La pandemia de coronavirus sigue creando cifras horrendas de víctimas en EE.UU., que ha perdido más vidas que cualquier otro país en el mundo. Más de 1,5 millones de personas en EE.UU. han sido diagnosticadas con COVID-19. Las muertes se acercan a 100.000. Cada día, hay más de 20.000 casos nuevos y aproximadamente 1.500 muertes.
A nivel global, el coronavirus ha cobrado casi 330.000 vidas e infectado a más de cinco millones de personas. Estas son las estadísticas oficiales, que son un subregistro enorme del impacto real. La tasa de infecciones está acelerando rápido en Europa del Este, Asia, el sur de Asia y Latinoamérica, particularmente en Brasil, que ha pasado a España como el país en el tercer mayor número de infecciones.
El coronavirus no conoce fronteras nacionales. El crecimiento de las infecciones en otras partes del mundo impactará inevitablemente a EE.UU. también. Robert Redfield, el director de los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades, le dijo al Financial Times que la rápida propagación en el hemisferio sur significa que posiblemente habrá un rebrote en EE.UU. más tarde este año.
“Hemos visto evidencia de que las preocupaciones de que se trasladaría al sur en el hemisferio sur como la gripe [están confirmándose]”, dijo Redfield, “y estás viendo lo que ocurre en Brasil ahora. Y cuando se acabe en el hemisferio sur, sospecho que se volverá a arraigar en el norte”.
Estas advertencias exponen como mentiras la afirmación del Gobierno de Trump de que ya pasó lo peor de la pandemia. En EE.UU., la pandemia no está bajo control. El estado de Nueva York apenas se está recuperando de una marea de infecciones que cobró la vida de casi 30.000 personas, mientras la pandemia de COVID-19 está creciendo en los estados del centro y sur del país.
Un nuevo estudio publicado por la revista médica Health Affairs y realizado por investigadores de la Universidad de Washington estima que, para fines del año, las muertes solo en EE.UU. aumentarán a entre 350.000 y 1,2 millones de personas. Y esto no toma en cuenta la relajación de las medidas de distanciamiento físico en curso.
El peligro de una pronta aceleración en la tasa de infecciones está incrementado por la prematura y temeraria campaña de “reabrir la economía” y “volver al trabajo”. El Gobierno e Trump y los gobernadores demócratas y republicanos de todo el país están reabriendo los negocios y las fábricas. Todos los 50 estados han comenzado a relajar, y en algunos casos a eliminar, las restricciones en las actividades económicas y recreacionales. La Casa Blanca, los oficiales estatales y secciones importantes de la prensa y las fuerzas de extrema derecha están creando un entorno en que las medidas de distanciamiento social básicas son ignoradas.
Detrás de esta campaña está el concepto de la “inmunidad de rebaño” [colectiva]. Esto significa, en la práctica, el abandono de todos los esfuerzos para detener la propagación del virus. Al permitir que la enfermedad se propague sin límite, la clase gobernante está garantizando que decenas o cientos de miles más morirán.
Lo que impulsa está campaña es el afán de restaurar el flujo de ganancias empresariales. Sin un plan cuidadoso para implementar un regreso seguro al trabajo, con base en la ciencia y aplicado rigurosamente, habrá un aumento enorme en la tasa de infecciones, resultando en mucha enfermedad y muertes.
El COVID-19 se propagará rápido en las fábricas, almacenes, edificios de oficinas, centros comerciales y todos los lugares donde se congreguen muchas personas. Hay un gran peligro de que los trabajadores, sin saber que fueron infectados en el trabajo y al no tener síntomas aún, regresen a sus casas y comunidades y contagien a sus familias, seres queridos y amigos.
Los trabajadores del sector de servicios están siendo lanzados a ambientes peligrosos a medida que abren las tiendas minoristas. Los trabajadores de Amazon han seguido trabajando durante la pandemia con el equipo de seguridad inadecuado y al menos siete trabajadores han fallecido. La pandemia se sigue propagando entre los trabajadores frigoríficos, obligados a seguir trabajando bajo órdenes de Trump. A medida que se expanden las operaciones de los sistemas de transporte, los trabajadores de las aerolíneas y trabajadores de tránsito se enfrentan a una situación precaria. Más de cien trabajadores de tránsito han muerto solo en la Ciudad de Nueva York.
