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Perspectiva

Según aumenta la inflación, los sindicatos imponen recortes a salarios reales

El aumento en los precios ha persistido a lo largo de enero en EE.UU., alcanzando la mayor inflación en cuatro décadas. La inflación anual es de 7,5 por ciento, lo que está devastando los presupuestos de los hogares de clase trabajadora, que se enfrentan a aumentos fuertes en el coste de los alimentos, la gasolina, el combustible para calefacción y oras necesidades básicas.

Los precios de combustibles en una estación de gasolina en Vernon Hills, Illinois, 11 de junio de 2021. Las acciones en el sector energético siguieron aumentando su precio durante la caída general del mercado en enero de 2022 y se espera que sigan aumentando en la medida en que el precio del petróleo se mantenga alto y en que sigan las preocupaciones de que aumenten las tasas de interés (AP Photo/Nam Y. Huh, archivo)

Se está produciendo una tendencia similar en todo el mundo. En la Eurozona, la inflación alcanzó 5,1 por ciento, el nivel más alto desde que se iniciaron los registros en 1997.

La inflación significa que los salarios de los trabajadores están cayendo abruptamente en términos reales. El aumento salarial anual promedio en EE.UU. fue de tan solo 4,5 por ciento en 2021, según la Oficina del Censo. Los salarios reales de los trabajadores sindicalizados aumentaron en promedio tan solo 3,3 por ciento, significativamente menos que la tasa para los trabajadores no sindicalizados, en la medida en que los trabajadores firmaron una serie de acuerdos multianuales que restringieron los aumentos salariales a un nivel mucho menor que la inflación.

El aumento de precios en ciertas mercancías es impactante. El índice de precios de la energía subió un 27 por ciento anual, mientras que los precios de los alimentos subieron un 7 por ciento. Los precios de la carne, las aves y los huevos subieron un 12,2 por ciento, el gas natural por tuberías un 23,9 por ciento y la electricidad un 10,7 por ciento. La gasolina subió un 40 por ciento. En el centro del país, en medio de un típico invierno amargo, se produjeron aumentos de precios aún más pronunciados, con el gas natural subiendo un 31,1 por ciento. Las interrupciones en la cadena de suministro provocaron un aumento del 12,2 en los precios de los coches nuevos y un enorme incremento del 40,5 por ciento en el precio de los coches usados.

El aumento de los precios se produce cuando se han retirado todas las ayudas que quedaban, incluidas las moratorias de desahucio y los créditos fiscales de 300 dólares mensuales por hijo, un salvavidas para las familias de clase trabajadora con dificultades. La eliminación de esta prestación amenaza con devolver a millones de niños a la pobreza.

El aumento de la inflación es un subproducto de las políticas adoptadas por la clase gobernante en Estados Unidos y Europa en respuesta a la pandemia, que ha incluido el bombeo de billones de dólares a los mercados financieros para apuntalar el valor de las acciones. A las presiones inflacionistas se suman las interrupciones en las cadenas de suministro debido a la negativa de los Gobiernos capitalistas a aplicar medidas eficaces de salud pública para acabar con la pandemia.

Como resultado de la subida de la bolsa de valores, las 10 personas más ricas del mundo, incluyendo a Elon Musk, Jeff Bezos y Bill Gates, duplicaron su riqueza combinada durante la pandemia hasta alcanzar 1,5 billones de dólares. Han ganado 1,3 mil millones de dólares al día mientras los profesores y los niños son enviados a escuelas contaminadas por el COVID y los trabajadores son enviados a fábricas igualmente peligrosas para generar ganancias para los ricos.

Las ganancias de las empresas también están aumentando. Tanto Ford como GM obtuvieron enormes beneficios: Ford informó de $17,9 mil millones en ingresos netos para 2021 y GM informó de un récord de $10 mil millones. Estos aumentos tuvieron lugar mientras el COVID-19 enfermaba a miles de personas y mataba a decenas de trabajadores en las plantas de automóviles.

Con el crudo a $90 dólares y los precios del petróleo y el gas en el nivel más alto de los últimos siete años, ExxonMobil, Shell, BP y Marathon obtuvieron beneficios combinados de $73 mil millones en 2021 y están gastando decenas de miles de millones en la recompra de acciones para enriquecer aún más a sus principales accionistas. Al mismo tiempo, las compañías petroleras exigen que 30.000 trabajadores de las refinerías de petróleo acepten una propuesta salarial “definitiva” de entre el 2 y 3 por ciento anual durante los próximos tres años.

La entrega masiva de riqueza a los ricos requiere la explotación cada vez más brutal de los trabajadores para devolverla. Los sindicatos desempeñan un papel central en esto.

