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Perspectiva

El presidente del sindicato Teamsters figura en la Convención Nacional Republicana: la burocracia apuesta por el fascismo

Sean O’Brien, presidente del sindicato Teamsters, se pronuncia durante la Convención Nacional Republicana, 15 de julio de 2024, Milwaukee, Wisconsin [AP Photo/Morry Gash]

Ante el reaccionario festival esta semana de la Convención Nacional Republicana, el discurso pronunciado por el presidente general del sindicato Teamsters, Sean O’Brien, en la primera noche, amerita atención. Pone en evidencia, claramente, que una sección de la burocracia sindical está preparada para apoyar el fascismo. 

La participación de O’Brien reflejó los cálculos políticos de los asesores de extrema derecha de Trump, que buscan jugar con el pseudopopulismo de derecha de su campaña. Siguió a meses de cortejo entre los Teamsters y la extrema derecha republicana, incluidas múltiples reuniones entre O’Brien y Trump, el apoyo de O’Brien al senador de Missouri Josh Hawley (un cómplice clave de la intentona golpista del 6 de enero) y decenas de miles de dólares en donaciones a los republicanos.

Su discurso llamó a un “bipartidismo” basado en el nacionalismo, el militarismo y la integración de los sindicatos con la gerencia patronal y el Estado capitalista. “No estamos comprometidos con nadie ni con ningún partido”, declaró. Es decir, el aparato sindical está preparado para hacer negocios con cualquier político capitalista, incluidos Biden y Trump. Señaló el historial de los Teamsters en un período anterior de respaldar rutinariamente a los candidatos republicanos a la presidencia, incluidos Nixon, Reagan y George Bush padre, todas figuras archirreaccionarias, odiadas y asociadas con guerras imperialistas y ataques masivos a los trabajadores.

Pero detrás de una muestra de “bipartidismo”, O’Brien indicó inequívocamente su apoyo particular por el fascismo emergente en Estados Unidos, que se centra en Trump. Refiriéndose al intento de asesinato del sábado, O’Brien elogió a Trump como “un HDP resistente”. Señaló a Hawley y J.D. Vance, el recién anunciado compañero de fórmula de Trump, como supuestos amigos de los trabajadores que “no estaban financiados por grandes centros de pensamiento”.

O’Brien argumentó ante los delegados reunidos que al Partido Republicano le beneficiaría abandonar sus “reacciones instintivas sobre los sindicatos”, señalando el papel crítico de los Teamsters en las cadenas de suministro de Estados Unidos y ofreciendo construir una alianza corporativista con los republicanos. Entre episodios de demagogia contra la “codicia corporativa”, entregados a una audiencia de los representantes más despiadados del capitalismo estadounidense, destacó el papel de los Teamsters en UPS, que llamó “la empresa de entrega de paquetes más eficiente del mundo”.

El peso de esta “eficiencia” se ha puesto enteramente en las espaldas de los trabajadores a través de las traiciones de los Teamsters. El contrato del año pasado, aclamado deshonestamente como una victoria “histórica” por O’Brien y sus partidarios en la pseudoizquierda, se está utilizando para despedir a más de 12.000 trabajadores y cerrar o automatizar cientos de instalaciones.

No es un caso único, sino que refleja la función universal de la burocracia como policía industrial. El sindicato United Auto Workers (UAW) también está ayudando a llevar a cabo miles de despidos, tras un contrato aprobado el año pasado con el respaldo de la Casa Blanca de Biden. Los sindicatos de Correos, ferroviarios y muchos otros están cumpliendo la misma función.

La parte más reaccionaria del discurso de O’Brien llegó cuando abordó la economía mundial. “Necesita volverse más fácil que las empresas permanezcan en Estados Unidos”, dijo. En lenguaje sencillo, esto significa una austeridad aún más masiva para completar la transformación de los Estados Unidos en una plataforma de mano de obra barata capaz de “competir” con China, India y otros países “en desarrollo” por las peores condiciones de trabajo.

Luego atacó a las corporaciones multinacionales por su supuesta “deslealtad” a los Estados Unidos. “Lo que es repugnante es que Amazon ha abandonado cualquier lealtad nacional”, dijo. “Las élites no tienen partido, las élites no tienen nación”.

Para ser franco, esta declaración es arrancada directamente de Hitler, quien con frecuencia criticaba a los “cosmopolitas desarraigados”, especialmente a los banqueros judíos sin lealtad a “sangre y tierra”. En particular, recuerda un incidente en 2018 cuando un miembro del Parlamento alemán del partido neonazi Alternativa para Alemania fue sorprendido parafraseando uno de los discursos de Hitler en este sentido.

También es, como hecho político, falso hasta la médula. Como explicaron Marx y Engels en El Manifiesto Comunista, es la clase obrera, desposeída bajo el capitalismo y unida sobre la base de sus intereses internacionales comunes, la que “no tiene patria”.

El capitalismo estadounidense, que busca compensar su declive masivo, se ve obligado a depender en gran medida de su poder estatal contra enemigos extranjeros e internos, lanzando nuevas guerras catastróficas y tambaleándose hacia una dictadura. Esto se expresó de manera particularmente nítida en la propia convención republicana.

