Trotsky, por el otro, es necesario evitar la conclusión de que la teoría de la revolución permanente de Trotsky no le debía nada al trabajo pionero, teórico y político, de Plejánov.
Del populismo al marxismo
En la década de 1920, el importante autor soviético y oposicionista de izquierda, V. Ter-Vaganian (1893-1936) reconstruyó exhaustivamente la evolución de Plejánov del populismo al marxismo. En 1924, publicó una biografía muy completa, de casi 700 páginas, donde discute la transformación de las opiniones sociopolíticas de Plejánov.[17]
En 1920, Ter-Vaganian empieza a trabajar en el Instituto de Marx y Engels, en ese entonces bajo la dirección de uno los expertos con mayor autoridad en la historia de la socialdemocracia y del marxismo –D.B. Ryazanov. Vaganian fue editor de su periódico teórico, Bajo la bandera del marxismo (Pod znamenem marksizma). Al reconocer el interés en la obra de Plejánov de Ter-Vaganian, Ryazanov crea un departamento dedicado a Plejánov y asigna a Ter-Vaganian recompilar las obras completas del fundador del marxismo ruso en 24 tomos. Un resultado intermedio de los estudios de Ter-Vaganian fue su Biografía preliminar de G.V. Plejánov, publicada en 1923. Se preparó una edición más completa de esta obra en los años 30 que nunca se publicó, ya que para entonces Stalin repudiaba a Plejánov. En 1936, es acusado en el primero de los infames Procesos de Moscú y condenado a muerte junto con Zinóviev y Kámenev.
En esta siguiente sección de nuestro artículo nos basaremos en materiales importantes que aparecen en esa biografía escrita por Ter-Vaganian. Nos concentraremos en la transición de Plejánov del populismo al marxismo y en como presenta su teoría política en su primer ensayo marxista, Socialismo y la lucha política, de 1883.
La principal característica del populismo ruso (narodismo) consiste en la idealización del campesinado y en el concepto de que la comuna campesina (obshchina) era la plataforma natural para una sociedad sin clases. Esa teoría contradecía el marxismo, que en ese entonces se imponía en Europa. Aunque los populistas sentían respeto y simpatía por la obra de Marx, consideraban que era inadaptable a las condiciones rusas.
Una perspectiva similar se desarrollaba bajo la influencia de las ideas de Aleksandr Herzen (1812-1870), el más famoso de los filósofos políticos y escritores rusos de ese entonces. De joven, Herzen era discípulo de las ideas de Saint-Simon, una de las tendencias del socialismo utópico de Europa Occidental, y luego surge en la década de 1840 como uno de los principales publicistas de la corriente “occidental”, que consideraba que la historia de Europa Occidental sería el modelo a seguir para el desarrollo histórico de Rusia. Sin embargo, con la derrota de las revoluciones democráticas burguesas de 1848-50, Herzen pasa por una crisis. Llega a la conclusión pesimista que la civilización burguesa había llegado a un callejón sin salida y que el proletariado se había degenerado en un comportamiento filisteo. Como propagandista paneslavista y feroz polémico contra los partidarios del marxismo, eventualmente Herzen elabora una teoría reaccionaria sobre el papel singular del campesinado ruso como fuerza renovadora de la civilización europea.
En los 1870, se radicaliza una importante capa de jóvenes intelectuales rusos, atraída por la idea de hacer detonar una revuelta campesina contra el zarismo para liberar a las obshchinas del yugo de la servidumbre y del absolutismo y construir una sociedad de trabajadores y campesinos con igualdad y libertad.
El hecho de que las condiciones del campesinado ruso no habían mejorado desde la abolición de la servidumbre feudal en 1861 los alentaba. La tierra seguía en manos de grandes terratenientes y, a pesar de ser libres, los campesinos sólo podían comprar sus tierras a precios altos por extorción y bajo condiciones imposiblemente difíciles. Además, la reforma campesina intensifica la diferenciación económica dentro de las comunas, socavando la estructura de esta forma dominante de organización campesina.
No es nada sorprendente que los campesinos se sintieran engañados. Exigían su propia tierra que consideraban un “regalo de dios”, que los terratenientes habían tomado a la fuerza y con engaños. No obstante, el espíritu rebelde del campesinado ruso existía en combinación con una firme creencia en el “buen” zar emancipador.
Por esa razón, la perspectiva y campañas populistas de “ir al pueblo” terminaron en un fracaso total. El conato de los intelectuales revolucionarios de impulsar a mediados de la década de 1870 la idea de iniciar una rebelión entre los campesinos nunca consiguió el apoyo de las masas. Es más, en algunos casos los campesinos entregaron a los propagandistas a la policía zarista.
