Numerosas huelgas que involucran a cientos de miles de trabajadores han sido desconvocadas por los sindicatos españoles en las últimas semanas. Esto se produce después de una poderosa huelga de una semana de duración de 22.000 trabajadores del metal en Cádiz a fines de noviembre, que rápidamente se convirtió en una confrontación frontal con el gobierno del Partido Socialista (PSOE)-Podemos y sus lacayos en los sindicatos.
Los trabajadores de Cádiz se enfrentaron a vehículos blindados y a policías antidisturbios, que los agredieron con gases lacrimógenos, porras y balas de goma. Los huelguistas y sus partidarios respondieron estableciendo piquetes y barricadas para defenderse de los intentos de la policía de retomar las fábricas y enviar esquiroles.
Aterrorizados por la lucha militante de los trabajadores del metal de Cádiz, los sindicatos trabajaron para desmovilizar a la oposición y poner fin a la huelga. Sirvieron como herramientas del gobierno PSOE-Podemos contra la clase trabajadora. Durante la lucha, las Comisiones Obreras (CCOO), vinculadas a Podemos, y la Unión General de Trabajadores (UGT), alineada con el PSOE, emitieron reiteradamente declaraciones en las que desautorizaban las acciones emprendidas para defender la huelga.
UGT y CCOO declararon conjuntamente “debemos gestionar bien este conflicto, ... siendo por ello que animamos a dejar libres las autovías”. Denunciando a los huelguistas por provocar incendios fuera de las refinerías para bloquear el acceso a la policía antidisturbios, el secretario regional de CCOO, Fernado Grimaldi, también declaró: “no estoy de acuerdo con ese tipo de acciones.” Finalmente, el pasado 24 de noviembre, UGT y CCOO se vendieron a la patronal llegando a un acuerdo con las empresas, que no consiguió ninguno de los principales objetivos de la huelga.
Ante el recrudecimiento de la lucha de clases en España e internacionalmente y desesperados por evitar otro Cádiz, los sindicatos están luchando para terminar las huelgas:
El 30 de noviembre, UGT y CCOO suspendieron dos días de huelga de 36.000 trabajadores del metal en Alicante. Los dos sindicatos llegaron a un acuerdo con los patronos para un patético aumento salarial del 2 por ciento este año, seguido de un aumento de 'hasta el 0,75 por ciento' en 2022 y 'hasta el 0,5 por ciento' en 2023. Con una inflación del 6 por ciento en España, se trata de un recorte salarial de facto.
UGT emitió una declaración despreciable elogiando la traición para poner fin a la huelga y supuestamente ayudar al sector del metal a crecer: ' aunque hemos quedado por debajo de nuestras pretensiones,” declaran, “... podemos decir que estamos satisfechos porque inauguramos una etapa de estabilidad y paz social en el sector para que las empresas puedan empezar a recuperarse de verdad, porque el sector no está bien'.
El 29 de noviembre, UGT, CCOO y la anarquista Confederación General del Trabajo (CGT) pusieron fin a una huelga de unos 400 trabajadores en una planta de fabricación de vidrio de Pilkington Automotive en Sagunto. Los trabajadores se habían puesto en huelga contra los planes de despedir a alrededor de un tercio de la fuerza laboral (116 trabajadores). Una protesta contra los recortes de empleos el miércoles pasado atrajo a 5.000 trabajadores locales y simpatizantes.
El sindicato llegó a un acuerdo con Pilkington para supuestamente evitar despidos masivos en un plan de jubilación anticipada 'voluntario', que afecta a hasta 50 empleados. Los trabajadores rechazaron inicialmente el preacuerdo de los sindicatos, pero la CGT, CCOO y UGT forzaron una nueva votación sobre el acuerdo y consiguieron aprobarlo
Una huelga de 6.500 trabajadores de supermercados en la región de Castilla y León fue cancelada por UGT y CCOO, que llegaron a un acuerdo con las empresas por un aumento salarial del 15 por ciento en seis años, un 2,5 por ciento anual. Este 'aumento salarial', muy por debajo de la inflación, llevaría los salarios de los trabajadores a solo 1.200 euros al mes para 2026.
La huelga de 600 trabajadores del transporte en Huesca fue cancelada por UGT el pasado 2 de diciembre. Los trabajadores se pusieron en huelga por mejorar las condiciones de trabajo. Apenas unas horas antes de que comenzara la huelga, el sindicato llegó a un acuerdo con las empresas para regular los contratos a tiempo parcial y las horas de trabajo. 'Sin ser un excelente acuerdo', admitió UGT, “es el mejor que se podía conseguir dadas las circunstancias, para salvaguardar el preacuerdo alcanzado y añadiendo lo que la asamblea solicitaba'. Alrededor del 60 por ciento de los trabajadores habían rechazado el acuerdo previo en una reunión el 22 de noviembre.