En una respuesta preparada, Hawley respaldó plenamente el discurso de O’Brien, calificándolo de “un momento decisivo” y el comienzo de una alianza nacionalista de los republicanos con la burocracia sindical. “Hay mucho en lo que los republicanos y los sindicatos pueden ponerse de acuerdo”, dijo, incluidas las medidas de guerra comercial contra China y una “política energética de Estados Unidos Primero”.

Aquellos en los medios corporativos acostumbrados a hacer “análisis” políticos basados en banalidades, sobre todo, la falsa identificación de la burocracia sindical con los trabajadores, tuvieron dificultades para dar sentido a la presencia de O’Brien. Pero la realidad es que la burocracia sindical es una base natural de apoyo al fascismo.

Tras haberse integrado completamente con la administración patronal y ser dependiente de sus lazos con el Estado, la burocracia es profundamente hostil a la clase trabajadora. Los sindicatos se manejan como dictaduras burocráticas, que nunca dudan en recurrir al fraude e incluso a la violencia para superar la resistencia de las bases. Políticamente, la burocracia está dominada por el nacionalismo y el anticomunismo, que refleja su temor mortal a la amenaza revolucionaria que representa la clase trabajadora.

El apoyo a Trump no es un cambio fundamental, sino el resultado de las políticas de la burocracia, que están determinadas por las necesidades del capitalismo. Los burócratas sindicales hacen lo imposible, tanto en palabras como en hechos, para demostrar al Estado “democrático” cuán indispensables y dignos de confianza son en tiempos de paz y especialmente en tiempos de guerra. Al transformar a los sindicatos en órganos del Estado, el fascismo no inventa nada nuevo, lleva simplemente a su última consecuencia las tendencias inherentes al imperialismo.

Si O’Brien hubiera pronunciado el mismo discurso en la Convención Nacional Demócrata, saludando a Biden en lugar de a Trump, no habría estado fuera de lugar. 

La Casa Blanca de Biden está totalmente concentrada en preparar a la sociedad estadounidense para la guerra. Para ello, está construyendo una alianza corporativista con el Estado, los sindicatos y la patronal para aplastar la resistencia de la clase trabajadora y disponer más recursos para el ejército a través de despidos y austeridad. Esta estrategia se resumió la semana pasada cuando Biden visitó la sede de la AFL-CIO y declaró a los sindicatos “mi OTAN nacional”.

Biden cita con frecuencia la movilización de la industria estadounidense durante la Segunda Guerra Mundial como ejemplo para hoy. En sí mismo, esto demuestra que la clase dominante se está preparando para la Tercera Guerra Mundial. Pero Estados Unidos es una potencia en declive, no en ascenso, y las políticas corporativistas de Biden tienen más en común con el régimen social en Italia bajo Mussolini que con el Nuevo Trato de Franklin D. Roosevelt.

La pseudoizquierda, incluidos los Socialistas Democráticos de Estados Unidos (DSA, sigla en inglés) y Labor Notes, ha protagonizado la promoción de estas políticas. Apoyaron implacablemente a O’Brien durante años, presentándolo como uno de los líderes de un supuesto movimiento de “reforma” dentro de la burocracia. Todavía están en coalición con O’Brien en la Junta Ejecutiva General de Teamsters, donde están representados por numerosos miembros de la facción Teamsters for a Democratic Union (TDU).

La pseudoizquierda criticó el discurso de O’Brien, no por su contenido ultranacionalista, que respaldan, sino por su elección de lugar. “Es comprensible que Sean O’Brien esté buscando influencia frente a los demócratas corporativos y los republicanos antisindicales”, tuiteó el editor de Jacobin, Bhaskar Sunkara. Solo se quejó de que O’Brien combinó “puntos de conversación decentes sobre la lucha de clases”, esto es lo que Sunkara llama la demagogia fascista de O’Brien, con “líneas aduladoras sobre Trump”. Otros, sin embargo, estaban totalmente de acuerdo con una alianza con la extrema derecha. Cenk Uygur lo llamó “el discurso más progresista que he visto en una convención republicana o demócrata”.

Por ahora, los Teamsters son el único sindicato importante que ha colaborado con Trump. Pero a medida que la campaña de Biden, y el propio Biden se sigan descomponiendo internamente, no es inconcebible que esto pueda cambiar. La respuesta entusiasta a la convención en los medios “liberales” es una señal de que sectores significativos de la clase dominante, desmoralizados por la disfunción interna y aterrorizados por la amenaza de una revolución social, se sienten atraídos por la idea de que Trump u otro caudillo político tome el poder para imponer la “unidad nacional”.

La defensa de los derechos democráticos solo es posible sobre la base de un movimiento políticamente independiente de la clase trabajadora contra el capitalismo y la dictadura de la patronal, que está llevando el mundo al abismo. Esto solo puede guiarse por un programa socialista e internacionalista, rechazando todos los intentos de subordinar a los trabajadores al Estado nacional. De la mano a ello, debe haber una rebelión para aplastar la burocracia sindical, que funciona como una fuerza de policía industrial, y reemplazarla con auténticos órganos de poder obrero.

(Artículo publicado originalmente en inglés el 15 de julio de 2024)

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