Después de laborar una jornada tras otra de doce horas, anhelando tiempo libre con sus familias durante las fiestas, los trabajadores automotores Miguel F. y Fidel A. en la fábrica de General Motors en Silao, México, fallecieron de COVID-19 en vísperas de Navidad.
Las muertes de Miguel F., un líder de equipo de mantenimiento en el área de estampado, y Fidel A., un trabajador de pintura, tuvieron lugar mientras la empresa y su sindicato títere de la Confederación de Trabajadores de México (CTM) buscan encubrir un brote cada vez mayor en la planta.
Los trabajadores han reportado trece muertes al Boletín de los Trabajadores Automotores del World Socialist Web Site desde que el Gobierno mexicano de Andrés Manuel López Obrador declaró que la producción de vehículos nuevos y sus piezas era “esencial” y le permitiera a GM reabrir sus fábricas a fines de mayo.
En redes sociales, los familiares y amigos describieron a los fallecidos como un “gran compañero” y “gran amigo” y culparon a la empresa por sus muertes.
“Nadie me regresará a mi esposo”, escribió la esposa de Miguel F., “Es lamentable que para las empresas solo sean números”.
Según parientes, la madre de Miguel F. sucumbió a la enfermedad dos semanas antes y su padre murió varias horas después de él.
Instantes después del fallecimiento de Miguel F., un pariente escribió: “Padrino y mi tita, la vida me los arrebató en menos de 15 días, tan buenas personas que eran… es un vacío tan grande perder a 2 personas con las que pasé los mejores momentos y ver a mi Tito malo es algo muy duro. Uno no sabe por qué pasan las cosas y no entiendo por qué tan rápido. Nunca me pude despedir de ninguno de los 2, nunca supe cuando sería la última vez que los vi”.
Comentando en una publicación sobre la muerte de Fidel A., su cuñada explicó: “En este caso sí hay responsabilidad de la empresa, el trabajador se enfermó laborando y, peor pese a estar enterados en la empresa, no le hicieron la prueba ni se tomó ninguna medida, por lo cual el empeoró y se expuso a los demás compañeros que convivieron con él”.
Una vecina y pariente de Fidel A. escribió: “Siempre dije que fue negligencia por parte de su trabajo ya que presentaba los síntomas y a pesar de que él acudió al servicio médico de la empresa lo hicieron presentarse con los malestares hasta su día de descanso, que fue cuando falleció por lo complicado que ya estaba, y no se puede decir que se enfermó en otro lado ya que él solo salía para ir a su trabajo. Nunca estuvo en reuniones”.
Israel Cervantes, portavoz de Generando Movimiento, un grupo de base en la planta en Silao, dijo al Boletín de los Trabajadores Automotores del World Socialist Web Site: “Los trabajadores se infectaron ahí, pero la empresa está inventando una ‘enfermedad general’. Cuando te levantas a las 4 am —otros a las 3:30 am que viven más lejos— para llegar a las 5:45 am a la empresa, para entrar a un turno a las 6 am, sales a las 6 pm, el camión se va faltando 15 para las 7 pm, vienes llegando a la casa a las 7:15 o hasta 7:40 de la noche. ¿Qué tiempo te da para salir?”.
Una compañera de trabajo de Fidel A. le explicó a Cervantes que ella comenzó a presentar síntomas de coronavirus el día después que inició el descanso. “Fue a hacer la prueba y salió positivo. Le marcó a Fidel para ver cómo estaba [porque estaba] preocupada por él, pero nunca le respondió”.
Dado que su condición se sigue deteriorando, “habló a la empresa diciéndoles que no se encuentra bien pero le dicen que ella tiene que presentarse a trabajar el día 2 de enero y que no fuera al IMSS [Instituto Mexicano del Seguro Social]”. Finalmente, decidió ir al IMSS, donde le dieron una licencia por “enfermedad general”.
El resto de trabajadores regresó el sábado y pronto los del área de pintura le reportaron al Boletín de los Trabajadores Automotores que, al menos cinco de ellos tienen síntomas de COVID-19, mientras que los delegados del sindicato simplemente decidieron no presentarse.
“La mayoría, al ser asintomático, sigues infectado de COVID”, dijo Israel. “Desde que nosotros reportamos contagios desde el inicio, la empresa tenía la obligación de hacer pruebas masivas a todos los trabajadores y la misma Secretaría de Trabajo no hizo nada y cuantas denuncias hicimos y la empresa negando todo”.
El 5 de noviembre, General Motors reportó que sus ganancias del tercer trimestre (julio-septiembre) habían aumentado de $2,3 mil millones a $4 mil millones comparado al mismo periodo en 2019, un salto de 74 por ciento. En medio de la pandemia, sus ganancias por acción (diluidos) también aumentaron 74 por ciento, con los mismos ingresos en ambos periodos.
La directora ejecutiva Mary Barra afirmó durante el anuncio: “Nuestro abordaje de seguridad ante el COVID-19 de muchas capas ha demostrado ser efectivo en prevenir la propagación de la enfermedad en todas nuestras instalaciones”.
Refiriéndose a los dos lucrativos modelos que produce el Complejo Silao, luego presumió, “Como ya saben, hemos estado operando nuestras plantas de camionetas de tamaño completo con horarios llenos para cumplir con la demanda excepcionalmente robusta del Chevrolet Silverado y el GMC Sierra en Estados Unidos y Canadá. El hecho es que simplemente no podemos construir suficientes”.
Este rebote en la producción ha ocurrido en gran parte de las industrias exportadoras de México. Las exportaciones no petroleras aumentaron 3,3 por ciento en noviembre comparado al año pasado, incluyendo un aumento de 1,1 por ciento en las exportaciones de autos a EE.UU.
Mientras tanto, tan recientemente como octubre, según la última encuesta de la Universidad Iberoamericana y UNICEF, el 42 por ciento de los hogares dicen que han perdido el 30 por ciento o más de sus ingresos durante la pandemia. Solo un 11 por ciento reportó haber recibido ayuda por la emergencia de COVID-19, la cual se ha limitado prácticamente a despensas y créditos.
Cuando las transnacionales han superado rápido sus niveles de producción y ganancias prepandémicos, la crisis ha significado muertes masivas y un prolongado empobrecimiento para las masas obreras.
Sin embargo, el presidente mexicano López Obrador afirmó en su última rueda de prensa del 2020, “Ha funcionado la fórmula; por eso, en lo que corresponde al problema económico-financiero propiciado por la pandemia, estoy optimista…” [subrayado nuestro].
La pandemia ha revelado el carácter de clase de López Obrador, su partido Morena, los sindicatos y sus apologistas pseudoizquierdistas. Todos conocen la realidad en las fábricas, pero ven a los trabajadores como reemplazables. Su “fórmula” es aquella compartida por todos los Gobiernos e instituciones capitalistas: las ganancias vienen primero. Todos los llamados a ellos que puedan desafiar el funcionamiento del sistema de lucro han terminado y terminarán en oídos sordos.
Los trabajadores necesitan tomar control de la situación en sus propias manos, uniéndose con los trabajadores de todo el mundo en crear una red internacional de comités de acción de emergencia para llevar a cabo medidas de emergencia que prevengan más muertes innecesarias. Estas deben incluir el cierre de toda la producción no esencial y la compensación de salarios completos hasta que todos los trabajadores hayan sido vacunados.
(Publicado originalmente en inglés el 5 de enero de 2021)