Esta semana, Reino Unido y Polonia anunciaron que enviarían sus principales tanques de batalla para combatir Rusia en Ucrania, lo que dio paso a anuncios similares de Alemania y Estados Unidos.
Por primera vez desde la Operación Barbarroja hace 80 años, los tanques hechos en Alemania cruzarán la frontera polaca para participar en una guerra contra Rusia. No cabe duda de que esta es la medida más temeraria y agravante tomada por EE.UU. y la OTAN hasta la fecha.
Los tanques son armas ofensivas, no defensivas. Se utilizan para irrumpir en las trincheras del enemigo para capturar territorio. Los oficiales ucranianos han dejado en claro que los tanques occidentales son clave para sus objetivos en la guerra, incluyendo la reconquista de la península de Crimea que Rusia ha controlado desde 2014.
Estados Unidos está entrenando a cientos de efectivos ucranianos en tácticas de infantería en su base en Bavaria, Alemania, lo que ha involucrado ejercicios con los vehículos blindados de la OTAN. Los tanques y sus equipos dejarán Alemania e ingresarán Ucrania a través de Polonia, donde serán enviados al frente con Rusia.
Los tanques modernos necesitan redes grandes de logística para suministrarles armamento y asistencia. Un solo tanque Abrams M1 consume 60 galones de combustible por hora cuando se encuentra desplegado. Estos tanques necesitarán un tren masivo de personal de logística y muchos de ellos probablemente provendrán de las fuerzas armadas de los países miembros de la OTAN.
Tanto los tanques como los enormes trenes de logística y suministro serán blancos de ataque. Cada tanque Leopard 2 cuesta aproximadamente $15 millones. La protección de estos sistemas de armas, ni hablar de las tropas necesarias para mantenerlos, será una necesidad militar vital para la OTAN.
Estados Unidos y la OTAN han apostado su credibilidad en sus cumplir sus objetivos en la guerra, los cuales define cada vez más explícitamente como la derrota militar y el desmembramiento de Rusia. Por ende, la lógica del conflicto exige una intensificación cada vez mayor.
Al ver sus columnas de vehículos acorazados y líneas de suministro amenazadas por las armas y poderío aéreo de Rusia, tanto en Ucrania como en la frontera polaca, la creación de una “zona de exclusión aérea” será nuevamente exigida en la prensa estadounidense como una necesidad vital para proteger lo que ya se comprometieron a entregar.
Esto significa que, en nombre de defender sus activos militares, los pilotos estadounidenses y de la OTAN y sus operadores de misiles tierra-aire estarán involucrados en derribar aviones de combate rusos, desencadenando una guerra directa con EE.UU. y la OTAN.
Los mismos Gobiernos que prometieron evitar una “Tercera Guerra Mundial” y un “Armagedón” nuclear están sometiendo a las poblaciones de EE.UU. y Europa a esta trayectoria sin su conocimiento.
En une muestra del carácter temerario y provocativo de las acciones de la OTAN, el New York Times escribió, “En las últimas semanas, ha caído una barrera tras otra” según “Estados Unidos y sus aliados asumen más riesgos para defender Ucrania”.
En un editorial destacado pidiendo el envío de tanques de batalla principales a Ucrania, The Economist comentó: “Otra preocupación es que, si Rusia es presionada demasiado a fondo y rápido, su presidente Vladímir Putin podría intensificar el conflicto e incluso, en el peor de los casos, desencadenar una guerra nuclear. Estos temores no son infundados”.
A pesar del peligro, The Economist favorece el envío de tanques. “Si Putin concluye que sus amenazas nucleares le dieron esta victoria, sentaría un precedente terrible”. Añade: “Si se cede ante las amenazas nucleares de Putin, habrá enfrentamientos más peligrosos mañana”.
En otras palabras, este es un argumento a favor de que Rusia responda a la escalada de la OTAN por medio de un ataque directo a la OTAN o por medio de un ataque nuclear a las fuerzas ucranianas. Cuanto más agravan el conflicto EE.UU. y la OTAN, menos razones tiene Rusia para evitar una escalada.
Durante la guerra fría, casi toda la élite política estadounidense, excepto aquellas en el “margen lunático” del Partido Republicano, aceptó la doctrina de “destrucción mutua asegurada”. Según esta doctrina, Estados Unidos no se podía permitir ciertas acciones porque el riesgo de provocar una respuesta nuclear de la Unión Soviética era inaceptable.
En la actualidad, el mantra de todas las principales publicaciones de la OTAN y Estados unidos es que no pueden verse “disuadidos” de adoptar las políticas que podrían conducir a una guerra nuclear. Es como decir que uno no debería ser “disuadido” de saltar de un edificio por el temor de golpear el suelo.
Toda la estrategia de Washington es irracional, así como todos sus planes de conquista del pasado. Pero esta política irracional la impulsan intereses sociales y económicos.
En la medida en que avanza el conflicto global en curso, se vuelve más evidente que esta guerra, así como las primeras dos guerras mundiales del siglo veinte, no puede entenderse en términos de quién disparó el primer tiro, sino que tiene causas sociales mucho más profundas.
La reaccionaria invasión rusa de Ucrania fue provocada para instigar un conflicto que conduciría al desmembramiento de Rusia. Más allá de sus intereses geopolíticos manifiestos, la clase gobernante estadounidense se enfrenta a un conjunto de crisis económicas, sociales y políticas para las cuales no tiene solución. Cree que puede de alguna manera eludir la crisis que atenaza la vida social y política estadounidense por medio de una maniobra desesperada para conquistar Rusia.
E incluso cuando intensifica la guerra en Europa, EE.UU. está convirtiendo el océano Pacífico en un polvorín, apoyando el rearme de Japón y armando a Taiwán en preparación de un conflicto con China.
Los planes para esta guerra g producen a espaldas de la clase trabajadora en Estados Unidos y todo el mundo. EE.UU. y las otras potencias de la OTAN están mintiendo sobre sus intenciones y ocultando las consecuencias de sus acciones. Esta conspiración implica a todos los principales partidos políticos de EE.UU. y Europa, los cuales se han alineado en apoyo a la campaña bélica. Ninguno reconoce las consecuencias ni los millones de vidas están dispuestos a sacrificar.
La rápida escalada de la guerra en las primeras dos semanas del Año Nuevo confirma las advertencias de los Jóvenes y Estudiantes Internacionales por la Igualdad Social en su acto del 10 de diciembre, “¡Por un movimiento de masas de los jóvenes y estudiantes para detener la guerra en Ucrania!”. [Activa los subtítulos en español del video en el enlace.]
Como conclusión al mitin, el presidente del Consejo Editorial Internacional del WSWS, David North, explicó: “El resultado de este proceso, a menos que lo detenga la clase trabajadora será un cataclismo global que eclipsará la violencia del pasado. Desde el estallido de la guerra, se ha normalizado hablar del posible uso de las armas nucleares en el discurso político”.
La situación no puede dejarse en manos de las élites gobernantes capitalistas y sus partidos políticos. Si la catástrofe se ha de evitar, la clase trabajadora debe intervenir, conectando la lucha contra la guerra con la lucha contra la desigualdad, la explotación y el sistema capitalista.
(Publicado originalmente en inglés el 14 de enero de 2023)