Mientras la fiebre bélica se apodera de las élites gobernantes imperialistas tras la invasión rusa de Ucrania, el Nuevo Partido Anticapitalista (NPA) pablista de Francia y sus afiliados internacionales están emitiendo declaraciones antirrusas que no se distinguen de la propaganda de la CIA. Están agitando irresponsablemente una fiebre bélica que podría conducir a un conflicto entre potencias con armas nucleares.
La página web internacional pablista Punto de Vista Internacional (International Viewpoint), el semanario de la NPA L’Anticapitaliste y la página web vinculado a Podemos en España, Viento Sur, publicaron una declaración sobre la guerra del profesor Gilbert Achcar. El profesor Achcar de la Escuela de Estudios Africanos y Orientales de Londres y asesor asalariado del ejército británico aplaudió las intervenciones militares de la OTAN en Libia y Siria. Su declaración, titulada “Memorándum sobre una posición antiimperialista radical a propósito de la guerra en Ucrania”, argumenta que una derrota militar de Rusia es esencial para la paz mundial. Comienza diciendo lo siguiente:
El destino de la invasión rusa de Ucrania determinará la propensión de todos los demás países a la agresión. Si fracasa, el efecto sobre todas las potencias mundiales y regionales será de una fuerte disuasión. Si tiene éxito, es decir, si las botas de Rusia logran 'pacificar' a Ucrania, el efecto será un cambio importante en la situación mundial hacia una ley de la selva sin límites, envalentonando al propio imperialismo estadounidense y a sus aliados para que continúen con su propio comportamiento agresivo.
El Comité Internacional de la Cuarta Internacional, que pública el World Socialist Web Site, se opone a la invasión de Ucrania por parte del presidente ruso Vladimir Putin. Esta invasión divide a la clase trabajadora rusa y ucraniana y ya se ha llevado la vida de miles de personas. Sin embargo, rechazamos la mentira absurda de que una derrota de Rusia por parte de la OTAN inauguraría una era dorada de paz mundial.
La principal fuente de agresión militar en la política mundial no es Rusia, sino las potencias imperialistas de la OTAN. La disolución estalinista de la Unión Soviética en 1991, al eliminar el principal contrapeso militar de las potencias de la OTAN, las liberó para emprender una ola de guerras neocoloniales que se cobraron la vida de millones y obligaron a huir de sus hogares a decenas de millones. Entre los países devastados por estas guerras en los últimos 30 años se encuentran Irak, Somalia, Yugoslavia, Afganistán, Costa de Marfil, Pakistán, Libia, Siria y Malí.
En un conflicto con la OTAN, Rusia no es ni el lado más poderoso ni el más agresivo. El Producto Interior Bruto anual de los países de la OTAN es de alrededor de $40 billones. El de Rusia es de 1,7 billones de dólares. La población de la OTAN es de unos 900 millones con 3,3 millones bajo armas, en comparación con los 144 millones de Rusia con un millón de tropas en servicio activo. Son los bancos de los países de la OTAN los que se están apoderando de los ingresos de exportación de Rusia, y no al revés.
Achcar, sin embargo, respalda las demandas militares y territoriales de la OTAN sobre Rusia, tratando de desorientar a sus lectores con eslóganes emotivos que presentan el apoyo a la OTAN como un deber moral ineludible. “Darles a los que luchan en una guerra justa los medios para luchar contra un agresor mucho más poderoso es un deber internacionalista elemental”, escribe Achcar. Y agrega: “Estamos a favor de la entrega incondicional de armas defensivas a las víctimas de la agresión, en este caso, al Estado ucraniano que lucha contra la invasión rusa de su territorio.”
Es decir, Achcar se está alineando detrás de la provisión por parte de la OTAN de cantidades masivas de armas, misiles antitanques y antiaéreos, e incluso laboratorios de guerra biológica al régimen ucraniano. Está proponiendo una agenda de acción para las fuerzas armadas de las potencias imperialistas de la OTAN.
Además, a medida que las armas de la OTAN inundan Ucrania, es evidente que Ucrania no está librando una guerra defensiva. Más bien, las potencias imperialistas, actuando en conjunto con capas de las fuerzas armadas ucranianas y las milicias nacionalistas de extrema derecha, han elegido Ucrania como escenario para librar una guerra contra Rusia. Achcar sabe esto perfectamente. Lo apoya porque él y todo el medio político del que habla son representantes del imperialismo.
El NPA y sus afiliados representan capas acomodadas de la clase media que, especialmente en los últimos 30 años desde la disolución estalinista de la Unión Soviética, han virado drásticamente hacia la derecha. A medida que los profesores, los burócratas sindicales y los profesionales de las organizaciones pablistas se hicieron más prósperos, se alinearon cada vez más con el Estado y las fuerzas armadas imperialistas. El hecho de que los partidos pablistas den la tarea de responder a estos hechos a Achcar, un operativo imperialista y asesor a sueldo del ejército británico, habla de su carácter esencialmente derechista.