Ocurre entonces una crisis interna dentro de la organización populista Tierra y Libertad (Zemlya i Volya); y en poco tiempo, durante el congreso de Vorónezh en el verano de 1879, toma lugar una escisión. La corriente mayoritaria decide que es necesario iniciar una campaña sistemática de terror contra las principales figuras del Estado, para derrotar al zarismo. Nikolai Morozov y Lev Tikhomirov, dos de los cuatro editores del periódico de literatura, Tierra y Libertad, acuden a las tácticas de “desorganización” y “neopartidismo”.
Abiertamente, ambos apoyan la nueva táctica en el congreso. Morozov pensaba que el “método de Tell”[18] era el más apropiado para lograr la libertad de expresión y de asociación. En medio de este debate, A.D. Mikhailov expresa sorpresivamente: “Conseguiremos nuestra constitución; desorganizaremos el gobierno y lo obligaremos a adoptarla [la constitución]”. Según las memorias de Aptekman, Zheliabov declaró que sería necesario abandonar totalmente la lucha de clases, haciendo del elemento político lo más importante en el debate.[19]
Cabe señalar que estaba en la naturaleza del enfoque global del populismo hacer una yuxtaposición de la lucha de clases versus la política y la revolución social. Los populistas eran anarquistas. Por lo tanto, consideraban, de una manera ahistórica, que todos los gobiernos eran males que tenían que ser destruidos, cualquiera que fuese su naturaleza. En ese período, aparecieron tres principales líderes intelectuales.
El primero fue Piotr Lavrov (1823-1900), a quien se le ocurre la noción de un lugar especial para los intelectuales en la revolución. Para Lavrov, quien tenía relaciones de amistad con Marx y Engels, el elemento “subjetivo” era decisivo en la historia; él intenta unir a todos los grupos sin importar sus diferencias, creyendo en la primacía de la unión contra un enemigo común, el régimen autocrático ruso.
Piotr Tkachov (1844-1886) dirigía una segunda corriente. Tkachov insistía en la necesidad de que un grupo revolucionario conquistara inmediatamente el poder, representando el blanquismo ruso. (La noción de Tkachov de la importancia crucial de una pequeña banda de conspiradores y su rechazo de la clase obrera como una fuerza revolucionaria influenciaría luego al Che Guevara, quien en muchas ocasiones mencionó a los narodniks como una fuente de inspiración para la época moderna).
El tercer y más influyente ideólogo fue Mijaíl Bakunin (1814-1876), quien compitió contra Marx y Engels dentro de la Primera Internacional. El concepto de Bakunin a favor de la obschchinacampesina como fuente del socialismo, y del federalismo como una forma específica de una “sociedad libre” sin gobierno, y por consiguiente su rechazo a la socialdemocracia alemana que él consideraba ser un elemento “estadista”, “autoritario” y “dictatorial”, se transformaron en importantes aspectos del enfoque populista.
Gueorgui Plejánov fue bakunista al principio de su vida revolucionaria. Más tarde, diría que el bakunismo era una “clase especial de eslavofilia anarquista”.
Con la intensificación de las diferencias dentro de Tierra y Libertad, Plejánov se convierte en uno de los principales enemigos del apoyo populista al terrorismo y de su rechazo a la lucha de clases. Como consecuencia de su oposición, nace el grupo Chernyi peredel (Reparto Negro), el cual intentaba preservar el antiguo programa populista.
Sin embargo, para elaborar su rechazo a las tácticas de terror y para poder explicar el fracaso de la táctica de “ir al pueblo”, Plejánov comienza a repensar los conceptos bakunistas y da sus primeros pasos al marxismo.
Estando en San Petersburgo en el invierno de 1878-79, Plejánov se percata del nivel de inquina política que existía en la clase obrera urbana.