Los sindicatos han impuesto una serie de contratos multianuales con aumentos salariales muy por debajo de la tasa de inflación, garantizando que los trabajadores paguen el coste del aumento de los precios mediante recortes en los salarios reales. Para ello, los sindicatos han intervenido para evitar las huelgas o, cuando esto no ha sido posible, para mantener a los trabajadores aislados para desgastar su resistencia.

En el caso de los trabajadores de Volvo Trucks en Virginia, el sindicato United Auto Workers acordó un contrato de seis años de duración, que incluía aumentos salariales inferiores al 2 por ciento anual para los trabajadores mejor pagados. Con la actual tasa de inflación del 7,5 por ciento, esto significa un recorte de los salarios reales de casi el 30 por ciento durante la vigencia del contrato.

A los trabajadores de Kellogg's se les impuso un contrato de cinco años con aumentos salariales del 3 por ciento anual, lo que equivale a un recorte de los salarios reales de más del 20 por ciento durante la vigencia del contrato. Los trabajadores de Nabisco quedaron atrapados en un acuerdo de cuatro años que incluía aumentos salariales de entre el 2 y el 2,5 por ciento. Esto significa que en solo cuatro años, con la tasa de inflación actual, los trabajadores verán casi una quinta parte de su salario consumida por el aumento de los costes.

Los trabajadores de autopartes de Dana obtuvieron un acuerdo de cuatro años y medio con aumentos salariales por adelantado que rápidamente se verán erosionados por el aumento de los precios.

Los sindicatos están involucrados en una conspiración con la Administración de Biden y los empresarios para imponer contratos ampliados que garanticen enormes recortes en los salarios reales a medida que la inflación se dispara. A cambio de estos engaños, los sindicatos están siendo reforzados por la Administración Biden en un intento de frenar la creciente ola de oposición de la clase trabajadora a la agenda de la clase gobernante de guerras en el extranjero y austeridad en casa.

Cada vez más, los contratos proempresariales son rechazados por márgenes del 90 por ciento, como en Volvo, Dana y John Deere. En Deere, la gerencia se sintió obligada a restablecer un acuerdo sobre el coste de la vida, provocando una respuesta airada y asustada de publicaciones empresariales como el Wall Street Journal, que advirtió de una “espiral de precios salariales”. Recientemente se ha hablado de medidas para reducir las demandas salariales, como la subida brusca de los tipos de interés para hacer subir el desempleo.

El hecho de que los aumentos salariales promedio de los trabajadores sindicalizados en los EE.UU. se hayan mantenido por debajo de los aumentos salariales promedio a nivel nacional es de enorme importancia y confirma la evaluación realizada por el World Socialist Web Site y el Comité Internacional de la Cuarta Internacional (CICI) sobre el papel transformado de los sindicatos.

Escribiendo en 1937, el revolucionario ruso y fundador de la Cuarta Internacional, León Trotsky, escribió que si los dirigentes de los sindicatos “defendieran los ingresos de la burguesía de los ataques de los trabajadores; si llevaran a cabo una lucha contra las huelgas, contra el aumento de los salarios, contra la ayuda a los desempleados, entonces tendríamos una organización de esquiroles, y no un sindicato”.

Este es precisamente el papel que desempeñan ahora los “sindicatos”. Estos agentes de la patronal, conformando una policía laboral, han abandonado incluso la limitada función de defensa de los trabajadores y ahora actúan directamente a instancias de la gerencia y del Estado.

El año pasado, el CICI fundó la Alianza Internacional Obrera de Comités de Base (AIO-CB) para proporcionar un programa y una estructura organizativa a los trabajadores que luchan por liberarse de la camisa de fuerza de los sindicatos y la gerencia.

La lucha por defender el nivel de vida de los trabajadores contra la inflación forma parte de una batalla más amplia contra el sistema capitalista global. Está ligada a la lucha contra la criminal e incompetente respuesta de los Gobiernos capitalistas de todo el mundo a la pandemia, que a cada paso han subordinado la protección de la vida humana al lucro empresarial.

La AIO-CB se basa en un programa de lucha de clases sin concesiones, no de colaboración de clases. Aunque está abierta a amplios sectores de trabajadores, está guiada por una perspectiva socialista dirigida a acabar con la explotación y reorganizar la producción sobre una base superior y humana para atender las necesidades humanas, no las ganancias empresariales.

Los comités de base en las fábricas, las escuelas y los lugares de trabajo, dirigidos por los propios trabajadores de forma democrática, pueden servir como punto central para una amplia lucha contra el asalto a los niveles de vida y a la propia vida y salud de los trabajadores durante la pandemia.

(Publicado originalmente en inglés el 10 de febrero de 2022)

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