Tres semanas después de que cientos de militares retirados firmaran un manifiesto que aclamaba al dictador fascista español, el generalísimo Francisco Franco (1892-1975), el partido Podemos finalmente rompió su cobarde silencio sobre el tema. Sin embargo, esto fue solo para apoyar al austero y militarista Gobierno del Partido Socialista (PSOE) y restarle importancia a la declaración de los oficiales.
El 20 de agosto, el secretario general del grupo parlamentario de Podemos, Txema Guijarro, declaró: "Nos parece absolutamente escandaloso que funcionarios de un cuerpo que no es deliberativo, sino obediente, se dediquen a lanzar comentarios tan descolgados de la historia y se sigan moviendo por parámetros de hace 80 años. Es absolutamente descorazonador ver a gente que le cuesta tanto pasar página".
En oposición al manifiesto reaccionario de los oficiales, Guijarro defendió las propuestas del Gobierno minoritario del PSOE de quitar simbólicamente los restos de Franco del mausoleo oficial en el Valle de los Caídos: "Dadas las condiciones históricas, es un gesto que, aunque llega con retraso, nos parece muy pertinente". Indicó que “difícilmente” preservar una “democracia de alta calidad” sea posible “si no es capaz de reconocer los errores y las barbaridades que se cometieron en España durante una larga y siniestra dictadura".
Estas observaciones complacientes dan testimonio de la quiebra de lo que se considera la "izquierda" política en Europa. El problema no es que el cuerpo de oficiales español esté obstinadamente perdiendo el tiempo al negarse a "pasar la página" en disputas que llevan mucho tiempo muertas. Ciertas facciones del ejército y la clase dominante que se sienten desesperadas y aisladas frente a la creciente actividad huelguística y el conflicto político de hoy día están legitimando el fascismo del siglo XX como preparación para la guerra y la represión masiva en del siglo XXI.
En esto, han disfrutado el respaldo tácito de Podemos. Existe una oposición profunda e históricamente arraigada en la clase obrera en España e internacionalmente al fascismo. Sin embargo, la cobardía y la complacencia de Podemos es una advertencia: la única forma en la que trabajadores y jóvenes se pueden enfrentar a la marcha hacia la represión y la guerra es por medio de partidos trotskistas, secciones del Comité Internacional de la Cuarta Internacional (CICI), en oposición a la pseudoizquierda.
La declaración del 31 de julio de los oficiales aclamó a Franco como el "principal artífice" de la historia de España y su "Mando único de la España" de la Guerra Civil española de 1936-1939. Esto consistió en liderar un golpe fascista ilegal contra un Gobierno electo, sumiendo a España en una guerra en la que Franco se alió con la Alemania nazi y la Italia fascista, y selló su victoria con ejecuciones masivas de 200.000 opositores políticos y trabajadores militantes. Significativamente, la declaración aplaude la supresión sangrienta por parte de Franco de la huelga de 1934 y del levantamiento de los mineros asturianos.
Con Podemos manteniéndose en silencio, cientos de altos oficiales jubilados más firmaron esta declaración. Originalmente firmado por 181 oficiales, ahora cuenta con al menos 672 signatarios, incluidos 62 exgenerales, el equivalente a aproximadamente un tercio del total de oficiales generales en las fuerzas armadas españolas. Alberto Asarta, exjefe de la misión militar de la ONU en Líbano y Juan Aparicio Hernández-Lastras, quien dirigió el ejército español hasta 2016 la firmaron.
La declaración proviene de un ejército que lideró cuatro golpes militares en el siglo XX, en 1923, 1932, 1936 y 1981. Significativamente, los firmantes incluyen a Ricardo Pardo Zancada y F. Javier Dusmet García-Figueras, ambos condenados por unirse al fallido golpe militar del 23 de febrero de 1981. Este fue realizado por oficiales fascistas hostiles a la transición de 1978 de la dictadura franquista a un gobierno parlamentario.
La decisión de amplias secciones de un ejército español que respaldó una dictadura militar de aclamar explícitamente los crímenes del régimen fascista es una advertencia para los trabajadores en España y más allá. Después de una década de la más profunda crisis económica, la peor austeridad social y el mayor desempleo masivo en Europa desde la década de 1930, las tensiones de clase están en un punto de ruptura. En medio de huelgas en los puertos, aerolíneas y sector de ventas minoristas en España, huelgas contra la austeridad en Francia y protestas contra la promoción del militarismo de la élite gobernante alemana, la aristocracia financiera está girando hacia la represión masiva.
