El lunes, el presidente estadounidense Donald Trump dio la bienvenida al criminal de guerra y primer ministro israelí Benjamín Netanyahu a la Casa Blanca para una reunión de emergencia y actualizarlo sobre la campaña genocida de EE.UU. e Israel que busca exterminar y desplazar al pueblo palestino y anexar su territorio.
En una rueda de prensa en el Despacho Oval después de su reunión, Netanyahu dijo que ambos discutieron la “visión audaz” de Trump de expulsar a los palestinos de Gaza. “Estamos trabajando en ello”, dijo el mandatario israelí.
Netanyahu dijo que hablaron de los “países que podrían estar dispuestos y están dispuestos a aceptar palestinos”. Cuando se le preguntó sobre el plan de limpieza étnica, Trump sonrió con orgullo, diciendo: “Ahora hay gente copiándolo. La gente está hablando del plan Trump”.
Netanyahu dijo estar “trabajando en” la implementación del plan anunciado por Trump en una reunión anterior con Netanyahu en Washington D.C. el 4 de febrero, que consiste en “tomar” y “poseer” la Franja de Gaza. Contrariamente a lo que se dice en los medios de comunicación estadounidenses, la propuesta de Trump no es una quimera, sino el verdadero plan operativo de Israel en Gaza. El plan de limpieza étnica tiene cuatro componentes interrelacionados:
1. Matar de hambre deliberadamente a la población palestina mediante el bloqueo de alimentos y agua.
2. El bombardeo diario y el asesinato masivo y sistemático de la población civil.
3. La plena ocupación militar de la Franja de Gaza.
4. La creación de la infraestructura para transportar a toda la población restante fuera de Gaza.
Todos los componentes de este plan se están aplicando activamente.
El mes pasado, desafiando los términos del alto el fuego del 19 de enero, Israel inició el bloqueo total de todos los alimentos, agua y electricidad a Gaza. Hace más de un mes que no entra en el enclave ningún suministro humanitario, y Naciones Unidas se ha visto obligada a cerrar todas las panaderías que quedaban.
La creación de una hambruna provocada va acompañada del bombardeo terrorista diario de la población civil. El mes pasado, Israel rompió el acuerdo de alto el fuego con una nueva ofensiva aérea y terrestre contra Gaza.
Esta embestida ha ido acompañada de ejecuciones sumarias a gran escala. El 23 de marzo, las fuerzas israelíes atacaron y mataron sistemáticamente a 15 trabajadores humanitarios claramente identificados, entre ellos varios miembros de la Media Luna Roja Palestina y al menos un empleado de Naciones Unidas. Las investigaciones posteriores revelaron que las víctimas recibieron múltiples disparos a quemarropa, y que varias víctimas mostraban signos de haber sido maniatadas antes de sus ejecuciones.
El lunes, un ataque aéreo israelí contra una tienda de campaña de medios de comunicación mató a un periodista y a varias personas más. Las imágenes del terrible ataque provocaron conmoción e indignación en todo el mundo.
La actual ofensiva de Israel en Gaza no se presenta, como en incursiones anteriores, como una operación temporal. Es la preparación de una ocupación militar permanente. El mes pasado, NPR, el Financial Times y Haaretz informaron que el ejército israelí ha elaborado un plan para ocupar totalmente la Franja de Gaza, desplazar internamente a la población restante y proporcionar solo la “cantidad calórica mínima necesaria para la supervivencia”, en palabras de Haaretz.
La plena ocupación militar de Gaza y el desplazamiento interno de su población son los requisitos previos necesarios para la expulsión forzosa de los palestinos del territorio.
El 23 de marzo, el gabinete de seguridad de Israel votó formalmente la creación de una oficina dedicada a supervisar la limpieza étnica de Gaza.
El ministro de Defensa, Israel Katz, declaró que la oficina gestionaría la
salida hacia terceros países, lo que incluye asegurar su desplazamiento, establecer rutas de circulación, controlar a los peatones en los pasos designados en la Franja de Gaza, así como coordinar infraestructuras que permitan el paso por tierra, mar y aire a los países de destino.
El plan estadounidense-israelí para la limpieza étnica de Palestina es un crimen de guerra, un crimen contra la humanidad y un crimen contra la paz. Viola flagrantemente la Cuarta Convención de Ginebra, que prohíbe el traslado forzoso de civiles durante los conflictos armados.
El plan de Trump de robar tierras palestinas también incumple la Declaración de las Naciones Unidas sobre los Principios del Derecho Internacional de 1970, ratificada por Estados Unidos, que afirma:
El territorio de un Estado no podrá ser objeto de adquisición por otro Estado mediante la amenaza o el uso de la fuerza.
