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Perspectiva

La política bipartidista del imperialismo: liberales demócratas y fascistas republicanos unidos para financiar el genocidio en Gaza y la guerra en Ucrania

En una serie de votaciones celebradas el sábado, la Cámara de Representantes de Estados Unidos dio su apoyo bipartidista a 95.000 millones de dólares en fondos militares suplementarios: 61.000 millones de dólares para la guerra por delegación de Estados Unidos y la OTAN contra Rusia en Ucrania; 26.000 millones de dólares para armar a Israel en medio de su genocidio en Gaza y su enfrentamiento militar con Irán; y 8.000 millones de dólares para convertir a Taiwán en una base bélica contra China.

Sistema de Misiles Tácticos del Ejército (ATACMS) [AP Photo/John Hamilton/U.S. Army]

Este desembolso suplementario y un cuarto proyecto de ley dirigido a intensificar los preparativos bélicos al interior de EE.UU., incluyendo la prohibición de la red social TikTok al calificarla como un presunto instrumento del Gobierno chino, se combinarán en un solo paquete legislativo que se llevará al Senado. Se anticipa su aprobación esta misma semana.

La legislación ofrecerá la autorización del Congreso a la política de guerra global del Gobierno de Biden. El hecho de que combinara las intervenciones estadounidenses en tres regiones muy distintas –Europa del este, Oriente Próximo y Extremo Oriente— refleja un cambio fundamental en la política mundial.

La élite gobernante estadounidense considera sus conflictos con Rusia, Irán y China como escenarios interconectados de una misma lucha: las fases iniciales de una tercera guerra mundial. El imperialismo estadounidense, la mayor potencia militar pero una potencia económica en declive, está inmerso en un último impulso para mantener su hegemonía mundial frente a cualquier desafío.

Y como lo indica el proyecto de ley contra TikTok, al preparar el cierre de una aplicación utilizada por 170 millones de personas, en muchos casos para obtener información censurada por los medios corporativos estadounidenses, la guerra imperialista es incompatible con la democracia y la libertad en casa.

Intensificar la represión dentro del país es una necesidad para la élite gobernante, que busca silenciar la oposición política abierta e imponer a los trabajadores los enormes sacrificios tanto económicos como en vidas humanas que tal guerra conllevará. La guerra contra Rusia, Irán y China significa la guerra contra la clase obrera estadounidense.

La aprobación de la ley de guerra en la Cámara de Representantes unió a los dos partidos capitalistas en apoyo de un improbable “héroe”, el presidente de la Cámara de Representantes, Mike Johnson, un fundamentalista cristiano y reaccionario extremo. Recibió la bendición de Trump la semana pasada en Mar-a-Lago y el aplauso de Biden y del líder de la minoría demócrata en la Cámara de Representantes, Hakeem Jeffries, este fin de semana en Washington.

Johnson consultó a Trump antes de su decisión de impulsar el proyecto de ley para financiar la guerra sin un componente contra la migración, que Trump previamente rechazó con el fin de preservar la supuesta amenaza de los inmigrantes como grito de guerra para su campaña electoral fascistizante. Si bien Biden pidió a Trump que se “unieran” atacando a los inmigrantes, esta unidad se realizó en torno a la máxima prioridad de la aristocracia financiera estadounidense: la guerra global.

Como dijo Johnson en una rueda de prensa en el Capitolio: “Me considero un presidente legislativo de guerra”.

El significado completo de este acuerdo bipartidista quedó plasmado en declaraciones separadas de Biden y Johnson denunciando las manifestaciones estudiantiles contra el genocidio israelí en Gaza. Y los demócratas de la Cámara de Representantes, desde el líder de la minoría Hakeem Jeffries hacia abajo, indicaron que apoyarían a Johnson contra cualquier intento proveniente de un puñado de republicanos fascistas encabezados por Marjorie Taylor Greene de destituirlo.

El sábado hubo nueve votaciones en la Cámara de Representantes sobre los fondos suplementarios de seguridad nacional: cuatro para aprobaciones finales y cinco sobre enmiendas o procedimientos. La gran mayoría de los demócratas votó junto a Johnson y los líderes republicanos en siete de las nueve votaciones. En las cinco votaciones relacionadas con la financiación de Ucrania —tres enmiendas hostiles, una moción de procedimiento para anularla y la aprobación final— los demócratas votaron unánimemente a favor de la guerra de poder contra Rusia.

Los diputados demócratas ondearon banderas ucranianas pequeñas mientras se llevaba a cabo la votación sobre la aprobación final del proyecto de ley de fondos para Ucrania. Cuando terminó, empezaron a corear “Ucrania, Ucrania” y tuvieron que ser amonestados para que se callaran. Los demócratas supuestamente de “izquierda”, como Alexandria Ocasio-Cortez, quien pertenece a los Socialistas Democráticos de Estados Unidos (DSA, sigla en inglés), y miembros del llamado “escuadrón”, se unieron a la celebración de la guerra de Ucrania.

Las votaciones del sábado demostraron la realidad más importante de la política estadounidense contemporánea. No hay un “mal menor” en la contienda electoral de 2024 entre el presidente demócrata Biden, el belicista en jefe, y el expresidente republicano Trump, cuyo afán por recuperar el control de la Casa Blanca va acompañado de amenazas fascistizantes de que adoptará medidas dictatoriales contra toda oposición política.

La afirmación de que Biden es el “mal menor” frente a Trump es el principal argumento de los apologistas del Partido Demócrata, ya sea en los medios corporativos, el DSA o la pseudoizquierda en su conjunto. No pueden señalar a ningún logro reformista importante de la Administración de Biden. Ha defendido los intereses de la patronal, utilizando a los sindicatos para bloquear o limitar las huelgas. Además, puso fin a todas las medidas de protección contra el COVID-19, obligando a millones de personas a volver al trabajo cunado la pandemia sigue haciendo estragos.

El argumento del “mal menor” pretende reconocer el enorme malestar hacia el Gobierno de Biden entre millones de trabajadores y jóvenes, al tiempo que declara que Trump sería aún peor. Pero las acciones de la Cámara de Representantes durante el fin de semana mostraron un partido, no dos. O más bien dos partidos unidos por la guerra, no solo contra Rusia, sino en todo el mundo.

La aprobación bipartidista de la ley para financiar la guerra muestra los peligros a los que se enfrenta la clase obrera mientras carezca de medios para luchar políticamente por sus intereses. El sistema bipartidista es una puerta cerrada, ya que las corporaciones controlan ambos partidos, los cuales están inalterablemente comprometidos con la defensa del sistema de lucro en casa y la posición global del imperialismo estadounidense.

La cuestión principal de las elecciones de 2024 es la lucha por la independencia política de la clase trabajadora frente a la política capitalista. Como dijeron los candidatos a presidente y vicepresidente del Partido Socialista por la Igualdad (SEP; Socialist Equality Party), Joseph Kishore y Jerry White, en el lanzamiento de su campaña:

Trump y Biden no representan los intereses de los trabajadores, sino de las corporaciones y los multimillonarios. Los demócratas y los republicanos están mucho más de acuerdo que en desacuerdo. Están de acuerdo en cuanto a la guerra, la austeridad, los rescates a los ricos...

La clase obrera estadounidense debe intervenir en oposición a las políticas de guerra de los dos partidos capitalistas, que amenazan a la humanidad con la aniquilación nuclear. Esto requiere unirse con los trabajadores a nivel internacional avanzando un programa común basado en políticas socialistas, para poner fin a la causa fundamental de la guerra: el sistema de lucro capitalista.

(Artículo publicado originalmente en inglés el 21 de abril de 2024)

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