Escribe un artículo en ese periodo, “La ley del desarrollo social y la misión del socialismo en Rusia”; ese artículo es un ejemplo de que Plejánov había comenzado a incluir al proletariado, junto con el campesinado, en la transformación de su concepto de revolución.[20] En ese momento de transición, Tar-Vaganian indica, Plejánov “aun creía que la revolución obrera en las ciudades principales sería en apoyo a la revolución campesina. Pensaba que los campesinos llevarían a cabo la revolución social y que los obreros serían sus únicos aliados”.[21]
En artículos publicados en el segundo número de Chernyi peredel, de agosto 1880, Plejánov sigue repitiendo los eslóganes del antiguo populismo.[22] Pero, al mismo tiempo, al darle seguimiento a los escritos de Nikolai Ziber [Sieber] (1844-1888), crece su respeto por el marxismo. Zieber popularizaba en Rusia las ideas de Marx, “no como revolucionario, sino como verdadero guardián de la ciencia”.[23]
La evolución marxista de Plejánov da otro paso importante durante la estadía de éste en París en el invierno de 1880-1881, donde conoce a Lavrov y observa manifestaciones obreras y participa en importantes reuniones dedicadas a honrar a los líderes emigrados de la Comuna de París que habían recibido una amnistía. También trabaja en la Biblioteca Nacional y participa en reuniones con los socialistas parisinos, donde conoce a Jules Guesde y Paul Lafarge, famosos seguidores de Marx. Éstos brindan ayuda e impulsos “excepcionales” en la metamorfosis de su pensamiento crítico.[24] Es en esos momentos que ocurre el salto decisivo al marxismo en la evolución de Plejánov. En enero de 1881, en una carta al comité editorial de Chernyi pederel contesta así una pregunta sobre la naturaleza del socialismo:
El socialismo es la expresión teórica, desde el punto de vista de los intereses de la masa laborante, del antagonismo y de la lucha de clases en la sociedad actual.[25]
O sea que, en esta carta, el campesinado deja de formar el cimiento social para el socialismo. Desde ese momento, Plejánov insistiría que el socialismo era el resultado “del antagonismo y de la lucha de clases en la sociedad (burguesa) actual”. Además, escribe Plejánov:
Para la actividad revolucionaria, la misión práctica de ésta [la lucha de clases] consiste en organizar a la capa proletaria [ rabocheyo soslovia ], orientándola hacia los métodos y mecanismos de su emancipación… Estando separada de la organización de sus fuerzas, separada del despertar de la conciencia y actividad propia del pueblo, aun la lucha revolucionaria más heroica sólo logrará beneficiar a las clases superiores; es decir, precisamente a aquellas capas de la sociedad contemporánea contra las que debemos equipar a la masa laborante, que carece de recursos. La emancipación del pueblo le corresponde al pueblo mismo.[26]
Plejánov también cambia su opinión tajantemente sobre el federalismo, considerando que la centralización del Estado, con base en la igualdad social, es un importante requisito para la restructuración de la sociedad.
El próximo paso en su peregrinación al marxismo aparece en su artículo “La teoría económica de Karl Rodbertus-Jagetzow”, publicada en varios números del periódico legal ruso, Notas de la Patria (Otechestvennye Zapiski), en 1882-1883.
En este escrito, Plejánov declara que, en los ojos de los autores de la burguesía, todos los individuos se podían dividir en dos grupos: los que reconocen el derecho de la clase obrera para luchar por su emancipación y los que no reconocen este derecho. Escribe:
Los esfuerzos prácticos de los creadores de esas teorías, y más importante, por supuesto, la cuestión de la actividad política propia de las clases obreras, son de una importancia crucial para ellos. Muy posiblemente, el autor que se oponga a que los obreros se organicen en un partido político en particular obtendrá el apoyo de los economistas burgueses, sin importar el andamiaje teórico que lo guíe en ese momento.[27]
Plejánov, a principios de 1882, plantea con toda claridad, la necesidad de organizar a la clase obrera en un partido clasista y diferente.
Paralelamente a la evolución teórica de Plejánov en el exilio, llegan a su punto culminante los conatos de Naródnaya Volia (“La voluntad del pueblo”). En marzo de 1881, se intenta por última vez asesinar al zar Alejandro II. Para la opinión pública europea, la autoridad revolucionaria de los populistas llega a su momento máximo. Pero en realidad, ese “éxito” de las tácticas terroristas se convierte en el principio del fin de Naródnaya Volia. La cruel represión que siguió al atentado le quitó sus mejores miembros. La “desorganización” del gobierno, si es que ocurrió, no duró mucho y nunca logró sacudir al absolutismo ruso.
Pasada la tormenta, el nuevo zar Alejandro III y su corte iniciaron en Rusia otro “periodo frío” y por quince años mantuvieron un periodo de brutal reacción nacionalista en todo el país. Esta atmósfera de declive social vino acompañada con un auge de pesimismo y decepción entre muchos de los sectores del radicalismo intelectual, cosa que fomenta sentimientos de debilidad, a favor de “pequeños cambios” y reformas agrarias insignificantes.
