Mientras docentes y estudiantes se movilizan en Estados Unidos, Francia, Italia, Grecia y otros países contra los protocolos oficiales ante la pandemia, el grupo Révolution permanente, vinculado al pablista Nuevo Partido Anticapitalista (NPA) está trabajando para bloquear la lucha por parar los contagios masivos en las escuelas.
Un abismo de clase lo separa del llamamiento del Parti de l’égalité socialiste (PES) por construir comités de base independientes para librar una lucha unida e internacional contra la pandemia. Mientras llama a los docentes a unirse a movilizaciones como la huelga de hoy en las escuelas de Francia, trabaja por atarlos al fracasado marco nacional de las conversaciones sindicales con el presidente Emmanuel Macron.
Aunque exigió promover los paros de un día tras la huelga docente del 13 de enero en Francia, Révolution permanente se abstiene sobre todo de la lucha necesariamente internacional para acabar con la pandemia. Aceptando tácitamente los argumentos de Macron de que hay que aceptar los contagios masivos y “vivir con el virus”, plantea exigencias de unas pocas políticas de mitigación para enlentecer marginalmente la propagación del virus, combinadas con demandas de aumentos de salario. En su artículo “Huelga histórica en la educación: a continuar y profundizar la lucha”, exige más paros de un día en un marco puramente nacional:
Es, ciertamente, cuestión de ‘golpear el hierro mientras esté al rojo’. … Esta es la única manera de conquistar lo que los docentes llevan meses o hasta años exigiendo: un protocolo sanitario que esté a la altura, que contraten suficiente personal a tiempo completo para la educación pública, reducir el tamaño de las clases durante la pandemia, aumentos salariales después de una congelación salarial de diez años, terminar con la reforma del bachillerato de [el ministro de educación Jean-Michel] Blanquer, la reforma universitaria Parcoursup, y la cancelación de los tests en el contexto de una pandemia de dos años, que condena a los estudiantes a una selección de su futuro basada en la clase.
Un “protocolo sanitario que esté a la altura”, sin embargo, solo puede significar uno que acabe con la pandemia de COVID-19. Más de 18 millones de personas han muerto en todo el mundo por el virus, 1,5 millones en Europa y 127.000 en Francia; cada semana se cobra la vida de más de 1.000 personas en Francia y de 20.000 en Europa. Los docentes en huelga han descrito a los niños que van a la escuela aterrorizados ante la posibilidad de contagiar a sus padres y abuelos o traumatizados por la experiencia de transmitir un virus que mató a sus seres queridos. No se conoce el impacto del virus a largo plazo, que sigue presente en el cerebro y otros órganos vitales de los niños.
Dada la transmisibilidad por el aire y el alto contagio de la variante ómicron, reducir el tamaño de las clases durante la pandemia, como pide Révolution permanente, no parará la pandemia. Después de que Francia publicara casi 500.000 casos durante dos días consecutivos, cerca de 5,5 millones de personas, o el 8 por ciento de la población de Francia, están ahora enfermas de COVID-19. Con protocolos de aislamiento relajados para que los empleadores puedan obligar a los enfermos a volver a trabajar, el virus seguirá circulando masivamente por la sociedad, incluso en las escuelas, aunque los estudiantes se sienten un poco más lejos unos de otros en las aulas.
La única manera de parar la circulación masiva del virus es un confinamiento internacional, cerrando la producción no esencial y pasando a la educación en línea. A diferencia del confinamiento estricto en Francia durante los primeros meses de la pandemia, esto requiere un apoyo financiero extensivo para los trabajadores y los pequeños negocios afectados por el confinamiento; inversión masiva en educación en línea; y rastreos de contactos al terminar los confinamientos, para impedir que resurja el contagio y aplicar una política de cero covid.
Révolution permanente guarda un silencio ensordecedor sobre el hecho de que varios países del Asia-Pacífico como China, Taiwán y —hasta que capituló a las exigencias de los bancos— Nueva Zelanda aplicaron una política de cero covid. Esta tuvo éxito en parar la pandemia en unos pocos meses y en parar los rebrotes de los virus traídos desde el extranjero. La población china de 1.400 millones sufrió menos de 5.000 muertes, mucho menos trastorno económico, y muchas menos limitaciones a los desplazamientos personales que la europea.
Révolution permanente calla sobre la necesidad de poner fin a la pandemia, no porque sea imposible, sino porque ello entra en conflicto con la orientación política y los intereses materiales que defiende. Proponiéndose crearse un nicho en la burocracia sindical pequeñoburguesa francesa, y trabajar dentro del marco de sus negociaciones con el Estado capitalista, plantea la ficción política de que estas burocracias están movilizando a la clase trabajadora en lucha contra Macron.
Llamando a “amplificar el movimiento, organizando y ampliando asambleas de huelguistas a nivel local”, escribe:
De manera más general, debemos buscar construir y exigirle a la dirección sindical un plan de batalla para todo el mundo laboral, entre otras cosas con la perspectiva de construir un paro de un día que sea tan masivo como sea posible el 27 de enero. Tenemos todo por ganar de tal empalme. … Aunque las huelgas son por el salario, y las ganancias corporativas están explotando, debemos insistir en la necesidad de un aumento salarial para todos. Finalmente, una estrategia sanitaria alternativa a la propuesta por el gobierno debe imponerse urgentemente, controlada por los trabajadores y la población, no a las órdenes de la federación empresarial Medef.