CCOO y UGT suspendieron el 19 de noviembre ocho días de paros por parte de los trabajadores cárnicos programados para fines de noviembre y principios de diciembre. La huelga, que habría movilizado a 115.000 trabajadores en toda España, fue cancelada después de que el sindicato y la empresa acordaran un 3 por ciento de aumento salarial este año, seguido de un 2,75 por ciento el próximo año y un 2,5 por ciento en 2023.
El 30 de noviembre, CCOO suspendió el primer día de una huelga de tres días de trabajadores bancarios en Unicaja, que debía tener lugar del 1 al 3 de diciembre. Los trabajadores estaban en huelga contra los planes de despedir a más de 1.500 empleados (16 por ciento de la fuerza laboral) y cerrar 395 de las 1.457 oficinas de los bancos. CCOO afirmó que la empresa 'ha movido ligeramente sus planteamientos', y canceló la acción 'como un gesto de buena voluntad'.
La ira está creciendo entre los trabajadores contra las continuas traiciones de las burocracias anti obreras.
El 30 de noviembre, después de que UGT y CCOO “pospusieran” una huelga de 8.000 trabajadoras de la limpieza en Castellón, los sindicatos enfrentaron airadas protestas de una multitud de limpiadoras en huelga. Cuando un burócrata de CCOO intentó explicar la decisión tomada por el comité negociador, a espaldas de las trabajadoras, de suspender nuevas acciones hasta el 13 de diciembre, las trabajadoras condenaron al sindicato y pidieron que continuara la huelga. Un trabajador gritó: “¿Quién decidió eso? … ¡Nosotras no!'
“¿Es que entonces quién está negociando por nuestros derechos?” una huelguista preguntó, mientras que otras exigieron al sindicato “¡Seguid negociando y nosotras seguimos en huelga¡” Otra gritó: “¡Ya está bien de bajarnos las bragas!”.
El mismo día, alrededor de 4.500 trabajadores protestaron en Barcelona contra las inseguras condiciones de trabajo temporal de los trabajadores del sector público. Marcharon hasta la sede catalana de CCOO, donde gritaron consignas como '¡Acabar con los pactos y las traiciones, UGT y CCOO!'. Otros escribieron 'vendidos', 'esquiroles' y ' sois la vergüenza del sindicalismo ' en las paredes del edificio.
Unos días antes, en Barcelona, los trabajadores automotrices abuchearon y se burlaron de los representantes sindicales frente a una planta de Nissan, gritando '¡fuera, fuera, fuera!' Esto se produjo después del anuncio de que la firma china Great Wall Motors (GWM) no se haría cargo de la producción en las tres fábricas de Nissan en Barcelona.
El pasado mes de agosto, CCOO, UGT y la Unión Sindical Obrera (USO) pusieron fin a una huelga de tres meses en Nissan, tras acordar un acuerdo de compraventa para cerrar las plantas de Barcelona, con la pérdida directa de casi 2.500 puestos de trabajo y otros 20.000 en la cadena de suministro. Los sindicatos habían prometido que otras empresas participarían en un plan de 'reindustrialización' para mantener abiertas las plantas.
En 1937, León Trotsky, colíder de la Revolución Rusa de 1917, discutió los criterios científicos empleados por los marxistas para definir el papel de los sindicatos. Escribió:
El carácter de clase del Estado está determinado por su relación con las formas de propiedad de los medios de producción. El carácter de una organización obrera, como puede ser un sindicato, está determinado por su relación con la distribución de la renta nacional. El hecho de que Green y sus colegas (líderes anticomunistas de la Federación Americana del Trabajo) defiendan la propiedad privada de los medios de producción los caracteriza como burgueses. Si además estos señores defendiesen los beneficios de la burguesía frente a ofensivas por parte de los trabajadores, si dirigiesen una lucha contra las huelgas, contra los aumentos salariales, contra las ayudas a los desempleados, entonces tendríamos una organización de esquiroles, no un sindicato.
En base a estos criterios, CCOO, UGT, CGT y otras burocracias en España ya no pueden ser legítimamente calificadas de sindicatos. Los trabajadores deben liberarse de estas fuerzas policiales de la empresa, construyendo comités de base independientes en una lucha política contra partidos pseudoizquierdistas como Podemos.
(Artículo publicado originalmente en inglés el 4 de diciembre de 2021)