Luego del asesinato de Alejandro II, Plejánov se dedica a clarificar cuestiones de crucial importancia para el futuro del movimiento revolucionario ruso. Con un tremendo despliegue de atrevimiento físico e intelectual, Plejánov continúa su ataque teórico contra el populismo. El resultado final de esa labor teórica fue la fundación del “Grupo para la emancipación del trabajo”, en Suiza en 1883. Ese grupo existirá hasta el Segundo Congreso del Partido Obrero Socialdemócrata de Rusia (POSR) de 1903. Plejánov había deseado que el nombre de la organización se acercara a su naturaleza socialdemócrata, pero los otros miembros se opusieron. Así que llegaron a un compromiso.
El socialismo y la lucha política, ensayo de propaganda
Antes de fundarse el “Grupo para la emancipación del trabajo”, se publica el ensayo propagandístico Socialismo y lucha política, donde Plejánov presenta por primera vez los puntos centrales de su programa político en términos estrictamente marxistas.
Ese ensayo pasa a ser crucial para el desarrollo del socialismo ruso y cautivó a los socialistas de toda Europa. En Londres, Plejánov conoce a Frederick Engels, que reconoce en él un experto en filosofía. Plejánov recordaría que Engels estuvo de acuerdo con la idea de que el materialismo moderno en esencia replanteaba las ideas de Spinoza, depuradas de sus fallas y completadas lógicamente –tesis que estaría en el centro de las futuras luchas de Plejánov en defensa del materialismo contra todas las distorsiones y ataques idealistas en su contra.
Sin poder descartar por completo el significado social del naciente proletariado urbano, los populistas aceptaron a regañadientes la importancia de los obreros para “la revolución”. Utilizando esa frase en contra de los populistas, Plejánov contesta en “Nuestras diferencias”: “Así no habla el socialdemócrata; para él no se trata de que los trabajadores son necesarios para la revolución, sino que la revolución es necesaria para los trabajadores ”.[28] Esa oración es un conciso resumen del resultado de la lucha de Plejánov contra la noción populista de una revolución popular que transcienda las clases. En la revolución contra la autocracia, la clase obrera jugaría un papel independiente y crucial; actuaría independientemente, consciente de sus intereses y objetivos de clase.
En el mismo ensayo Plejánov también declara:
En contraste con lo que verdaderamente nos enseña Marx, se le atribuye la absurda idea de que Rusia tiene que seguir exactamente los mismos pasos de evolución histórica y económica del occidente.[29]
Esa sola oración destruye las quejas de sus críticos de que éste supuestamente aplicaba la teoría de Marx “mecánicamente” en Rusia. Todo lo contrario, Plejánov insiste que:
Marx utilizó la historia de las relaciones en Europa Occidental sólo como base para la historia de la producción capitalista, que nacía y se desarrollaba precisamente en esa parte del mundo… Ni el autor de El capital ni su famoso amigo y colega se olvidarían de las peculiaridades económicas de los diferentes países; se refieren a esas peculiaridades para explicar los movimientos sociales, políticos e intelectuales de cada país.[30]
Viene al caso, como explica Plejánov, que Marx nunca ignoró el significado de la obshchina campesina rusa. Se refiera, incluso, al prólogo escrito por Marx y Engels de la edición rusa de 1882 del Manifiesto del Partido Comunista. Ahí, escriben que, bajo ciertas circunstancias, la obshchina rusa “se transformaría directamente en una forma superior y comunista de tenencia de la tierra”.
Sigue Plejánov:
Estas circunstancias, opinan ellos, están muy ligadas al camino que siga el movimiento revolucionario en occidente y en Rusia. ‘Si la revolución rusa’, dicen, ‘se convierte en una anticipación de la revolución proletaria en occidente, la una complementando a la otra, podría ocurrir que ese régimen comunal ruso, sirva de punto de partida para el desarrollo de una nueva estructura comunista de la tierra’ (Manifiesto del Partido Comunista, prólogo de Engels a la edición alemana 1890). … entre los que entienden el significado de las relaciones internacionales en la vida económica de modernas sociedades civilizadas, no existe nadie que pueda negar que la transformación de la comuna campesina rusa ‘en una forma comunista de propiedad común’ está muy ligada al futuro del movimiento de la clase obrera en occidente.[31]
Diciéndolo de otra manera, Plejánov insiste en que un análisis de la metamorfosis social y política de Rusia sólo era posible en torno a una perspectiva general mundial de la revolución proletaria.
Otra queja de los que critican a Plejánov es que plantea sus conceptos acerca de la Revolución Rusa basándose “de forma acrítica” en la experiencia de las revoluciones democráticas burguesas del siglo XIX.