No tiene sentido pedirle a la burocracia sindical un “plan de batalla” contra el gobierno de Macron. Después de la participación masiva en la huelga nacional del 13 de enero, los funcionarios sindicales dijeron solo que intentarían asegurarse de que Blanquer cumpliera su promesa de dar unas pocas mascarillas N95 más al personal más vulnerable y contratar unos pocos más profesores suplentes. No propusieron ningún plan para siquiera enlentecer la marea de contagios de COVID-19 que arrasa las escuelas, mucho menos parar los destrozos causados por la pandemia.
Los sindicatos simplemente trabajaron para venderle al público las políticas del gobierno de Macron, que ya ha rechazado de plano la enseñanza en línea. Hay que poner en pie asambleas de huelguistas, es decir, comités de base responsables ante los trabajadores, para luchar contra las políticas de Macron de austeridad y contagio masivo. Sin embargo, solo se las puede construir sobre una base internacional, independientes de las burocracias sindicales nacionales, y en lucha consciente y abierta por el socialismo contra el sistema capitalista.
El PES, la sección francesa del Comité Internacional de la Cuarta Internacional (CICI), insiste en que luchar contra la pandemia requiere en última instancia un rechazo consciente de las políticas pequeñoburguesas de grupos como el NPA, Révolution permanente y sus afiliados argentinos, el morenista Partido de los Trabajadores Socialistas y los sitios web de Izquierda Diario.
Como la Primera Guerra Mundial —que solo pudo ser parada tras la Revolución de Octubre de 1917 en Rusia y los levantamientos revolucionarios de la clase trabajadora alemana en 1918— la pandemia es un acontecimiento desencadenante en la historia mundial. La incapacidad de las élites gobernantes europeas de aplicar una política científica contra el COVID-19 está ligada con su crisis profunda e insoluble del sistema capitalista que solo puede ser parada por su derrocamiento en una lucha de la clase trabajadora internacional por el socialismo.
La aristocracia financiera reaccionó a la pandemia exigiendo rescates estatales masivos en Estados Unidos, Gran Bretaña y la eurozona, para transferir la riqueza pública directamente a sus bolsillos. Mientras que solo los milmillonarios europeos añadieron más de un billón de dólares a su riqueza en el primer año de la pandemia, estas sumas fueron financiadas por aumentos masivos de la deuda pública. La deuda soberana ha alcanzado ahora un insostenible 116 por ciento en Francia, 122 por ciento en España y 155 por ciento en Italia.
En tales condiciones, una lucha por conquistas salariales por parte de los docentes y amplias capas de trabajadores implica un choque directo con los parásitos financieros súper ricos que dominan la sociedad y sus defensores en la maquinaria estatal capitalista.
Hay que sacar las lecciones políticas críticas de la experiencia de los aliados griegos del NPA, SYRIZA (la “coalición de la izquierda radical”). Después de que la Unión Europea (UE) impusiera una enconada austeridad que infló la deuda pública griega a los nivels alcanzados ahora por las principales economías europeas, SYRIZA, una coalición de estalinistas y aliados del pseudoizquierdista británico Socialist Workers Party (SWP), fue elegido en 2015. Aclamado por el NPA, prometió acabar con la austeridad de la UE.
SYRIZA, atada al nacionalismo y la burocracia sindical griega, estaba aterrada sin embargo por las demandas de la clase trabajadora que iban mucho más allá de lo que podía aceptar. En solo unos pocos meses, repudió sus promesas electorales, se alineó con la UE y la burguesía griega, e impuso decenas de miles de millones de euros en nuevos recortes sociales. Procedió a armar a Arabia Saudita para su guerra sangrienta en Yemen, puso en pie campos de detención para los refugiados en las islas griegas, y —por si acaso— declaró que compartía “principios democráticos comunes” con el entonces presidente de EEUU, el milmillonario Donald Trump.
Está surgiendo un movimiento poderoso entre los trabajadores y los jóvenes a nivel mundial contra un virus que no entiende de fronteras y no necesita pasaporte, y que solo puede ser parado a nivel mundial. Armar a este moviemiento con la consciencia política y el programa que necesita para parar la pandemia y subordinar la economía a las necesidades cruciales de la sociedad requiere una ruptura con las fuerzas de la pseudoizquierda que, como SYRIZA antes que ellos, encubrieron la capitulación de la élite gobernante ante el virus.
El CICI está llevando a cabo una Investigación Obrera Global de la Pandemia de COVID-19 para armar a los trabajadores con una comprensión científica de la pandemia, la reponsabilidad de la clase gobernante, y cómo puede ser parada. Luchar por parar la pandemia e imponer políticas científicas, sin embargo, depende de la formación de comités de base independientes que rompan con la orientación de las burocracias sindicales y con Révolution permanente de negociar con Macron, y asuman una lucha internacional por el socialismo.
(Publicado originalmente en inglés el 20 de enero de 2022)