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Perspectiva

Ante “bajas masivas”, Washington se compromete a luchar hasta el último ucraniano

El jueves, el secretario de Estado, Antony Blinken, y el secretario de Defensa, Lloyd Austin, viajaron a Ucrania para prometer que combatirán Rusia hasta el último ucraniano, alentando una ofensiva que las fuerzas estadounidenses advierten discretamente que causará “bajas masivas”.

“Más de seis meses” desde el inicio de la guerra, presumió Blinken, “su contraofensiva está en marcha y demuestra ser efectiva”.

Blinken se refería a la ofensiva instigada por EE.UU. para retomar partes del territorio ocupado por Rusia y que ya ha conducido a un horrendo baño de sangre. Las fuerzas ucranianas afirman que cientos de rusos están siendo asesinados cada día, mientras que el vocero del ejército ruso Igor Konashenkov afirmó: “Durante dos días de ataques sin éxito en Nikolaevo-Krivoy Rog y otras direcciones, las tropas ucranianas perdieron… más de 1,7 mil efectivos ucranianos”.

Militares ucranianos cargan cuerpos de soldados rusos a un vagón refrigerado en Kiev, Ucrania, 13 de mayo de 2022 (AP Photo/Efrem Lukatsky, archivo) [AP Photo/Efrem Lukatsky]

Bajo condición de anonimato, uno de los estadounidenses que está coordinando la campaña militar ucraniana desde el terreno, como parte del “grupo Mozart” paramilitar, le indicó a Newsweek que la ofensiva que planea Ucrania será “muy sangrienta”.

“Hay muchas bajas, sin importar cuánto entrenamiento tengas”, dijo. “No importa cuán preparadas estén tu gente y tus tropas, nadie está preparado nunca para las cifras masivas de bajas”.

De hecho, el Pentágono y sus subordinados en Kiev son indiferentes a las muertes de ucranianos. La contraofensiva, que ha recibido mucha publicidad, involucra ataques contra posiciones defensivas rusas fuertemente protegidas. Los soldados ucranianos se exponen al bombardeo masivo de la artillería y los aviones rusos.

Incluso antes de esta ofensiva, la guerra en Ucrania ya era un desastre para las poblaciones de Ucrania y Rusia. Miles y miles han muerto en ambos bandos. Aproximadamente 6,6 millones de personas han sido desplazadas, mientras más de 5.500 civiles ucranianos han fallecido, según Naciones Unidas.

La vida humana no vale nada para los belicistas de Washington y sus títeres en Kiev. Las mismas personas que se calientan las manos con el fuego en Ucrania han presidido una política de COVID-19 que ha matado a más de un millón de estadounidenses y redujo la esperanza de vida en EE.UU. casi tres años.

Las vidas de los jóvenes ucranianos, muchos de los cuales fueron reclutados forzosamente, están siendo derrochadas como “carne de cañón”, para utilizar la frase acuñada por León Tolstoi.

La temeridad con la que EE.UU. está intensificando la guerra fue resumida a inicios del mes por The Hill bajo el título “Por qué el apoyo de EE.UU. a Ucrania se vuelve más osado”. Su conclusión es que, “El Gobierno de Biden está armando Ucrania con armas que pueden infligir un gran daño a las fuerzas rusas y, a diferencia del inicio de la guerra, los oficiales estadounidenses no se muestran preocupados por la respuesta de Moscú”.

En julio, el ministro de Defensa ucraniano Oleksii Reznikov declaró abiertamente que el país debería verse a sí mismo como “un campo de prueba” para los contratistas militares estadounidenses. “Estamos invitando a los fabricantes de armas para que prueben sus productos nuevos aquí”, dijo.

De hecho, los contratistas militares estadounidenses no solo están “probando” sus productos en Ucrania, sino que están ganando dinero a mansalva. A pesar de una caída del ocho por ciento en el mercado de valores de EE.UU. en el último año, las acciones de Lockheed Martin, el mayor contratista militar, han subido un 20 por ciento en el mismo período, al igual que los precios de las acciones de General Dynamics y Northrop Grumman.

Los fabricantes de armas estadounidenses no solo están lucrando directamente de los miles de misiles, drones y otras armas que se envían a Ucrania, sino también del rearme masivo de los aliados de la OTAN, que han prometido ampliar su gasto militar a niveles récord.

