Este es el reporte de Tomas Castanheira en el Mitin Internacional En Línea del Primero de Mayo de 2022. Castanheira es un miembro líder del Grupo Socialista por la Igualdad en Brasil. Puedes ver todos los discursos aquí: wsws.org/mayday.
En este histórico Primero de Mayo, el Comité Internacional de la Cuarta Internacional llama a la clase obrera de todos los países a que se una en una lucha internacionalmente unificada contra la guerra imperialista, la interminable pandemia de COVID-19, y la verdadera causa de ambas: el sistema capitalista en putrefacción.
En nombre del Grupo Socialista por la Igualdad de Brasil, insto a los trabajadores y a la juventud brasileña y latinoamericana a unirse a esta lucha. Solo la colaboración entre la clase obrera de los países oprimidos y los imperialistas, basada en la perspectiva del socialismo internacional, puede derrocar al imperialismo en todo el mundo y garantizar el desarrollo de toda la humanidad.
En los últimos años, en todos los países, la clase capitalista ha sido expuesta como totalmente incapaz de continuar su dominio sobre la sociedad. En América Latina, una región de extrema desigualdad social, los multimillonarios se han multiplicado en medio de la pandemia mientras que las masas han retrocedido décadas en su nivel de vida.
Aunque se estima que el impacto de la guerra en Ucrania en los precios de los combustibles y los alimentos será responsable de mantener a más de 10 millones de latinoamericanos en la pobreza, la élite financiera especula con las oportunidades de beneficio que abre la guerra. “Hay varios países que importan los mismos productos de Rusia y Ucrania que de América Latina y el Caribe. “Aprovechémonos de ello”, declaró el presidente del Banco Interamericano de Desarrollo (BID).
Las ilusiones fomentadas por los representantes de la burguesía latinoamericana y sus medios de comunicación que son capaces de jugar desde la distancia con el fuego de la guerra imperialista indica que la clase obrera necesita urgentemente tomar las riendas de la situación.
Una nueva guerra mundial, a una escala incomparable con las dos guerras anteriores, pondrá necesariamente a América Latina en el mapa de los conflictos. Estados Unidos considera que la guerra por delegación que libra con Rusia en Ucrania como la primera fase de una escalada militar contra China. Y la dependencia de China de las materias primas producidas por países como Brasil, Chile, Perú y Argentina, así como sus inversiones en los mercados de América Latina, son puntos estratégicos en los cálculos de guerra de las potencias imperialistas.
La última gran guerra mundial trajo aparejada la irrupción del imperialismo estadounidense en la escena mundial. En el “Manifiesto de la Cuarta Internacional sobre la guerra imperialista y la revolución proletaria” escrito en 1940, Trotsky señaló que el monstruoso armamento de los Estados Unidos preparó una resolución violenta de las complejas contradicciones en el hemisferio occidental. La política de “buena vecindad” de Estados Unidos en América Latina sería rápidamente reemplazada por una dominación de puño de hierro.
Estas predicciones se confirmaron trágicamente en la posguerra. Promoviendo intervenciones, golpes de Estado y dictaduras militares brutales –el golpe de estado en Brasil en 1964; en Chile en 1973; en Argentina en 1976; la guerra de la Contra nicaragüense en la década de 1980 y muchas otras—, el imperialismo estadounidense ahoga en sangre el espíritu revolucionario del joven proletariado latinoamericano.
La nueva guerra imperialista fomentada por EE.UU. es una expresión no de la fuerza del capitalismo estadounidense, sino de su declive histórico. En su periodo de crisis, el poder militar de los Estados Unidos se impone de forma más salvaje y sin escrúpulos en la búsqueda de la dominación mundial.
Pero, parafraseando a Marx, la burguesía imperialista se parece al hechicero que no puede controlar los poderes infernales que ha invocado. Cada acción militar que realiza en su desesperación por mantener el poder genera una nueva y más incontrolable explosión de la lucha de clases.
La destrucción del nivel de vida de las masas bajo el capitalismo está dirigiendo a la clase trabajadora en América Latina y en todo el mundo a un enfrentamiento con el poder burgués dominante.
Como consecuencia inmediata de la guerra en Ucrania, estallaron protestas masivas en Perú contra el aumento de los precios de los combustibles. Las mismas condiciones están alimentando una ola de huelgas en Brasil en decenas de sectores económicos. Cabe destacar que los trabajadores del CSN desencadenaron una huelga espontánea en la mayor planta siderúrgica del continente. Los trabajadores se enfrentan a las pérdidas impuestas sistemáticamente por los sindicatos desde la última gran huelga en el CSN en 1988.
Estas luchas son solo los primeros indicios de las batallas de clase que están en el orden del día. Siguen a la mayor ola de manifestaciones en décadas, que arrasó con países como Chile, Bolivia, Ecuador, Colombia y Brasil inmediatamente antes y durante la pandemia de COVID-19.
Con una bomba de tiempo social en sus manos, la burguesía latinoamericana va de un gobierno en crisis a otro. Una nueva ola de la “Marea Rosa” en la región nació ya mostrando su cara más reaccionaria al mundo. A apenas meses en el cargo, el líder sindical Pedro Castillo, presidente de Perú, ya tiene en sus manos sangre de manifestantes asesinados por el ejército. En Chile, el pseudoizquierdista Boric está siguiendo el mismo camino, llamando a los odiados carabineros para poner orden en las calles.
Un nuevo gobierno brasileño dirigido por Lula, del Partido de los Trabajadores, no sería diferente. Desafiando al fascista Jair Bolsonaro, que está preparando activamente un golpe electoral según el modelo del golpe de Trump del 6 de enero en Estados Unidos, Lula ha declarado su obsesión, junto con los sindicatos, por garantizar los beneficios de las empresas transnacionales para que se queden en el país.
Los intereses de los trabajadores no serán satisfechos por ninguna de estas falsas alternativas burguesas. ¡Es necesario luchar por la completa independencia política de la clase obrera!
Las condiciones objetivas nunca han sido tan favorables para la revolución socialista internacional. En América Latina y las demás antiguas colonias, la clase obrera es ahora la inmensa mayoría de la sociedad, vive en las grandes metrópolis y está conectada por el proceso de producción capitalista y por Internet a la clase trabajadora de todo el mundo.
La gran tarea a la que nos enfrentamos este Primero de Mayo es transformar estas poderosas condiciones objetivas en un movimiento consciente de la clase obrera internacional contra la guerra, la pandemia y la desigualdad social y por el socialismo internacional. El elemento esencial de este proceso es la construcción del partido mundial de la revolución socialista, el Comité Internacional de la Cuarta Internacional. ¡Únete a esta lucha por el futuro!
(Publicado originalmente en inglés el 3 de mayo de 2022)