Una gran huelga de un día paralizó a Portugal el 11 de diciembre. La participación en la misma superó el 90 % en algunos sectores como la sanidad y la educación, y la huelga detuvo la actividad por completo en la mayor empresa industrial de Portugal, Autoeuropa. Más del 70 por ciento de los jóvenes apoyaron la movilización. Esta primera huelga nacional en 12 años llevó a decenas de miles de trabajadores a las calles en grandes manifestaciones, especialmente en Lisboa y Oporto.
La huelga se llevó a cabo contra el paquete de reformas sociales y laborales que ha presentado el gobierno derechista de la Alianza Democrática, una coalición, actualmente liderada por Luís Montenegro y formada por el Partido Social Demócrata (PPD/PSD), el Centro Democrático Social – Partido Popular (CDS-PP) y el Partido Popular Monárquico (PPM). Fue convocada por la CGTP-IN, un sindicato vinculado al Partido Comunista, y la UGT, cercana a un Partido Socialista (PS) favorable a los grandes intereses empresariales.
Las reformas incluyen más de 100 cambios al Código del Trabajo y suponen un brutal retroceso en las condiciones laborales de los trabajadores portugueses. Algunos de los ataques incluyen mayor facilidad para despedir trabajadores y para hacer contratos temporales, desregulación de la jornada laboral y límites en ciertos permisos (por ejemplo, lactancia). También se amplían los servicios mínimos para las huelgas y se facilita que en muchos casos puedan ser impuestos directamente por el gobierno o las empresas. El gobierno también ha puesto en marcha un proceso llamado 'Reforma del Estado', que tiene como objetivo recortar drásticamente el gasto en servicios públicos.
Con estos ataques a los derechos sociales fundamentales, incluido el derecho a huelga, la burguesía portuguesa pretende aumentar enormemente sus beneficios, reducir su deuda pública (ahora al 98 por ciento del PIB) y liberar dinero para la guerra. Su objetivo es garantizar un aumento del gasto militar como porcentaje del PIB, tal como exige la alianza de la OTAN, hasta el 5 % comprometido para 2035, frente al 1,5 % actual.
Esta huelga puso de manifiesto tanto la disposición de los trabajadores a enfrentarse al gobierno y a sus políticas reaccionarias como la hostilidad de las burocracias sindicales a emprender cualquier acción adicional. La CGTP-IN y la UGT trataron esta huelga meramente como una forma de soltar presión y de engañar a los trabajadores, abriendo negociaciones con el gobierno. Pero no hay nada que negociar con un gobierno que busca empobrecer a la clase obrera y desmantelar sus derechos para llevar adelante la guerra.
La UGTP declaró que “Los sindicatos están dispuestos a negociar siempre que se respeten los derechos fundamentales de los trabajadores”. Mientras tras la huelga la única medida anunciada por la CGTP-In a través de su Secretario General Tiago Oliveira fue poner “en marcha una recogida de firmas a nivel nacional de rechazo a este paquete laboral para entregar al primer ministro”.
Las burocracias sindicales aceptan que los beneficios exprimidos a los trabajadores se usen para preparar la guerra imperialista. No proponen más luchas, ni buscan ninguna unidad combativa con los trabajadores de otras partes de Europa, como en Bélgica e Italia, que llevaron a cabo huelgas similares en las últimas semanas. No formulan ninguna crítica a la colaboración de los sucesivos gobiernos portugueses con la OTAN, ni a sus planes de aumento del gasto militar.
En su papel de frenar la lucha y desmovilizar a los trabajadores, los sindicatos también reciben un apoyo clave tanto del PCP estalinista como de la pseudoizquierda agrupada en torno al Bloco de Esquerdas.
Los estalinistas alaban a los sindicatos de los que elogian su unidad, pero sobre los que no plantean ningún tipo de crítica. Para su Secretario General Paulo Raimundo el camino no pasa por combatir el imperialismo o el capitalismo, sino que “El camino hacia un Portugal justo, desarrollado y soberano implica ... cumplir la Constitución de la República y materializar los derechos que ella consagra”. Es decir, apoyar las estructuras que la burguesía emplea para explotar a los trabajadores portugueses.
