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Perspectiva

Israel intensifica la guerra en Oriente Próximo bombardeando Beirut

El salvaje bombardeo en los suburbios del sur de Beirut el viernes, que dejó a 14 fallecidos y 66 heridos, representa una importante escalada de la guerra en Oriente Próximo. Este paso agresivo, que solo pudo haberse tomado con el respaldo pleno de Estados Unidos y otras potencias imperialistas, demuestra que el genocidio en Gaza se está convirtiendo en una guerra regional dirigida contra Irán, cuyas consecuencias serán catastróficas para millones.

Residentes y trabajadores de rescate en la escena de un bombardeo en los suburbios del sur de Beirut, 20 de septiembre de 2024 [AP Photo/Bilal Hussein]

Hablando como el matón fascista que es, el primer ministro israelí Benjamín Netanyahu, emitió una breve declaración después del bombardeo mortal, afirmando: “Nuestros objetivos son claros y nuestras acciones hablan por sí mismas”. De hecho, Netanyahu y su régimen empapado de sangre, que se ha cobrado la vida de más de 200.000 palestinos en Gaza en menos de un año, ahora está sumiendo a todo Oriente Próximo en un baño de sangre bárbaro, en el que se han dejado de lado todas las restricciones bélicas, incluida la matanza indiscriminada de civiles. El embajador de Israel ante las Naciones Unidas, Danny Danon, subrayó este punto cuando dijo en la reunión del Consejo de Seguridad del viernes que Israel haría “lo que sea necesario” y usaría “cualquier medio” en la guerra contra Hezbolá.

Las Fuerzas de Defensa de Israel llevaron a cabo un asesinato selectivo del comandante principal de Hezbolá, Ibrahim Aqil, cuando asistía a una reunión con los comandantes de la Fuerza Radwan de élite de la organización. Si bien se informó que Aqil y varios comandantes murieron, el ataque aéreo también mató a varios civiles, incluidos niños. Se produjo tras dos días de atentados terroristas de Israel en todo Líbano el martes y el miércoles, cuando se detonaron bíperes y otros dispositivos electrónicos, matando a docenas y mutilando a miles de civiles. A medida que estos ataques continuaban, el gabinete israelí acordó añadir a sus objetivos de guerra el “retorno” de unos 60.000 residentes del norte de Israel a sus hogares, un pretexto útil para librar una guerra largamente planificada contra Líbano.

El silencio ha reinado en gran medida en las capitales imperialistas de América del Norte y Europa tras los actos criminales y terroristas de Israel contra civiles libaneses. El enviado adjunto de Estados Unidos ante la ONU, Robert Wood, defendió el terrorismo israelí ante el Consejo de Seguridad el viernes, declarando: “Israel tiene derecho a defenderse contra los ataques de Hezbolá”.

Las organizaciones humanitarias se han visto obligadas a caracterizar con un lenguaje inusualmente severo los ataques de Israel como crímenes de guerra. El comisionado de Derechos Humanos de la ONU, Volker Türk, dijo en la misma reunión del Consejo de Seguridad de la ONU que estaba “horrorizado” por los ataques, que dijo “representan un cambio en la guerra, donde las herramientas de comunicación se convierten en armas, explotando simultáneamente en los mercados, en las esquinas y en los hogares mientras transcurre la vida cotidiana”.

El imperialismo estadounidense y sus aliados europeos no solo consideran que tales métodos brutales son permisibles, sino necesarios en la búsqueda de sus intereses geoestratégicos y económicos a través de una guerra mundial. Estos son los mismos Gobiernos que han incitado, proporcionado armas y financiado la sangrienta guerra contra Rusia en Ucrania durante más de dos años, que se ha cobrado la vida de al menos 500.000 ucranianos y decenas de miles de rusos. Han suministrado de forma ininterrumpida armamento de alta potencia en los últimos 11 meses, incluidas bombas de 2.000 libras, para convertir Gaza en un páramo y exterminar a su población. Al respaldar el asesinato y desmembramiento de hombres, mujeres y niños civiles en todo Líbano, las potencias imperialistas también se están preparando para otorgar a Ucrania la autorización para lanzar misiles de largo alcance al interior de Rusia, alimentando aún más una espiral de conflicto que conduce inevitablemente a un conflicto nuclear, a menos que la clase trabajadora lo detenga.