Los trabajadores de salud, quienes se enfrentarán a un aumento marcado en casos nuevos en las próximas semanas, no cuentan con el equipo de protección personal adecuado. Una encuesta reciente descubrió que 87 por ciento de las enfermeras estadounidenses están obligadas a reutilizar equipos de protección y 72 por ciento trabajan con piel o ropa al descubierto.
Y, en una señal amenazante de lo que se avecina, en pocos días tras devolver a decenas de miles de trabajadores automotores a las plantas, ha habido varios casos reportados de trabajadores contagiados con COVID-19 en las principales plantas de ensamble y partes.
El Partido Socialista por la Igualdad (PSI) se opone a esta imprudente campaña de regreso al trabajo y a la reapertura de centros laborales no esenciales mientras la pandemia siga expandiéndose. Si se han de prevenir infecciones, enfermedades y muertes, es necesario crear una nueva forma de organización en los lugares de trabajo para supervisar y hacer valer las condiciones laborales seguras.
Por consiguiente, el PSI aconseja a los trabajadores a formar comités de base de seguridad en cada fábrica, oficina y lugar de trabajo. Estos comités, controlados democráticamente por los propios trabajadores, deben formular, implementar y supervisar las medidas necesarias para resguardar la salud y las vidas de los trabajadores, sus familias y la comunidad en su conjunto.
¡No se puede volver a la rutina de antes! La pandemia ha expuesto la necesidad urgente de reestructurar completamente los procesos de producción, distribución y las actividades económicas en general. Las vidas del pueblo trabajador y sus familias no deben ser sacrificas por el lucro corporativo ni la riqueza privada de los oligarcas milmillonarios.
En respuesta a la demanda de Trump, los políticos de ambos partidos patronales y la prensa de “reabrir la economía”, cabe preguntarse: “¿La economía de quién?”. ¿La economía de Jeff Bezos, Elon Musk, los estafadores en Wall Street y el uno a cinco por ciento más rico de la población? ¿O la economía de la clase obrera, que produce toda la riqueza de la sociedad pero vive de mes a mes, si acaso tienen un empleo?
La respuesta del Gobierno de Trump a la pandemia
La peligrosa situación que enfrentan los trabajadores es producto de una política de clase deliberada. Los epidemiólogos han advertido por décadas de que una pandemia no solo era posible, sino inevitable. Estas advertencias fueron ignoradas. En vez de invertir en investigaciones virales y bacteriológicas, y construir hospitales, los financistas de Wall Street exigieron el desmantelamiento y privatización de grandes secciones de la infraestructura sanitaria.
La subordinación de las necesidades sociales a la búsqueda irrestricta de ganancias ha resultado en decenas de miles de lesiones y muertes laborales cada año. Incluso antes de la pandemia, 150 trabajadores fallecían en promedio cada día de lesiones y enfermedades relacionadas al trabajo. Los lugares de trabajo estadounidenses son notoriamente inseguros e insalubres. La Administración de Seguridad y Salud Ocupacionales (OSHA, sigla en inglés) funciona como poco más que un brazo de las corporaciones. Desde que la pandemia inició, OSHA ha recibido casi 14.000 quejas relacionadas al COVID-19 y no ha solicitado ni una sola audiencia o sanción.
Desde que la pandemia comenzó a propagarse a nivel mundial en enero y febrero, el Gobierno de Trump y la clase gobernante estadounidense no se concentraron en proteger vidas sino las ganancias. Su respuesta inicial fue intentar restarle importancia al peligro y mantener operaciones empresariales normales. El Gobierno de Trump no implementó un sistema de pruebas masivas, rastreo de contactos y aislamiento mientras alegaba que el virus simplemente se “lavaría”.
Cuando la magnitud de la pandemia en Europa incrementó, la ira masiva, incluyendo el estallido de huelgas salvajes en la industria automotriz, obligó al Gobierno federal y a los estatales a implementar medidas básicas para contener el virus. Pero casi inmediatamente el Gobierno de Trump y la prensa comenzaron a alarmarse de que “la cura no puede ser peor que la enfermedad”, de que era necesario que el país “regresara a trabajar”.
