El sábado, el ministro de Defensa británico Grant Shapps planteó la posibilidad de enviar tropas británicas directamente a Ucrania, supuestamente para entrenar las fuerzas ucranianas.
“Particularmente en el occidente del país, creo que la oportunidad que se abre ya es hacer más cosas ‘dentro del país’”, le dijo a The Telegraph.
“Creo que va a haber más entrenamiento y producción en el país”, añadió Shapps. También planteó la posibilidad de una participación directa de la Armada Real en las operaciones de combate contra la Flota del Mar Negro de Rusia, declarando: “Reino Unido es una nación naval así que podemos ayudar”.
El primer ministro británico Rishi Sunak efectivamente confirmó las afirmaciones de Shapps, indicando: “Lo que estaba diciendo el secretario de Defensa es que algún día podría ser posible que llevemos a cabo entrenamientos dentro de Ucrania”.
Hay que hacer una advertencia: si se discuten públicamente los planes para enviar tropas de la OTAN a Ucrania, es porque ya fue tomada la decisión en secreto por una camarilla de políticos y militares. Puede que inicialmente los califiquen como “asesores”, “consultores” o “guardias” pero la estrategia es obvia: morirán “asesores” y “entrenadores” británicos en Ucrania y el Gobierno de Sunak utilizará este hecho como un pretexto para una escalada incluso mayor.
La guerra de EE.UU. y la OTAN contra Rusia está siendo librada sin apoyo popular. Los Gobiernos de la OTAN están involucrados en una conspiración para intensificar el conflicto detrás a espaldas de la población. En público, declaran que no están en guerra con Rusia y que tienen la intención de limitar estrictamente su participación en el conflicto. En privado, están tramando una guerra total entre potencias nucleares.
Una y otra vez, los Gobiernos de la OTAN han afirmado categóricamente que hay límites que no cruzarán y luego proceden a cruzarlos. En primer lugar, era el envío de misiles de largo alcance. Luego, los tanques. Luego, los aviones de combate. Cada vez, le dijeron al público categóricamente que no tomarían estas acciones y, algunos meses después, informaron que los Gobiernos de la OTAN estaban llevándolas a cabo.
Hace tan solo dos semanas, el World Socialist Web Site preguntó, “Ahora que las armas de la OTAN se están utilizando para ataques dentro de Rusia, ¿cuánto margen le queda a Estados Unidos para escalar? El siguiente paso es el despliegue de tropas estadounidenses y de la OTAN”.
Las declaraciones de Shapps y Sunak se produjeron después de un artículo en Foreign Affairs el mes pasado, titulado “Por qué Estados Unidos debería enviar asesores militares a Ucrania”, que declaraba: “Consecuentemente, Washington debería levantar las estrictas restricciones sobre el número de personal gubernamental estadounidense que permite en Ucrania y comenzar a estacionar a asesores militares dentro del país y en todo el aparato de defensa”.
Cientos de tropas de la OTAN en servicio activo ya están en Ucrania, junto con miles de exmilitares de la OTAN que sirven como mercenarios. En noviembre, el Pentágono confirmó que “pequeños equipos” de militares activos se encuentran en “diversos lugares” del país. Documentos filtrados del Pentágono de principios de este año muestran que cerca de 100 fuerzas especiales de la OTAN, incluidas 50 del Reino Unido, además de otros 100 miembros del personal del Gobierno estadounidense se encuentran en Ucrania.
La OTAN está planeando no solo aumentar la presencia de tropas en el interior de Ucrania, sino también la participación directa de las tropas de la OTAN en combates contra Rusia.
