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Stellantis recorta 3,597 empleos en Italia, escalando la masacre global de empleos

El gigante automotriz Stellantis, fabricante de Jeep, Dodge, Chrysler, Fiat, Alfa Romeo, Peugeot y otras marcas, está intensificando su reestructuración global, ejecutando miles más de bajas en los empleos de los trabajadores.

Una imagen de un vehículo en la línea de ensamblaje en la planta de Mirafiori de Stellantis en Italia en 2020 [Photo by Stellantis]

Stellantis anunció esta semana el recorte de 2.510 puestos de trabajo en tres de sus principales plantas en Italia: 1.560 en la histórica planta Mirafiori de Turín, 850 en la fábrica de Cassino y 100 en la planta de Pratola Serra. El miércoles, se cerraron más acuerdos con los sindicatos para despedir a 1.087 trabajadores adicionales en las plantas de Melfi, Pomigliano d'Arco, Termoli, Cento y Verrone.

En Italia, como en otros países, el director general Carlos Tavares ha podido apoyarse en las burocracias sindicales para forzar los despidos.

Hace poco más de una semana, durante una rueda de prensa en Italia, Tavares presumió de los beneficios récord de la compañía en 2023 y aseguró que 'la presencia de Stellantis en Italia no está en riesgo.

'Quiero decir esto alto y claro', dijo Tavares. 'Italia es uno de nuestros países de origen, amamos a Italia y sentimos una responsabilidad ética hacia nuestros empleados, a los que quiero agradecer por todo lo que están haciendo'.

Significativamente, destacó que 'tenemos una buena colaboración con los sindicatos con los que discutimos diariamente sobre una transición responsable'.

El CEO continuó afirmando que Stellantis iba a producir 1 millón de vehículos nuevos en Italia para 2030 sobre la base de un incentivo de 1.000 millones de euros del gobierno italiano, y que se invertirían miles de millones más, incluyendo en una 'giga fábrica' de baterías, para apoyar la transición a los vehículos eléctricos (EV).

Nada de esto tenía la intención de mejorar la vida de los trabajadores. Por el contrario, la transnacional está llevando a cabo una masacre de los empleos en un país tras otro, con el propósito de enriquecer a sus principales accionistas y ejecutivos, incluido el mismo Tavares.

En connivencia con los sindicatos CGIL-CISL-UIL, Stellantis está tratando de liquidar a los trabajadores a través de lo que llama 'una salida voluntaria incentivada', en esencia un despido glorificado con el objetivo principal de deshacerse de los trabajadores mayores a través de una oferta de jubilación anticipada y una opción para despedir también a los contratados más jóvenes.

Desde su formación a través de la fusión de Fiat Chrysler y el Grupo PSA a principios de 2021, Stellantis ha diezmado puestos de trabajo en Italia a través de estos despidos 'voluntarios'. En 2021, Stellantis empleaba unas 55.000 personas. Hoy, el número asciende a 43.000, una caída de más del 21 por ciento.

Aquellos elegibles para la jubilación, recibirán un incentivo salarial de seis meses. Si un trabajador está dentro de los cuatro años para ser elegible para la jubilación y acepta la rescisión, los primeros dos de esos años se pagarían al 90 por ciento del salario bruto, incluidos los beneficios por desempleo (NASpI), y los dos años restantes se pagarían al 70 por ciento.

La 'oferta' se extiende mucho más allá de los trabajadores próximos a la jubilación:

  • Para los que tienen entre 35 y 39 años: 12 mensualidades más 20.000 euros.
  • Entre 40 y 44 años: 18 mensualidades más 20.000 euros.
  • Entre 45 y 49 años: 24 mensualidades más 30.000 euros.
  • Entre 50 y 54 años: 30 mensualidades más 30.000 euros.
  • A partir de 55 años: 33 mensualidades más 30.000 euros.

Las centrales sindicales son plenamente responsables de este pacto fáustico. Después de que UIL y CISL firmaran el acuerdo de despido, sus declaraciones fueron la puñalada final en la espalda de los trabajadores.

Luigi Paone, secretario general de UILM-UIL, declaró: 'Las cifras exigidas por la empresa en Turín son altas y esto debe hacernos reflexionar sobre el hecho de que la situación es cada vez más dramática'. Lo que se omite en la declaración es el hecho de que, al firmar, el sindicato facilitó que esta situación se desarrollara.

Aún más reveladora es la declaración de Rocco Cutrì, secretario general de la FIM-CISL: 'El convenio permite la posibilidad de salidas incentivadas exclusivamente de forma voluntaria por parte de los trabajadores. Esto excluye la capacidad de Stellantis para despedir unilateralmente.” En otras palabras, CISL quiere ser parte del pelotón de fusilamiento para asegurarse de que la empresa no se quede sola con tal tarea.

Técnicamente, FIOM-CGIL no firmó el acuerdo. Sin embargo, sigue apelando a las fuerzas más reaccionarias y peligrosas. En una declaración conjunta, la secretaria general, Michele De Palma, y el secretario nacional, Samuele Lodi, hicieron un llamamiento al gobierno italiano, encabezado por la neofascista Giorgia Meloni: 'El primer ministro [Meloni] debe convocar a Tavares antes de que sea demasiado tarde'.

La FIOM emitió un llamamiento más desesperado el miércoles a la luz de la nueva ola de despidos: “No hay más tiempo que perder. Es urgente que se convoque una reunión en el Palazzo Chigi entre la presidenta del consejo de ministros y el CEO de Stellantis, Carlos Tavares. Es hora de que todos asuman sus responsabilidades para salvar la industria automotriz en Italia.”

