El partido español Anticapitalistas, una tendencia pablista pequeñoburguesa que colaboró en la fundación del partido "populista de izquierdas" Podemos y salió del gobierno del Partido Socialista Obrero Español (PSOE) y Podemos el año pasado, está intentando suprimir la oposición a Podemos mientras estallan protestas masivas de jóvenes contra el ingreso en prisión del rapero Pablo Hasél.
El encarcelamiento del rapero de 32 años por parte del gobierno del PSOE y Podemos por insultar al Estado y a la monarquía borbónica marca un hito en la construcción de un Estado policial. Hasél ha pasado a ser ahora el primer músico encarcelado en España desde la caída en 1978 del régimen fascista de Francisco Franco que siguió a la Guerra Civil española. Hasél, que se enfrenta a más acusaciones inventadas, podría pasarse hasta 20 años en la cárcel.
En esta situación, Anticapitalistas está aterrado de no ser capaz de controlar la oposición social creciente al gobierno. Publicó su principal declaración sobre el encarcelamiento de Hasél, titulada "Movilizar el malestar", en el diario en línea Público. Sus autores, los portavoces de Anticapitalistas Raúl Camargo y Lorena Cabrerizo, dan una imagen devastadora de Podemos en el poder.
Las protestas, dice, "Son espontáneas, porque surgen a través de un hecho contingente, pero responden a la conciencia de un sector de la juventud que sabe que cosas no van bien. La libertad en este país es un hecho constantemente amenazado y no siempre sale gratis ejercerla. Esta obviedad se entremezcla con causas más profundas. Hay un hartazgo juvenil totalmente legítimo. Las cifras de paro, una clase política privilegiada, totalmente corrompida y al servicio de los intereses de las élites económicas y la sensación de que el futuro que viene será peor: este es el telón de fondo de las movilizaciones".
Advierte de que la oposición a Podemos está aumentando por la izquierda. "En el fondo, lo que estamos viendo son los primeros estertores de una crisis social que va a ser muy profunda y que sin duda tendrá importantes repercusiones políticas. La apuesta del gobierno progresista [PSOE y Podemos] por evitar cualquier tipo de cambio se traduce en cada vez más desafección entre el pueblo de izquierdas".
Sin embargo, la encarcelación de Hasél es una exposición, no solo de Podemos, sino también de Anticapitalistas, que fundó Podemos junto con grupos de profesores estalinistas y mandos del ejército en 2014 y lo promocionó como un partido "democrático radical". En 2020, Podemos formó un gobierno de coalición con el PSOE, el partido de gobierno preferido de la burguesía española en la era postfranquista. Argumentó que esta estrategia nacionalista y procapitalista bloquearía el surgimiento de la extrema derecha y allanaría el camino hacia la prosperidad.
En cambio, Podemos ha venido adoptando cada vez más la agenda del partido fascista Vox. El presidente del gobierno Pedro Sánchez, del PSOE, hasta elogió a Vox por su "sentido de Estado", mientras el PSOE obligaba despiadadamente a millones de trabajadores y niños a volver al trabajo y a las escuelas en medio de la pandemia, que ha dejado ya más de 800.000 muertos en Europa, y casi 100.000 en España.
El gobierno del PSOE y Podemos ha intensificado la persecución de los inmigrantes y ha minimizado las amenazas golpistas ultraderechistas que vienen desde sectores del ejército. Está trabajando ahora por inundar a las empresas y los bancos con €140 mil millones en rescates de la Unión Europea.
El gobierno envía rutinariamente a la policía a aplastar huelgas contra las políticas de la "inmunidad colectiva" y para monitorizar la oposición obrera en las redes sociales. Siguen en la cárcel nueve presos políticos nacionalistas catalanes, acusados de organizar las protestas de 2017, que fueron pacíficas. La semana pasada, la policía antidisturbios utilizó munición de perdigones reales contra manifestantes contra la violencia policial en Linares, Jaén, dejando dos manifestantes heridos y empapados en sangre.
