La reapertura de las escuelas en todo Estados Unidos está aumentando masivamente los casos de COVID-19 en los niños.
EE.UU. reportó 180.000 casos infantiles de COVID-19 en la semana que finalizó el 19 de agosto, un aumento del 50 por ciento en tan solo una semana, según el último reporte de la Academia Estadounidense de Pediatría. Hubo 120.000 casos infantiles la semana anterior y menos de 10.000 casos semanales hace dos meses.
Lo que es aún peor, 24 niños fallecieron por COVID-19 en el mismo periodo, el doble que el récord anterior establecido en la semana que finalizó el 5 de agosto.
Más del 60 por ciento de las escuelas han reanudado clases, lo que ha conducido a brotes en instituciones de kínder a doceavo año en todo el país.
Los distritos escolares del área metropolitana de Atlanta han reportado miles de casos de COVID-19 en estudiantes y personal pocas semanas después del inicio de clases. El condado Gwinnett, que compone el distrito escolar más grande del estado de Georgia, reportó más de 800 casos activos del virus el viernes, comparado a 470 casos activos en el distrito la semana anterior.
Los casos de COVID-19 se dispararon en las escuelas de Mississippi. Casi 6.000 estudiantes han dado positivo a las pruebas, 30 veces más que el semestre pasado. Ha habido 1.496 contagios entre los maestros y el personal, seis veces más que el semestre pasado.
Menos de una semana después de la reapertura el 11 de agosto en Nuevo México, ha habido brotes importantes en las escuelas en Albuquerque, Belen, Carlsbd, Los Lunas y Roswell. Según el Departamento del Ambiente estatal, 109 escuelas del estado reportaron al menos dos casos de COVID-19, incluyendo entre estudiantes, personal y maestros.
En los cuatro días posteriores al regreso a clases el lunes pasado en el distrito escolar unificado de Los Ángeles (LAUSD, por sus siglas en inglés), el segundo mayor distrito en el país con más de 600.000 estudiantes, ha habido brotes en toda la ciudad. Según los datos publicados el jueves por el Departamento de Salud Pública del condado de Los Ángeles, 118 estudiantes y personal dieron positivo en 24 horas entre el martes y miércoles por la mañana. De ello, 107 son estudiantes de kínder a doceavo grado que permanecieron dentro de los recintos escolares durante todo ese tiempo.
El aumento en los casos de COVID-19 en los niños es tan solo la expresión más visible de la propagación de la pandemia en todo el país.
Los casos nuevos diarios alcanzaron 150.000 tras multiplicarse por diez en los últimos dos meses. En estados de todo el país, los hospitales están a máxima capacidad, según la cifra de pacientes de COVID-19 hospitalizados alcanzó 85.000 la semana pasada, seis veces más que en junio. Es aún más problemático que más de 1.000 personas fallecieran el viernes, cuadruplicando las muertes en los últimos dos meces.
La semana pasada, Florida estableció un récord de muertes por COVID-19, reportando la cifra impactante de 1.486 decesos. En el estado, una persona fallece por COVID-19 cada 7 minutos.
La gobernadora de Kansas, Laura Kelly, dijo que el miércoles ingresaron en el hospital más personas que en cualquier otro día registrado. Añadió que seis de los mayores hospitales del estado están al 100 por ciento de su capacidad de camas de UCI.
El gobernador de Luisiana, John Bel Edwards, dijo que el estado ha visto un número “astronómico” de casos de COVID-19 durante la última oleada. El gobernador dijo el viernes que “el 28 por ciento de todos los nuevos casos que estamos reportando son de niños de cero a 17 años”.
Katie O'Neal, directora médica del hospital de niños Nuestra Señora del Lago en Baton Rouge, Luisiana, resumió el desastre al que se enfrentan los jóvenes. “Nunca habíamos visto esa cantidad de muertes de jóvenes”, dijo a MSNBC. “Lo que estamos viendo hoy es una población mucho más joven. ... Tenemos adolescentes que vienen a la UCI a despedirse de sus padres. Tenemos adolescentes que se comunican por FaceTime con sus padres para despedirse de ellos”.
“Tenemos listas de espera que se acumulan para recibir atención, algo que nunca tuvimos que hacer”, añadió O'Neal, advirtiendo que los hospitales se están quedando sin camas y sin personal. “La gente no recibe la atención que necesita, y la gente está muriendo”.
Ante este desastre, el Gobierno de Biden ha exigido el regreso total a las clases presenciales. El secretario de Educación, Miguel Cardona, dijo la semana pasada que “nuestra prioridad debe ser” el “retorno a las clases presenciales”. Respondiendo a los padres que se oponen a la reapertura de las escuelas en condiciones inseguras, Cardona dijo: “Pero la realidad es que si seguimos las estrategias de mitigación, podemos mantener a nuestros niños a salvo”.
