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Podemos entra en el gobierno español

El martes, el Partido Socialista Obrero Español (PSOE) del presidente del gobierno Pedro Sánchez formó oficialmente un gobierno de coalición con el partido pseudoizquierdista Podemos, el aliado español del partido griego Syriza ("Coalición de la Izquierda Radical") favorable a la austeridad. Fue la culminación de dos meses de maniobras reaccionarias dentro de la élite gobernante española después de que las elecciones generales del 10 de noviembre produjeran otro parlamento sin mayoría absoluta.

En la votación inicial del domingo, Sánchez no logró conseguir la mayoría necesaria de 176 escaños en el parlamento español de 350 escaños. En la segunda votación, sin embargo, el PSOE y Podemos solo necesitaban una mayoría simple para investir formalmente a Sánchez como presidente del ejecutivo y formar un gobierno. Sánchez fue investido con 167 votos contra 165.

Los 167 votos del presidente vinieron del PSOE (120), Podemos (35), el Partido Nacionalista Vasco (seis votos), una coalición entre el partido Más País, que se escindió de Podemos, y el partido regionalista valenciano Compromís (tres votos), y uno de cada uno de los partidos regionalistas de Canarias, Galicia y Teruel. En contra votaron el Partido Popular (PP), el partido fascista Vox, el partido Ciudadanos y partidos regionales de Cantabria, Asturias, Navarra y las Canarias.

Lo que demostró ser decisivo fue el papel de los nacionalistas vascos y especialmente el de los catalanes. El PSOE y Podemos presidieron una violenta represión a las protestas de masas del año pasado contra el juicio farsa de los políticos nacionalistas catalanes a raíz del referéndum pacífico de 2017 acerca de la independencia de Cataluña. Como resultado, hubo una amplia oposición en Cataluña al PSOE y Podemos así como al PP. Una masa crítica de legisladores nacionalistas se abstuvo, sin embargo, lo que permitió al PSOE y Podemos formar gobierno.

Aunque el derechista Junts per Catalunya (ocho votos) y el pequeñoburgués Candidatura de Unidad Popular (dos votos) votaron en contra de la coalición entre el PSOE y Podemos, Esquerra Republicana de Catalunya (ERC) y el partido nacionalista vasco EH Bildu se abstuvieron. Si hubieran votado en contra, Sánchez no habría sido investido. En cambio, al haberse abstenido, los 13 legisladores de ERC y los 5 de EH Bildu le dieron a la coalición PSOE-Podemos el margen crítico para asumir el poder como gobierno en minoría.

A Podemos le van a tocar cinco ministerios. El secretario general de Podemos, Pablo Iglesias, será vicepresidente bajo Sánchez, encargado de políticas sociales, asuntos internacionales y desarrollo sostenible. Su pareja, Irene Montero, estará al frente de un ministerio para la igualdad de género. Yolanda Díaz, de Galicia en Común, la confluencia regional gallega de Podemos, controlará el ministerio de trabajo. Alberto Garzón, el jefe de la estalinista Izquierda Unida, encabezará un ministerio de consumo con la responsabilidad especial de regular juguetes, y el sociólogo Manuel Castells dirigirá el Ministerio de Universidades.

A pesar de los intentos de los simpatizantes del PSOE y Podemos de promocionar el nuevo gobierno como "democrático", demostrará ser acérrimamente hostil a los derechos sociales y democráticos de la clase trabajadora. El PSOE, el tradicional partido de gobierno de la burguesía desde la caída del régimen franquista en 1978, tiene antecedentes de décadas como partido de las guerras imperialistas y de la austeridad de la Unión Europea. En cuanto a Podemos, hizo su alianza con el PSOE el año pasado mientras apoyaba las promesas del PSOE de recortar miles de millones de la UE para gasto social y su violenta represión a las protestas en Cataluña.

El debate degradante que siguió a la investidura expuso el desplazamiento de largo alcance hacia la derecha de todo el establishment político español desde el primer parlamento sin mayoría absoluta en 2015, y particularmente desde la represión policial al referéndum sobre la independencia de Cataluña de 2017.

Sánchez hizo uso de la palabra después de la votación, seguido por los líderes de los otros principales partidos parlamentarios. Aludiendo a los gobiernos en minoría formados tras todas las elecciones españolas desde diciembre de 2015, aclamó la "coalición progresista" del PSOE con Podemos como la "única opción para un gobierno después de las últimas cinco citas con las urnas".

Sánchez les dijo al PP y a Vox: "Ustedes pueden hacer dos cosas, o seguir con su berrinche o aceptar los resultados electorales".

Sánchez dejó claro, sin embargo, que las críticas que parecía estar haciendo de la derecha de hecho se dirigían a los trabajadores. De manera provocativa metiendo en la misma olla a Vox con los trabajadores y los jóvenes de Cataluña y de otras partes que han estado protestando contra sus políticas, dijo, "Hay una curiosa coalición, de varios colores, en la que la ultraderecha y las fuerzas antisistema están representadas". Llamó a esto "la España del bloqueo". Sánchez dijo que lucharía por una "mayoría de gobierno contra una mayoría de bloqueo".

