El lunes, la cifra oficial de muertes por coronavirus en Latinoamérica alcanzó el sombrío hito de superar las muertes totales en Norteamérica. Más de 145.000 personas han fallecido y más de 3,5 millones han salido positivo en Latinoamérica. La pobreza masiva y la desigualdad dominan la región tras cientos de años de explotación colonial e imperialista, dejando a cada país particularmente vulnerable a la transmisión del virus.
Cuatro de los siete países con más casos globales están en Latinoamérica, donde los desfinanciados sistemas de salud pública están colapsando.
Brasil es el segundo con 1,9 millones de casos, detrás de Estados Unidos. Respectivamente, Perú, Chile y México ocupan el cuarto, quinto y sexto lugar, registrando más de 300.000 casos cada uno. Estas cifras subestiman drásticamente la propagación del virus porque la realización de pruebas son un desastre. Mientras Italia y EE.UU. han realizado más de 100 pruebas por cada mil personas, México solo lo ha hecho a 5 de cada mil, Brasil a 7 de cada mil y Perú a 9 de cada mil.
Mientras los hospitales se saturan y las ciudades exhuman cuerpos para liberar espacio en los cementerios para los muertos, todos los Gobiernos y partidos políticos de la región están haciendo lo posible para reabrir sus economías, sacrificando incontables vidas
En Brasil, donde el presidente Jair Bolsonaro respondió a la cifra de muertos proclamando “¿Y qué?”, las empresas han comenzado a reabrir por todo el país, mientras millones se ven obligados a regresar a sus empleos. “Los gobernadores y alcaldes están enviando a la población a mataderos detrás de la prerrogativa de una recuperación económica”, le dijo un experto médico brasileño a CNN.
En México, donde las plantas automotrices y maquilas que producen partes de exportación a EE.UU. han reabierto, el presidente Andrés Manuel López Obrador le dijo a la población que “sean libres” y “gozar del cielo, del sol, del aire fresco”. El supuestamente izquierdista López Obrador ha imitado las políticas de Bolsonaro, anunciando que levantará las medidas aún más esta semana. Incluso les ha dicho a los mexicanos que pueden evitar el virus comiendo maíz, llamándola “una planta bendita”.
En Nicaragua, el Gobierno encabezado por el sandinista Daniel Ortega ha negado efectivamente la existencia del virus, mientras que, en Honduras, el Gobierno respaldado por el presidente Juan Orlando Hernández salió positivo y, así como Bolsonaro, utilizó su propia enfermedad para restarle importancia al virus, obligando a que las maquiladoras permanecieran abiertas. Los trabajadores hondureños están muriendo en los cientos produciendo ropa y zapatos para exportar a EE.UU.
Ligia Ramos, una directora del Colegio Médico de Honduras tuiteó: “Si no cerramos las maquilas, tendremos que cerrar los hospitales. No tiene sentido llorar cada semana a un amigo, un compañero. Cierren las putas maquilas por el amor a Dios. Si continúan con las maquilas, sino siguen haciendo dinero del dolor ajeno, no detendremos esta enfermedad”.
En los países vecinos de Guatemala y El Salvador, el virus también se ha propagado a través de personas deportadas de EE.UU. y en muchos casos los oficiales estadounidenses sabían que habían salido positivo.
Desde Tijuana hasta el cabo de Hornos, el virus está causando estragos en regiones empobrecidas, desde las tribus indígenas de la selva amazónica hasta megalópolis urbanas densamente pobladas como la Ciudad de México, Lima y Río de Janeiro.
Pero a medida que el virus se propaga, las clases dominantes de América Latina están obligando a millones de personas a volver a trabajar en nombre del imperialismo estadounidense, lo que requiere la reapertura de las cadenas de suministro latinoamericanas para alimentar su propia campaña de “vuelta al trabajo”.
En marzo, la mayor parte de América Latina apenas comenzaba a experimentar una amplia transmisión comunitaria de la enfermedad. México y Honduras no sufrieron las primeras muertes por coronavirus de las que se informó hasta el 26 de marzo, mientras que las del Brasil se produjeron el 19 de marzo y las de Chile el 21 de marzo. La primera muerte comunicada de Perú se produjo el 1 de abril. La producción, en gran parte para la exportación a los EE.UU., continuó en toda la región en ese momento.