El Gobierno de Biden habla en nombre de toda la clase política estadounidense. Todas las facciones de la clase dirigente, desde los republicanos que exigen el fin de todas las medidas de mitigación hasta los demócratas que afirman que la reapertura puede llevarse a cabo de forma segura, se oponen a las medidas necesarias para erradicar el virus, incluido el cierre de las escuelas.
Los demócratas están colaborando estrechamente con los sindicatos y, en particular, con el American Federation of Teachers (AFT), que está financiando una campaña para promover la reapertura de las escuelas. La presidenta del AFT, Randi Weingarten, ha declarado que “la prioridad número uno es que los niños vuelvan a la escuela”.
Esto ha sido acompañado de una campaña masiva en los medios de comunicación corporativos. El New York Times publicó el domingo un editorial (“Los estudiantes escolares no están bien”) en el que condenaba a los Gobiernos locales por ser demasiado lentos en la reapertura de las escuelas para clases presenciales.
El Times formuló cínicamente su exigencia de que todas las escuelas reabran como algo necesario para los niños. “Los retrocesos en el aprendizaje resultantes [del cierre de las escuelas] van desde algo grave para todos los grupos de estudiantes hasta lo catastrófico para los niños pobres”, afirma. ¿Pero qué pasa con las consecuencias para los niños que se enferman y mueren? Esto no le preocupa al Times. Mientras denuncia a “quienes han minimizado el impacto del cierre de las escuelas”, el T imes ni siquiera menciona en su largo editorial el aumento de casos entre los niños. Tampoco menciona los estudios que documentan el impacto a largo plazo del COVID-19 en los niños, incluyendo la salud mental y el desarrollo cognitivo.
Estos mismos argumentos están siendo utilizados por los Gobiernos capitalistas de todo el mundo para rechazar las medidas necesarias para detener la propagación mortal de la pandemia. La campaña de reapertura de las escuelas desafía las recomendaciones de los científicos, que han advertido que es totalmente inseguro tener clases presenciales mientras la enfermedad se siga propagando libremente.
“Si tenemos transmisión comunitaria, no es seguro reabrir las escuelas, y punto”, dijo la Dra. Malgorzata Gasperowicz, bióloga del desarrollo e investigadora de la Universidad de Calgary. “A menos que no haya transmisión, no deberíamos reabrir las escuelas para clases presenciales”.
Gasperowicz hizo estas declaraciones en el evento en línea “¡Por una estrategia global para detener la pandemia y salvar vidas!”, patrocinado por el World Socialist Web Site el domingo. Junto con el Dr. Michael Baker, médico, experto en salud pública y profesor del Departamento de Salud Pública de la Universidad de Otago en Wellington, y el Dr. Yaneer Bar-Yam, presidente fundador del Instituto de Sistemas Complejos de Nueva Inglaterra, Gasperowicz esbozó una estrategia de erradicación para acabar con la pandemia mediante medidas agresivas de salud pública.
“Si combinamos las vacunas y las medidas de salud pública... podemos acabar con ella”, dijo Gasperowicz.
Si no se adoptan estas medidas, advirtió Baker, “habrá esencialmente varios millones de niños y jóvenes infectados en los próximos meses. ... Solo el número de niños y jóvenes infectados significa que vamos a tener una enorme carga de enfermedades prevenibles en los jóvenes, y algunas de ellas pueden ser permanentes”.
La actual oleada de la variante delta del COVID-19, junto con la aparición de las nuevas variantes, debe detenerse mediante un programa de emergencia para erradicar el COVID-19. Esto significa el cierre de las escuelas y de la producción no esencial, con una compensación completa para los trabajadores, y un programa de salud pública de emergencia de varios billones de dólares, que incluya pruebas masivas, rastreo de contactos y cuarentenas.
Pero esto requiere una movilización de la clase obrera sobre una base políticamente independiente, mediante la formación de comités de base en los lugares de trabajo, las escuelas y los barrios. Como escribió el World Socialist Web Site la semana pasada en la declaración: “ La erradicación del COVID-19 es la única manera de detener la pandemia”:
La aplicación de la estrategia de erradicación requiere el desarrollo de un poderoso movimiento de masas internacional y unificado de la clase obrera. Solo un movimiento masivo que no esté ni impulsado por el afán de lucro ni encadenado a la obsesiva búsqueda de riqueza personal puede ofrecer la fuerza social necesaria para obligar un cambio en política.
En cada etapa de esta pandemia, la política de la clase dominante ha resultado ser catastrófica. En medio de un nuevo rebrote, el desarrollo de un movimiento independiente de la clase obrera, en Estados Unidos y en todo el mundo, es la tarea urgente. Está en juego la vida de millones de personas, incluidos innumerables niños.
(Artículo publicado originalmente en inglés el 23 de agosto de 2021)