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Perspectiva

#MeToo colabora con fuerzas fascistizantes para bloquear presentación de filme de Polanski ‘J’Accuse’

El jueves, la junta de los premios César de Francia renunció colectivamente después de ser objeto de ataques incansables de la campaña #MeToo (#YoTambién) y el Gobierno francés por nominar el filme de Roman Polanski sobre el caso Dreyfus, JAccuse (título en español: Un Oficial y un Espía), a doce premios en la próxima ceremonia del 28 de febrero.

El caso Dreyfus sigue siendo una crucial línea divisoria en la política francesa y europea. Se necesitó una lucha de 12 años para exculpar al capitán Alfred Dreyfus, un oficial francés judío que había sido condenado falsamente de espiar al servicio de Alemania en 1894. Francia estuvo al borde de una guerra civil entre los defensores de Dreyfus, encabezados por Jean Jaurès y el movimiento socialista obrero y los antidreyfusards —el Estado Mayor, la Iglesia y la Action française antisemita que lideraba Charles Maurras—. Al final Dreyfus fue absuelto y la conspiración para condenarlo fue repudiada en definitiva en 1906.

Action française procedió a dar las bases ideológicos y gran parte del personal para el régimen colaboracionista de Vichy durante la Segunda Guerra Mundial, que presidió la deportación de un cuarto de judíos franceses a Auschwitz y campos de exterminio nazis.

J’Accuse (Un oficial y un espía)

JAccuse es un filme poderoso y convincente sobre esta gran batalla inicial entre el socialismo y el fascismo en el siglo veinte. Trae a la vida al coronel Marie-Georges Picquart, un oficial que supera sus prejuicios antisemitas cuando encuentra pruebas decisivas de que Dreyfus es inocente y le da evidencia clave a los esfuerzos del reconocido novelista Émile Zola para exculpar a Dreyfus. Un momento destacado de la película es cuando se lee la carta abierta de Zola al presidente de la República, “J’Accuse” (Yo acuso), incriminando a altos oficiales del ejército que mintieron para inculpar a Dreyfus.

Este es uno de los mejores filmes de Roman Polanski, un director judío franco-polaco cuya distinguida carreara se extiende por más de medio siglo. Nacido en París en 1933 y criado en Cracovia, Polanski vivió el encarcelamiento de sus padres y hermana en campos de exterminio nazis durante la Segunda Guerra Mundial, así como el asesinato de su esposa, la actriz Sharon Tate, en 1969. Después de declararse culpable de tener sexo ilegal con una menor, Samantha Geimer, y servir 42 días de cárcel en 1977, escapó a EE. UU. donde un juez amenazó con romper ilegalmente los términos de su acuerdo judicial. Desde entonces, ha sido perseguido despiadadamente por las autoridades policiales estadounidenses y grupos feministas.

No hay nada legítimo sobre la campaña para suprimir J’Accuse. Las consecuencias legales y políticas de dicha censura van más allá que el impacto sobre Roman Polanski. Al atacar J Accuse, la campaña #MeToo está sirviendo como un instrumento del reaccionario ataque a la libre expresión, la institución de una censura estatal oficial a la producción filmográfica y la promoción de una atmósfera política represiva.

Desde el principio, la campaña de #MeToo contra J Accuse despedía un olor fascistizante. Justo antes de que se estrenara la película en noviembre, la actriz Valérie Monnier repentinamente publicó acusaciones infundadas, que había discutido en privado con oficiales estatales por un año, de que Polanski la violó en 1975. Los grupos de #MeToo luego afirmaron que aquellos que vieran o expresaran interés en el filme eran “cómplices” de la violación. Dado el enorme peso histórico del caso Dreyfus, esto es equivalente a decir que cualquiera con opiniones izquierdistas en Francia apoya las violaciones.

El filme llegó a encabezar las listas taquilleras en Francia a pesar de los ataques de #MeToo y las críticas de varios ministros. Consecuentemente, cuando el movimiento #MeToo rechazó la decisión de la junta de los César de nominar a JAccuse para varios premios, incluyendo mejor película y mejor director, el presidente Alain Terzian desestimó las objeciones. Declaró: “Los premios César no son una institución que necesite posiciones morales. A menos que esté equivocado, 1,5 millones de personas francesas fueron a verte esta película. Pregúnteles a ellos”.