Plejánov nunca adoptó un enfoque tan estéril. Escribe:
La historia de Europa Occidental nos convence que en donde se convierta “el fantasma rojo” en una amenaza, los “liberales” apoyarán a las bárbaras dictaduras militares.[32]
Es evidente, por lo tanto, que Plejánov conocía bien que cuando el proletariado ruso amagara políticamente contra el capitalismo, la burguesía liberal apoyaría al absolutismo reaccionario. Él quería evitar esa posibilidad, y al mismo tiempo fortalecer la posición del proletariado en el entorno de la lucha por la democracia. Con el fin de encontrar alguna resolución apropiada para una situación contradictoria, Plejánov decía:
“… nuestros intelectuales socialistas deben preocuparse con transformar las relaciones de facto de las fuerzas sociales rusas a favor de la clase obrera, aun durante el periodo preconstitucional. De otra manera, el desmoronamiento del absolutismo no justificará las esperanzas de los socialistas rusos, ni de los demócratas… El mismo partido socialista, habiendo obtenido para la burguesía liberal la libertad de expresión y acción, puede caer en una posición “excepcional” similar a la de la socialdemocracia alemana actual… los socialistas rusos… pueden y deben depositar sus esperanzas en la clase obrera, por sobre todas las cosas. El poder de la clase obrera –como él de cualquier otra clase— depende, dentro de otras cosas, en la claridad de su conciencia política, su cohesión y nivel de organización. Son estos elementos de su poder que nuestros intelectuales socialistas deben influenciar. Ellos deben convertirse en la dirección de la clase obrera en el movimiento por la emancipación que está pendiente, explicarle a la clase obrera sus intereses económicos y políticos, así como la interdependencia de esos intereses, y prepararla para que juegue un papel independiente en la vida social rusa. Deben utilizar todas sus energías para que al inicio de la vida constitucional rusa nuestra clase obrera pueda establecer un partido separado con un bien definido programa social y político”.[nuestro énfasis][33]
Al escribir que “los socialistas rusos … pueden y deben depositar sus esperanzas en la clase obrera, por sobre todas las cosas”, y que el partido socialista iba a conquistar la libertad de expresión y acción para la burguesía libera, Plejánov estaba elaborando su teoría de la hegemonía del proletariado (y de su partido) en la lucha contra el zarismo.
Sin disminuir la obra teórica de Plejánov, hay que reconocer que su fórmula implicaba una revolución en dos etapas. La primera etapa sería la campaña por crear una democracia burguesa. La segunda, en otro momento indefinido, adoptaría la lucha por un gobierno obrero y el socialismo.
Para Plejánov no era posible que el proletariado pasara inmediatamente a la construcción de una sociedad socialista, dado el atraso económico de la Rusia zarista a principios de la década de 1880. Sin embargo, él sí buscó darle una solución a la cuestión de cómo se comportaría un partido obrero en caso de que la Revolución Rusa de la Revolución rusa pusiera al orden del día la necesidad de barrer con el absolutismo, aun cuando la burguesía siguiera controlando a Europa.
La respuesta de Plejánov resulta ser profundamente dialéctica, desde un punto de vista histórico en el entorno objetivo ruso de ese entonces. Por esa misma razón, su respuesta no es final y contiene obvios elementos de contradicción .
Plejánov indicó que el proletariado ruso estaba obligado a ser el líder político de todas las otras capas sociales, incluyendo a la burguesía, en la lucha contra el despotismo; pero, que no podía comenzar a desarrollar su propio programa inmediatamente después de la victoria sobre el zarismo. La interrogante a contestar se resumía así: ¿Es posible entregarle el poder político a la burguesía en caso de que el partido proletario triunfe en una revolución democrática? ¿Cuál sería ese mecanismo?
Por otra parte, si el proletariado le entregaba el poder a la burguesía liberal; ¿qué garantizaría que ésta no se asustaría ante el “espectro rojo” e buscaría suprimir al proletariado con los métodos de una dictadura militar despiadada, ni hablar de que si restauraría la monarquía?
Debido a las condiciones de su época, Plejánov nunca pudo responder estas interrogantes. Aunque insistía en el papel crucial del proletariado en el proceso revolucionario, nunca creyó que la revolución podría evolucionar sin un intervalo bastante largo de democracia burguesa. Pasarían décadas de transición de la revolución democrática burguesa a la revolución socialista. En esa idea encontramos la raíz del futuro menchevismo de Plejánov.