Esta realidad no solo se debe a las declaraciones de Shapps o Sunak, sino a la propia lógica militar de la situación. Estados Unidos y la OTAN han apostado su credibilidad en el desenlace de la guerra en Ucrania. En enero, el jefe del Estado Mayor Conjunto estadounidense, Mark Milley, declaró que los objetivos de Estados Unidos son “liberar el territorio ucraniano ocupado por Rusia” y “liberar las zonas ocupadas”. En abril, el secretario de Defensa, Lloyd Austin, dijo: “Queremos ver a Rusia debilitada”. Ese mismo mes, el ex Comandante Supremo Aliado de la OTAN Ben Hodges afirmó que el objetivo de la OTAN en el conflicto es “romperle la espalda” a Rusia.
Las potencias de la OTAN han fracasado en todos estos objetivos. La ofensiva ucraniana, presentada durante meses en los medios de comunicación estadounidenses como un punto de inflexión decisivo en la guerra, similar a la invasión de Normandía durante la Segunda Guerra Mundial, ha producido un sangriento desastre. En un artículo titulado “Ucrania se enfrenta a una larga guerra. Es necesario cambiar el curso”, el Economist escribió:
La contraofensiva... no está funcionando... Ucrania ha liberado menos del 0,25 por ciento del territorio que Rusia ocupó en junio. La línea del frente de 1.000 km apenas se ha desplazado... Los soldados ucranianos están agotados y muchos de los mejores han muerto. A pesar del servicio militar obligatorio, carece de los efectivos necesarios para mantener una contraofensiva permanente a gran escala. Necesita economizar sus recursos y cambiar el juego.
Dado que Ucrania se está quedando sin carne de cañón en el conflicto con Rusia, la única forma de “cambiar el juego” es que las fuerzas de la OTAN, que hasta ahora han proporcionado las armas, la inteligencia, la logística y las estructuras de mando al ejército ucraniano, intervengan directamente en el conflicto.
Las conversaciones abiertas sobre el envío de tropas a Ucrania se produjeron después de que el presidente estadounidense Joe Biden, el presidente ucraniano Volodímir Zelenski y el canciller alemán Olaf Scholz pronunciaran discursos en las Naciones Unidas el mes pasado, condenando cualquier solución pacífica de la guerra. Biden declaró: “El precio de Rusia por la paz es la capitulación de Ucrania, el territorio de Ucrania y los niños de Ucrania”.
A esto siguió la comparecencia de Zelenski en el Parlamento canadiense, donde todos los legisladores, así como los embajadores de los principales países de la OTAN, participaron en una ovación en pie a un criminal de guerra nazi ucraniano de 98 años.
Esa misma semana, Estados Unidos confirmó que los tanques Abrams ya habían llegado a Ucrania, y los noticieros estadounidenses revelaron que la Casa Blanca ya había acordado el envío de misiles de largo alcance ATACMS a Ucrania. Solo dos días después de que se pronunciara Biden, Ucrania, utilizando inteligencia y armas de la OTAN, llevó a cabo un bombardeo de la sede de la Flota del Mar negro de Rusia, matando a docenas de militares de alto rango.
Las dos guerras mundiales mataron a decenas de millones de personas en Europa. Generaciones enteras de jóvenes fueron aniquiladas en los campos de batalla. Ahora, los Gobiernos europeos, trabajando junto a Washington, conspiran para desencadenar una nueva guerra mundial que amenaza con matar a decenas de millones más.
La clase obrera británica, europea, estadounidense y de todo el mundo no puede aceptar este desastre. Los trabajadores del Reino Unido deben exigir el fin de la conspiración para enviar tropas británicas a Ucrania, llevada a cabo por un Gobierno odiado que está llevando a cabo una guerra contra la clase obrera en casa. En todos los países de la OTAN, la escalada de la guerra en el extranjero está relacionada con un asalto a los salarios, los programas sociales y los derechos democráticos.
El creciente movimiento social de la clase obrera debe asumir la lucha contra la guerra. Las demandas de los trabajadores de todo el mundo deben vincularse al esfuerzo por poner fin a la guerra como parte de una lucha global por el socialismo.
(Artículo publicado originalmente en inglés el 1 de octubre de 2023)
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