Y no son las únicas empresas estadounidenses que disfrutan de beneficios récord. Dado que Rusia ha reducido drásticamente sus entregas de gas natural a Europa como consecuencia de la guerra, las exportaciones de gas natural de Estados Unidos a Europa se han triplicado, mientras que los precios pagados por los consumidores europeos se han multiplicado por diez en el último año.

Las empresas energéticas estadounidenses obtuvieron el mes pasado las mayores ganancias de su historia: ExxonMobil registró un récord de 17.850 millones de dólares en ganancias trimestrales y Chevron un récord de 11.620 millones de dólares.

En toda la economía estadounidense, los beneficios de las empresas se han disparado hasta el 15,5 por ciento, la cifra más alta registrada desde 1950 y el doble que hace 10 años. Esto se produce en medio de un alza desenfrenada de los precios debido a su manipulación por pate de las empresas, hundiendo el nivel de vida de los trabajadores.

Las empresas estadounidenses lucran de una guerra provocada deliberadamente por Washington y por el Gobierno pro-OTAN de Ucrania, el cual llegó al poder en un golpe de Estado orquestado por Estados Unidos en 2014 en Kiev. A pesar de todas las frases aladas de “democracia” y “soberanía nacional”, el verdadero significado de Ucrania para los estrategas imperialistas de Estados Unidos fue explicado sin rodeos por la embajadora de Estados Unidos en Ucrania Marie Yovanovitch, quien llamó al país un “campo de batalla para la competencia de grandes potencias.”

Desde la base de la Fuerza Aérea de Ramstein, en Alemania, los funcionarios estadounidenses se comprometieron a “poner a los rusos de vuelta en sus talones”. El secretario de Defensa estadounidense, Austin, se jactó de la amplia gama de sistemas de armamento proporcionados por Estados Unidos a Ucrania.

En los últimos tres meses, dijo Austin, Estados Unidos ha enviado más de 126 obuses M77, y añadió: “Hemos multiplicado por más de 18 el número de sistemas de obuses para los defensores de Ucrania”. Añadió que se han enviado 25 lanzadores de misiles de largo alcance a Ucrania, incluyendo los HIMARS. Mark Milley, jefe del Estado Mayor Conjunto de Estados Unidos, se jactó de que “los ucranianos han atacado más de 400 objetivos con los HIMARS”.

Críticamente, mientras se celebraba esta reunión, los funcionarios ucranianos admitieron que la serie de bombardeos en Crimea el mes pasado fueron “ataques exitosos con misiles”, dejando abierta la posibilidad de que se utilizaron los HIMARS suministrados por EE.UU.

Austin dijo que la misión de EE.UU. está “cambiando”, dejando claro que el objetivo de EE.UU. es alargar la guerra el mayor tiempo posible. Se comprometió a “mejorar nuestras bases industriales de defensa” para el “largo plazo”, frase que repitió cinco veces.

En este sentido, se hizo eco de las palabras del secretario general de la OTAN, Jens Stoltenberg, quien escribió a principios de esta semana que la OTAN estaba “haciendo el cambio más fundamental en la disuasión y la defensa de la OTAN desde la Guerra Fría”, pero que esto vendría a costa de “el alza de los precios de la energía y del coste de vida”, así como la “amenaza de cortes de energía, perturbaciones y tal vez incluso disturbios civiles”.

La guerra desatada por las potencias estadounidenses y de la OTAN es al mismo tiempo una guerra contra la clase trabajadora de Ucrania, Rusia, Europa y Estados Unidos. En nombre de la “guerra contra Putin”, las potencias imperialistas están librando una guerra contra los trabajadores del mundo, declarando que deben aceptar el racionamiento de la energía, la caída de los salarios e incluso el hambre.

Pero la clase obrera tendrá su propia voz en el asunto. La crisis creada por el colapso del nivel de vida ha provocado un resurgir mundial de la lucha de clases, desde el Reino Unido hasta Francia, Estados Unidos, Sri Lanka y África. Al emprender luchas, los trabajadores de todo el mundo deben plantear la exigencia de poner fin a la guerra. A la política de guerra mundial de la clase dominante, los trabajadores deben contraponer la estrategia de la guerra de clases y la lucha por la transformación socialista de la sociedad.

(Artículo publicado originalmente en inglés el 9 de septiembre de 2022.)

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