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Perspectiva

La respuesta de Biden a los incendios en Maui: la indiferencia de la burguesía a las muertes masivas

Después de responder “sin comentarios” a preguntas del infierno en Maui, el presidente saluda mientras se aleja de su caravana para pasar tiempo en la playa cerca de la casa de su familia en la playa Rehoboth, Delaware, 13 de agosto de 2023 Leer más: [Photo: Manuel Balce Ceneta/WSWS]

Ante el anuncio el jueves de 111 muertes confirmadas en Maui y más de 1.000 aún desaparecidas, se está volviendo cada vez más evidente la catástrofe sin precedentes y horrenda por los incendios forestales. Los funcionarios cercanos a las operaciones de búsqueda han dicho que probablemente haya cientos de muertos, o incluso más de 1.000.

Menos de la mitad del área quemada de Lahaina, que fue arrasada y hecha cenizas por el fuego, ha sido inspeccionada por los equipos de busca de cadáveres. Como lo manifestó el miércoles el jefe de la Policía de Maui, John Pelletier, “Ninguna persona viva hoy ha visto algo así, de tal magnitud, con tales cifras, de tal volumen. Y no hemos acabado”.

Existen preocupaciones justificadas de que cientos de niños pudieron haber muerto por el rápido desplazamiento de las llamas y el calor extremo que envolvió Lahaina. Los estudiantes fueron enviados a casa el día del incendio por los peligros presentados por los fuertes vientos del huracán Dora, un factor importante en la expansión e intensidad del incendio forestal.

En los barrios de clase trabajadora de Lahaina, los padres y otros familiares fueron a trabajar a hoteles del área ubicados al este de la isla y lejos del área quemada. Los familiares dejaron a los niños solos o con familiares. Sin ninguna advertencia de que el incendio se aproximaba, los niños pudieron haber quedado atrapados en las casas que quedaron totalmente calcinadas.

Mientras tanto, miles de sobrevivientes quedaron sin hogar por la devastación, mientras los funcionarios hawaianos han subrayado de forma indignante que la isla sigue abierta para los turistas, efectivamente obligando a los residentes evacuados a competir con los turistas por un techo. El gobernador hawaiano Josh Green ofreció apenas 500 cuartos de hotel, cuando hubo más de 2.000 hogares destruidos.

Mientras la catástrofe de Maui representa el incendio forestal más letal en EE.UU. en los últimos 100 años y posiblemente el peor en la historia del país, Sería imposible inferirlo a partir de la respuesta del Gobierno de Biden.

Le tomó a Biden tres días para declarar un “desastre grave” en Hawái, autorizando la asignación de ayuda federal en los esfuerzos de recuperación. La declaración mencionó “subvenciones” y “financiamiento federal”, pero no se dijo nada sobre si la Casa Blanca ofrecerá la ayuda de emergencia que los residentes de Maui necesitan tan urgentemente.

El domingo, cinco días después del inicio del incendio, el presidente Biden aún no había hablado públicamente sobre la catástrofe. Estaba en su casa de vacaciones de playa en Rehoboth Beach, Delaware, cuando los periodistas le preguntaron sobre la crisis de Maui. Su primera respuesta fue: 'Sin comentarios'. Mientras pedaleaba junto a los periodistas en su bicicleta, Biden añadió: 'Lo estamos estudiando'.

A medida que crecía la indignación pública y Biden era ampliamente denunciado por su inacción, se insertó una referencia al desastre del incendio de Maui en su discurso sobre economía programado previamente para el martes en Milwaukee. Durante sus torpes comentarios, el presidente ofreció a los supervivientes la insultante cantidad de 700 dólares por hogar, en unas condiciones en las que las familias lo han perdido todo y no tienen dónde vivir.

El jueves por la mañana, en un 'mensaje especial' grabado previamente en vídeo, Biden dijo que viajaría con su esposa Jill a Hawái el lunes, añadiendo de forma poco convincente que pretendía 'transmitir en persona nuestro dolor y solidaridad y compromiso con la gente de Maui'.