La tarea de un partido marxista, frente al peligro de una guerra mundial, es unir a los trabajadores internacionalmente contra la propaganda bélica en la que la clase dominante trata de ahogar a la opinión pública de todos los países. Desenmascarar las falsificaciones históricas y las mentiras políticas que utilizan cada clase dominante para abogar por la guerra arma a la clase obrera para intervenir, como lo hicieron los bolcheviques en la revolución de octubre de 1917 en Rusia durante la Primera Guerra Mundial, para detener la guerra y derrocar el orden social que la originó.
Achcar, por otro lado, respalda la guerra como una lucha noble por la libertad de Ucrania de Rusia:
[D]ebemos exigir no sólo el cese de la agresión, sino también el retiro inmediato e incondicional de las tropas rusas de Ucrania. La exigencia del retiro ruso se aplica a cada centímetro cuadrado de territorio ucraniano —incluyendo el territorio invadido por Rusia en 2014. Cuando hay una disputa sobre la pertenencia de cualquier territorio en cualquier parte del mundo —como Crimea o las provincias orientales de Ucrania, por ejemplo— nunca aceptamos que el mismo se resuelva por la fuerza bruta y la ley del más fuerte, sino siempre y únicamente por el libre ejercicio por parte de los pueblos afectados de su derecho a la autodeterminación democrática.
En realidad, uno no puede determinar qué causó y quién es responsable de la guerra simplemente preguntando quién disparó el primer tiro. La promoción de este conflicto como una “guerra justa” contra Rusia de Achcar, arrancando la guerra de su contexto histórico e internacional, es una falsificación política. Si bien afirma que sus demandas son 'internacionalistas radicales', de hecho, solo exige que la OTAN continúe con su política de guerra actual: verter cantidades masivas de armas en Ucrania para atar a Rusia en una guerra sangrienta que Washington y sus aliados europeos de la OTAN han estado preparando durante mucho tiempo.
Achcar falsifica los orígenes del conflicto ruso-ucraniana
El escrito de Achcar para apoyar a la OTAN contra Rusia en una guerra en Ucrania tiene sus raíces en un tejido de mentiras. El conflicto por Crimea y el este de Ucrania que comenzó en 2014 no fue, como escribe Achcar, el resultado de una invasión rusa. Surgió del golpe de Estado de la extrema derecha de febrero de 2014 en Kiev, apoyado por el NPA y sus afiliados internacionales, que instaló un régimen ucraniano pro-OTAN, no por “autodeterminación democrática”, sino por la fuerza.
Crimea y el este de Ucrania, que la OTAN y Achcar exigen que Rusia regrese a Ucrania, se separaron tras las protestas de Maidán entre noviembre de 2013 y febrero de 2014 en Kiev. Estas protestas se llevaron a cabo en torno a las demandas de que Ucrania se uniera a la Unión Europea (UE).
Las protestas de Maidán se entrelazaron con una operación de cambio de régimen liderada por Estados Unidos y la UE en Ucrania. Funcionarios alemanes y estadounidenses, incluida Victoria Nuland, la actual subsecretaria de Estado para Asuntos Políticos para Eurasia y Europa, llegaron a Kiev para visitar y avivar las protestas. Las protestas de Maidán terminaron en un golpe del grupo neonazi Sector Derecho en febrero de 2014, que llevó al poder al Partido Svoboda de extrema derecha, al partido Udar ('Punch') del boxeador Vitaly Klitschko y al banquero Arseny Yatsenyuk.
Los medios oficiales estadounidenses y europeos ahora saludan rutinariamente las protestas de Maidán como una revolución democrática y descartan los informes sobre el papel de los neonazis en ellas como propaganda rusa. Para establecer lo que ocurrió, por lo tanto, es útil citar al NPA y sus aliados, quienes apoyaron y se unieron a las protestas de Maidan y no pueden ser acusados de tener prejuicios contra ellas.
Desde Maidán, los afiliados ucranianos del NPA informaron que las protestas fueron lideradas por la extrema derecha. Su declaración, titulada 'Una revuelta de masas por la democracia' y escrita por Zakhar Popovych, declaraba: “los primeros ataques contra la policía antidisturbios del Berkut fueron organizados principalmente por los neonazis del Sector de Derecha, quienes son aún más radicales que el movimiento de extrema derecha Svoboda'. Añadió que 'la de gente en Maidán eran mayormente ucranoparlantes provenientes de villas en Ucrania occidental”.
El líder de los aliados rusos del NPA, Ilya Budraitskis del Movimiento Socialista Ruso, respaldó la orientación de Popovych. Dijo lo siguiente: “Entiendo perfectamente que mi razonamiento puede parecer muy endeble, pero me parece que esta discusión –sobre la necesidad y la posibilidad de un ‘Sector de izquierda’ y su lucha por la hegemonía en el movimiento de protesta– no solo es importante en el contexto actual de Ucrania, sino también de cara al futuro, en el que tendremos que afrontar unas circunstancias similares (si no peores).”