Desde el punto de visa de la clase gobernante, para fines de marzo, la acción más importante ya había sido tomada: la aprobación de la Ley CARES, la cual fue ratificada con el apoyo unánime de los demócratas y republicanos y autorizó un rescate multibillonario a Wall Street y la élite empresarial, sin restricciones. Cada día, la Reserva Federal está transfiriendo más de 80 mil millones de dólares a Wall Street, sumas que superan con creces las medidas que siguieron a la crisis financiera de 2008-2009. Esto está alimentando el alza en los mercados en medio de la muerte y devastación social.
Las enormes deudas acumuladas por el rescate a los ricos deben volverse a pagar por medio de la explotación de la clase obrera. Para justificar su política temeraria y criminal, el Gobierno de Trump ha buscado azuzar manifestaciones de extrema derecha, las cuales han sido promovidas en la prensa. Tanto los demócratas como los republicanos están buscando hacer de China un chivo expiatorio, pasándole la culpa de la oligarquía financiera estadounidense.
El Gobierno de Trump está haciendo a un lado a los científicos que han advertido sobre el peligro de la política de regreso al trabajo, incluyendo a Anthony Fauci, quien ha dirigido por mucho tiempo el Instituto Nacional de Alergias y Enfermedades Infecciosas. El Centro para el Control y Prevención de Enfermedades (CDC) está siendo marginalizado y Trump está amenazando con despedir al director de la agencia, Robert Redfield.
Al mismo tiempo, la enorme angustia creada por hambrear a los trabajadores está siendo utilizada para forzar su regreso al trabajo. Mientras que se le han asignado sumas de dinero ilimitadas a los ricos, millones de trabajadores no han recibido nada. A medida que las empresas reanuden sus operaciones, los trabajadores que se rehúsen a ponerse en peligro a ellos mismos y a sus familias serán excluidos de cualquier asistencia económica.
Si bien es el Gobierno de Trump el que está encabezando esta campaña, cuenta con el apoyo de toda la élite política. Los demócratas se han alineado detrás del regreso al trabajo y muchos de los estados que están implementando la reanudación de la producción están controlados por demócratas, incluyendo Michigan, cuya producción automotriz está siendo reiniciada bajo la dirección de la gobernadora demócrata Gretchen Whitmer.
En cuanto a la prensa, está haciendo todo lo posible para minimizar el peligro del virus. Cada día hay reportes de “nuevas esperanzas” para una vacuna o una cura. Sin embargo, la posibilidad de una vacuna viable, que los científicos dicen que no estará lista hasta el próximo año, no es un argumento a favor de un regreso al trabajo. Si una vacuna fuera desarrollada, es aún más trágico que se estén perdiendo cientos de miles de vidas por la campaña del regreso al trabajo.
La naturaleza del coronavirus
Los intereses de dos clases se oponen directamente. El objetivo de los ejecutivos y gerentes, actuando a instancias de los inversionistas de Wall Street, es aumentar sus ganancias y extraer la mayor cantidad de trabajo en el menor tiempo posible. Para los trabajadores, es una cuestión de mantener un ambiente seguro que garantice su salud y seguridad.
Los comités de base de seguridad deben ser organizados para exigir e implementar medidas que protejan las vidas de los trabajadores. Estas medidas deben basarse en un entendimiento científico de la naturaleza de la enfermedad.
El coronavirus es altamente contagioso y se propaga a través de gotitas cuando la gente habla, respira, tose o estornuda. Las personas se contagian cuando las partículas del virus entran en sus bocas, narices u ojos a través de una transmisión directa o después de tocar una superficie donde cayeron las partículas.
Los científicos han mostrado que el patógeno también está presenten en diminutas partículas aéreas conocidas como aerosoles que pueden permanecer suspendidas en el aire por largos periodos de tiempo y viajar mucho más lejos que los seis pies u 1,83 metros recomendados de distanciamiento social. La distancia que el virus puede viajar también es afectada por el volumen con el que alguien habla.
Las fábricas grandes, donde miles de trabajadores trabajan cerca unos de otros en la línea de ensamble, son particularmente vulnerables a convertirse en vectores para la rápida propagación de la enfermedad. “La planta es un ambiente donde hace ruido y la gente tiene que gritar para ser escuchados, podría haber mucho virus siendo transmitido en el aire”, le explicó al World Socialist Web Site la epidemióloga y profesora asociada adjunta e investigadora de la Escuela Fielding de Salud Pública en UCLA.
