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Perspectiva

La ola actual de COVID-19 y la destrucción de la salud pública por parte de Biden

El viernes, los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC, siglas en inglés) actualizaron los datos de muestras de COVID-19 en aguas residuales, mostrando que continúa la novena ola de infecciones masivas en todo Estados Unidos. Se detectó el mayor aumento en la transmisión en el centro y sur del país, mientras que el oeste vio una leve caída pese a mantener los niveles más elevados de COVID-19.

Utilizando estos datos, el modelador de enfermedades infecciosas JP Weiland estimó que 760.000 estadounidenses están contrayendo COVID-19 a diario. Advirtió que la nueva variante KP.3.1.1 será dominante en dos semanas y posiblemente impulsará niveles más altos de contagio y posiblemente la mayor ola de infecciones de la pandemia durante el verano.

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Con base en la estimación conservadora de que el 5 por ciento de las infecciones o reinfecciones conducen a las secuelas conocidas como COVID persistente, cada día al menos 38.000 estadounidenses desarrollarán discapacidades. Las hospitalizaciones por COVID-19 siguen aumentando en todo EE.UU., mientras que se espera que las muertes aumenten en las próximas semanas.

The Economist muestra que el exceso de mortalidad por encima de los niveles prepandémicos sigue elevado en Estados Unidos, a una tasa de 429 muertes adicionales por día. El total acumulado ya alcanzó 1,46 millones de muertes.

El exceso de mortalidad estimado por semana desde el 20 de febrero de 2023 en Estados Unidos y el mundo [Photo by Our World In Data / CC BY 4.0]

A nivel global, el exceso de mortalidad se mantiene en alrededor de 10.000 por día y el total acumulado durante la pandemia ya es de 27,3 millones. En su abrumadora mayoría, estas muertes fueron causadas por los diversos impactos del COVID-19 en la salud.

Los CDC y la Administración de Biden no han emitido declaraciones públicas sobre la ola en marcha de la pandemia, que también ha recibido poca cobertura en los medios corporativos. Ni un solo funcionario de salud pública o político ha alentado a los estadounidenses a usar mascarillas N95 de alta calidad para protegerse, encubriendo el hecho de que estas mascarillas previenen la transmisión viral.

La víctima más destacada de la última ola de COVID-19 en los Estados Unidos es el propio Joe Biden, que dio positivo el 17 de julio. Esta fue la tercera infección por COVID-19 de Biden, después de haber dado positivo y luego sufrir un caso de “rebote” en julio-agosto de 2022.

Solo cuatro días después de dar positivo, Biden emitió cartas públicas anunciando su retirada de las elecciones presidenciales de 2024 y respaldando a Kamala Harris como candidata demócrata. Entre una serie de afirmaciones delirantes sobre su presidencia, escribió absurdamente desde su aislamiento en Rehoboth Beach: “Juntos, superamos una pandemia que puede ocurrir una vez en cada 100 años”.

El presidente Joe Biden tose durante un evento con el representante Steven Horsford, demócrata por Nevada, en Las Vegas, el martes 16 de julio de 2024. Biden dio positivo por COVID-19. [AP Photo/Susan Walsh]

Si bien los medios de comunicación han ignorado el papel de la última infección de Biden en su retirada, claramente fue un factor precipitante importante. A pesar de los llamamientos universales para que se retirara después de su desastrosa actuación en el debate presidencial, durante semanas Biden se negó a hacerlo, diciéndole a George Stephanopoulos que solo “el Señor Todopoderoso” podría convencerlo. Evidentemente, la intervención divina vino en forma de una reinfección con COVID-19.

Con toda probabilidad, las infecciones de Biden en 2022 aceleraron su deterioro mental, que ya era evidente durante las elecciones de 2020, pero que ha empeorado constantemente. A lo largo de la pandemia, numerosos estudios han encontrado que incluso las infecciones leves por COVID-19 pueden causar o acelerar la degeneración neurológica, y la destacada neurocientífica Leslie M. Kay advirtió sobre “una ola de demencia posterior al COVID-19 en las próximas décadas”. Un estudio reciente de este tipo, publicado en febrero de 2024, reafirmó que el COVID-19 puede causar una “desaceleración cognitiva pronunciada”.

A raíz de la retirada de Biden de su campaña de reelección de 2024, los medios corporativos alineados con el Partido Demócrata han emitido efusivos hosannas por los logros supuestamente “históricos” de su Gobierno. Tal vez el más fraudulento fue un artículo de opinión publicado el jueves en el Washington Post por la columnista Leana Wen, titulado: “Gracias, presidente Biden, por guiarnos a través de la pandemia”.

Desde la toma de posesión de Biden, Wen ha defendido diligentemente todas las políticas anticientíficas de la Casa Blanca y los CDC, justificando la constante eliminación de todas las medidas de mitigación anti-COVID. Junto con su homólogo del New York Times , David Leonhardt, se encuentra entre los minimizadores de pandemias más notorios y es justamente odiada por todos aquellos que siguen la ciencia de la pandemia en curso.

