Junto con el Comité de Base de los Educadores de EE.UU. (Educators Rank-and-File Safety Committee US), el IYSSE organizará una reunión en línea este sábado 16 de diciembre de 2023 a las 3 p.m. hora del Este para discutir las cuestiones históricas y políticas planteadas en la lucha contra el genocidio en Gaza, y proporcionar una perspectiva socialista para ponerle fin. Instamos a todos los estudiantes y educadores que quieran unirse a esta lucha a asistir en Zoom haciendo clic aquí.
Los Jóvenes y Estudiantes Internacionales por la Igualdad Social (JEIIS o IYSSE, por sus siglas en inglés) denuncian la renuncia forzada de la presidenta de la Universidad de Pennsylvania (UPenn), Liz Magill, el 9 de diciembre. La caza de brujas tiene por objeto reprimir la oposición masiva entre los estudiantes y profesores a la guerra genocida siendo librada por el régimen fascista israelí contra los palestinos en Gaza.
La renuncia de Magill fue impuesta por una alianza de donantes derechistas y multimillonarios, republicanos fascistas, la Casa Blanca de Biden, el Partido Demócrata, y el aparato militar y de inteligencia. Junto a las presidentas de la Universidad de Harvard, Claudine Gay, y del Instituto de Tecnología de Massachusetts (MIT), Sally Kornbluth, Magill fue sometida a una audiencia macartista en la Cámara de Representantes. Las presidentas de tres de las instituciones académicas más prestigiosas del mundo fueron objeto de una interrogación demagógica liderada por la republicana ultraderechista y antisemita, Elise Stefanik, sobre su presunto fracaso a enfrentar una supuesta ola de antisemitismo en los campus universitarios.
Con la destitución de Magill, el ataque a los derechos democráticos por parte de la clase dirigente estadounidense ha alcanzado una fase cualitativamente nueva. En los últimos dos meses, las universidades de todo el país han prohibido grupos de estudiantes como Estudiantes por la Justicia en Palestina (SJP) y Voces Judías por la Paz.
Cuando son objeto del doxxing [el acoso y la difusión de información personal en línea], amenazas y ataques, las administraciones universitarias se abstienen de defenderlos. Las proyecciones del documental Israelism, que expone el adoctrinamiento sistemático de los jóvenes judíos estadounidenses con la ideología sionista de extrema derecha y su creciente oposición a ella, han sido prohibidas en la Universidad de Pensilvania, el Hunter College de Nueva York y otros campus. Además, se ha suspendido a estudiantes y se les han retirado ofertas de trabajo.
La gobernadora demócrata de Nueva York, Kathy Hochul, ha amenazado con retirar la financiación estatal si los rectores de las universidades no “denuncian el antisemitismo y los llamamientos al genocidio” en los campus universitarios. Aunque hasta ahora la campaña se ha centrado en los campus, cada vez se extiende más a los institutos. Los estudiantes de secundaria de Nueva York y San Diego que han organizado protestas contra el genocidio y expresado su oposición al mismo en periódicos estudiantiles han sido denunciados como “antisemitas” por los medios de comunicación, y los profesores propalestinos han sido victimizados.
El mensaje es claro: cualquiera que se atreva a expresar su oposición a las políticas del Estado israelí, o incluso a cuestionarlas, debe ser silenciado, expulsado de los campus, incluido en listas negras, atacado y acosado por turbas de extrema derecha en las redes sociales y en los campus y lugares de trabajo. Los objetivos principales de esta caza de brujas son dos: en primer lugar, la destrucción de la libertad de expresión en los campus y fuera de ellos y, en segundo lugar, la completa subordinación de las escuelas y universidades a los intereses del Estado, el ejército y los objetivos de la política exterior estadounidense.
