En la campaña para las elecciones federales anticipadas de febrero, el actual ministro de Economía y candidato del Partido Verde a la Cancillería, Robert Habeck, se está posicionando como el belicista más agresivo. A principios de diciembre, después de haber declarado que como canciller entregaría misiles de crucero Taurus a Kiev para atacar objetivos en el interior de Rusia, ahora está pidiendo un aumento enorme del gasto en defensa para seguir adelante con la “política de poder” alemana.
En declaraciones al semanario de noticias Der Spiegel , Habeck dijo: “Según los cálculos de los expertos, aproximadamente el tres y medio por ciento de nuestra producción económica se necesitará para defensa en los próximos años”. Habeck agregó en confirmación: “Estoy de acuerdo. Tenemos que gastar casi el doble en nuestra defensa”. Y cuando la revista le preguntó si esto era “asequible”, respondió: “Sí, y tiene que serlo”. Al final, una “suma tan grande” solo podría ser prefinanciada mediante préstamos, pero, por supuesto, “los préstamos tendrán que ser devueltos en algún momento”.
Se trata de una declaración de guerra contra la población. La cifra que aporta Habeck pone de relieve que la clase dirigente alemana está trabajando en el mayor programa de rearme desde Hitler. El Ministerio Federal de Finanzas prevé para este año un producto interior bruto (PIB) nominal de 4,21 billones de euros, de los cuales el 3,5% correspondería a un presupuesto militar de casi 150.000 millones de euros. Esto no sería el doble, sino casi el triple del presupuesto militar anual ordinario. Sin el actual “fondo especial” de 100.000 millones de euros para la Bundeswehr (Fuerzas Armadas), este presupuesto se sitúa actualmente en algo menos de 52.000 millones de euros.
La suma es gigantesca. Casi equivale a todo el presupuesto social (175.670 millones de euros en 2024), siete veces el presupuesto de educación (21.490 millones de euros) o nueve veces el presupuesto de salud para 2024 (16.710 millones de euros), que ya se ha reducido enormemente en los últimos años. Cuando Habeck subraya que los préstamos 'por supuesto tendrán que ser devueltos', no está diciendo nada más que, al final, no quedará nada de los restos del estado del bienestar.
Y cuando el candidato verde a la cancillería justifica el enorme gasto en armamento con palabras de “protección de la paz” y de “seguridad de este país”, se trata de propaganda bien conocida. En la entrevista, no deja ninguna duda de que en realidad se trata del retorno de Alemania a una política agresiva de gran potencia para hacer valer los intereses del imperialismo alemán, incluso a través del poderío militar.
“Hubo enormes cambios en el poder geopolítico”, dice Habeck, y añade de forma amenazante: “Sólo si aceptamos plenamente esta dimensión podremos ofrecer las respuestas necesarias. Se acabó ser el chico bueno”. Alemania, dice, “tiene que reinventarse de nuevo, o ya no tendrá la opción de poder reinventarse. Si no cambiamos radicalmente, ya no desempeñaremos el papel que hemos desempeñado hasta ahora en un mundo competitivo. Ya nos hemos quedado demasiado atrás”.
Habeck señala a Moscú y Pekín como los principales adversarios. “Tenemos que tomarnos la cuestión de la seguridad, especialmente la relación con Rusia y China, mucho más en serio que en el pasado”, advierte. Algunos todavía desean que con sólo chasquear los dedos todo vuelva a la normalidad, como ya no era normal ni siquiera bajo el gobierno de Angela Merkel. Pero la política de los tres monos (no oír, no ver, no decir nada) debe terminar.
Habeck ataca desde la derecha al SPD, a la Unión Cristianodemócrata (CDU) y a su partido hermano en Baviera, la Unión Social Cristiana (CSU), cuyo candidato a canciller, Friedrich Merz (CDU), también hace campaña por más armamento y ataques sociales y los combina con una agitación agresiva contra los refugiados. Cuando una empresa china quiso comprar una parte del puerto de Hamburgo, quedó claro 'que diferimos en nuestra evaluación de los intereses de China'. En 2023, el canciller federal Scholz se impuso al Ministerio de Económiía de Habeck para permitir que la empresa estatal china Cosco adquiriera una participación del 24,9 por ciento en una terminal de contenedores de Hamburgo.
En cuanto a la CDU/CSU, Habeck considera que “todavía no se ha dado cuenta del cambio fundamental de poder al que nos enfrentamos. De ello se desprende que tenemos que hacer política para la democracia en este mundo”.
Al mismo tiempo, Habeck deja claro que para él y los Verdes no se trata realmente de “democracia” u otros valores supuestamente nobles, sino de la imposición de intereses imperialistas, incluso mediante la fuerza bruta. “Nuestras acciones, por supuesto, se derivan de nuestros valores. Pero el mundo no es uno en el que todos, de alguna manera, quieran el bien”, declaró cínicamente. Y nadie sabía esto “mejor que Annalena Baerbock”.
En efecto. Mientras Habeck hablaba con Der Spiegel , la actual ministra de Asuntos Exteriores de los Verdes cortejaba al nuevo líder islamista y terrorista de Al Qaeda Abu Mohammad al-Jolani en Damasco para asegurar los intereses de Alemania en el control y la división de Siria y todo Oriente Medio. Unas semanas antes, en un discurso ante el Bundestag (parlamento), había defendido abiertamente los ataques genocidas del ejército israelí contra escuelas y hospitales, declarando:
Por supuesto, la legítima defensa significa no sólo atacar a los terroristas, sino destruirlos... Cuando los terroristas de Hamás se esconden detrás de personas, detrás de escuelas, entonces entramos en zonas muy difíciles. Pero no nos acobardamos ante eso. Por eso he dejado claro ante las Naciones Unidas: entonces los lugares civiles también pueden perder su condición de protegidos.