Los estudios muestran que una persona infectada puede ser contagiosa dos o más días después de mostrar síntomas. Por ende, las medidas siendo implementadas en muchos lugares de trabajo, como la toma diaria de temperatura y la entrega de mascarillas de inferior efectividad, son inadecuadas. Para cuando alguien tenga una temperatura alta, ya pudo haber propagado la enfermedad por toda la planta.
Después de atender una práctica de coro en el estado de Washington a principios de marzo, 52 de 61 personas fueron diagnosticadas con COVID-19 y al menos dos murieron, a pesar de que no se saludaron de mano ni estuvieron cerca unos a otros. En las plantas frigoríficas, hay sospechas compartidas ampliamente de que el virus, que ha infectado a más de 12.000 trabajadores y matado a más de 50, se está propagando por medio de los aires acondicionados de alta presión que disparan partículas de aires en áreas cerradas.
Además del peligro que enfrentan los trabajadores cuando se congregan al entrar y salir de las plantas, durante las comidas y descansos de baño, los trabajadores en una línea de ensamble, almacén o venta minorista están tocando las mismas herramientas y los mismos productos en movimiento. El virus puede permanecer en superficies por tiempos variados: metal (cinco días), vidrio (hasta cinco días), plástico (2-3 días), hierro inoxidable (2-3 días), cartón (24 horas) y aluminio (2-8 horas).
Las tareas de los comités de base de seguridad
¿Cuál será la función de los comités de base de seguridad?
Representarán y lucharán por la seguridad de los trabajadores, en oposición a las demandas de la gerencia y el principio de ganancias. Elaborarán regulaciones y estándares detallados que necesitarán ser monitoreados y aplicados. Dondequiera que se violen las condiciones, debe haber un paro laboral.
Los objetivos centrales de estos comités deben ser:
1. Controlar las horas laborales y las velocidades de las líneas de producción. En cada fábrica, negocio, oficina y lugar de trabajo, los comités de base de seguridad, trabajando en conjunto con un panel de científicos y expertos de salud de confianza, necesitan definir cuáles condiciones laborales, ritmos de producción y horarios son adecuados. Las jornadas laborales y ritmos de trabajo necesitan reducirse para permitir suficiente tiempo para descansar, monitorear las condiciones sanitarias y limpiezas profundas y regulares.
2. Garantizar el equipo de protección personal (EPP). Cada trabajador necesita recibir las mascarillas de más alta calidad (incluyendo N-95, N-100 o P-100, según las condiciones), así como guantes, cobertores de plástico para la cara y otro EPP necesario. Estos deben ser cambiados regularmente para asegurar la máxima protección. Los trabajadores necesitan recibir entrenamiento para colocarse y quitarse el EPP.
3. Garantizar condiciones laborales seguras y cómodas. La única preocupación no puede ser solo el equipo de protección. Para estar seguros, los trabajadores necesitan utilizar equipos de protección por periodos largos de tiempo. Todas las plantas necesitan tener aire acondicionado y ventilación adecuados, particularmente con el comienzo del verano. Esto debe organizarse de tal manera que no contribuya a la propagación del virus.
4. Aplicar pruebas regulares. Todos los trabajadores necesitan acceso a pruebas regulares de coronavirus. Los horarios de producción necesitan organizarse para permitir la realización de pruebas y rastreo de contactos. Si un trabajador saliera positivo, la instalación debe ser cerrada por al menos 48 horas para una limpieza profunda.
5. Exigir atención médica universal y un ingreso garantizado. Cualquier trabajador que salga positivo debe aislarse y debe recibir atención médica inmediata, mientras se le garantiza su ingreso completo. Todos los trabajadores que tuvieron contacto con los trabajadores infectados necesitan ser puestos en cuarentena y recibir pruebas regulares mientras también reciben sus ingresos completos. Además, si los familiares de cualquiera muestran síntomas, los trabajadores necesitan someterse a una prueba y aislarse hasta recibir el visto bueno de un profesional médico, sin pérdida de sueldo.
6. Garantizar la distribución de información. Para preservar su seguridad, los trabajadores deben tener acceso a toda la información sobre los trabajadores infectados para que se puedan tomar las medidas apropiadas, incluyendo detener la producción de ser necesario. Las gerencias en Amazon y las otras corporaciones han ocultado información deliberadamente sobre trabajadores que salieron positivo y ha despedido a trabajadores por exponer las condiciones inseguras.
