La semana pasada, el presidente francés Emmanuel Macron reconoció “en nombre de Francia” que Ali Boumendjel, abogado y activista del Frente de Liberación Nacional (Front de Libération National; FLN), fue “torturado y asesinado” por los paracaidistas del general francés Jacques Massu en 1957, durante la guerra de Argelia. Se hizo que su ejecución pareciera un suicidio.
La declaración de Macron fue publicada el 2 de marzo por el Palacio del Elíseo. El mismo día, Macron se reunió con los nietos de Boumendjel. Durante la batalla de Argel, Boumendjel “fue arrestado por el ejército francés, puesto en régimen de aislamiento, torturado y luego ejecutado el 23 de marzo de 1957”, dice el comunicado.
Boumendjel nació en 1919 y fue hijo de un maestro de escuela cabilio, un grupo étnico bereber de la región de Cabilia en el norte de Argelia. En 1946, se unió a la Unión Democrática del Manifiesto Argelino de Ferhat Abbas y se convirtió en uno de los principales abogados de los nacionalistas argelinos. Se incorporó al FLN en 1955, un año después del inicio de la guerra de Argelia, mientras trabajaba para la petrolera Shell.
La criminal guerra colonial librada por el imperialismo francés dejó medio millón de muertos en Argelia. De 10 millones de argelinos, Francia detuvo a 3 millones en campos de internamiento. Veinticinco mil soldados franceses murieron en la guerra y más de 60.000 resultaron heridos. De los 1,5 millones de soldados franceses involucrados en la guerra, la mayoría de ellos jóvenes conscriptos, muchos regresaron traumatizados por los crímenes que habían visto o cometido.
Boumendjel fue detenido el 9 de febrero de 1957, durante la batalla de Argel, una guerra de guerrillas urbanas contra la policía y los paracaidistas franceses en la capital argelina. Tras ser detenido y torturado durante un mes en varios lugares de la región de Argel, fue asesinado 43 días después de su arresto, el 23 de marzo de 1957. Fue arrojado desde lo alto del sexto piso de un edificio en El Bair por orden del comandante, Paul Aussaresses. El comunicado de prensa del Elíseo recuerda que, en 2000, “el propio Paul Aussaresses confesó haber ordenado a uno de sus subordinados que lo matara y que el crimen pareciera un suicidio”.
Durante el mismo período, Maurice Audin, un joven matemático y activista del Partido Comunista Argelino (PCA) estalinista y partidario de la independencia argelina, fue detenido y torturado en el mismo edificio antes de ser ejecutado por el ejército francés. En 2018, Macron admitió que Audin fue torturado y asesinado por el Estado francés.
La admisión de Macron del asesinato de Boumendjel sigue a un informe del historiador Benjamin Stora. Macron le había encargado en julio de 2020 “elaborar un inventario justo y preciso” de la memoria de la colonización y la guerra de Argelia. Stora presentó su informe de 160 páginas en enero. En su informe, Stora formula varias recomendaciones para ser “implementadas para una posible reconciliación conmemorativa entre Francia y Argelia”.
De hecho, Macron está tratando de encubrir el crimen del imperialismo francés durante la guerra de Argelia. La declaración del Elíseo continúa: “Ningún crimen, ninguna atrocidad cometida por nadie durante la guerra de Argelia puede disculparse u ocultarse. Hay que mirarlas con coraje y lucidez, con absoluto respeto por todos aquellos cuyas vidas se perdieron y cuyo futuro fue destrozado”.
El reconocimiento de Macron del crimen estatal francés en Argelia es una maniobra política cínica y vacía. En enero, Macron se negó a disculparse por los crímenes franceses en Argelia. No habría “ni arrepentimiento ni disculpas” por la colonización de Argelia ni la sangrienta guerra de ocho años (1954-1962) que terminó 132 años de dominio francés, dijo. El Elíseo agregó que Macron participaría en “actos simbólicos”.
Además, el gesto de Macron no tendrá consecuencias legales para los oficiales que lideraron la represión en Argelia, incluyendo Jean-Marie Le Pen, el fundador del Frente Nacional de extrema derecha (ahora rebautizado como Agrupación Nacional). Fueron protegidos y exonerados por el Estado.
Afirmar que esta acción cínica y vacía podría borrar o perdonar los enormes crímenes del imperialismo francés en Argelia es un insulto para los trabajadores y las masas oprimidas de los países excoloniales. Además, el gesto del “presidente de los ricos” no obtuvo una respuesta significativa en la población argelina ni francesa. La acción hueca de “reconciliación” de París está, de hecho, dirigida hacia el régimen argelino, que fue sacudido por protestas masivas en 2019-2020, y es parte de una estrategia para dominar la región en el norte de África.
Mientras Macron hace su confesión simbólica sobre el asesinato de Boumendjel, avanza una política de extrema derecha de medidas antidemocráticas y militaristas. En Europa, su Gobierno está aplicando una política de “inmunidad colectiva” contra el coronavirus, que ha devastado Europa. En África, está intensificando las guerras imperialistas iniciadas por sus predecesores para defender los intereses geoestratégicos del imperialismo francés.
Para Francia, las relaciones con Argelia son fundamentales no solo para las ganancias de las principales empresas francesas, especialmente por sus recursos de petróleo y gas, sino también por la guerra en el Sahel. Francia emprendió esta guerra a partir de su intervención en el norte de Mali en 2013, tras la guerra de 2011 en Libia.
París ha contado con el apoyo del régimen argelino para librarla. Argelia permitió que aviones de combate franceses utilizaran su espacio aéreo para bombardear Mali, con el que Argelia comparte una frontera desértica de 1.300 kilómetros.
En 2013, el canciller francés, Laurent Fabius del Partido Socialista, agradeció explícitamente al régimen argelino por permitir vuelos franceses sobre su territorio y por cerrar su frontera con Mali para atrapar en Mali las milicias hostiles a los intereses de París.
Esto pone de relieve cómo, desde la independencia formal de Argelia, el régimen nacionalista burgués del FLN se ha integrado en el campo del imperialismo para defender los intereses de la burguesía local, mientras desempeña un papel central en la explotación de la clase obrera argelina y reprime la lucha de clases.
El reconocimiento hipócrita de Macron de los crímenes imperialistas franceses se produce en medio de una creciente oposición social contra la guerra y la desigualdad social en la región y en la propia Francia, como parte de una radicalización de la clase trabajadora a escala global.
Desde febrero de 2019, Argelia se ha visto sacudida por la ira social y el movimiento de protestas Hirak contra el régimen del FLN y el ejército. Este movimiento es parte de un resurgimiento internacional de la lucha de clases contra la desigualdad social y el imperialismo. Malí también ha sido testigo de varias manifestaciones en los últimos meses que exigen el retiro de las tropas francesas. Está estallando la ira en Mali por la mentira oficial de que el objetivo de Francia es proteger a la población de las redes terroristas yihadistas que amenazan con conquistar Mali.
En este contexto, el reconocimiento de Macron del asesinato de Ali Boumendjel por parte de Francia es tiene como fin aplacar la ira de los trabajadores en ambos lados del Mediterráneo, en Europa y en el Magreb. El camino a seguir para prevenir más crímenes imperialistas, como el asesinato de Boumendjel, es unir y movilizar a la clase trabajadora internacionalmente contra el capitalismo y la guerra a través de una perspectiva socialista internacional.
(Artículo publicado originalmente en inglés el 13 de marzo de 2021)