Quedan ocho semanas de la contienda presidencial más reaccionaria en la historia moderna de Estados Unidos. Ambos partidos capitalistas están ofreciendo al pueblo trabajador la elección entre el candidato de la dictadura fascista, el republicano Donald Trump, y la candidata de la guerra mundial imperialista, la demócrata Kamala Harris.
El reemplazo del presidente Joe Biden por su vicepresidenta, Harris, detuvo el colapso de la campaña presidencial demócrata y trajo consigo nuevos fondos de campaña, pero las encuestas siguen esencialmente empatadas. La encuesta del New York Times /Siena College realizada el domingo dio una ventaja de un punto porcentual a Trump a nivel Nacional, pero Harris mantiene una leve ventaja en tres de los siete estados reñidos de definirán el Colegio Electoral, y un empate en los otros cuatro.
Cabe notar que, según en New York Times, “más del 60 por ciento de los votantes probables dijo que el siguiente presidente debería representar un cambio importante con respecto a Biden, pero solo el 25 por ciento dijo que la vicepresidenta representaba tal cambio, mientras que el 53 por ciento dijo que el expresidente Trump lo hacía”.
En una declaración en X, el candidato presidencial del Partido Socialista por la Igualdad, Joseph Kishore, citó la encuesta el New York Times y otros indicadores de que la contienda se encontraba extremadamente reñida. Escribió:
¿Qué podría ser una condena más devastadora para los demócratas que el hecho de que el expresidente, quien intentó anular las elecciones anteriores en un golpe de Estado fascistizante, consigue cierta tracción e incluso podría ganar las elecciones de 2024?
Kishore añadió:
Harris y los demócratas no tienen ninguna propuesta para lidiar con la crisis social y las condiciones devastadores que enfrenta el grueso de la población. Su prioridad principal es intensificar la guerra, particularmente la guerra de EE.UU. y la OTAN contra Rusia, que no es popular. Y, junto a los republicanos, son responsables del genocidio en Gaza.
Cada vez es menos probable que el ganador de las elecciones se conozca en la noche del 5 de noviembre, dado que unos pocos miles de votos bien podrían ser decisivos en los estados más reñidos. La campaña de Trump ya está haciendo preparativos febriles para desafiar el conteo de votos, tanto legalmente como con violencia física, y espera utilizar las asambleas legislativas estatales controladas por los republicanos y la Corte Suprema de derecha para secuestrar el voto.
En mítines de campaña durante el fin de semana, Trump volvió a amenazar a sus oponentes políticos con arrestos, juicios y encarcelamientos. “Tenemos que detener las trampas. Si dejamos de hacer trampa, si no los dejamos hacer trampa, ya ni siquiera tendría que hacer campaña”, dijo a una multitud de Wisconsin. En su sitio de redes sociales Truth, Trump escribió: “CUANDO GANE, las personas que HICIERON TRAMPA serán procesadas con todo el peso de la ley, lo que incluirá sentencias de prisión largas para que esta depravación de la justicia no vuelva a suceder”.
Trump ya se comprometió a asumir el papel de “dictador” en el primer día de su segundo mandato presidencial y a movilizar a los militares dentro de los Estados Unidos para reunir a hasta 20 millones de inmigrantes y sus familias y expulsarlos del país.
Durante el fin de semana, Kamala Harris recibió el respaldo de dos belicistas republicanos, el exvicepresidente Dick Cheney y su hija Liz Cheney, excongresista de Wyoming y copresidenta del ahora disuelto Comité Selecto de la Cámara de Representantes sobre el intento de golpe de Estado del 6 de enero de 2021 por parte de Trump contra el Congreso.