Wen comienza su artículo diciendo:

El sorprendente anuncio del presidente Biden de que pondrá fin a su candidatura a la reelección ha llevado a muchos a elogiar sus logros. El principal de ellos debería ser cómo su Gobierno manejó la pandemia de coronavirus y salvó millones de vidas estadounidenses.

Wen caracteriza la política pandémica de Donald Trump como una “rendición”, lo que permitió que el virus “se convirtiera en la tercera causa de muerte en la nación” en el momento de la toma de posesión de Biden. Pero omite el hecho de que un año después, en respuesta a la variante de ómicron, Biden terminó la abyecta rendición de toda la élite política estadounidense a la pandemia, implementando plenamente la política de “inmunidad colectiva” de Trump. Durante el invierno de 2021-22, el COVID-19 fue una vez más la tercera causa principal de muerte, y más de 200.000 estadounidenses fallecieron por al virus, todo a manos de la Administración de Biden.

El principal arquitecto de la respuesta de Biden a la pandemia fue el coordinador de la respuesta al COVID de la Casa Blanca, Jeff Zients, un inversor multimillonario de Wall Street sin antecedentes médicos ni de salud pública. El 17 de diciembre de 2021, mientras más de 1.000 estadounidenses morían de COVID-19 cada día, Zients amenazó macabramente a los no vacunados, “verán un invierno de casos graves y muerte para ustedes, sus familias y los hospitales que pronto abrumarán”. A lo largo de ese invierno y su tiempo en el cargo, Zients y Biden se opusieron continuamente a los cierres y denigraron todas las demás medidas de salud pública.

Ignorando estos crímenes, Wen dedica la mayor parte de su artículo a glorificar el lanzamiento de las vacunas anti-COVID por parte de Zients. También trata de afirmar que Biden supervisó una gran expansión de las medidas de salud pública, a través de “un vínculo con compañías farmacéuticas para desarrollar y distribuir tratamientos antivirales, aumentar las pruebas en el hogar, mejorar la vigilancia de enfermedades e invertir en investigación sobre el COVID a largo plazo”.

Todo es falso. Especialmente a raíz de la finalización por parte de Biden de la declaración de emergencia de salud pública de COVID-19 en mayo de 2023, la tasa de vacunación se ha estancado, la vigilancia pandémica se ha desmantelado, las pruebas en el hogar y los antivirales son casi imposibles de acceder para la mayoría de los estadounidenses, y los fondos de investigación de COVID persistente se han evaporado, junto con todos los demás fondos relacionados con el COVID. Más de 24,5 millones de estadounidenses han sido dados de baja de Medicaid en el último año, siendo arrojados a las filas de los no asegurados.

Wen concluye: “Creo que el legado de Biden como presidente será haber sacado a Estados Unidos de la pandemia de la mejor manera esperable. Por todo su trabajo para promover la salud pública, agradezco a Joe Biden”.

Esto no es más que propaganda cruda, diseñada para encubrir los crímenes de Biden, así como su propia complicidad y la de todos los medios corporativos.

El verdadero legado de Biden será haber supervisado las muertes de más de 800.000 estadounidenses por COVID, mientras que millones han sufrido COVID persistente. Los impactos generacionales a largo plazo de las reinfecciones anuales no se comprenderán completamente por años o décadas.

Lo cierto es que Biden fue víctima de su propia política de “COVID para siempre”, que representa el repudio total a la salud pública. Su declive físico y político revela el carácter totalmente insostenible de esta política, que está sometiendo a toda la humanidad a interminables olas de reinfecciones masivas con un virus que se sabe que es capaz de dañar todos los órganos del cuerpo.

Si bien Biden pudo aislarse de manera segura en casa, con acceso inmediato al antiviral Paxlovid y tratamiento médico avanzado, la realidad para la gran mayoría de la población estadounidense es diametralmente opuesta.

Cuando la clase trabajadora escucha que “el COVID es leve”, es privada de una educación sobre los riesgos de cada reinfección y del acceso a tratamientos, se le obliga a trabajar mientras enferma o correr el riesgo de perder su trabajo, y se ve obligada a valerse por sí misma ante incapacitaciones por COVID persistente, lo que significa es que ha sido completamente abandonada por el sistema capitalista y sus partidarios en las burocracias sindicales.

La respuesta a la pandemia tanto bajo Trump como bajo Biden representó el descenso del siglo XXI a la barbarie capitalista. La normalización de las muertes masivas por COVID-19 preparó a la burguesía de las potencias imperialistas para llevar a cabo su brutal guerra contra Rusia en Ucrania desde 2022 y el genocidio en Gaza desde 2023, la antecámara de una Tercera Guerra Mundial en ciernes, que corre el riesgo de desencadenar un Armagedón nuclear.

El orden social enfermo que ha producido estos horrores debe ser derrocado y reemplazado por una economía socialista mundial planificada que garantice la financiación completa de la salud pública, el acceso universal y de buena calidad a la salud, la vivienda y la educación, y el fin de la pobreza, la enfermedad y la guerra.

(Artículo publicado originalmente en inglés el 26 de julio de 2024)

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