En noviembre de 2024, la Corte Penal Internacional aprobó una orden de detención contra Netanyahu por cargos de crímenes de guerra y crímenes contra la humanidad.
Netanyahu viajó a Estados Unidos desde Hungría, tras reunirse con el primer ministro Viktor Orban. Apenas unas horas después de que Netanyahu aterrizara en Hungría el jueves, la Corte Penal Internacional envió una solicitud al Gobierno húngaro para que detuviera y entregara a Netanyahu a su centro de detención de La Haya, pero el Gobierno húngaro se negó.
Al salir de Hungría, el avión de Netanyahu tomó “una ruta de vuelo unos 400 kilómetros más larga para evitar sobrevolar países que pudieran ejecutar la orden de detención de la CPI dictada contra él en caso de aterrizaje de emergencia”, según Haaretz.
La limpieza étnica de Gaza es un componente central de la ofensiva militar más amplia de Estados Unidos en Oriente Próximo, cuyo objetivo es el dominio total de la región. Trump ha lanzado ataques aéreos casi diarios contra Yemen desde el mes pasado y está desplegando portaaviones, destructores y bombarderos a corta distancia de Irán. En una declaración reciente, advirtió que, a menos que Irán acepte sus condiciones, “habrá bombardeos... como nunca han visto antes”.
El plan del Gobierno de Trump de limpiar étnicamente Gaza es un eje central de su programa tanto internacional como nacional. En medio de una crisis capitalista cada vez más profunda y generalizada, la clase dominante estadounidense ha prescindido de cualquier restricción a la brutalidad de su dominio de clase, mediante la guerra imperialista en el extranjero y la intensificación de la represión y la explotación de los trabajadores en casa.
El avance hacia la dictadura en casa y la adopción de medidas genocidas en el extranjero expresan las tendencias fundamentales del capitalismo estadounidense. La Administración de Trump, que representa a una oligarquía financiera criminal, está comprometida en una conspiración calculada para establecer una dictadura fascista en Estados Unidos. Ve en las acciones de Netanyahu en Gaza un modelo de brutalidad y criminalidad sin parangón, tanto en la conducción de la guerra imperialista como en la represión violenta de la oposición en casa.
El Partido Demócrata no representa una oposición a la Administración de Trump: es un socio crítico en el asalto a los derechos democráticos y en la campaña de violencia imperialista en el extranjero. En mayo del año pasado, el entonces presidente Joe Biden tildó las manifestaciones no violentas en las universidades contra el apoyo del Gobierno estadounidense al genocidio de Israel en Gaza de “antisemitas” y “contra la ley.” La semana pasada, la gran mayoría de los demócratas del Senado votaron a favor de una ley que enviaría 9.000 millones de dólares más en armas al régimen israelí.
La reunión de Trump con Netanyahu se produjo pocos días después de que estallaran protestas de más de un millón de personas en ciudades de todo Estados Unidos, reflejando la oposición generalizada al asalto de su Gobierno a los programas sociales, los despidos masivos, los ataques a los derechos democráticos y su patrocinio del genocidio en Gaza. La respuesta de Trump ha sido intensificar la limpieza étnica de Gaza y la represión de quienes se resisten a ella.
En los últimos dos meses, Trump ha perseguido a manifestantes propalestinos, deteniendo al estudiante de Columbia, Mahmoud Khalil, bajo la custodia de y obligando a otros, como Momodou Taal, a huir del país bajo amenaza de arresto. Esta represión interna forma parte de una estrategia unificada de guerra en el exterior y dictadura en el interior.
La lucha contra el genocidio de Gaza y la lucha más amplia contra la guerra imperialista son inseparables de la resistencia de los trabajadores a los despidos masivos, las políticas de guerra comercial y la destrucción de los programas sociales fundamentales. Resulta significativo que solo dos días después de las protestas en Estados Unidos, los trabajadores palestinos llevaran a cabo una huelga general en toda Cisjordania en solidaridad con la clase obrera de Gaza.
La lucha contra el genocidio debe convertirse en un movimiento global de la clase obrera, fusionado con la lucha por la defensa de los derechos sociales y democráticos y la oposición al impulso bélico del imperialismo estadounidense. Esto requiere un programa político claro y consciente: la expropiación de los oligarcas, el establecimiento del poder obrero y la reorganización de la sociedad sobre la base del socialismo.
(Artículo publicado originalmente en inglés el 7 de abril de 2024)
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