Dick Cheney es un criminal de guerra, el principal arquitecto de la invasión y ocupación estadounidenses de Irak en 2003, responsable de la masacre de millones en Oriente Próximo y Afganistán en las guerras instigadas por el imperialismo estadounidense. El hecho de que haya elegido respaldar públicamente a Harris sobre Trump demuestra su confianza en que la candidata demócrata continuará esta política de agresión militar en los nuevos ámbitos elegidos por la Administración de Biden-Harris: la guerra contra Rusia en Ucrania, una guerra conjunta entre Estados Unidos e Israel contra Irán y sus grupos aliados en Oriente Próximo, y los preparativos de guerra contra China en la región de Asia-Pacífico.
Cheney expresó su respaldo en un lenguaje que denunciaba la instigación de Trump al ataque al Capitolio el 6 de enero de 2021. La propia historia de Cheney demuestra lo vacía que es esta supuesta defensa de la democracia. La candidatura republicana de George W. Bush y Cheney utilizó mentiras, intimidación violenta y la supresión de votos legales, respaldados por una Corte Suprema reaccionaria, en su exitosa campaña para robar las elecciones de 2000. También fue Cheney el defensor más abierto de la tortura, los secuestros (“entregas”) y los asesinatos de la CIA como parte de la llamada “guerra contra el terrorismo”.
Sin embargo, la campaña de Harris emitió una declaración en la que dio la bienvenida a la declaración de Cheney: “La vicepresidenta se enorgullece de contar con el apoyo del vicepresidente Cheney y respeta profundamente su coraje al poner al país por encima del partido”.
En el programa de entrevistas “This Week” de ABC, Liz Cheney dijo que había hablado con Kamala Harris y esperaba hacer campaña a su favor. Elogió el discurso de aceptación de Harris en la Convención Nacional Demócrata, diciendo que podría haber sido pronunciado por Ronald Reagan o George W. Bush.
Demostrando esta alianza bipartidista para la guerra, otra agente republicana y exfuncionaria de la Administración de Trump, Alyssa Farah Griffin, hablando en CNN el domingo, ofreció esta explicación del apoyo de Dick Cheney a Harris: “Ucrania está en la boleta electoral, continuando el apoyo a Ucrania en su guerra contra Rusia. Eso es algo que Donald Trump y J.D. Vance no se han comprometido a continuar”.
Trump y Vance no se oponen a la guerra imperialista, incluso en Ucrania, pero esperan beneficiarse electoralmente haciéndose pasar por críticos de una guerra que es profundamente impopular. Hablan en nombre de una facción de la élite gobernante que quiere enfrentar más directamente a China, ante todo porque la guerra de Ucrania se ha convertido en un impasse que bien podría terminar en un desastre militar.
Como Trump dejó en claro en su aparición la semana pasada en Wall Street, donde disfrutó del apoyo de multimillonarios como Elon Musk y Steve Schwarzman, ofrece a los súper ricos un gran aumento adicional en sus fortunas a través de otra ronda de recortes de impuestos. Mientras tanto, la campaña de Harris busca competir por el mismo apoyo, como lo demuestra la propuesta de un impuesto a las ganancias de capital más bajo que el buscado por Biden, y la publicidad de su respaldo por parte de casi 100 milmillonarios y directores ejecutivos actuales y anteriores, como de Merck, Aetna, Blackstone, Ford, Xerox y Starbucks.
Sea cual fuere el resultado de la votación, el impulso de la clase dominante estadounidense hacia la guerra, la contrarrevolución social y la dictadura continuará. Gane o no las elecciones, Trump recibirá decenas de millones de votos, el control completo del Partido Republicano y el respaldo de importantes sectores de la aristocracia financiera.
El candidato del PSI, Kishore, escribió:
Es imposible luchar contra el peligro que representa Trump a través del apoyo a los demócratas. Los demócratas no solo intensificarán una guerra en el extranjero que amenaza con la aniquilación nuclear, sino que toda la experiencia de la Administración de Biden demuestra que no sirven para socavar sino para fortalecer a la derecha fascista.
La única forma de avanzar es a través de la construcción de un movimiento político en la clase trabajadora que articule sus intereses, en oposición a los demócratas y republicanos y a todo el sistema capitalista.
(Artículo publicado originalmente en inglés el 8 de septiembre de 2024)