Hace ochenta y dos años, el 20 de agosto de 1940, León Trotsky fue asesinado por un agente de la policía secreta estalinista, la GPU, en su casa en Coyoacán, México, donde vivió los últimos tres años de su vida como exiliado político. Trotsky murió al día siguiente de la herida infligida por el asesino, Ramón Mercader.
Este aniversario no marca un intervalo de cinco o diez años que por costumbre le imparte formalmente un significado especial a la conmemoración de eventos históricos. No obstante, la conmemoración de la muerte de Trotsky no requiere una justificación simbólica. La importancia del 82º aniversario de la muerte de Trotsky deriva de la relevancia de su vida como teórico marxista y estratega y líder de la revolución socialista mundial.
Las condiciones políticas de agosto de 1940 se parecen extraordinariamente a las de hoy día. Trotsky se concentró el último día de su vida al estallido de la Segunda Guerra Mundial y las implicaciones para la clase obrera, el movimiento socialista mundial y el futuro de la humanidad. Trotsky, el pensador político más realista de su época, no era proclive a retratar la situación global como muy halagüeña. Lidió de forma brutalmente honesta con la catástrofe que afectaba a la clase obrera como consecuencia de la traición de la Revolución de Octubre por parte de la burocracia estalinista que estaba en el poder en la Unión Soviética y de la pusilanimidad de las organizaciones sindicales procapitalistas lideradas por la socialdemocracia.
Su abundante atención al papel de Ucrania en el futuro de la Unión Soviética y toda Europa demuestra no solo su increíble previsión política sino también los paralelos entre las condiciones de 1940 y la actualidad. Apenas cuatro meses antes del inicio de la Segunda Guerra Mundial, Trotsky advirtió:
La cuestión ucraniana está destinada, en un futuro inmediato, a desempeñar un papel enorme en la vida de Europa. No fue por nada que Hitler planteó la cuestión tan estridentemente de crear una “Gran Ucrania”. Asimismo, no fue por nada que abandonó este tema tan sigilosamente. [1]
Trotsky reconoció la legitimidad de las aspiraciones de las masas ucranianas a la autodeterminación nacional. La formación de la Unión Soviética de Repúblicas Socialistas por parte del Gobierno bolchevique en 1922, cuando Lenin y Trotsky seguían siendo las figuras dominantes, insistió en el carácter voluntario de la Unión y se opuso a cualquier tendencia de subordinar su componente ucraniano a la presión del nacionalismo gran ruso. La Declaración de la Unión y el Tratado de la Unión, fechado 30 de diciembre de 1922, definió la URSS como “una unión voluntaria de pueblos en pie de igualdad” cuya formación sería “un paso decisivo hacia la unión de los trabajadores de todos los países en una Federación Mundial Soviética Socialista”. [2]
Para fines de la década de 1930, los quince años previos de violaciones cada vez más profundas del internacionalismo socialista, así como el terrorismo y despotismo burocráticos habían generado una gran hostilidad entre las masas ucranianas hacia la Unión Soviética y creó una base de apoyo para el renacimiento de las tendencias políticas más reaccionarias. Trotsky escribió:
No queda ni una pizca de confianza y apoyo en las masas de Ucrania occidental hacia el Kremlin. Desde la última “purga” asesina en Ucrania, ninguna persona en occidente quiere ser parte de la satrapía del Kremlin que sigue llevando el nombre de Ucrania soviética. Las masas obreras y campesinas en Ucrania occidental, en Bucovina, en la Ucrania de los Cárpatos están confundidas. ¿A quién recurrir? ¿Qué exigir? Esta situación naturalmente hace que su conducción recurra a las camarillas más reaccionarias ucranianas que manifiestan su “nacionalismo” buscando vender el pueblo ucraniano a un imperialismo u otro a cambio de la promesa de una independencia ficticia. La política de Hitler sobre la cuestión ucraniana se basa en esta trágica confusión. Alguna vez dijimos: si no fuera por Stalin (a saber, la gravísima política del Comintern en Alemania), no habría un Hitler. Podemos añadir: si no fuera por la violación de la ucrania soviética a manos de la burocracia estalinista, no habría una política ucraniana hitleriana. [4]
Tomando en cuenta el paso del tiempo y con los cambios necesarios, el análisis de Trotsky sigue siendo una base histórica indispensable para un entendimiento de la guerra en marcha. La disolución de la Unión Soviética y la creación de un régimen capitalista en Rusia no pueden atraer a la población de Ucrania occidental. Debido al ambiente desmoralizado que acompañó la restauración del capitalismo, la situación política en Ucrania, en palabras de Trotsky, “naturalmente hace que su conducción recurra a las camarillas más reaccionarias ucranianas [Poroshenko, Zelenski y las milicias neonazis] que manifiestan su ‘nacionalismo’ buscando vender el pueblo ucraniano a un imperialismo u otro a cambio de la promesa de una independencia ficticia”. Y, EE.UU. y sus aliados de la OTAN están avanzando sus políticas a partir de las políticas ruinosas y reaccionarias de Putin.