El Bloco de Esquerdas (BE) defiende que él y el PCP se alíen con el PS. Su nuevo líder José Manuel Pureza declaraba recientemente que “Creo que el Partido Socialista, como todas las fuerzas políticas de izquierda, tiene una responsabilidad: debe responder a las condiciones de vida de las personas que padecen penurias y privaciones a diario ... El reto está planteado; cada uno hará lo que crea mejor. Espero que sea posible. Francamente, haré todo lo necesario para que sea posible, trabajando para fortalecer la izquierda y cambiar la política.”
Pureza sostiene que lo mejor a lo que pueden aspirar los trabajadores portugueses es a que el BE y el PCP renueven la alianza de la “geringonça” que formaron con el PS, apoyando a un gobierno minoritario del PS en todas las cuestiones decisivas. Esto, a pesar de que el PS, cuando estaba en el gobierno en 2019, envió al ejército para romper una huelga nacional de camioneros. Para el BE, esta alianza fue maravillosa.
La moción con la que Pureza fue elegido líder de BE en su congreso de noviembre declaraba sin vergüenza: “Entre 2015 y 2019, el Bloque de Izquierda cumplió su mandato: derrocó a Passos Coelho y contribuyó a mejorar las condiciones de vida de la población.” Añadió, sin explicar los errores que había cometido, que “En 2025, la derrota del Bloque de Izquierda fue la peor entre los partidos de izquierda. El Bloque perdió la confianza de parte de su base electoral, lo que se explica por el efecto del giro a la derecha, pero también por sus propios errores”.
El BE no cometió 'errores', sino que siguió una política deliberada que subordinaba a los trabajadores a la burguesía. Tras el fin formal de la 'gerigonça' en 2019, tanto el BE como el PCP siguieron apoyando al gobierno del PS hasta 2021, cuando, en medio de una oleada de huelgas contra la caída del nivel de vida, votaron repentinamente en contra del presupuesto de 2022, derribando al gobierno del PS.
La “mejora de las condiciones de vida de las que habla la moción del Bloco” consistió en: Consagrar las medidas de austeridad de la Unión Europea (UE) impuestas a partir de 2008, recortar los servicios públicos, imponer unos de los niveles salariales más bajos de Europa, disparar los precios de la vivienda y gestionar la pandemia basándose en el principio de los beneficios por encima de las vidas. El resultado fue crear el contexto para la subida de la extrema derecha y que el Bloco entre 2019 y 2025 perdiera 18 diputados quedándose en tan solo uno.
Como señaló el WSWS respecto a Mamdani y la DSA en su análisis del pacto Mamdani-Trump, Pureza y el Bloque de Izquierdas representan 'a sectores privilegiados de la clase media-alta que se oponen firmemente a una redistribución fundamental de la riqueza. No es, ni nunca ha sido, independiente de la oligarquía ni del aparato estatal .'
Este papel se vuelve aún más claro con la elección de Pureza como líder del BE. Se presenta como un orgulloso católico y mantiene una estrecha amistad personal con el cardenal D. Tolentino de Mendonça. También es uno de los promotores de DIALOP, una plataforma de diálogo entre cristianos y supuestos marxistas. Esta iniciativa recibió apoyo directo del Papa Francisco, quien concedió audiencia a la delegación en el Vaticano y calificó a DIALOP como un ' hermoso programa' que promueve el bien común.
Pureza también mantuvo una relación importante con el Papa Francisco, que hizo la vista gorda durante la dictadura argentina y cuya última decisión antes de morir fue dar su bendición al gobierno de Donald Trump.
La elección de Pureza y el carácter católico practicante del que se enorgullece buscan solo reafirmar su posición ante la clase media-alta, que en esta crisis se está inclinando hacia la derecha para mantener sus privilegios, y en contra de la clase trabajadora.
Luchar por el socialismo y combatir el capitalismo, el imperialismo y la guerra significa romper con las burocracias sindicales nacionales y con partidos como el BE y el PCP que solo sirven a la clase dominante. Es necesario construir organizaciones de base dentro de la clase trabajadora en Portugal y en toda Europa para movilizarla en la lucha, junto con una dirección política revolucionaria afiliada al Comité Internacional de la Cuarta Internacional.
(Artículo publicado el 23 de diciembre de 2025)