El PP y Vox respondieron a Sánchez con diatribas anticatalanas y xenófobas apelando a fuerzas fascistas del ejército y las fuerzas de seguridad. El dirigente del PP Pablo Casado acusó a Sánchez de aliarse con "terroristas" y "líderes golpistas" para "convertirse en un caballo de Troya para destruir España", basándose solo en una "ambición personal patológica"·

El líder de Vox, Santiago Abascal, declaró que "Sánchez codirigirá un gobierno ilegítimo". Canalizó así una declaración del mes pasado del miembro de Vox y exjefe del Estado Mayor, Fulgencio Coll, que exigía que los "poderes del Estado" derrocaran al PSOE.

Abascal también acusó a Sánchez de manera absurda de tener vínculos con el disuelto grupo terrorista vasco ETA, cuyos miembros habían sido matados en los '80 por escuadrones de la muerte creados por un gobierno del PSOE. Abascal también afirmó que había una "plaga de violaciones grupales que son llevadas a cabo principalmente por extranjeros".

Iglesias luego pronunció lo que fue efectivamente la respuesta del gobierno PSOE-Podemos a Abascal y Casado. Defendiendo la monarquía española, les dijo: "Tal vez son ustedes los que se han convertido en el mayor peligro para la monarquía". Añadió que Podemos defendería los derechos de los homosexuales, para que "gays y lesbianas puedan amarse libremente y organizar su vida como consideren oportuno".

Dirigiéndose a Sánchez al final de su discurso, Iglesias dijo, "Pedro, nos atacarán no por lo que hagamos, sino por quiénes somos. Por lo tanto te pido dos cosas: que adoptes un tono adecuado con los intolerantes, y que muestres la mayor firmeza democrática".

Con estos comentarios, puede que Iglesias haya dicho más de lo que pretendía. El PP y Vox no están atacando al PSOE y Podemos porque tengan profundas diferencias de política. Desde el referéndum sobre la independencia de Cataluña de 2017, los sucesivos gobiernos en minoría del PSOE respaldados por Podemos han llevado a cabo medidas de austeridad de la UE, bloqueos a refugiados en el Mediterráneo, juicios farsa a los políticos catalanes y una violenta represión a las protestas de masas. En el gobierno del PSOE y Podemos la clase trabajadora se confronta con un enemigo no menos despiadado que el que representan los propios partidos fascistas.

El PSOE, Podemos y sus aliados saben que están sentados encima de un barril de pólvora social. En 2019, un resurgir de la lucha de clases internacional fue testigo del estallido de protestas y huelgas contra la austeridad en toda Europa, América Latina y el resto del mundo. España, donde la actividad huelguística subió en 2019, está rodeada por huelgas contra los recortes a las jubilaciones en Francia, el crecimiento de las huelgas en el sector público en Portugal, y protestas de masas continuas contra el régimen militar en Argelia.

Las políticas que sigue el PSOE desde que asumió el poder en 2018 en una serie de gobiernos en minoría respaldados por Podemos pone de relieve que el gobierno entrante se está desplazando hacia la derecha y se está preparando para más confrontaciones con los trabajadores, que serán aún más violentas.

Lo que Iglesias llama la "firmeza democrática" del PSOE con Vox, ha estado consistiendo, de hecho, en una política de legitimar a Vox y tratar de adormecer a los trabajadores ante el peligro de una dictadura. Los gobiernos del PSOE respaldados por Podemos invitaron a Vox a unirse a la acusación en los juicios farsa de los políticos catalanes el año pasado y pagaron para trasladar los restos de Franco del mausoleo del Valle de los Caídos a un cementerio de Madrid. El PSOE y Podemos han respondido a la propaganda de Vox diciéndoles a los trabajadores que sus diatribas y amenazas golpistas son una contribución legítima al debate "democrático".

Podemos, un partido formado en 2014 por estalinistas y jóvenes pablistas [por Michel Pablo] de clase media que adquirieron notoriedad durante las protestas de los indignados de 2011, ahora ha completado su integración en la maquinaria estatal. Iglesias, comentó la prensa, lloró en el Congreso tras la elección de Sánchez para el cargo.

La afirmación de Iglesias de que Podemos defenderá los derechos de los homosexuales, mientras apoya la guerra imperialista en el extranjero y los ataques económicos a la clase trabajadora en casa, tipifica la reaccionaria política identitaria de su partido. En realidad, ningún derecho democrático es seguro a no ser que se gane en la lucha por parte de la clase trabajadora. Las amenazas golpistas que están siendo lanzadas por facciones derechistas de la burguesía española destacan este punto de manera contundente.

La cuestión crítica a la que se enfrentan los trabajadores en España es orientarse hacia la lucha en desarrollo de la clase trabajadora internacional en oposición no solo a Vox y al PP, sino también al PSOE, Podemos y toda su periferia pequeñoburguesa.

(Publicado originalmente en inglés el 8 de enero de 2020)

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