En su ensayo de 1939, “Tres concepciones de la Revolución Rusa”, Trotsky pone el dedo en la llaga de los límites de la perspectiva de Plejánov:
Plejánov no sólo separaba como tareas la revolución burguesa de la socialista, a la que posponía para un futuro indefinido; suponía que en cada una de ellas se darían combinaciones de fuerzas totalmente diferentes. El proletariado conquistaría la libertad política en alianza con la burguesía liberal; después de varias décadas, y con un nivel superior de desarrollo capitalista, realizaría la revolución socialista en lucha directa contra la burguesía.[34]
Para Plejánov no había posibilidad de combinar directamente la lucha por la libertad política con la lucha por el socialismo. A decir verdad, esa posibilidad no existía en las décadas de 1880 y 1890. A pesar de su rechazo a la conexión directa e inmediata entre las revolución democrática y la socialista, Plejánov sostiene que la acción consiente de la clase obrera trata de facilitar esa transformación –aunque a cabo de un largo periodo— de la etapa democrática a la socialista. En El socialismo y la lucha política, Plejánov escribe:
Por lo tanto, la lucha por la libertad política, por un lado, y la preparación de la clase obrera para su papel independiente y ofensivo en el futuro, por el otro, en nuestra opinión son la única manera de “formular las tareas del partido”, por ahora. Mancornar esas dos cuestiones tan esencialmente diferentes, barrer con el absolutismo y la revolución socialista, emprender la campaña revolucionaria creyendo que ambos elementos coincidirán en la historia de nuestro país, significa posponer la llegada de los dos. De nosotros depende, sin embargo, acortar el tiempo entre estos dos elementos.[35]
Vale señalar que Plejánov, a pesar de dividir en dos el camino de la Revolución Rusa, apasionadamente intentaba “acortar el tiempo” entre el paso del uno al otro. El biógrafo estadounidense de Plejánov, el profesor Samuel Baron, ya había señalado cuan contradictoria era esa línea. Según Baron:
Plejánov estaba dispuesto a acortar, incluso eliminar, la etapa de desarrollo capitalista, lo cual ocurriría con la modificación de la evolución histórica mediante la actividad política del partido revolucionario. Claro está que Plejánov diferenciaba pronunciadamente ese enfoque y esa estrategia de la de los narodniks, con el argumento de que la práctica voluntaria de ese partido revolucionario debe ser acorralada por el actual nivel de desarrollo económico del momento. Para él, lo que hace que el marxismo sea diferente de la sarta de utopías que entonces existía era el reconocimiento de esos límites.
El marxismo subordina el voluntarismo revolucionario a al proceso histórico y sus leyes. Así se garantiza la racionalidad de la política revolucionaria. También está claro que el sistema de Plejánov incluye elementos de voluntarismo y de determinismo, que nunca pudo reconciliar.[36]
Una y otra vez insiste Plejánov en la importancia del movimiento socialdemócrata para desarrollar la conciencia de la clase obrera y para prepararla para la acción revolucionaria. Es esencialmente falsa la queja de que esa insistencia de Plejánov, en la lógica del movimiento de la historia, causó que él disminuyera la importancia de la práctica revolucionaria. “La formación temprana de un partido obrero”, dice Plejánov , “es el único medio de resolver todas las contradicciones económicas y políticas de la Rusia de hoy”. [énfasis original][37] Por lo tanto, acepta que, bajo algunas condiciones, la práctica del partido puede influenciar y acortar el paso de la etapa democrática burguesa a la socialista de la revolución, sin poder decir, cómo, o bajo cuáles condiciones, ocurriría eso.
Para Plejánov, las condiciones objetivas del desarrollo socioeconómico ruso imponían barreras infranqueables para las intenciones socialistas del partido. El plantear la contradicción, sin embargo, abría la puerta a la existencia de otra solución al problema histórico que Plejánov identifica. Trotsky descubriría esa otra solución al percibir ciertos cambios en las condiciones objetivas que la Revolución de 1905 develaría. La teoría de la revolución permanente no sólo “acorta” el pasaje entre las etapa democrática y la socialista de la revolución, sino que insiste en que la primera etapa es imposible sin que se adopten los métodos de la segunda etapa.
No cabe duda de que la teoría de Trotsky constituyó un inmenso avance en comparación con la teorías de Plejánov (y, debemos señalar, con el programa de Lenin de antes de 1917 –la dictadura democrática del proletariado y los campesinos). La grandeza y tragedia de la vida de Plejánov consiste precisamente en su descubrimiento del papel central del proletariado ruso para la revolución democrática, sentando las bases para todos los otros adelantos en el campo de la estrategias y tácticas revolucionarias, tanto de Lenin como de Trotsky.