Igualmente, el NPA respaldó el golpe de Maidán, declarando: “Si bien las principales fuerzas organizadas son, por ahora, de derecha y extrema derecha, apoyamos a las fuerzas sociales y políticas que están tratando de construir una oposición de izquierda dentro de ese movimiento”. Con un cinismo asombroso, el NPA tomó esta posición, aunque admitiendo que el “movimiento en sí no tiene un programa progresista sobre cuestiones democráticas, nacionales y sociales”, y prediciendo que conduciría a la “desintegración del país”.
La predicción del NPA de que el golpe de Kiev desencadenaría una guerra civil no requería, en verdad, una gran perspicacia. Las políticas del nuevo régimen lo hicieron casi inevitable. El Partido Svoboda, que el Parlamento de la UE había condenado en 2012 por promover el odio étnico, había esbozado una política genocida en las zonas ruso hablantes de Crimea y el este de Ucrania. En su sitio web, Svoboda había declarado:
Para crear una Ucrania verdaderamente ucraniana en las ciudades del este y del sur... necesitaremos cancelar el parlamentarismo, prohibir todos los partidos políticos, nacionalizar toda la industria, todos los medios, prohibir la importación de cualquier literatura a Ucrania desde Rusia... reemplazar por completo los líderes de la administración pública, la gestión educativa, el ejército (especialmente en el este), liquidar físicamente a todos los intelectuales de habla rusa y a todos los ucranófobos (rápido, sin un disparo de prueba. Cualquier miembro de Svoboda puede registrar ucranófobos aquí), ejecutar todos los miembros de los partidos políticos antiucranianos.
Una vez en el poder, Svoboda y los demás partidos golpistas atacaron Crimea y Donbás en el este de Ucrania. El nuevo régimen de Kiev respaldó a milicias de extrema derecha como Sector Derecho, el Batallón Azov y la Guardia Nacional de Ucrania, que organizaron redadas en el este de Ucrania y asesinatos masivos de manifestantes anti-Kiev en Odessa y Mariupol. Bajo estas condiciones, las áreas de habla rusa de Ucrania (Crimea y Donetsk y Lugansk en el Donbás) se separaron.
En Crimea, una región de habla rusa, se aprobó la reincorporación de la península a Rusia a través de referéndum con un 97 por ciento de votos a favor, con una participación de votantes del 83 por ciento. Rusia no necesitaba invadir Crimea, como escribe Achcar. El ejército ruso había arrendado la base naval de Sebastopol a Ucrania desde la disolución de la Unión Soviética, y sus fuerzas desarmaron rápidamente a algunas tropas leales a Kiev. Crimea había formado parte de Rusia durante siglos antes de que fuera transferida a Ucrania en 1954, cuando la decisión no tenía gran importancia práctica, ya que tanto Ucrania como Rusia formaban parte de la Unión Soviética.
Desde 2014, los combates en la región de Donbás en el este de Ucrania han continuado con breves interrupciones. Este año, Putin decidió invadir en medio de un estallido de combates en el Donbás y las amenazas de la OTAN de incluir a Ucrania en la alianza de la OTAN, lo que podría allanar el camino para el despliegue de misiles de la OTAN y armas biológicas e incluso nucleares en Ucrania.
Todo esto, por supuesto, es bien conocido por Achcar y los líderes del NPA y sus aliados. Su decisión de ocultar los orígenes fascistoide y apelar al asesinato racial de las fuerzas que apoyan en Ucrania, así como promover la OTAN a pesar del peligro de una guerra mundial que surge de sus políticas, expone su papel totalmente reaccionario.
Han pasado 69 años desde que los ancestros políticos de las organizaciones pablistas se separaron del Comité Internacional de la Cuarta Internacional (CICI) en 1953, alegando que el estalinismo y el régimen soviético proporcionarían liderazgo revolucionario a la clase obrera durante siglos. Habiendo roto con la política de la clase trabajadora, han evolucionado como grupos pequeñoburgueses durante décadas. Después de la disolución de la Unión Soviética, se reorientaron rápidamente hacia la OTAN: el predecesor del NPA, la Liga Comunista Revolucionaria, ayudó a llevar suministros a las fuerzas pro-OTAN en Bosnia en 1995.
Hoy en día, desempeñan principalmente el papel de desorientar a capas de votantes y de trabajadores que podrían convertirse en la base de un movimiento de izquierda y desorientarlos con propaganda derechista como la actual histeria antirrusa. La tarea de construir un movimiento contra la guerra y el peligro de una guerra mundial nuclear requiere de una oposición irreconciliable a la política reaccionaria del pablismo.
(Artículo publicado originalmente en inglés el 10 de marzo de 2022)