El domingo, las Fuerzas de Defensa de Israel (FDI) asesinaron a dos reporteros de Al Jazeera, Hamza al-Dahdouh y Mustafa Thuraya, en un ataque aéreo dirigido contra su vehículo cuando regresaban de un reportaje.
Hamza era el hijo mayor del jefe de la oficina de Al Jazeera en Gaza, Wael al-Dahdouh, quien ya había perdido a su esposa, a sus otros dos hijos y a su pequeño nieto en un ataque aéreo de las FDI contra su casa en octubre. En diciembre, otro ataque selectivo con drones hirió a Wael y mató a su camarógrafo cerca de la ciudad de Jan Yunis, en el sur de Gaza.
La masacre sistemática y deliberada de la familia de Al Dahdouh y los repetidos intentos de matarlo forman parte de una política deliberada de Israel de asesinar a periodistas. Hasta el domingo, el número de periodistas asesinados por Israel en los últimos tres meses ascendía a 109, cifra que aumentó a 111 el lunes con el asesinato de otros dos periodistas: Abdullah Breis y Mohammad Abu Dayer.
El objetivo de Israel es impedir que el mundo se entere de los crímenes que inflige cada día al pueblo palestino, asesinando e intimidando sistemáticamente a la prensa. Los periodistas que trabajan en Gaza han documentado ampliamente la campaña de genocidio de Israel, que ha matado a más de 30.000 personas en solo tres meses, ha desplazado al 90 por ciento de la población de Gaza y ha destruido el 70 por ciento de su infraestructura civil.
Israel opera como un régimen criminal, que opera al margen del derecho internacional como una especie de sicariato incorporado. Sus sangrientos crímenes son posibles gracias a las armas, la financiación y el respaldo político que le proporcionan Estados Unidos y otras potencias imperialistas.
El asesinato de periodistas va acompañado del asesinato deliberado de críticos del genocidio, entre los que destaca Refaat Alareer, escritor, poeta, profesor y activista palestino, asesinado en un bombardeo selectivo del ejército israelí el 7 de diciembre, tras semanas de amenazas de muerte.
Tal es la desfachatez de la política israelí de asesinato de periodistas que, tras el asesinato de al-Dahdouh y Thuraya, las FDI hicieron público un comunicado en el que se referían a ellos como “sospechosos” y decían que su vehículo había sido blanco de un atentado porque el fotoperiodista Hazem Rajab era un “operativo terrorista”.
El día del asesinato de Hamza, le preguntaron al secretario de Estado estadounidense, Antony Blinken, si el Gobierno de Biden condenaba la política israelí de atentar deliberadamente contra periodistas.
Blinken se negó a condenar esa política, y en su lugar afirmó que “lamentaba” el asesinato. Blinken declaró: “Lamento profundamente las casi inimaginables pérdidas sufridas por su colega Wael al-Dahdouh. Yo mismo soy padre. No puedo ni empezar a imaginar el horror que ha vivido, no una, sino dos veces. Es una tragedia inimaginable”
No, el asesinato de Hamza y de los demás miembros de la familia de Wael al-Dahdouh no es solo una inmensa “tragedia” personal, es el resultado de una matanza criminal a sangre fría de la que Blinken y el Gobierno de Biden son plenamente responsables. La Casa Blanca ha afirmado públicamente que no existen límites o “líneas rojas” para los crímenes de Israel. De hecho, es probable que Estados Unidos, que ha coordinado ampliamente con Israel la selección de objetivos de los ataques aéreos, haya colaborado directamente en la selección de los periodistas que serían asesinados.
El 25 de octubre, Axios informó de que Blinken pidió al primer ministro de Qatar que “bajara el volumen de la cobertura de Al Jazeera porque está llena de incitación antiisraelí”
Israel respondió a estos comentarios asesinando sistemáticamente a los corresponsales de Al Jazeera y a sus familias en Gaza. Apenas tres días después de que Axios informara de la declaración de Blinken, el 28 de octubre, Israel llevó a cabo el ataque contra la casa de al-Dahdouh que mató a su esposa, sus dos hijos y su nieto bebé
La pregunta que surge inmediatamente es: ¿adónde conduce la colaboración de Washington en el asesinato de periodistas por parte de Israel? Si Estados Unidos declara que “no hay líneas rojas” para los crímenes de Israel, ¿permitirá que el régimen israelí asesine a sus oponentes políticos y a periodistas críticos en su propio territorio? Y si Estados Unidos respalda estas acciones de Israel, ¿qué impedirá que el Gobierno y el ejército estadounidenses ataquen a sus propios oponentes políticos?
A lo largo de los últimos 50 años, las acciones del Estado de Israel han sentado un precedente para la política estadounidense. El ejemplo más significativo es la doctrina de los “asesinatos selectivos”, o asesinatos organizados por el Estado.
En noviembre de 2000, Israel se convirtió en el primer Estado del mundo en reconocer abiertamente una política de asesinatos selectivos. Al cabo de dos años, Estados Unidos adoptó esta política y en 2002 llevó a cabo en Yemen su primer ataque con aviones no tripulados fuera de una zona de guerra. En 10 años, Estados Unidos utilizaría la doctrina de “asesinatos selectivos” para matar a uno de sus propios ciudadanos.
En otras palabras, lo que Israel está haciendo hoy, sus patrocinadores imperialistas lo harán en un futuro próximo.
Los Gobiernos de Estados Unidos y Europa occidental ya han llevado a cabo ataques a gran escala contra los derechos democráticos, prohibiendo las protestas contra el genocidio y lanzando campañas para depurar a los opositores al genocidio de los campus universitarios. En octubre, el Senado estadounidense aprobó una resolución en la que acusaba a los participantes en las manifestaciones masivas contra el genocidio de Gaza de “solidarizarse con los terroristas”.
Según esta lógica, ¿no se podría someter a los participantes en las protestas contra el genocidio al mismo trato que a los periodistas de Gaza?
El genocidio de Gaza marca una nueva etapa en la criminalidad de Estados Unidos y otros Gobiernos imperialistas mundiales, que están adoptando el genocidio y los asesinatos en masa como política de Estado. Estos crímenes sentarán un nuevo precedente para ataques aún más arrolladores contra los derechos sociales y democráticos de la clase trabajadora.
Un papel particularmente despreciable en este proceso lo están desempeñando los medios de comunicación corporativos, que, con pocas excepciones, han ocultado tanto los crímenes genocidas que se están cometiendo en la guerra estadounidense-israelí contra el pueblo de Gaza como las protestas sin precedentes en todo el mundo contra ellos. En su intento de normalizar estos crímenes, los grandes noticieros han encubierto la matanza de periodistas, incluyendo en varios casos de corresponsales que les han proporcionado reportajes, fotografías y vídeos.
El respaldo al genocidio y los asesinatos en masa de Israel por parte de los Gobiernos imperialistas del mundo debe servir de advertencia. La línea que separa los Gobiernos capitalistas “democráticos” de los “fascistas” se está borrando. Desde el genocidio hasta los asesinatos en masa y la represión política, todos estos crímenes están siendo materialmente apoyados y legitimados por las oligarquías criminales que ostentan el poder.
Por esta razón, la lucha contra el genocidio de Israel en Gaza debe adoptar la forma de una lucha política de la clase obrera contra los Gobiernos que lo están permitiendo, y que tratarán de utilizar el genocidio para sentar un precedente para crímenes aún mayores contra el pueblo trabajador en todo el mundo.
(Artículo publicado originalmente en inglés el 8 de enero de 2024)