Ayer, las Fuerzas de Defensa de Israel (FDI) cometieron una atrocidad horrible, matando e hiriendo a cientos de hombres, mujeres y niños en un bombardeo sin sentido del campamento de refugiados de Jabalia. Las fotos revelaron que una gran área del campamento que una vez contenía muchos edificios altos había quedado por completo en escombros.
El Ministerio de Salud de Gaza confirmó que había identificado 50 muertos y 150 heridos en el ataque al campamento de Jabalia, construido para albergar a los descendientes de palestinos obligados a huir de sus tierras durante la creación del Estado de Israel. Es probable que el número total de muertos sea mucho mayor. Muchos de los muertos fueron vaporizados o destrozados en pedazos irreconocibles por las seis explosiones masivas de bombas que destruyeron el campamento.
“Fui y vi la destrucción… hogares enterrados bajo los escombros y partes de cuerpos y mártires y heridos en gran número”, dijo a la AFP un hombre de 41 años que ayudó a cavar entre los escombros. “No se exagera cuando se habla de cientos de mártires y heridos. [La gente] todavía transporta los restos de niños, mujeres y ancianos”.
Los funcionarios israelíes defendieron descaradamente el bombardeo, jactándose de que este acto de asesinato en masa dirigido a un campamento civil indefenso había exterminado a muchos “terroristas”. El portavoz de las FDI, Daniel Hagari, dijo que el bombardeo había “logrado eliminar al asesino terrorista Ibrahim Biari”, quien según Hagari era “el principal líder de combate” contra las fuerzas de las FDI en Gaza. Durante la “eliminación de Biari, muchos terroristas fueron asesinados”, dijo Hagari.
El bombardeo del campo de refugiados de Jabalia es la respuesta del Gobierno del primer ministro israelí Benjamín Netanyahu y de sus partidarios imperialistas de la OTAN a las protestas masivas de millones de trabajadores y jóvenes de todo el mundo contra el ataque genocida de las FDI contra Gaza. Su mensaje es: ignoraremos sus protestas y procederemos a librar esta guerra mediante los métodos de crímenes de lesa humanidad y genocidio.
Washington dio luz verde a esta atrocidad el día anterior, con la complicidad activa de sus aliados europeos de la OTAN. Cuando la cifra confirmada de muertos en Gaza superó los 8.000, incluidos más de 3.000 niños, el portavoz del Consejo de Seguridad Nacional de los Estados Unidos, John Kirby, rechazó la abrumadora votación de 120-14 en la Asamblea General de la ONU a favor de un alto el fuego en Gaza.
Kirby insistió en que la guerra y los asesinatos en masa de civiles tenían que continuar. Dijo: “No creemos que un alto el fuego sea la respuesta correcta en este momento ... Creemos que un alto el fuego en este momento beneficiaría a Hamás, y Hamás es el único que se beneficiaría de eso en este momento”.
Ayer, Kirby defendió el bombardeo del campamento de Jabalia, negándose a comentar específicamente sobre el incidente. “No vamos a reaccionar a todos los eventos en tiempo real”, dijo. Sin embargo, agregó que los funcionarios estadounidenses participan en “un diálogo diario con nuestros homólogos” en Israel para mantener las víctimas civiles a un nivel que Washington considera aceptable. “Para nosotros es obvio que están tratando de minimizar” las pérdidas civiles, dijo falsamente Kirby.
La declaración de Kirby constituye un espaldarazo del Gobierno estadounidense y la alianza militar de la OTAN a los métodos genocidas de Israel en Gaza. Si bien su objetivo es defender los crímenes de guerra israelíes contra los palestinos, el imperialismo tiene en la mira muchos objetivos en todo Oriente Próximo y el mundo. Las potencias imperialistas están poniendo sobre aviso a la población mundial, principalmente a la clase obrera internacional. Consideran el genocidio, el asesinato en masa y la limpieza étnica como herramientas legítimas para aplastar la resistencia a su hegemonía.