Al describir la barbarie de las grandes potencias durante la Primera Guerra Mundial, Rosa Luxemburgo escribió:

Violada, deshonrada, bañada en sangre, goteando suciedad: así está la sociedad burguesa. Esto es todo (en realidad). No es lo impecable y moral, con pretensiones de cultura, filosofía, ética, orden, paz y estado de derecho, sino la bestia voraz, el sabático anárquico de la bruja, una plaga para la cultura y la humanidad.

La descripción de Luxemburgo se aplica no menos contundentemente a las potencias imperialistas de hoy porque están siendo empujadas a repartirse el mundo por las mismas contradicciones capitalistas que sumergieron a la humanidad en dos guerras mundiales en el siglo XX. La división del mundo en Estados nacionales en condiciones de una integración global sin precedentes de la vida económica y la concentración de las fuerzas productivas de la sociedad en unas pocas manos privadas en medio de la socialización del proceso productivo que une a miles de millones de trabajadores de todos los rincones del mundo crean la crisis del capitalismo mundial. La única respuesta viable a esta crisis para la burguesía de las potencias imperialistas es una tercera guerra mundial para asegurar su parte del botín a expensas de sus rivales.

Oriente Próximo es uno de los frentes clave en este conflicto más amplio, que incluye la guerra contra Rusia en Ucrania y los preparativos de guerra con China en la región de Asia-Pacífico. Washington y su perro de ataque israelí han sido bastante abiertos sobre sus planes. Cuando Netanyahu pronunció su discurso en defensa del genocidio de Gaza ante una sesión conjunta del Congreso el 24 de julio, recibió ovaciones bipartidistas por sus promesas de librar una guerra en toda la región junto con Estados Unidos contra Irán y sus fuerzas aliadas en el Líbano, Siria e Irak. Posteriormente, la vicepresidenta y candidata presidencial demócrata Kamala Harris se reunió con el primer ministro israelí y prometió el apoyo de Estados Unidos al régimen sionista contra Teherán y todos sus aliados, incluidos Hamás y Hezbolá. A través de esta guerra, el imperialismo estadounidense espera consolidar su dominio indiscutible sobre esta región rica en recursos energéticos a expensas de sus rivales, sobre todo China y Rusia.

Las mismas contradicciones capitalistas que impulsan a la clase dominante hacia la guerra mundial están impulsando a la clase trabajadora en todos los países a luchas de masas con implicaciones revolucionarias. En la misma semana en que el régimen israelí intensifica la guerra en Oriente Próximo, con el respaldo de sus patrocinadores imperialistas, 33.000 maquinistas están en huelga en Boeing, uno de los contratistas militares más importantes de Estados Unidos. Más de 10.000 trabajadores automotores y otros que los apoyan de la industria metalúrgica, mecánica y el transporte se manifestaron en Bruselas, la capital de Bélgica, contra el cierre previsto de una planta automotriz de Audi.

Estos acontecimientos subrayan que la clase obrera internacional es la única fuerza social capaz de liderar una lucha contra la guerra en todo Oriente Próximo y una tercera guerra mundial que se expande rápidamente. Pero para hacerlo, sus luchas económicas deben expandirse y transformarse en una lucha política contra el capitalismo, la causa fundamental de la guerra. Como explicó el presidente del consejo editorial internacional del World Socialist Web Site, David North, en la manifestación del 24 de julio contra el genocidio de Gaza:

La construcción de un movimiento contra la guerra requiere la movilización de la clase trabajadora como fuerza internacional. Requiere el establecimiento de la independencia política de la clase trabajadora. Y exige una perspectiva que no tenga como objetivo protestar a los capitalistas para que ellos adopten una política pacífica, sino explicando a la clase trabajadora que si quieren poner fin a estos horrores, si quieren asegurar el futuro, tienen que conquistar el poder.

La lucha por armar a la clase obrera con la perspectiva socialista e internacionalista necesaria para llevar a cabo esta lucha está siendo dirigida por el Comité Internacional de la Cuarta Internacional. La tarea urgente para todos aquellos dispuestos a oponerse a la guerra en todo Oriente Próximo y más allá es unirse y construirla.

(Artículo publicado originalmente en inglés el 21 de septiembre de 2024)

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