Anticapitalistas, sin embargo, intenta mantener la ficción de que Podemos es una fuerza progresista. Dice: "Podemos intenta mantener una posición crítica con respecto a algunas cuestiones (les honra que, por ahora, no se hayan sumado a la criminalización de la protesta) pero carece de fuerza social para incidir en el devenir del gobierno. Esto contribuye a su desacople con la calle: estar en el gobierno bajo el mando del PSOE, como ya advertimos algunos, no se está traduciendo en conseguir mejoras sociales apreciables y sí lo está haciendo en una pérdida credibilidad".
Es mentira. Primero, la posición "crítica" de Podemos sobre ciertos asuntos, como posturear a favor de los manifestantes, es el papel cínico que desempeña en nombre del establishment político. Es un intento por limitar la oposición social vistiendo de colores "izquierdistas" al gobierno actual. Esta táctica gastada, sin embargo, es cada vez más difícil de implementar después de que Podemos haya apoyado tantas medidas reaccionarias.
La semana pasada, el portavoz de Podemos en el congreso, Pablo Echenique, tuiteó: "Todo mi apoyo a los jóvenes antifascistas que están pidiendo justicia y libertad de expresión en las calles".
El postureo vacío de Echenique fue contradicho por su compañero legislador de Unidas Podemos, el secretario general del Partido Comunista de España (PCE) Enrique Santiago, que defendió la brutal represión policial que llevó a cientos de arrestos y heridos. Santiago declaró, "La obligación de las FCSE [fuerzas y cuerpos de seguridad del Estado] es evitar que una pequeña manifestación acabe en un caos, que luego es usado por la derecha".
De hecho, las masas de trabajadores y jóvenes ven cada vez más a la policía con desprecio, y la ven correctamente como a fuerzas auxiliares de Vox —que atacan a trabajadores en huelga, a los inmigrantes y los jóvenes, pero tratan con guante de terciopelo a los manifestantes acomodados de derechas que se oponen a los confinamientos para parar la pandemia.
Segundo, el argumento de que a Podemos le falta influencia para hacer cualquier cambio porque solo tiene 35 legisladores y cuatro ministros en el gabinete no se sostiene en pie. Es la coartada de Anticapitalistas para las políticas reaccionarias de Podemos.
En realidad, Podemos tiene un enorme peso dentro del gobierno. Como socio de coalición del PSOE, Podemos podría amenazar con dejar el gobierno y así hacer caer al gobierno en cualquier momento. Con todo, ha evitado deliberadamente cualquier sugerencia de que pudiera emplear tal política.
Lo que subyace a la cobardía de Podemos son intereses de clase básicos. Por más diferencias tácticas que tenga con el PSOE, Podemos articula los intereses de un mundillo de la clase media alta de académicos, burócratas sindicales, mandos militares y profesionales acomodados. Lo que temen más que cualquier otra cosa es que movilizar la oposición desde la izquierda del PSOE pudiera provocar una explosión social que amenace los intereses de la oligarquía capitalista que defienden. Como resultado, ni han convocado manifestaciones contra el encarcelamiento de Hasél ni han amenazado con romper la coalición de gobierno.
Bajo ciertas condiciones, por supuesto, Podemos podría al final abandonar el gobierno. A su vicepresidenta tercera del Congreso de los Diputados, Gloria Elizo, le dieron una plataforma en los principales medios para criticar la participación de Podemos en el gobierno. Hace poco concedió entrevistas a los diarios derechistas El Confidencial y El Español, donde se quejaba de que "Renunciamos a ser alternativa al entrar en el Gobierno de forma subalterna".