Al comienzo de la guerra, el ministro de Defensa israelí, Yoav Gallant, tildó a los palestinos de “animales humanos,” un episodio infausto que demuestra que la política de las FDI consiste en llevar a cabo una masacre indiscriminada. Cortaron todo el suministro de agua, combustible y alimentos a la región densamente poblada de más de 2,3 millones de personas. Masacraron a cientos de civiles y trabajadores de la salud bombardeando objetivos civiles como el Hospital Bautista Al-Ahli Arabi. También ordenaron a más de 1,1 millones de personas en el norte de Gaza que abandonaran sus hogares y huyeran al sur de Gaza por carreteras intensamente bombardeadas por las mismas FDI.
Los informes de conversaciones entre funcionarios israelíes, de la OTAN y egipcios muestran que el régimen israelí tiene la intención de expulsar al pueblo palestino de Gaza e instar al régimen militar egipcio a encarcelar a los palestinos sobrevivientes en campos de concentración en la vecina península del Sinaí. Los palestinos en Gaza, de acuerdo con este plan criminal, serían asesinados o expulsados.
Ayer, funcionarios del Ministerio de Inteligencia israelí publicaron lo que Netanyahu llamó un “documento conceptual” que propone transferir por la fuerza a los 2,3 millones de residentes de Gaza al Sinaí. Los funcionarios egipcios con los que se discutieron estos planes aparentemente hicieron una contrapropuesta para albergar a los palestinos en campos de concentración en el árido desierto del Néguev en el sur de Israel.
El Financial Times de Londres citó a un “diplomático occidental” diciendo que “la presión de un continuo asalto israelí a Gaza aún podría conducir a un cambio de postura” por parte del régimen egipcio. Aparentemente respaldando el plan israelí, el diplomático anónimo dijo: “Eso es lo único que se puede hacer... así que ahora es el momento de ejercer una mayor presión sobre los egipcios para que acepten”.
Esto plantea la pregunta a millones de trabajadores y jóvenes que protestan internacionalmente contra la guerra en Gaza: ¿cómo detener la maquinaria militar de las FDI y la OTAN y evitar el genocidio?
La masacre del campo de refugiados de Jabalia es una advertencia sangrienta y cruda de que la única forma de avanzar es construir un poderoso movimiento revolucionario contra el imperialismo, el genocidio y la guerra en la clase obrera internacional. No hay nada que negociar con el régimen sionista ni los Gobiernos imperialistas de la OTAN, que están controlados por camarillas de banqueros y generales y dirigidos por criminales políticos.
El Gobierno israelí y sus aliados imperialistas de la OTAN han demostrado ser inmunes a las protestas que les suplican que renuncien a la limpieza étnica y a los crímenes de lesa humanidad. En 30 años de guerras en Oriente Próximo y África desde la disolución estalinista de la Unión Soviética en 1991, han saqueado Irak, Somalia, Afganistán, Libia, Siria y Malí, matando a millones de personas. Su respuesta las apelaciones morales contra el genocidio, como muestra la masacre de Jabalia, es solo intensificar sus actos de asesinato en masa.
La fuerza que puede detener el genocidio es la clase trabajadora, que a través de su trabajo produce la riqueza de la sociedad. Un movimiento internacional de masas que involucre huelgas y otras luchas obreras puede paralizar completamente las principales economías y derrocar los Gobiernos cómplices de los crímenes contra Gaza. Solo una lucha que busque movilizar y generar apoyo entre los trabajadores y preparar un asalto directo al poder de los capitalistas y sus maquinarias militares y de inteligencia puede detener el ataque genocida contra los palestinos.
La cuestión decisiva que enfrentan los participantes en las protestas contra la guerra israelí en Gaza es desarrollar un movimiento contra la guerra y antiimperialista de masas, preparando una transferencia internacional del poder a la clase trabajadora con base en la perspectiva de la revolución socialista.
(Artículo publicado originalmente en inglés el 31 de octubre de 2023)