Trotsky llamó a formar una Ucrania socialista independiente. Rechazó con desprecio cualquier afirmación de que la independencia ucraniana podía lograrse, en cualquier sentido políticamente progresista, sobre una base capitalista.
Ucrania es especialmente rica y experimentada en los falsos caminos de la lucha por la liberación nacional. En este ámbito, se ha intentado todo: la Rada pequeñoburguesa y Skoropadski y Petliura y la “alianza” con los Hohenzollern y combinaciones con la Entente. Después de todos estos experimentos, solo quedan cadáveres políticos para seguir generando esperanza en alguna u otra fracción de la burguesía ucraniana como líder de la lucha nacional de liberación. Solo el proletariado ucraniano es capaz de resolver esta tarea—que es revolucionaria en su esencia—y de asumir la iniciativa para resolverla. El proletariado y únicamente el proletariado puede movilizar alrededor suyo a las masas campesinas y a los intelectuales nacionales auténticamente revolucionarios. [4]
La guerra imperialista por delegación en Ucrania está siendo justificada por medio de la más degradada propaganda. Los periodistas chapuceros de la prensa capitalista, que son ignorantes de la historia, cumplen la función de estenógrafos públicos de sus agencias nacionales de inteligencia. La gran mayoría de los académicos, incluso aquellos que han estudiado la historia de Ucrania y Rusia, se alinearon con la histeria militarista. Estos intelectuales servilistas son incapaces de un pensamiento independiente y juicio crítico. Los miembros de las organizaciones pseudoizquierdistas no son mejores y quizás sean peores. Dicen ser socialistas e incluso marxistas mientras ofrecen justificaciones engañosas e hipócritas no solo para las operaciones imperialistas en Ucrania sino también sus preparativos de guerra contra China.
Trotsky nunca se abstuvo en su momento a expresar su desdeño hacia los intelectuales desmoralizados y deshonestos de la clase media que capitularon ante la reacción política. Su intransigencia política se encontraba arraigada en un entendimiento profundo de los procesos históricos y su confianza en el potencial revolucionario de la clase obrera. “La reacción mundial ha asumido proporciones incuestionablemente monstruosas en la actualidad”, escribió en vísperas de la Segunda Guerra Mundial. “Pero, por consiguiente, preparó el terreno para la mayor crisis revolucionaria”.
Estas palabras hacen eco en nuestros tiempos. Ochenta y dos años desde su asesinato, Trotsky, un gigante en la historia del último siglo, guarda una presencia intelectual y política inmensa en las luchas revolucionarias del siglo veintiuno.
(Artículo publicado originalmente en inglés el 20 de agosto de 2022)
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[1] Trotsky, León. “Problem of the Ukraine.” 22 de abril de 1939. https://www.marxists.org/archive/trotsky/1939/04/ukraine.html.
[2] Wade, Rex A. Documents of Soviet History. Gulf Breeze, FL: Academic International Press, 1993. p. 445
[3] Trotsky, León. “Problem of the Ukraine.” 22 de abril de 1939. https://www.marxists.org/archive/trotsky/1939/04/ukraine.html.
[4] ibid