El martes, el presidente estadounidense Joe Biden acusó a Rusia de llevar a cabo un genocidio en Ucrania. En una declaración posterior a reporteros en Iowa, añadió, “Lo llamo genocidio porque se ha vuelto cada vez más evidente que Putin está intentando únicamente borrar hasta la idea de ser ucraniano”.
La acusación de Biden de que Rusia está llevando a cabo un genocidio procura envenenar la opinión pública y fomentar el odio popular hacia Rusia. Fue un pretexto abierto para el anuncio que la Casa Blanca haría el día siguiente de que EE.UU. enviará helicópteros de ataque y cientos de vehículos acorazados a Ucrania en la mayor escalada de la participación militar de EE.UU. en la guerra hasta la fecha.
Las armas enviadas a Ucrania incluyen 300 “drones kamikaze” conocidos como “Switchblades”, 300 vehículos acorazados y 11 helicópteros Mi-17, así como minas terrestres, miles de armas antitanques y equipo de protección antinuclear.
Anunciando esta acción, el Pentágono declaró: “Estados Unidos se ha comprometido a entregar más de $3,2 mil millones en asistencia de seguridad a Ucrania desde el inicio del Gobierno de Biden”. Esto incluye $2,6 mil millones en solo las últimas seis semanas.
El miércoles, un reportero le preguntó a la portavoz de la Casa Blanca, Jen Psaki, “¿Es política de EE.UU. que se ha perpetrado un genocidio en Ucrania o esas son las creencias personales del presidente?”. Psaki respondió, “Nuestro objetivo actual se evidencia por el enorme envío de ayuda militar que hemos anunciado hoy”.
Este intercambio es revelador precisamente porque pone la realidad completamente de cabeza. Según las declaraciones de la Casa Blanca, el envío sin precedentes de armas a Ucrania rinde testimonio de la certeza de EE.UU. de que Rusia está perpetrando un “genocidio”.
La realidad es exactamente lo opuesto: la acusación contra Rusia es una mentira para justificar una escalada militar. Primero, se elaboraron los planes de guerra. Segundo, se hicieron las acusaciones para justificarlos.
El mensaje que se está enviando al Gobierno ruso es que, como ocurre con las acusaciones similares de “genocidio” contra Yugoslavia, Irak y Libia, EE.UU. está poniendo a Rusia en la mira para una guerra y cambio de régimen.
El World Socialist Web Site escribirá otros artículos sobre los orígenes históricos del término “genocidio”. Basta aquí con decir que el uso del término, el cual se originó para caracterizar el exterminio sistemático de 6 millones de judíos europeos a manos de la Alemania nazi, para describir los eventos en Ucrania es un absurdo político.
Hasta el 3 de abril, Naciones Unidas informó de la muerte de 1.842 civiles en Ucrania durante la guerra. En contraste, durante el Holocausto en Ucrania, entre 1,2 y 1,6 millones de judíos fueron asesinados por el régimen nazi.
Incluso si todas las acusaciones de Estados Unidos contra Rusia fueran ciertas, palidecerían en comparación con el enorme número de muertos de la invasión estadounidense de Irak, que se calcula que provocó la muerte de más de un millón de personas, y en la que las tropas estadounidenses fueron fotografiadas cometiendo torturas, asesinatos e innumerables atrocidades.
Estados Unidos pretende utilizar el término “genocidio”, que está tan cargado de emociones, para generar apoyo popular a una escalada catastrófica de la guerra.
La ridícula declaración de que el rápido aumento de los precios de los bienes de consumo básicos en Estados Unidos es “el alza de precios de Putin” se basa en consideraciones similares. A Biden le gustaría que la población estadounidense ignorara el hecho de que la inflación, que comenzó a aumentar bruscamente antes de la guerra, es el producto de la impresión de billones de dólares para rescatar a los ricos.
En cuanto al impacto de la guerra, que ha provocado una fuerte subida de los precios de los alimentos que amenaza con provocar una hambruna mundial, son Estados Unidos y las potencias de la OTAN los que se han dedicado a frustrar cualquier acuerdo negociado para ponerle fin.
La campaña de propaganda es omnipresente, e implica al Gobierno, a los medios de comunicación y a todas las instituciones del poder estatal. Las acusaciones hechas por los Gobiernos de Ucrania y Estados Unidos, o incluso por las milicias abiertamente fascistas como el Batallón Azov, se presentan como si fueran innegables siempre que entran en conflicto con las declaraciones de los funcionarios rusos, las cuales se tratan como si fueran innegablemente falsas.
Si bien Biden no señaló a las acciones específicas que justifican su cargo de “genocidio”, su anuncio estuvo precedido por una campaña mediática de una semana en la que se acusaba a Rusia de masacrar a civiles en Bucha, a las afueras de Kiev, y de un ataque con misiles contra civiles en una estación de tren en Kramatorsk.
En cada caso, no hubo pruebas definitivas de que fuera Rusia, y no las fuerzas ucranianas, la responsable de los ataques. Sin embargo, los medios de comunicación estadounidenses han declarado categóricamente que ambas acciones fueron medidas deliberadas para matar a civiles y autorizadas por el Kremlin, y que las negaciones rusas son mentiras.
Por citar solo uno de los innumerables ejemplos, un informe del New York Times afirmaba el martes que el presidente ruso Vladímir Putin “calificó falsamente de 'falsas' las pruebas de las atrocidades rusas en un suburbio de Kiev”. ¿En qué se basa el Times para hacer esta afirmación, aparte de las declaraciones de los funcionarios ucranianos y estadounidenses?
Estados Unidos está ampliando sus objetivos de guerra. Comentando sobre el anuncio del último envío de armas, Biden declaró: “El suministro constante de armas de Estados Unidos y sus aliados... ha contribuido a garantizar que Putin fracasara en sus objetivos bélicos iniciales de conquistar y controlar Ucrania. No podemos descansar ahora”.
En lugar de limitarse a “desangrar a Rusia” mediante un conflicto prolongado en Ucrania, Estados Unidos busca una victoria estratégica decisiva, que permita que la guerra se extienda a territorio ruso y conduzca a un posible cambio de régimen en Rusia.
Ya existe un estado de guerra de facto con Rusia, con Ucrania como intermediario. Los medios de comunicación también han revelado la existencia de un “equipo tigre” dentro de la Casa Blanca que planea un conflicto militar directo entre Estados Unidos y Rusia. En un discurso pronunciado en Varsovia el mes pasado, Biden declaró que la guerra sería el comienzo de un “nuevo orden mundial”, que Estados Unidos “lideraría”.
Los preparativos de la Administración de Biden para la guerra se caracterizan por ilusiones y locura. La Casa Blanca cree que la guerra es un medio para salir de la desastrosa crisis social a la que se enfrenta el capitalismo estadounidense. En realidad, la guerra solo intensificará aún más la crisis y estimulará la oposición social en la clase obrera.
(Publicado originalmente en francés el 13 de abril de 2022)