Tras la muerte de 1,7 millones de personas en todo el mundo y la saturación de los hospitales, los científicos están sonando la alarma de una cepa nueva y más contagiosa del COVID-19 que apareció en Reino Unido y está generando un importante aumento de infecciones ahí.
Se cree que la nueva cepa de COVID-19 es responsable de que se duplicaran los casos nuevos diarios de COVID-19 en Reino Unido este mes. El país registró 35.000 casos nuevos el domingo, su nivel más alto, comparado a un promedio de tan solo 15.000 hace dos semanas.
La propagación masiva de esta nueva cepa constituye otra condena más contra la respuesta imprudente y criminal del Gobierno de Johnson a la pandemia. Al abandonar cualquier esfuerzo para erradicar el virus, el Gobierno dejó a la población vulnerable y expuesta a una amenaza mortal cuyas consecuencias aún se desconocen.
La nueva cepa parece ser un 70 por ciento más infecciosa que las variantes que se están propagando actualmente por Europa y América.
Si bien la nueva variante de la enfermedad se detectó por primera vez en septiembre, en noviembre se le atribuyó una cuarta parte de los nuevos casos en Londres. Para mediados de diciembre, esto había alcanzado las tres cuartas partes de todos los nuevos casos.
Además de llegar a todas las partes del Reino Unido, la nueva variante ya se ha extendido a los Países Bajos, Dinamarca y Australia, según la Organización Mundial de la Salud. “La nueva variante está fuera de control”, dijo el Secretario de Salud del Reino Unido, Matt Hancock.
“Esta nueva variante es muy preocupante y no se parece a nada que hayamos visto hasta ahora en la pandemia”, dijo al Financial Times Jeffrey Barrett, director de la Iniciativa COVID-19 Genomics del Instituto Wellcome Sanger.
El sábado, John Edmunds, miembro del comité del Grupo Asesor Científico para Emergencias (SAGE) del Gobierno, describió la aparición de la nueva cepa como el “peor momento de toda la epidemia en lo que a mí respecta”. Advirtió de la “extraordinaria infecciosidad de la nueva cepa”.
Edmunds instó: “Necesitaremos medidas mucho más severas para reducir la incidencia”. Peor que eso, estamos empezando con una incidencia muy alta ya que los hospitales están sobrecargados y el personal [del Servicio Nacional de Salud] está bajo presión. Es una situación muy peligrosa”.
El domingo, varios países de Europa y el mundo anunciaron que ya no admitirán a viajeros de Reino Unido, incluyendo Austria, Bélgica, Italia, Irlanda, Alemania, Francia y los Países Bajos. El sábado, Johnson introdujo un nuevo nivel de restricciones de “Nivel 4”, que afecta a 16,4 millones de personas, incluyendo alrededor de 9 millones de personas en los 32 distritos de Londres y gran parte del sudeste de Inglaterra.
La nueva variante de COVID-19 implica mutaciones en la estructura del virus. Barrett señaló que 23 letras del código genético del virus habían cambiado, incluyendo 17 que podrían potencialmente impactar en la forma en que el virus se comporta y se propaga.
La periodista científica Laurie Garrett señaló que COVID-19 ha sufrido tres cambios importantes en lo que va de año. “¿Por qué está sucediendo? Porque hay muchos virus en el mundo ahora, que se propagan rápidamente, [aumentando] la probabilidad de mutaciones aleatorias. ¿Está la nueva mutación en los EE.UU.? ¿Quién sabe?”.
La aparición de esta nueva y mortal cepa de COVID-19 subraya la irresponsabilidad criminal del Gobierno de Johnson y su política de “inmunidad colectiva” en respuesta a la pandemia.
En marzo, sir Patrick Vallance, el principal asesor científico del Gobierno, se puso al lado de Johnson y declaró: “No es posible evitar que todos lo contraigan, y tampoco es deseable”. El 5 de marzo, Johnson esbozó la respuesta de su Gobierno a la pandemia diciendo, “tal vez uno podría recibir el golpe en el mentón, tomarlo todo de una vez y permitir que la enfermedad, por así decirlo, se mueva a través de la población, sin tomar tantas medidas draconianas”.
En agosto, el exlíder laborista Jeremy Corbyn explicó que en marzo fue informado por el Gobierno británico de que su objetivo era “crear inmunidad colectiva permitiendo que la gente muera”, una política que se justificaba a través de lo que él llamó “fórmulas eugenésicas”. Corbyn guardó silencio sobre las intenciones homicidas del Gobierno durante seis meses.