El discurso de Plejánov ante el congreso de fundación de la Segunda Internacional en 1889 anticipa esos adelantos. Allí, Plejánov electrifica a los delegados al declarar: “El movimiento revolucionario ruso triunfará como un movimiento obrero, o nunca triunfará”.[38] Ningún otro socialista europeo había reconocido el rol revolucionario decisivo del proletariado en esa Rusia atrasada.
Es precisamente con base en ese gran descubrimiento que giran todos los debates subsecuentes sobre la estrategia de la revolución socialista rusa; llegando a su punto cúlmine con la creación de la teoría de la revolución permanente de Trotsky. Por esa misma razón, Trotsky insistiría en 1918 durante su discurso conmemorativo en el funeral de Plejánov, que la obra política y teórica de éste plantó los cimientos para “toda nuestra lucha revolucionaria”.[nuestro énfasis]
Menos de un lustro después, en 1922, Trotsky vio la necesidad de responder a un ataque del historiador Mijaíl Pokrovskii contra ciertas ideas de Plejánov sobre algunos elementos particulares de la evolución histórica rusa. Era un hecho reconocido que la comprensión de Trotsky de la evolución histórica rusa había sido muy influenciada por las obras de Plejánov anteriores a 1905. Para justificar su ataque, Pokrovskii (quien se estaba convirtiendo en un partidario ferviente de Stalin) hace referencia a las debilidades políticas de Plejánov y a su eventual traición de la revolución socialista. Trotsky sale en defensa de las teorías históricas de Plejánov y dice:
La debilidad de la burguesía rusa y del carácter ilusorio de la democracia burguesa rusa representan aspectos muy importantes del desarrollo histórico ruso. Es precisamente a partir de eso que surge la posibilidad y necesidad históricas de la conquista del poder por el proletariado, en torno a todas las otras condiciones que existían. Es verdad que Plejánov nunca concluyó eso. Claro que tampoco hizo conclusiones de otra de sus sin duda muy correctas proposiciones, que: “El movimiento revolucionario ruso triunfará como un movimiento de la clase obrera, o no triunfará”. Si amontonamos todo lo que dijo Plejánov contra los narodniks y los marxistas vulgares, con su Kadetofilia[39] y su patriotismo, no queda nada de Plejánov. Pero en realidad, sí queda mucho de Plejánov y no nos haría ningún daño aprender de él de vez en cuando.[40]
Nuestra defensa de la teoría de la revolución permanente y nuestra insistencia en el papel histórico de la clase obrera en la preparación y victoria de la Revolución de Octubre no transige para nada con nuestro tributo para Plejánov. Estamos de acuerdo con Trotsky, que “no nos haría ningún daño” estudiar y aprender de este gran teórico marxista. La obra de Plejánov es un arma esencial para luchar por la comprensión científica del movimiento histórico, y, con base en eso, para el renacimiento de la conciencia socialista revolucionaria en la clase obrera, particularmente en estos días, en esta época, cuando la vida intelectual se encuentra tan corrompida por las más putrefactas ortodoxias antimaterialistas y de irracionalismo filosófico. Es más, cuando un sin fin de individuos representando al seudoizquierdismo reaccionario hacen todo lo que pueden para calumniar a la clase obrera y negarle su crucial papel revolucionario, adquiere enorme relevancia contemporánea la lucha de Plejánov para asentar la hegemonía revolucionaria de esa clase. A 160 años de su nacimiento y casi 100 de su muerte, Plejánov sigue siendo una figura de enorme estatura en la historia del pensamiento socialista y marxista. La última conmemoración de Lenin para Plejánov, en 1922, sigue siendo totalmente justificada:
Quiero añadir en paréntesis, para los jóvenes miembros de nuestro partido, que uno no puede convertirse en un comunista realmente inteligente sin estudiar –recalco, estudiar— todos los escritos filosóficos de Plejánov, porque nunca ha sido escrito nada mejor sobre el marxismo en ningún rincón del mundo”.[41]
***
En venta (tapa blanda) en Mehring Books; Fundamental Problems of Marxism por G. Plekhanov, $7.65
En venta en Mehring Books: The Frankfurt School, Postmodernism and the Politics of the Pseudo-Left por David North (tapa dura, tapa blanda, Kindle y ePub) ¡precio de liquidación!