La indiferencia de Biden ante la muerte y las desesperadas condiciones a las que se enfrentan las familias de clase trabajadora de Maui es tan solo la más reciente muestra de un patrón de conducta de los sucesivos presidentes estadounidenses:

  • En 2005, en una infame imagen de despreocupación, George W. Bush fue fotografiado mirando por la ventanilla del Air Force One mientras sobrevolaba la devastación en Nueva Orleans por el huracán Katrina. Bush permaneció de vacaciones durante días mientras se desarrollaba la crisis que provocó la muerte de 1.836 personas en una de las catástrofes más mortíferas de la historia de Estados Unidos.
  • En 2016, Barack Obama se quedó de vacaciones en Martha's Vineyard, Massachusetts, durante inundaciones sin precedentes en Luisiana que causaron 13 muertos.
  • En 2017, Donald Trump no hizo nada para responder a la devastación en Puerto Rico por el huracán María, que mató a casi 3.000 personas, mientras afirmaba que las acciones de su Administración habían sido un gran éxito. Su cínica visita a la isla alcanzó su punto más bajo cuando arrojó rollos de toallas de papel a una multitud que buscaba suministros en un refugio.

En todos los casos, la élite política estadounidense demostró su indiferencia ante la muerte y el sufrimiento que padecen los ciudadanos a causa de las catástrofes naturales, independientemente de que en la Casa Blanca estuviera un demócrata o un republicano.

La voluntad de la clase dominante capitalista a aceptar --y facilitar-- las muertes masivas alcanzó un nuevo nivel en el transcurso de la pandemia del COVID-19. Desde el principio, las medidas de salud pública fueron bloqueadas para obligar a los trabajadores a volver a sus puestos y a los estudiantes a volver a las aulas, anteponiendo las ganancias y la acumulación de riqueza de la élite corporativa a la vida humana.

¿Por qué deberían preocuparse el Gobierno de Biden y la clase dominante en su conjunto por los cientos de personas incineradas en Hawái cuando sus políticas han provocado la muerte de más de un millón de personas en Estados Unidos durante la pandemia?

Cualquier examen, aunque sea somero, de las causas de la última catástrofe y las recientes revela las consecuencias de la negligencia de la infraestructura social, la falta de atención a las advertencias y la inacción a la hora de tomar precauciones básicas de seguridad.

Maui no es solo el lugar de una catástrofe. Es la escena de un crimen y la burguesía es responsable la clase dirigente

EE.UU. ha gastado billones de dólares en guerras imperialistas que han matado y desplazado a millones en todo el mundo. Pero no ha habido ningún desembolso para hacer frente a la crisis de los desastres por el cambio climático, que son cada vez más graves. Cabe señalar que una enorme base militar estadounidense, que incluye la Flota Naval del Pacífico con seis portaaviones y 18 submarinos nucleares, se encuentra en Pearl Harbor, a solo 135 km de Maui

En los primeros días de la catástrofe del huracán Katrina, el Consejo Editorial del World Socialist Web Site emitió una declaración que resumía las causas fundamentales de la indiferencia de la clase dominante ante la tragedia que se estaba desencadenando:

El huracán Katrina ha dejado al descubierto las terribles verdades de los Estados Unidos contemporáneos: un país desgarrado por las divisiones de clase más intensas, gobernado por una plutocracia corrupta que no posee ningún sentido de la realidad social ni de la responsabilidad pública. Los millones de ciudadanos son considerados prescindibles y no pueden depender de ninguna red de seguridad social ni de asistencia pública si se produce un desastre, sea cual fuere su forma.

La respuesta de Washington a esta tragedia humana se ha caracterizado por su flagrante incompetencia e indiferencia criminal. Durante cuatro días se ha dejado a la gente morir literalmente en las calles de una gran ciudad estadounidense sin ningún tipo de asistencia. Se difunden a diario imágenes de sufrimiento y degradación que se asemejan a las condiciones de los países más empobrecidos del Tercer Mundo, sin prácticamente ninguna respuesta visible por parte del Gobierno de un país que concentra la mayor proporción de riqueza del mundo...

Los componentes decisivos de la tragedia actual son sociales y políticos, no naturales. Durante las últimas tres décadas, la élite gobernante estadounidense ha desmantelado todas las formas de regulación gubernamental y bienestar social que se habían instituido en el periodo anterior. La catástrofe actual es el producto terrible de este retroceso social y político.

Dieciocho años luego, los procesos económicos, sociales y políticos analizados en esa ocasión han dado un salto cualitativo. El Gobierno de Biden está preocupado por la guerra por delegación de EE.UU. y la OTAN contra Rusia y toda la burguesía está sumida en un conflicto interno que se produce por el colapso de la democracia y la aparición de un ala abiertamente fascista del Partido Republicano encabezada por Donald Trump.

La lección de las experiencias con desastres como el horrendo incendio forestal en Maui es la necesidad de una lucha política independiente de la clase trabajadora contra el sistema capitalista.

(Publicado originalmente en inglés el 17 de agosto de 2023)