7. Garantizar la seguridad del empleo. Ningún trabajador debe ser victimizado por llamar la atención a las condiciones laborales inseguras o rehusarse a trabajar. Cualquier trabajador que haya sido despedido por alzar la voz contra las condiciones inseguras necesita ser reinstalado y recibir todos los ingresos perdidos.
¿Cuál es el costo de implementar este programa? ¿Quién lo pagará?
La clase obrera no puede ser obligada a pagar por garantizar su seguridad. Los costos necesarios para asegurar condiciones laborales seguras, así como la provisión de atención médica e ingresos plenos para todos los trabajadores deben ser incurridos por las empresas y la élite capitalista gobernante.
Mantener un ambiente laboral seguro es una tarea sumamente compleja que solo se puede lograr a través de un plan científico y racional, en consulta activa con expertos médicos en cada lugar de trabajo.
No se puede confiar para nada en que la gerencia corporativa garantizará la seguridad de los trabajadores. Asimismo, los trabajadores no pueden depender de los sindicatos. Solo una pequeña minoría de los trabajadores está sindicalizada y los sindicatos que existen funcionan como poco más que brazos la gerencia. Apoyan el regreso al trabajo y están colaborando con las empresas para aplicarlo.
Es por esto por lo que los trabajadores necesitan sus propias organizaciones. En cada fábrica, lugar de trabajo y oficina, los trabajadores deben organizarse y elegir a los compañeros de trabajo de mayor confianza y respeto que los representen. Deben utilizar todas las herramientas a su disposición, incluyendo las redes sociales, para alcanzar a todos los trabajadores de su industria y otros sectores para coordinar sus actividades y compartir información.
Una tarea crítica de estos comités es organizar a los trabajadores internacionalmente. En cada país, hay cada vez más huelgas y acciones laborales por parte de los enfermeros, trabajadores frigoríficos, de tránsito, automotores, entre otros, exigiendo condiciones seguras.
La lucha por el socialismo
La movilización de los recursos de la sociedad para combatir la pandemia exige la planificación científica, la cual entra en conflicto en cada momento con el afán de lucro privado y la riqueza individual.
El PSI insiste en que la lucha contra la pandemia es inseparable de la lucha de los trabajadores contra la clase gobernante —la oligarquía corporativa y financiera— y su dictadura sobre la vida económica y política. Consecuentemente, es una lucha contra el capitalismo y por el socialismo, la reestructuración de la sociedad con base en satisfacer las necesidades sociales no el lucro privado.
Por su propia naturaleza, esta es una lucha global. La pandemia es un problema mundial y solo se puede combatir por medio de la colaboración internacional de los trabajadores y todos aquellos comprometidos con defender la vida humana. En la batalla contra la pandemia, los trabajadores necesitan rechazar todos los esfuerzos para dividirlos a lo largo de líneas raciales, étnicas y nacionales. En especial, la campaña de la clase gobernante estadounidense para culpar a China por la crisis y distraer de su propio papel criminal debe ser opuesta.
La pandemia ha expuesto la realidad y bancarrota del sistema capitalista, que es una barrera para el progreso humano y la mera supervivencia de la especia humana. La respuesta de la clase gobernante a la pandemia producirá una enorme oposición social y resistencia.
¡Hay que construir una dirección política socialista en la clase trabajadora! Esta dirigencia es el Partido Socialista por la Igualdad. El PSI en EE.UU. es parte de un movimiento internacional, el Comité Internacional de la Cuarta Internacional, que publica el World Socialist Web Site. También publicamos varios boletines obreros, incluyendo el Boletín de los Trabajadores Automotores, la Voz Internacional de los Trabajadores de Amazon y el Boletín de los Maestros, los cuales tienen miles de lectores en todo el mundo.
El Partido Socialista por la Igualdad y el World Socialist Web Site darán toda la ayuda que puedan a los trabajadores que quieran formar comités de base de seguridad. Urgimos a todos los trabajadores a que estudien nuestro programa y tomen la decisión de unirse al PSI.
Llena el formulario en este enlace para contactarte con un representante del PSI y recibir noticias sobre la pandemia y las luchas de la clase obrera. También urgimos a los trabajadores a que nos envíen reportes sobre las condiciones en sus lugares de trabajo. Toda solicitud de anonimato será honrada.
(Publicado originalmente en inglés el 21 de mayo de 2020)