En otoño del año pasado, el Gobierno minoritario del Partido Popular (PP) envió a la Guardia Civil para atacar a los votantes en el referéndum independentista convocado por los nacionalistas burgueses catalanes, enviando a casi 1.000 personas al hospital. La Guardia Civil irrumpió en los centros electorales, robó urnas y golpeó a votantes pacíficos, incluso mujeres mayores. Posteriormente, los medios españoles discutieron los planes para enviar Fuerzas Especiales y la Infantería Acorazada a contra la capital catalana, Barcelona. Luego, Madrid impuso un Gobierno no elegido para la región.
Mientras esto se llevaba a cabo bajo el PP, la represión contó con el respaldo del PSOE y de Podemos, los cuales endosaron al PP en el Congreso y no movilizaron ninguna protesta. En el análisis final, el propio PP estaba en el poder solo gracias al consentimiento de Podemos y el PSOE, una realidad que confirmaron cuando reunieron una mayoría parlamentaria en mayo para derrocar al PP y luego instalar un Gobierno minoritario del PSOE.
Este Gobierno, el cual depende del apoyo de Podemos para mantener una mayoría parlamentaria y es realmente un Gobierno de coalición PSOE-Podemos en todo menos en el nombre, continuó con el presupuesto de austeridad del PP, incluido su aumento de miles de millones de dólares en gastos militares.
La única razón por la cual el ejército español se siente libre para anunciar sus colores fascistas y planear acciones militares contra la población española es que la oposición popular masiva al franquismo es reprimida por el papel reaccionario de Podemos y sus diversos aliados. El manifiesto franquista no es una declaración de fortaleza, sino que refleja la debilidad y la desesperación de la clase dominante. Sus intrigas se han basado principalmente en el hecho de que no han encarado una tendencia que organice una oposición política seria basada en la clase trabajadora.
Más bien, los jefes del ejército solo se enfrentan a grupos populistas y nacionalistas de la clase media como Podemos que apoyan las guerras imperialistas, tienen vínculos profundos con las agencias militares y de inteligencia y, sobre todo, no están dispuestos ni son capaces de movilizar la gran oposición que existe al franquismo y la Unión Europea (UE). En el vacío a la izquierda creado por Podemos y su evidente cobardía y bancarrota, los franquistas sienten que no se enfrentan a una oposición significativa. Esto solo los anima a intensificar su conspiración reaccionaria.
En la periferia de Podemos, los nacionalistas valencianos de Compromís fueron los primeros en expresar diferencias con el manifiesto. Sin embargo, fue solo para solicitar información sobre cuánto habían destinado los subsidios públicos a la Asociación de Militares Españoles (AME), la organización franquista que emitió el manifiesto, una solicitud que Compromís enterró en el Senado.
El Gobierno del PSOE ha lanzado una investigación "clasificada" del manifiesto franquista. Esto es simplemente un control de daños para adormecer a la población e impedir que el manifiesto perjudique los intereses del imperialismo español.
La principal preocupación de la investigación actual es que la revelación de que existe un amplio apoyo al fascismo en el cuerpo de oficiales españoles podría socavar la endeble mentira de que las guerras en las que España participa son actos desinteresados de benevolencia humanitaria.
La declaración del Ministerio de Defensa sobre la investigación proclama que "no va a consentir que se arroje la más mínima sombra… [sobre el] absoluto compromiso de todos los hombres y mujeres que integran las Fuerzas Armadas españolas con su Constitución y con los valores que en ella se establecen se recogen, cuya defensa realizan con total dedicación, no solo en España, sino en las misiones que desarrollan en el extranjero en el mantenimiento de la paz y la libertad”.
Las respuestas de Compromís, el PSOE y Podemos hacen eco de las posiciones sostenidas por las asociaciones de oficiales militares, que fueron las primeras en protestar contra el manifiesto franquista. La Asociación Foro Milicia y Democracia y la Asociación Unificada de Militares Españoles exhortaron al Gobierno del PSOE a romper su silencio y a condenar públicamente el manifiesto para defender la reputación del ejército.
Al día siguiente de la declaración de Guijarro, un pequeño grupo de 17 oficiales o sus viudas, incluido el miembro de Podemos y exgeneral de la Fuerza Aérea y exefe del Estado Mayor, Julio Rodríguez, emitió una breve declaración atacando el manifiesto. Declarando su "rechazo total, sin ambigüedad alguna a la Declaración de militares franquistas en defensa del general Francisco Franco" y señalando el papel de Franco en liderar "un golpe de Estado sangriento y genocida contra la legal y legítima II República Española", escribieron: "No somos portadores de una moral superior ni sostenemos ninguna sagrada herencia histórica. Nos debemos simplemente a la soberanía nacional que reside en el pueblo español".
El capitán naval retirado Manuel Pardo de Donlebún dijo en una nota personal sobre la declaración que, "Las 600 firmas no hacen otra cosa que poner en evidencia, ante todo el pueblo español, lo que solo par los que hemos vivido la vida militar resulta patente y que los poderes públicos se han venido esmerando por negar desde la muerte del dictador: la mentalidad fascista pervive con fuerza entre los mandos militares".