Para llevar adelante la nueva política imperialista de Alemania en el siglo XXI, los Verdes están promoviendo los mismos conceptos de gran potencia que ya condujeron a la guerra mundial y a la barbarie en el siglo XX. Cuando Spiegel le preguntó si Alemania debería convertirse en “la principal potencia militar de Europa”, Habeck respondió con aprobación, afirmando: “En general, los estados de la OTAN deberían cooperar mucho más estrechamente en la UE e incluir también a Gran Bretaña. Tendría sentido que finalmente organizáramos una política paneuropea de armamento y defensa”.
Alemania también debe “servir a una política de defensa europea para poder asumir de esa forma el liderazgo financiero, incluida la financiación conjunta de las adquisiciones”. En otro lugar, advierte que “tenemos que cambiar nuestra postura en materia de defensa” y “poner a nuestros ejércitos en condiciones de poder defenderse por sí mismos”.
Está claro que la creación de una UE militarizada y beligerante bajo el mando de Berlín también tiene como objetivo hacer valer los intereses de Alemania frente a sus aliados imperialistas, sobre todo Estados Unidos. En la entrevista, Habeck criticó al oligarca estadounidense y asesor de Trump Elon Musk por interferir en la campaña electoral alemana como “actor extranjero” para apoyar al partido ultraderechista Alternativa para Alemania (AfD), “el partido más antieuropeo”.
También estaba “preocupado por EE.UU.” y “no quería imaginar que la democracia más antigua de los tiempos modernos se esté convirtiendo en un sistema neofeudal, una especie de aristocracia adinerada en la que los multimillonarios pronto estarán en el gobierno y usarán su influencia para perseguir intereses comerciales”.
Hay dos cosas que decir al respecto. En primer lugar, las declaraciones de Habeck son sólo una débil descripción de lo que en realidad está sucediendo en Estados Unidos. Con Trump, la clase dominante está tratando de establecer un régimen fascista que impondrá los intereses de la oligarquía capitalista contra la población con una fuerza brutal. Y, en segundo lugar, el candidato del Partido Verde para el puesto de Canciller ha dejado claro que está dispuesto a colaborar con esta “aristocracia adinerada neofeudal”. Afirma que “no siempre hay que estar de acuerdo para llevarse bien” y que “haré todo lo posible para asegurar que tengamos una buena cooperación con Estados Unidos, incluso cuando se ponga difícil”.
En su perspectiva de Año Nuevo , el WSWS explicó que el carácter de la nueva administración estadounidense representaba “un violento realineamiento del Estado para corresponderse con la naturaleza de la sociedad capitalista misma”. La clase dominante en Alemania está trabajando en el mismo “realineamiento”. Planea llevar al poder a un gobierno de extrema derecha mediante elecciones federales anticipadas, que impondrán brutalmente los intereses de la “aristocracia adinerada” alemana tanto en el país como en el extranjero. Habeck y los Verdes están preparados para esto y, de esta manera están, por así decirlo, llevando a su conclusión un largo proceso de desarrollo constante hacia la derecha.
Cuando se le preguntó si volvería a negarse a prestar el servicio militar como lo hizo durante la Guerra Fría, Habeck respondió: “No. Hoy me uniría a la Bundeswehr... Ya no tendría ningún argumento moral para negarme”. Y en respuesta a la observación por parte de Spiegel de que con su exigencia de un 3,5 por ciento del PIB para defensa era probable que “se encontrara con problemas con [su] partido”, respondió: “No lo creo; hay consenso en el partido. Tenemos que gastar mucho más en nuestra defensa”.
La entrevista a Habeck y la propia evaluación que realiza de su partido como un bloque monolítico a favor del rearme y la guerra ponen de relieve el carácter de extrema derecha de los Verdes, que, cuando se fundó el partido en 1980, todavía afirmaban ser “de izquierdas” y “pacifistas”, pero cuyas características esenciales ya estaban en su ADN.
Los Verdes siempre han rechazado con vehemencia a la clase obrera y la perspectiva socialista, y se han apoyado en las concepciones antimarxistas de la Escuela de Frankfurt y el posmodernismo, así como en diversas formas de política identitaria. Cuando asumieron por primera vez la responsabilidad gubernamental a nivel federal como parte del gobierno socialdemócrata de Schröder entre 1998 y 2005, iniciaron las primeras misiones de combate alemanas desde el fin de la Segunda Guerra Mundial en Kosovo y Afganistán. Dos décadas después, apenas pueden controlar su deseo de rearme y guerra.
Detrás de este desarrollo se esconden procesos sociales y políticos fundamentales. En su libro Un cuarto de siglo deguerra, publicado en alemán por Mehring Verlag en 2020, David North cita el texto “Después de la matanza: lecciones políticas de la guerra de los Balcanes”, que apareció originalmente en el World Socialist Web Site en 1999:
La estructura social y las relaciones de clase de todos los grandes países capitalistas se han visto profundamente afectadas por el auge bursátil que comenzó a principios de los años 1980. El aumento constante de los valores de las acciones, especialmente la explosión de las valoraciones de mercado desde 1995, ha dado a un sector significativo de la clase media –sobre todo entre la élite profesional– acceso a un grado de riqueza que no podrían haber imaginado al comienzo de sus carreras.
Habeck se presenta como el mejor canciller de guerra alemán y se preocupa por la defensa de estas fortunas, que desde entonces han alcanzado cotas astronómicas. Las capas adineradas de la clase media alta, a las que los Verdes representan mejor que ningún otro partido, están reaccionando a la extrema polarización social transformándose por completo en militaristas despiadados y belicistas al servicio de los intereses de la oligarquía capitalista.
(Publicado originalmente en inglés el 7 de enero de 2025)
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