#MeToo respondió intensificando su ofensiva contra JAccuse. La asociación “Atreviéndose a Ser Feminista”, estrechamente vinculada a Macron y al partido Francia Insumisa de Jean-Luc Mélenchon, circuló una petición exigiendo que la junta de los César “no le dé premios” a JAccuse. Alega: “Dos años desde el #MeToo, mientras que en EE. UU. Harvey Weinstein se enfrenta a una cadena perpetua, en Francia estamos aclamando y celebrando a un pedófilo criminal violento en la fuga”.

Un grupo de 400 artistas de filme, incluyendo el director Bertrand Tavernier y el actor Omar Sy, firmaron lamentablemente la declaración en apoyo al llamado de #MeToo a reestructurar totalmente los César.

Terzian, el presidente de los César, intentó brevemente guardar su posición decidiendo que la organización reclutaría a cientos de mujeres a la junta e implementaría una paridad estricta entre mujeres y hombres en los premios y los cargos. Pero las denuncias de Polanski de “violador” y contra los César de promover la “cultura de violación” siguieron hasta que despidieron a toda la organización del cinema francés.

J  Accuse no cuenta con distribuidores ni en EE.UU. ni en Reino Unido, donde #MeToo lo ha efectivamente prohibido. Después de atender una presentación secreta del filme en Reino Unido, John R. MacArthur de Harper s Magazine escribió: “Las posibles repercusiones son tan peligrosas de colaborar con Polanski que ningún distribuidor británico ni estadounidense se arriesgará a mostrar la película, que se estrenó con una gran acogida y fue un éxito taquillero en Francia… Nadie, incluyendo mis anfitriones, quisieran ser lapidados en Twitter o ser objeto de un piquete en su lugar de negocios”.

El papel de #MeToo ha expuesto la interacción entre la política de identidades pequeñoburguesa con la agenda de Gobiernos capitalistas. Al promover la política de género en oposición a la política de clases, #MeToo se ha trasladado continuamente a la derecha.

Macron ha reaccionado a 16 meses de huelgas masivas y las protestas de los Chalecos Amarillos en oposición a sus impopulares recortes enormes a las pensiones y reducciones de impuestos para los ricos cultivando fuerzas policiales ultraderechistas para atacar a los manifestantes. Desde que Macron rindió tributo al dictador francés que colaboró con los nazis, Philippe Pétain, llamándolo un “gran soldado” en 2018, la policía ha arrestado a 11.000 personas, herido a casi 5.000 y matado a dos.

Consciente del odio en su contra, el Gobierno de Macron está aprovechando #MeToo para promover la censura y construir una base de clase media para sus políticas represivas. #MeToo no ha criticado los crecientes ataques policiales contra los manifestantes. Por el contrario, ha exigido un mayor control estatal de la vida pública y un aumento en la proporción de trabajados mejor pagados para las mujeres.

Justo después de que se anunciaran las nominaciones a los premios César, la ministra de Igualdad entre Mujeres y Hombres, Mariène Schiappa realizó un tour por los medios de comunicación para orquestar el ataque contra JAccuse. Cuando le preguntaron en LCI si los César son “cómplices en la cultura de violación”, Schiappa dijo que el cinema francés no ha “madurado en términos de violencia sexista y sexual hacia las mujeres”. Dio que le “impactó” la defensa de JAccuse por parte de Terzian y que se sentiría “indignada” si el filme ganaba premios.

Por medio del ataque de #MeToo contra Polanski y la medida disciplinaria contra los César, el Gobierno francés está arremetiendo contra toda expresión cinematográfica de oposición izquierdista. Schiappa denunció a Ladj Ly, un director franco-maliense cuyo filme Lés Misérables sobre la violencia policial en barrios obreros ha sido nominado a 11 premios César. Afirmando de que “no hay diferencia alguna” entre Polanski y Ly —es decir, que Ly tampoco debería recibir ningún premio— Schiappa señaló que le “sorprendió” que Ly “sea aclamado hasta los cielos”.

El ministro de Cultura, Frank Riester, cuyo ministerio buscó publicar los escritos de la figura nacionalista y fascistizante Charles Maurras en 2018, describió la expulsión de la junta de los César por la situación de JAccuse como una “sabia decisión”.

#MeToo es un movimiento reaccionario pequeñoburgués que busca darle una cubierta “feminista” a fuerzas ultraderechistas y racialistas. Cabe notar que tres de los blancos principales de #MeToo en la industria de filmes —Harvey Weinstein, Woody Allen y Polanski— son judíos.

(Publicado originalmente en inglés el 15 de febrero de 2020)

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