El resultado de esta política ha sido un desastre. Casi 70.000 personas han muerto en Reino Unido. El país tiene una tasa de mortalidad per cápita aún más alta que la de los Estados Unidos, y un 50 por ciento más alta que la de Europa en su conjunto. Y ahora, casi un año después de que la pandemia emergiera por primera vez, se está propagando, en palabras del Gobierno, “fuera de control”, en forma de una nueva cepa de la enfermedad.
Durante semanas, el Gobierno de Johnson ha tratado de utilizar la distribución de las vacunas de COVID-19 --que estarán disponibles para el público general en cuestión de meses-- para distraer la atención de su total fracaso en tomar cualquier medida seria para contener la enfermedad. Los medios de comunicación se alegraron de seguirles la corriente, tratando de encubrir el constante aumento de la tasa de mortalidad con una cobertura ininterrumpida del despliegue de la vacuna.
Johnson afirmó el sábado que “la situación se ha deteriorado desde la última vez que hablé con ustedes hace tres días”, el día que declaró que no se retiraría el plan de abrir tiendas las 24 horas del día y de que las “burbujas” de tres hogares se reunieran durante cinco días en Navidad. El Gobierno se enteró de la nueva cepa “a principios de esta semana”, añadió.
Estas son mentiras descaradas.
El Gobierno se pasó la semana pasada obstaculizando las demandas de los científicos para que abandonaran sus planes mortales e incluso amenazó a varias autoridades locales de Londres con acciones legales por planear el cierre de las escuelas tres días antes del fin oficial del período para prevenir un mayor aumento de las infecciones. Además, Maria Van Kerkhove, líder técnica de COVID-19 en la Organización Mundial de la Salud, dijo a la BBC el domingo que el Reino Unido estaba al tanto de la nueva cepa viral que circula en el “sudeste de Inglaterra desde septiembre”.
Si bien aún no ha surgido información definitiva sobre los orígenes de la mutación, la inacción premeditada y criminal del Gobierno conservador permitió que se propagara sin control. La nueva cepa se detectó al mismo tiempo que el Gobierno insistió en reabrir las escuelas, y un mes después se envió a los estudiantes de vuelta a las universidades.
Estas políticas fueron sancionadas porque el Gobierno quería proteger los márgenes de ganancias de las empresas en la vital época de gastos navideños y porque no quería desafiar la narrativa de que derrotar el virus era solo cuestión de tiempo.
La priorización de las ganancias sobre la seguridad y las vidas humanas ha llevado a que una cepa aún más infecciosa del virus se extienda por medio mundo en cuestión de semanas.
Las acciones asesinas del Gobierno de Johnson se hacen eco de sus homólogos en todos los países.
En los Estados Unidos, 320.000 personas han muerto. En Francia 60.418 están muertas, y 26.414 en Alemania. Ya sea Trump o Biden, Merkel o Macron, nadie puede creer una palabra de lo que dicen estos representantes de la clase dominante. Toda su respuesta desde el principio ha sido dictada por los intereses de las corporaciones y una oligarquía súper rica. Cualquiera que sea el tinte político del Gobierno, la política es la misma: lo que importa son las ganancias, mientras las vidas de millones de trabajadores son prescindibles.
Ya se han perdido casi 1,7 millones de vidas en todo el mundo, y miles más mueren cada día. ¡No hay tiempo que perder! ¡Se deben tomar medidas de emergencia para controlar el virus!
El Partido Socialista por la Igualdad en el Reino Unido, junto con sus partidos hermanos del Comité Internacional de la Cuarta Internacional en todo el mundo, exige el cierre inmediato de todas las empresas y escuelas no esenciales. Esto debe ir acompañado de una compensación total por los salarios perdidos y los ingresos de las pequeñas empresas.
Es necesario invertir billones de dólares en la infraestructura de salud para tratar, contener y erradicar el COVID-19, y asegurar que la sociedad esté protegida ante la amenaza de enfermedades infecciosas en el futuro.
La afirmación de que no hay dinero para estas medidas de emergencia necesarias para salvar vidas es una mentira. Los recursos sociales necesarios para las necesidades de salud pública más vitales de la población están monopolizados por una élite financiera cuyos intereses son diametralmente opuestos a las necesidades de la sociedad.
¡Depende de los trabajadores el salvar sus propias vidas! El Partido Socialista por la Igualdad insta a los trabajadores y a los jóvenes que quieran luchar por este programa a que se pongan en contacto con nosotros hoy mismo.
(Artículo publicado originalmente en inglés el 20 de diciembre de 2020)