Como todas las grandes campañas proguerra y antidemocráticas de la historia, esta caza de brujas se basa en una sarta de mentiras. La primera mentira es que existe un amplio movimiento antisemita en los campus de EE.UU. que pide un “genocidio de los judíos”. El único pueblo sometido a políticas genocidas hoy son los palestinos, cuya limpieza étnica deliberada en Gaza cumple con una definición de libro de texto de genocidio. Y los únicos estudiantes que han sido atacados violentamente en los campus universitarios de Estados Unidos en los últimos dos meses son estudiantes palestinos y propalestinos, incluyendo a tres estudiantes universitarios palestinos que fueron baleados en Vermont, y a muchos otros que han sido atacados físicamente, amenazados y sometidos a doxxing por alzar su voz contra el genocidio.
La segunda mentira, relacionada con la anterior, es que la oposición al Estado de Israel constituye “antisemitismo”. Esta afirmación, que implica que el Estado sionista de Israel es sinónimo de pueblo judío y de judaísmo, se basa a su vez en un supuesto racista: que todos los judíos, por sangre o por alguna otra conexión mística, tienen una lealtad inherente al Estado israelí.
La verdad es que el sionismo surgió históricamente como una reacción nacionalista de sectores de la burguesía y la clase media judías contra el movimiento marxista y socialista de la clase obrera europea y judía. Aunque los horrores fascistas del Holocausto le otorgaron una falsa legitimidad, el Estado sionista nunca representó los intereses sociales de las masas judías, sino los de una clase dominante capitalista y del imperialismo. De hecho, el pueblo y las organizaciones judías, especialmente la juventud judía, han desempeñado un papel destacado en las protestas contra el genocidio en Gaza.
La equiparación de la oposición al sionismo y al genocidio con el antisemitismo no solo es falsa y calumniosa. También sirve para fortalecer y rehabilitar a la verdadera derecha fascista y antisemita, al tiempo que criminaliza la oposición de izquierdas al capitalismo, el fascismo y el imperialismo.
No es casualidad que esta campaña esté encabezada por la diputada republicana fascistizante de Nueva York, Elise Stefanik, partidaria de Donald Trump y del intento de golpe fascista del 6 de enero. Stefanik es una adherente de la racista y antisemita “teoría del gran reemplazo”, que alega que hay una conspiración de los judíos a nivel internacional para inundar los países “blancos” con masas de inmigrantes no blancos. Es la personificación del papel cada vez más dominante que desempeñan en el Partido Republicano las fuerzas abiertamente neonazis, supremacistas blancas y fundamentalistas cristianas.
El Partido Demócrata es totalmente cómplice de este asalto de la extrema derecha a los derechos democráticos. Durante años, el Partido Demócrata y medios como el New York Times han trabajado sistemáticamente para socavar la conciencia democrática mediante falsificaciones racialistas de la historia de las revoluciones democráticas estadounidenses como el Proyecto 1619 y cazas de brujas antidemocráticas como #MeToo (#YoTambién).
Ahora, por el genocidio en Gaza, el Partido Demócrata y el Gobierno de Biden están consolidando su alianza de facto con las fuerzas fascistas. Mientras que figuras como Stefanik están siendo legitimadas como “oponentes del antisemitismo”, los neonazis ucranianos son alabados como luchadores por la “democracia” y armados hasta los dientes por la OTAN para librar una guerra imperialista contra Rusia, y la cábala fascista de Benjamin Netanyahu está haciendo llover bombas, proyectiles y misiles fabricados por Estados Unidos sobre el pueblo de Gaza.
Existe una conexión insoluble entre la erupción imperialista de EE.UU. y sus fuerzas patrocinadas en el extranjero, el ataque del Estado contra los derechos democráticos y el fortalecimiento de las fuerzas fascistas en casa. El veto estadounidense en el Consejo de Seguridad de la ONU a una resolución que pedía un alto al fuego deja bien claro que el genocidio de Gaza es una política de Estado de la clase dominante estadounidense. Bernie Sanders, el principal representante de la facción nominalmente de “izquierda” del Partido Demócrata, se ha opuesto públicamente a un alto al fuego.
