La huelga de 33.000 trabajadores de Boeing que comenzó hace cinco días en los estados de Washington, Oregón y California tiene una importancia inmensa para la clase trabajadora de todo EE.UU. e internacionalmente.
Los trabajadores están decididos a ganar importantes aumentos salariales para compensar el aumento meteórico del coste de vida y el congelamiento salarial de facto de la última década. También quieren restaurar las pensiones a cargo de la empresa, que la dirección del sindicato International Association of Machinists (IAM) permitió que Boeing eliminara hace una década.
El hecho de que la huelga se produzca del todo es el resultado de una rebelión incipiente de las bases contra la burocracia del distrito 751 del IAM. En un voto contundente de 95 por ciento, los trabajadores rechazaron un acuerdo respaldado por el IAM y votaron 96 por ciento a favor de una huelga, por primera vez desde el paro de dos meses en 2008.
Los trabajadores se negaron a aceptar la demanda de la empresa y la burocracia del IAM de que paguen por la crisis financiera de la corporación, que es el resultado de haber sacrificado la seguridad de las aeronaves para obtener más ganancias, ignorando las advertencias de los trabajadores sobre prácticas inseguras que llevaron a la muerte de cientos de pasajeros de aerolíneas.
De particular importancia fue la sólida oposición de los trabajadores jóvenes y recién contratados, que rechazaron el intento de sobornarlos con un bono de firma. Incapaces de pagar alquileres imposiblemente altos para apartamentos en el área de Seattle, ni mucho menos comprar una casa, los jóvenes trabajadores se unieron a los veteranos en la lucha por mejoras salariales significativas y la restauración de las pensiones.
El alcance de la oposición ha conmocionado a los medios corporativos, a los ejecutivos de Boeing y a la Casa Blanca de Biden, que estaba trabajando estrechamente con los líderes del IAM para bloquear una huelga. En una conferencia telefónica con analistas de Morgan Stanley el viernes pasado, el director financiero de Boeing, Brian West, dijo que la compañía había “estado trabajando con la dirección sindical durante mucho tiempo” y pensó que el acuerdo sería ratificado. El acuerdo había sido “respaldado por unanimidad hasta que no fue porque había una gran desconexión entre el respaldo de la dirección sindical y los miembros”.
Después de haber dado este importante paso adelante, los trabajadores ahora se enfrentan a cuestiones aún más fundamentales. Los ejecutivos de Boeing y la burocracia del IAM están montando un espectáculo, pretendiendo escuchar las demandas de los trabajadores y modificar el acuerdo para que satisfaga sus necesidades. Además, un mediador del Servicio Federal de Mediación y Conciliación (FMCS), cuyo alto comisionado fue nombrado por el presidente Biden, participa en las negociaciones para un nuevo contrato.
Pero lo que está sucediendo en el hotel de lujo del centro de Seattle no son “negociaciones”. Es una conspiración de Boeing, el Gobierno federal y la burocracia del IAM contra los huelguistas. Su plan es desarmar a los trabajadores con ilusiones de un mejor contrato, mientras que los líderes del IAM aíslan la huelga y tratan de someter a los trabajadores.
El IAM tiene $300 millones en activos y el año pasado pagó a su presidente internacional Robert Martínez $668.000 y al presidente del distrito 751, Jon Holden, $225.000 en compensación total. Sin embargo, los funcionarios del IAM planean pagar a los trabajadores de Boeing $250 a la semana en beneficios de huelga y no hasta la tercera semana de la huelga.
Al mismo tiempo, los burócratas del IAM y la federación AFL-CIO están haciendo todo lo posible para aislar la huelga y evitar que los trabajadores de Boeing libren una lucha común con los empleados y trabajadores del estado de Washington en los muelles, ferrocarriles y otros trabajadores que enfrentan la misma lucha.
En este punto, la Administración de Biden-Harris confía en la burocracia del IAM para desgastar la resistencia de los trabajadores y poner fin rápidamente a la huelga. Pero si la huelga continúa, la Casa Blanca podría intervenir directamente, alegando que la huelga está poniendo en peligro la “seguridad nacional”. En 2022, el presidente demócrata y ambos partidos en el Congreso utilizaron este método para prohibir la huelga de más de 100.000 trabajadores ferroviarios.
La huelga en Boeing está socavando el respaldo de del Gobierno al genocidio israelí en Gaza y sus planes para intensificar la guerra por delegación entre Estados Unidos y la OTAN contra Rusia. Boeing fue el mayor proveedor de misiles y municiones a las Fuerzas de Defensa de Israel entre 2021 y 2023. Además, Aviation Week informó que “el brazo de defensa de Boeing espera un fuerte crecimiento en Europa a medida que la guerra en curso en Ucrania y las preocupaciones sobre la dinámica geopolítica impulsan a las naciones del continente a aumentar el gasto militar”.