La realidad es que es Tavares quien ha estado convocando a gobiernos de todo el mundo, extorsionando miles de millones de dólares en incentivos. Primeros ministros y políticos de todas las tendencias han facilitado esta redistribución de la riqueza de abajo hacia arriba con consecuencias sociales desastrosas. Áreas enteras que solían prosperar como centros de producción ahora están devastadas por un proceso de desindustrialización, mientras que los programas sociales se sacrifican en favor de medidas para impulsar a la élite financiera.

Grandes conglomerados como Stellantis han adquirido una inmensa concentración de poder económico y, por tanto, político. En Italia, esto es aún más claro, ya que Stellantis es el único fabricante de automóviles del país. A medida que el gobierno se esfuerza por encontrar 'soluciones' nacionales desesperadas a una situación global, está tratando de involucrar a un segundo productor de automóviles, que según los rumores podría ser Tesla o los fabricantes de automóviles chinos BYD, Great Wall Motors o Chery.

La respuesta de Tavares a estas posibilidades fue nada menos que una amenaza: 'Si Italia toma ciertas decisiones, sacaremos nuestras propias conclusiones'.

Los despidos son el preludio de una nueva era de trabajo precario. En nombre de la 'flexibilidad' y la 'protección de los empleos nacionales', se desechan trabajadores más experimentados mientras que se emplearán nuevos contratados más baratos de forma temporal, con beneficios limitados o nulos. La precarización está amenazando a toda una generación de trabajadores.

En Estados Unidos se está llevando a cabo un proceso similar. Después de despedir a más de 2.000 trabajadores temporales, Stellantis está contratando a otros nuevos. En Ford, se están recortando cientos de empleos en la planta de camionetas eléctricas en Dearborn, Michigan, y se obliga a los trabajadores a trasladarse a otras plantas o aceptar la pérdida de sus empleos. En General Motors, a los trabajadores de mayor edad se les ofreció un bono de 50.000 dólares si se jubilaban, pero ahora se les mantiene en espera indefinidamente.

En todo esto, el aparato sindical del sindicato United Auto Workers y el presidente del UAW, Shawn Fain, tienen toda la responsabilidad.

La situación objetiva esboza con fuerza el carácter internacional de las luchas que se avecinan. No hay forma de avanzar sobre la base de medidas nacionales de ningún dirigente político burgués. Tampoco puede haber ilusiones en el aparato sindical, profundamente arraigado en el Estado-nación y su aceptación incondicional del sistema capitalista.

Lo que se necesita es la formación de comités de base coordinados internacionalmente donde los trabajadores ejerzan democráticamente todo su poder y tomen el proceso de toma de decisiones en sus propias manos.

Trabajador italiano de Stellantis: las empresas 'explotan a los trabajadores, se enriquecen y al final dejan un montón de escombros'

Tommaso Pirozzi, trabajador de la planta de Stellantis en Pomigliano d'Arco, una de las plantas afectadas por los despidos incentivados, compartió sus puntos de vista: “No hay ninguna organización política o sindical confederal que se oponga realmente a Stellantis. Usted preguntó si los sindicatos son cómplices: desde un punto de vista, eso es cierto, incluso si la FIOM dice que no firmó. Ahora UIL está empezando a arrastrar los pies, esto demuestra que las cosas están muy mal”.

Y continuó: “[No puedes] limitarte a decir que no estás de acuerdo, sin involucrarte en luchas reales para poner de rodillas a esta corporación. Lo que están haciendo [los sindicatos confederales] es muy grave porque dan ilusiones a los trabajadores de que son opositores, cuando en realidad no lo son.”

Cuando se le preguntó sobre las actuales olas de despidos, dijo: “Stellantis también ha dado incentivos en el pasado. Esta es una forma inteligente de evitar los conflictos laborales con los trabajadores. La ley establece que una empresa puede despedir trabajadores en tiempos de crisis, en función de ciertas características como nuevas contrataciones, trabajadores con menos familiares dependientes o aquellos no afectados por patologías laborales”.

Explicó que, en tales casos, “Stellantis habría tenido que mantener a los trabajadores sindicalizados de mayor edad, muchos de ellos con problemas de salud después de 20-30 años en la línea de montaje, y deshacerse de los más jóvenes.”

Tommaso explicó además: “Estos ataques a los derechos, a los salarios, al trabajo mismo, no son solo de Stellantis, sino de todo el sistema de producción mundial. El capitalismo se ha vuelto voraz, fuera de control y mientras los poderosos acumulan riqueza y poder, hay muchos ataques contra la clase trabajadora. Lo vemos en los cientos de nuevas formas de contratación precaria que han surgido como el teletrabajo y la precarización. Al mismo tiempo, se produjo un aumento de la edad de jubilación. Estas son solo algunas de las políticas impuestas a la clase trabajadora'.

También se opuso firmemente a la guerra: “El artículo 11 de la Constitución italiana establece que Italia rechaza la guerra como instrumento de agresión contra la libertad de otros pueblos y como medio para resolver disputas internacionales. Pero siempre han ideado mecanismos para disfrazarla a través de 'guerras humanitarias', o con la excusa de traer 'ayuda' u otras tonterías similares. Esto ha sucedido decenas de veces: Yugoslavia, Irak, Afganistán, Somalia. Todo se delega en las corporaciones, que explotan a los trabajadores, se enriquecen y al final dejan un montón de escombros a la comunidad.”

Y concluyó: 'Siempre estamos en guerra porque hoy alguien decide en lugar del pueblo. Lo que tenemos que hacer es romper este sistema'.

(Artículo publicado originalmente en inglés el 28 de marzo de 2024)

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