Elizo representa una facción cercana a las posiciones de Anticapitalistas. Sin embargo, la supuesta alternativa de Anticapitalistas a la línea de Iglesias de entrar en el gobierno siembre ha sido un fraude. Consistía en no entrar formalmente en el gobierno, intentando evitar quedar expuesto por sus políticas de tipo fascista, pero apoyarlo aún así en el parlamento para asegurar que los asuntos del capitalismo español sigan funcionando a pesar de la ira social creciente y la oposición política de la clase trabajadora. Al final, era un intento por no "perder credibilidad" ante la clase trabajadora tan rápidamente como se hubiera producido si Podemos entraba en el gobierno.
La salida de Podemos, sin embargo, no perseguiría oponerse al PSOE desde la izquierda sino suprimir la oposición social con el apoyo de las burocracias sindicales. Esto es precisamente lo que Anticapitalistas ha estado intentando hacer desde que se fuera del gobierno del PSOE y Podemos el año pasado.
Como advirtiera el WSWS en junio, Anticapitalistas no se fue del gobierno del PSOE y Podemos porque se opusiera a las políticas de Podemos. Su declaración incluso aclamó la infraestructura del gobierno, diciendo: "Desde luego, apoyaremos todas las conquistas que se produzcan en este marco y combatiremos juntos a la extrema derecha". Añadía que "no hay duda de que nos encontraremos en muchas luchas comunes con la gente de Podemos".
Analizando la declaración, el WSWS advirtió de que Anticapitalistas "Ha salido de Podemos como un agente a sueldo del Estado capitalista español para espiar, intervenir y sofocar la creciente oposición a Podemos y al Gobierno en las redes sociales, protestas callejeras y huelgas".
Nueve meses después, esta advertencia quedaba plenamente justificada. Camargo y Cabrerizo están apoyando las manifestaciones para bloquear un movimiento independiente de la clase trabajadora y atar a la juventud al PSOE y Podemos. Declaran, "En resumen, estamos ante una situación explosiva. El hartazgo social se acumula y los meses de pandemia tienden a añadirle más tensión a una situación ya de por sí tensa. Desde la izquierda social y política necesitamos una estrategia ante la nueva situación. [...] Lo que sí que necesitamos urgentemente es convertir estos impulsos de las calles en iniciativa y construir una agenda propia, que impida que sea la extrema derecha la que esté estructuralmente a la ofensiva. Ello pasa por evitar el aislamiento de las protestas, por ampliarlas y por sumar cada vez a más sectores sociales".
Se impone la pregunta: ¿qué perspectivas revolucionarias se necesitan para el movimiento obrero y juvenil que está surgiendo? Mientras las luchas de clase crecen a nivel mundial en medio de la política de la "inmunidad colectiva" de la élite gobernante durante una pandemia que ya ha matado a más de 2,3 millones de personas en todo el mundo, hay que construir un liderazgo político en la clase trabajadora que se oponga de manera irreconciliable a los grupos pequeñoburgueses proimperialistas como Anticapitalistas.
Esto también incluye las políticas de Hasél, un mejunje de estalinismo y guerrillerismo castrista. Hasél ha defendido el castrismo, a grupos armados como la ETA, Terra Lliure y las Brigadas Rojas, y a la burocracia soviética, así como al infame asesino de León Trotsky, Ramón Mercader. Los herederos del estalinismo en España, que desempeñaron un papel traidor al ahogar en sangre la revolución española durante los años '30, son parte fundamental del orden capitalista postfranquista. Hasél, hay que decirlo, comparte buena parte de las perspectivas de las fuerzas políticas de Podemos que ahora lo han sentenciado a prisión.
El Comité Internacional de la Cuarta Internacional (CICI) defiende la libertad de expresión de Hasél pero no su política antitrotskista.
Los antecedentes reaccionarios de Anticapitalistas y Podemos ponen de manifiesto que la cuestión estratégica decisiva de hoy es construir el CICI como la dirección revolucionaria en la clase trabajadora. Ello requiere la construcción de secciones del CICI en España y en el mundo, basadas en las colosales experiencias políticas encarnadas en su historia, para librar una lucha sin compromiso contra grupos como Anticapitalistas.
(Publicado originalmente en inglés el 25 de febrero de 2021)