Tales comentarios subrayan la bancarrota esencial de la estrategia de la pseudoizquierda de depender en la guerra entre facciones dentro de la máquina estatal y las fuerzas de seguridad. Cualesquiera que sean los elementos disidentes individuales puedan surgir, como cuerpo esas fuerzas se comprometen a defender los intereses del imperialismo español. Esto incluye las facciones de las agencias militares y de espionaje que de hecho operan dentro de Podemos.
El historial de Rodríguez, actualmente el jefe de Podemos en la región de Madrid, subraya el cinismo de Podemos y de la declaración. El presidió la participación del ejército español en las guerras neocoloniales lideradas por Estados Unidos en Afganistán e Irak. Rodríguez también desempeñó un importante papel en la guerra de la OTAN de 2011 contra Libia, la cual cobró más de 30.000 muertes, dejó al país en ruinas y desató una guerra civil aún en curso entre las facciones islamistas rivales que la OTAN había apoyado.
En su autobiografía, Mi patria es la gente, 2018, Rodríguez describe claramente el carácter imperialista de la guerra en Libia: "Las razones, dijeron, eran humanitarias, pero detrás de estos buenos principios yacen otros no tan nobles". Recuerda una reunión de crisis del gabinete a la que asistió, en la que el entonces ministro de Industria del PSOE, Miguel Sebastián, hizo hincapié en la dependencia de España en el gas y el petróleo libios en las discusiones sobre la guerra.
Los diversos aliados y satélites pseudoizquierdistas de Podemos, por su parte, se han mantenido en silencio. La facción pablista del partido, Anticapitalistas, no ha publicado ninguna declaración en su sitio web o incluso un artículo que cubra el asunto en sus revistas en línea, Poder Popular y Viento Sur. La Corriente Revolucionaria de Trabajadores y Trabajadoras, sección española de la morenista Fracción Trotskista-Cuarta Internacional (FT-CI), no ha publicado ni un solo artículo sobre el manifiesto de los generales en su publicación diaria en línea, izquierdadiario.es.
Izquierda Revolucionaria, la filial española del Comité por una Internacional de los Trabajadores (CWI), que opera dentro de Podemos, no ha emitido ninguna declaración propia. Simplemente republicaron un artículo originalmente publicado en el diario en línea Público y redactado por el exteniente Luis Gonzalo Segura. En su artículo, Segura, como la AUME y el Foro Milicia y Democracia, critica a los oficiales fascistas y demanda fuerzas armadas "modernas" del siglo XXI.
La incapacidad de estos grupos pequeñoburgueses para hacer incluso la advertencia más elemental sobre las implicaciones de la declaración de los generales subraya tanto su propia bancarrota como el hecho de que ellos mismos son apenas satélites políticos disfrazados de Podemos.
La declaración franquista y la respuesta de los grupos pseudoizquierdistas proporcionan su propia reivindicación de las concepciones fundamentales del CICI. Tras la disolución de la Unión Soviética en 1991, una amplia gama de académicos e intelectuales proclamaron que la época de la revolución y la contrarrevolución, que se había abierto con el estallido de la Primera Guerra Mundial en 1914 y la Revolución Rusa de 1917, había terminado. Francis Fukuyama anunció el "fin de la historia".
Sin embargo, en el decimoctavo año del nuevo siglo, los problemas históricos del viejo siglo vuelven a estallar. La disolución estalinista de la URSS no resolvió las contradicciones históricas del capitalismo que estallaron en forma de guerras y revoluciones en el siglo XX. No solo sigue en marcha la historia, sino que la clase dominante está proclamando que tiene que volver a sus capítulos más negros para reprimir la creciente oposición popular.
Es una reivindicación de que la lucha de Trotsky por avanzar una perspectiva revolucionaria en las luchas de la clase obrera durante la Guerra Civil española, contra los estalinistas y centristas, continúa en el siglo XXI con la lucha del CICI contra las fuerzas estalinistas y pablistas dentro de Podemos.
La cuestión crítica hoy es la intersección de la radicalización de la clase trabajadora, expresada en niveles crecientes de huelgas, protestas y un creciente interés en el socialismo provocado por el deterioro del nivel de vida y la concentración extrema de la riqueza, con una perspectiva elaborada para oponerse al impulso de las clases gobernantes hacia la imposición de Estados policiales y hacia una guerra mundial. Esto subraya la urgencia de construir una sección del CICI en España para vincular el crecimiento de las luchas obreras con un movimiento político socialista, internacionalista y antiimperialista con el objetivo de transferir el poder estatal a la clase trabajadora.
(Artículo publicado originalmente en inglés el 1 de septiembre de 2018)