El viernes, la candidata demócrata a la presidencia, la vicepresidenta Kamala Harris, presentó una serie de propuestas económicas de campaña ante unos pocos cientos de seguidores en un acto de campaña en Wake Tech Community College en Raleigh, Carolina del Norte.
Usando el lenguaje de Wall Street, Harris prometió, de ser elegida, crear “lo que llamo una ‘economía de oportunidades’”.
Hablando frente a pancartas que decían “Economía de Oportunidades, Bajando tus Costos” y “Un Nuevo Camino a Seguir,” Harris avanzó prácticamente la misma agenda corporativista y nacionalista que el presidente Joe Biden había estado promoviendo hasta hace poco, con apelaciones más evidentes a Wall Street.
Harris comenzó su discurso hablando de la pandemia de COVID-19, que continúa devastando el planeta, en tiempo pasado. Admitió: “Un pan cuesta un 50 por ciento más hoy que antes de la pandemia. La carne molida ha subido casi un 50 por ciento. Muchas de las grandes empresas alimentarias están viendo sus mayores beneficios en dos décadas”.
Mientras la clase trabajadora lucha por sobrevivir una pandemia mortal frente al aumento de los costos de alimentos, atención médica y vivienda, los ultrarricos bajo Biden-Harris nunca han estado mejor. Datos reportados por Forbes y recopilados por inequality.org muestran que entre marzo de 2020 y marzo de 2024, el número de multimillonarios en los EE. UU. aumentó de 614 a 737. La riqueza controlada por estos multimillonarios casi se ha duplicado en cuatro años, de $2.947 billones a $5.529 billones, o un aumento de casi un 88 por ciento.
Harris prometió construir sobre esta “base” de “progreso” y crear “oportunidades para la clase media que avancen su seguridad económica, estabilidad y dignidad”. No mencionó en ningún momento cómo pagaría por alguna de las propuestas, ni planteó la posibilidad de aumentar los impuestos a los ultrarricos o corporaciones.
En cambio, Harris declaró: “Me centraré en reducir la burocracia innecesaria y la reglamentación excesiva,” mientras “fomento tecnologías innovadoras… y creo un entorno empresarial estable”. Como parte de crear un “entorno empresarial estable,” prometió “trabajar con el trabajo y las empresas para fortalecer la economía estadounidense”.
Además de prometer reducir regulaciones y trabas burocráticas para las corporaciones, describió una serie de propuestas limitadas para combatir los costos exorbitantes de la vivienda, la atención médica, los precios de los alimentos y la inflación que no tienen ninguna posibilidad de ser aprobadas en un Congreso dividido. Sus propuestas condenadas al fracaso incluyen un Crédito Tributario por Hijos ampliado de $6.000 para familias de ingresos medios y bajos el primer año que tengan un hijo y un incentivo fiscal de $25.000 para compradores de vivienda por primera vez.
Estas propuestas son una cortina de humo para las verdaderas políticas de una administración Harris-Walz, que están centradas en suprimir la lucha de clases a través del aparato sindical para asegurar las ganancias de las grandes corporaciones y las cadenas de suministro nacionales en preparación para la Tercera Guerra Mundial.
Al igual que Biden, Harris está enlistando al aparato sindical para llevar a cabo la agenda de la clase dominante de imponer la hegemonía global de EE. UU., “Como presidenta, reuniré a los sindicatos con las pequeñas empresas y las grandes compañías para invertir en América, crear buenos empleos, lograr un crecimiento generalizado y asegurar que América continúe definiendo el futuro y liderando al mundo”.
En sus comentarios, Harris usó su experiencia como fiscal para venderse absurdamente como una “luchadora” por la “clase media” contra las grandes corporaciones que poseen tanto al Partido Demócrata como al Partido Republicano.
“Como fiscal general, fui tras las empresas que inflaban artificialmente los precios,” dijo Harris. “Donald Trump lucha por los multimillonarios y las grandes corporaciones… Nosotros –yo lucharé para devolver el dinero a los estadounidenses de clase trabajadora y media”.
El hecho es que, al igual que en el apoyo continuo al genocidio en Gaza y la guerra contra Rusia en Ucrania, la administración Harris no marcará un quiebre con las políticas pro-Wall Street y pro-guerra de Biden. Ella y el Partido Demócrata son agentes de la clase dominante. Es por eso que la clase dominante ha llenado su campaña con cientos de millones de dólares .
No solo continuará Harris muchas de las mismas políticas que Biden, sino que lo hará con muchas de las mismas caras. El lunes, MSNBC informó que el equipo de política económica de Harris “se basa en exalumnos de la Casa Blanca de Biden, Brian Deese, Mike Pyle”.
Deese, informó MSNBC, ha sido un “asesor clave y caja de resonancia para Harris”. Pyle, el ex “estratega jefe de inversiones globales en Blackrock,” también “está trabajando” con Harris.
Como director del Consejo Económico Nacional de Biden, Deese supervisó la reapertura de las escuelas tan pronto como la administración Biden-Harris asumió el cargo. En medio de una de las olas más mortales de la pandemia, el exbanquero de inversiones de BlackRock explicitó la política de la oligarquía financiera: las escuelas deben reabrir para que los niños puedan regresar y infectarse, mientras sus padres van a trabajar y generan ganancias para las corporaciones.
MSNBC también informó que Deanne Millisón, actualmente cabildero de Ford Motor Co., “está de vuelta en el redil” después de dejar su puesto como asesora económica principal de Harris el año pasado. El veterano operativo demócrata, incluyendo como director del Consejo Económico Nacional bajo los presidentes Clinton y Obama, Gene Sperling, también “asesora” a Harris en política, informó el medio.
El año pasado, Sperling fue nombrado por la Casa Blanca de Biden para supervisar las negociaciones de las tres grandes compañías automotrices con el UAW que terminaron con contratos que traicionaron masivamente, asegurando miles de despidos.
No hay nada progresista o “proobrero” en la agenda económica promovida por Harris y sus manejadores de Wall Street. Detrás del telón, Harris está trabajando estrechamente con banqueros, CEOs, inversionistas y burócratas sindicales para suprimir la lucha de clases y las crecientes demandas de los trabajadores por aumentos salariales y reducciones en los costos de vivienda, atención médica y alimentos.
La lucha por asegurar empleos bien remunerados, vivienda y atención médica para todos, no solo “oportunidades” para ser explotados por corporaciones y políticos mentirosos, requiere un quiebre con todos los partidos capitalistas, los sindicatos nacionalistas y un giro hacia los métodos de lucha de clases.
(Artículo publicado originalmente en inglés el 16 de agosto de 2024)
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