Notes:
1. “Essays on the History of Materialism,” in Selected Philosophical Works, Vol. 2 (Moscow: Progress Publishers, 1976), p. 158. (nuestra traducción al español)
2. “On the Materialist Conception of History,” in Selected Philosophical Works, Vol. 2 (Moscow: Progress Publishers, 1976), p. 235. (nuestra traducción al español)
3. Ibid., pp. 235–236.
4. Ibid., p. 237.
5. Selected Philosophical Works, Vol. 1 (Moscow: Progress Publishers, 1974), p. 402 [italics added]. (nuestra traducción al español)
6. Ibid., p. 416.
7. Ibid., pp. 416–17.
8. Ibid., p. 422.
9. “Our Differences,” in Selected Philosophical Works, Vol. 1, p. 164. (nuestra traducción al español)
10. “Cant Against Kant, or Herr Bernstein’s Will and Testament,” in Selected Philosophical Works, Vol. 2, p. 352. (nuestra traducción al español)
11. “N.G. Chernyshevsky’s Aesthetic Theory,” in Selected Philosophical Works, Vol. 5 (Moscow: Progress Publishers, 1981), p. 223. (nuestra traducción al español)
12. Ibid., p. 225.
13. Ibid., p. 648.
14. Aleksandr K. Voronsky, Art as the Cognition of Life: Selected Writings 1911–1936, translated and edited by Frederick Choate (Oak Park, MI: Mehring Books, 1998), p. 120. (nuestra traducción al español)
15. Nikolay Valentinov, Encounters with Lenin (London: Oxford University Press, 1968), pp. 180–81. (nuestra traducción al español)
16. “In Memory of Plekhanov,” reproduced in The Frankfurt School, Postmodernism and the Politics of the Pseudo-Left, by David North (Oak Park, MI: Mehring Books, 2015), pp. 281–82. (nuestra traducción al español)
17. Ter-Vaganian: G. V. Plekhanov: An Attempt at a Characterization of his Socio-Political Views, (Moscow 1924). (nuestra traducción al español)
18. Wilhelm Tell—Legendario héroe popular suizo, dizque vivió hacia fines del siglo XIII y principios del siglo XIV. Tiraba flechas con mucha puntería y luchó para que su país fuera independiente de Austria y del Sacro Imperio Romano Germánico.
19. Ter-Vaganian, pp. 42, 43. (nuestra traducción al español)
20. G.V. Plekhanov, Sochinenia, edited by D. Ryazanov, Vol. 1 (Moscow, 1922), p. 70. (nuestra traducción al español)
21. Ter-Vaganian, p. 30.
22. Ibid., p. 53.
23. Ibid., p. 35.
24. Ibid., p. 56.
25. Sochinenia, Vol. 1, p. 134.
26. Ibid.
27. Ibid., p. 220.
28. Selected Philosophical Works, Vol. 1, p. 339. (nuestra traducción al español)
29. Плеханов Г.В. Избранные философские произведения в пяти томах. Том 1. (М., 1956), с. 72. [G.V. Plekhanov, Selected Philosophical Works, Vol. 1, pp. 68–69]. (nuestra traducción al español)
30. Ibid.
31. Ibid.
32. Ibid., p. 99 [Ibid., p. 94].
33. Ibid., p. 108 [Ibid., p. 102].
34. Leon Trotsky; Tres concepciones de la Revolución Rusa; CEIP León Trotsky, http://ceipleontrotsky.org/Tres-concepciones-de-la-Revolucion-Rusa,765
35. Плеханов Г.В. Избранные философские произведения в пяти томах. Том 1., с. 110. [ Selected Philosophical Works, Vol. 1, p. 104]. (nuestra traducción al español)
36. Samuel Baron, Plekhanov: The Father of Russian Marxism (Stanford: Stanford University Press, 1963), p. 114. (nuestra traducción al español)
37. “Our Differences,” Selected Philosophical Works, Vol. 1, p. 346. (nuestra traducción al español)
38. Ibid., p. 419 [Ibid., p. 400]. Utilizamos en esta instancia el texto del discurso de Plejánov tal como fue publicado en su colección de obras de los años 20. (Ver Vol. 24, Moscú 1927, pp. 319–320). En la edición de cinco tomos en inglés (Selected Philosophical Works) que apareció en los 1950s, ese texto es intitulado la “segunda versión” de su discurso. Junto a ésta se cita la “primera” versión; que es idéntica.
39. Aquí Trotsky tiene en mente el apoyo cada vez más oportunista de Plejánov a favor de un alianza con el Partido Democrático Constitucional ruso (Kadete), un partido burgués, luego de 1905.
40. Leon Trotsky, 1905, traducción al inglés de Anya Bostock (New York: Random House, 1971), p. 332. (nuestra traducción al español)
41. V.I. Lenin, Collected Works, Vol. 32 (Moscow: Progress Publishers, 1977), p. 94. (nuestra traducción al español)