La huelga en Boeing y la huelga de 500 trabajadores que acaba de comenzar en Jackson, Michigan, contra el contratista militar Eaton Aerospace, representan peligros reales para la clase dominante, que ha tratado de utilizar la burocracia laboral para sofocar la oposición de la clase trabajadora, que considera su “enemigo interno”, mientras libra guerras imperialistas en el extranjero.
La revuelta de los trabajadores de Boeing es parte de una ola de rebeliones de las bases contra la burocracia sindical, incluida la huelga de tres semanas de los trabajadores de la empresa de autopartes Dakkota en Chicago. Los trabajadores de Dakkota rechazaron cuatro acuerdos propatronales respaldados por la burocracia del sindicato United Auto Workers (UAW), antes de que el UAW impusiera un quinto contrato a través de amenazas e intimidación.
La huelga de Boeing también se está produciendo en medio de una crisis política sin precedentes en los Estados Unidos antes de las elecciones de 2024.
La campaña de Trump está intensificando su retórica fascista dirigida a los inmigrantes y refugiados, a los que busca utilizar como chivo expiatorio de la crisis social. Trump y los republicanos, hablando en nombre de las facciones de la oligarquía que se están moviendo hacia una dictadura abierta, están amenazando con emplear violencia, independientemente del resultado de las elecciones.
Mientras tanto, los demócratas están encubriendo el peligro fascista mientras se concentran en intensificar las guerras, decididos a quitar todo lo que se interponga en el camino. Un artículo en Politico advirtió que la huelga de Boeing podría ser seguida por una huelga el 1 de octubre de al menos 25.000 trabajadores portuarios en la costa este y el golfo de México, con posibles acciones de solidaridad por parte de los estibadores de la costa oeste “que podrían crear un enorme dolor de cabeza político para los últimos meses de la Administración de Biden...”.
En los piquetes, los trabajadores nacidos en EE.UU. han unido fuerzas con aquellos de Asia, África y América Latina, lo que demuestra la unidad internacional de la clase trabajadora. La huelga debe sentar las bases de una poderosa intervención de la clase trabajadora en todo Estados Unidos y en todo el mundo.
Un grupo de mecánicos aeroespaciales militantes estableció el Comité de Base de Trabajadores de Boeing, que ha emitido declaraciones donde presentan una estrategia para expandir la huelga y ganar las demandas de los trabajadores. En un comunicado emitido el lunes, el comité dijo:
La afirmación de los jefes de Boeing, los líderes del IAM y los mediadores federales de que se puede haber un “beneficio mutuo” es una tontería absoluta. Esto no es solo una lucha contractual. Es un choque de fuerzas opuestas cuyos intereses son irreconciliables. En tales casos, el vencedor será el que pueda llevar las fuerzas más poderosas a la batalla.
La declaración continuaba:
No podemos hacer esto solos. La huelga debe ampliarse a todas las secciones de los trabajadores de Boeing, incluidos los ingenieros de SPEEA y los trabajadores no sindicalizados de la planta de Carolina del Sur. Se deben enviar piquetes informativos para obtener el apoyo de los trabajadores portuarios, ferroviarios, empleados del estado de Washington, trabajadores de la salud y trabajadores de la educación. Se debe hacer una campaña especial para llegar a los trabajadores de las aerolíneas a nivel internacional como Air Canada y la empresa Airbus.
La lucha de los trabajadores de Boeing puede y debe ser el comienzo de una contraofensiva industrial y política por parte de todos los sectores de la clase obrera por el derecho a un trabajo seguro y bien remunerado, pensiones totalmente pagadas, seguro médico gratuito y una vivienda asequible.
Esto solo se puede lograr a través de la lucha de la clase trabajadora para tomar el poder político en sus propias manos y transformar las corporaciones y bancos gigantes en empresas de propiedad pública. En lugar de que billones se canalicen a las arcas de los superricos y se desperdicien en la guerra, los recursos producidos por el trabajo colectivo de la clase trabajadora deben utilizarse para las necesidades humanas.
Boeing debe convertirse en un servicio público, de propiedad colectiva y controlado democráticamente por los trabajadores y técnicos, comprometidos con la construcción de aviones seguros. Esto debe ser parte de la transformación socialista de la vida económica y política en los Estados Unidos y en todo el mundo.
(Artículo publicado originalmente en inglés el 17 de septiembre de 2024)
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