Esta aceptación abierta del asesinato fascista en masa en Gaza es parte de un nuevo reparto imperialista del mundo, que comenzó con la guerra provocada por el imperialismo contra Rusia en Ucrania, que ya va por su segundo año, con cientos de miles de muertos. El conflicto en Oriente Próximo significa un nuevo frente en la guerra de EE.UU. y la OTAN con Rusia. Los preparativos de guerra contra China también están muy avanzados. Con la asombrosa violencia infligida a los palestinos, las potencias imperialistas están enviando un mensaje sobre cómo pretenden tratar la oposición a su dominio, tanto en el exterior como dentro del país.
Pero esta política se enfrenta a una creciente oposición popular. La clara represión de la libertad de expresión es un reconocimiento por parte de la élite política estadounidense de que ya han “perdido a los jóvenes”, de que no hay apoyo popular para sus políticas y de que ya no son capaces de intimidar a la opinión pública como lo hicieron en el pasado. A pesar de la implacable propaganda de guerra proisraelí y de los intentos de censura e intimidación, millones de personas han acudido a las protestas masivas y los estudiantes que han sido víctimas se han mantenido firmes en su oposición al genocidio.
En noviembre de 2022, los Jóvenes y Estudiantes Internacionales por la Igualdad Social, la organización juvenil y estudiantil del Comité Internacional de la Cuarta Internacional (CICI), hizo un llamamiento a la construcción de un movimiento global de masas contra la guerra entre los trabajadores y los jóvenes. Con las manifestaciones masivas de millones de personas en todo el mundo contra el genocidio en Gaza, este movimiento ha comenzado a emerger, y está coincidiendo con un resurgimiento de la lucha de clases a nivel internacional.
La cuestión crítica ahora es la de la orientación de clase y la dirección política. La amarga experiencia de los últimos dos meses ha demostrado que el genocidio en Gaza no puede detenerse mediante llamamientos a los perpetradores del genocidio en Washington, Londres, Berlín, París, así como en Jerusalén. Si acaso, la violencia se ha intensificado. La única fuerza capaz de detener la matanza deteniendo la producción de armas y los envíos de armas es la clase obrera.
Como subrayamos en nuestra declaración de noviembre de 2022:
El IYSSE no solo busca el apoyo de los trabajadores en la lucha contra la guerra. Reconocemos que la derrota del imperialismo depende de que la clase obrera sea armada con un programa socialista y se convierta en la fuerza revolucionaria líder y decisiva en la lucha contra el sistema capitalista mundial. Así como la Revolución rusa, que fue la mayor intervención de la clase trabajadora en la historia mundial, puso fin a la masacre global de la Primera Guerra Mundial, será la intervención de la clase trabajadora la que detendrá hoy la escalada hacia una Tercera Guerra Mundial.
Consecuentemente, el IYSSE, hace el llamado a los estudiantes y jóvenes en EE.UU. e internacionalmente: ¡Vayan a las fábricas y otros lugares de trabajo! ¡Oriéntense hacia la clase trabajadora como la principal fuerza que puede defender los derechos democráticos! ¡Luchen contra la guerra imperialista, el fascismo y el sistema capitalista en general! Presenten las siguientes demandas:
· ¡Defiendan la libertad de expresión y todos los derechos democráticos! ¡Detengan la caza de brujas contra los oponentes al genocidio!
· ¡Por el derecho a una educación gratuita y de alta calidad para todos! ¡Echen a la CIA, el ejército y los patrones multimillonarios de los campus!
· ¡Por un movimiento unificado de los trabajadores y jóvenes en Estados Unidos, Europa, Israel y Palestina contra la guerra imperialista y el capitalismo!
Aquellos que estén de acuerdo con este programa deben luchar por establecer secciones del IYSSE en tu instituto o universidad.
(Artículo publicado originalmente en inglés el 11 de diciembre de 2023)
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