Sin embargo, en abril, a medida que el número de muertes comenzó a aumentar, las huelgas y protestas de los trabajadores se extendieron por toda la región, especialmente en México y Brasil. A mediados de abril, mientras los trabajadores denunciaban las condiciones inseguras de las maquiladoras del norte de México, Trump anunció: “Hablé con el presidente de México ayer. ... Si una cadena de suministro con base en México o Canadá interrumpe la fabricación de un gran producto y un producto importante, o incluso un producto militar, no vamos a estar contentos, déjame decirte eso”.
Como resultado, en toda América, el número de muertos aumentó y la producción continuó. Los mercados se recuperaron gracias a la reanudación de la producción, el multimillonario rescate corporativo de la Ley CARES y la promesa de interminables inyecciones de dinero de la Reserva Federal.
Ahora, la iniciativa de regreso al trabajo está en pleno apogeo en los Estados Unidos y los brotes generalizados han transformado los lugares de trabajo de América del Norte en trampas mortales, incluyendo las plantas automotrices, los frigoríficos, las granjas agropecuarias y los almacenes. Como los trabajadores de EE.UU. se ven obligados a volver a trabajar, Wall Street está exigiendo que América Latina acelere aún más la producción.
Este fue el propósito de la visita de Trump al presidente mexicano López Obrador en Washington la semana pasada, donde los ejecutivos de ambos países insistieron en poner fin a cualquier restricción laboral que siga en pie. Hablando con el Atlantic Council después de la cena, el embajador de EE.UU. en México, Christopher Landau, dijo: “Estaba hablando con uno de los altos ejecutivos de la Ford Motor Company” sobre la aceleración de la producción en México. “Decían que van a tener que empezar a cerrar sus fábricas en los Estados Unidos a partir de la próxima semana si no consiguen que eso se ponga en marcha”.
En empresas como Ford, GM y Fiat-Chrysler, las cadenas de suministro internacionales vinculan las minas bolivianas y chilenas, la producción de partes centroamericanas y mexicanas y las plantas de ensamblaje de EE.UU., Argentina, Brasil y Canadá. Estas empresas se han beneficiado inmensamente de las campañas de regreso al trabajo en cada país.
En el transcurso de la campaña hemisférica de regreso al trabajo, las acciones de Ford subieron de 4,01 dólares por acción el 23 de marzo a 6,30 dólares hoy, un aumento del 57 por ciento. Las de GM subieron de 16,80 dólares el 18 de marzo a 25,32 dólares, un aumento del 51 por ciento. Las acciones de Fiat Chrysler se vendieron a 6,35 dólares el 20 de marzo, subiendo a 10,23 dólares hoy, un aumento del 61 por ciento.
Mientras tanto, la ONU informó que, en solo cuatro meses, se ha triplicado el número de latinoamericanos que necesitan ayuda alimentaria de emergencia. El Banco Mundial informa que 50 millones de personas caerán en la pobreza en América Latina este año, lo que eleva el total a 230 millones.
La pobreza extrema se triplicará, pasando del 4,5 por ciento al 15,5 por ciento como consecuencia del virus, y se elevará a un total de 96 millones de personas, incluyendo millones que carecen de agua limpia para lavarse las manos.
En los densamente poblados barrios obreros de Lima, Perú, donde el virus se está propagando rápidamente, el promedio de horas de trabajo se ha reducido en un 80 por ciento, obligando a las masas de trabajadores a caer en la miseria. Habrá 44 millones de desempleados en toda la región este año. Hay informes generalizados sobre el aumento de la prostitución.
Pero en esto también hay mejores noticias para las corporaciones estadounidenses y los intereses geoestratégicos del imperialismo estadounidense.
El desempleo masivo y las enfermedades crearán tal presión a la baja en los salarios que, como informó S&P Global este mes, “En todo caso, una crisis económica en América Latina junto con la depreciación de las monedas y la reducción de los costos relativos de la mano de obra pueden llevar a los fabricantes a expandirse en América Latina en lugar de dirigirse a Asia”. Esto no sólo mejorará el saldo final para las corporaciones estadounidenses, sino que también ayudará al imperialismo estadounidense a aislar a su rival geoestratégico, China.
Se requiere una acción común por parte de los trabajadores de toda América para unirse en la lucha por la seguridad en los lugares de trabajo y contra la campaña de regreso al trabajo liderada por EE.UU. Es una cuestión de vida o muerte para millones de personas.
En todas partes se anhela una transformación radical de la economía mundial, como lo demuestran las protestas masivas que barrieron la región en 2019. Pero lo que se necesita es una perspectiva política socialista. Instamos a los lectores de toda América Latina a que se pongan en contacto con el Comité Internacional de la Cuarta Internacional hoy mismo.
(Publicado originalmente en inglés el 15 de julio de 2020)