La subordinación con la que las “Seis razones” se referían al estalinismo no era más accidental que las otras fórmulas oportunistas que hemos analizado. Sin hablarlo dentro del WRP —y mucho menos dentro del Comité Internacional— Healy estaba cultivando relaciones con los estalinistas en privado. Aunque el Comité Internacional todavía no ha aclarado todos los hechos, los siguientes puntos deberían observarse con mucha atención:
1. En 1980, la Unión Soviética le permitió a Paul Feldman, el periodista deportivo del News Line, viajar a las olimpiadas de Moscú, donde se le dio una gran bienvenida. Este hecho no tiene paralelo en la historia del Comité Internacional.
2. La burocracia soviética le otorgó a New Park Publishers los derechos de una edición en inglés de la obra de E. V. Ilyenkov titulada La dialéctica de Lenin y la metafísica del positivismo. A un militante del Workers League de los Estados Unidos se le indicó que tradujera ese volumen, pero los trotskistas estadounidenses no se enteraron de los acuerdos que el WRP había hecho con los soviéticos.
3. En 1982, el Workers League publicó (en su periódico, el Bulletin) un análisis sobre la crisis de la economía soviética. Este análisis, que era en realidad una respuesta a los esfuerzos de los pablistas estadounidenses para glorificar la industria nacionalizada, no fue reimpreso en ninguna publicación del WRP, el cual justificó dicha censura diciendo que el artículo era “parcial”. Pero, en contraste con esta recepción acordada al Bulletin, el News Line previamente había publicado —sin ningún comentario crítico— una declaración de prensa del Novosti que vanagloriaba las condiciones que existen en la industria acerera soviética.
4. La atención prestada al movimiento Solidaridad en Polonia fue episódica y totalmente carente de un análisis político profundo. El News Line no redactó ni un solo análisis de los documentos programáticos de las muchas tendencias a la izquierda de Walesa. Solo llegó a preparar una serie de artículos periodísticos que no eran de carácter analítico y que se basaban en un viaje de la esposa de un militante del partido a Polonia para visitar a su familia. Mientras que el News Line podía ingeniárselas para asistir a las olimpiadas de Moscú, no hizo el menor esfuerzo por sacar los papeles debidos y así viajar a Varsovia. Es decir, se ignoraron por completo, desde el punto de vista teórico, los sucesos que más claramente verificaban el concepto de Trotsky sobre la Revolución Política. No fue hasta 1983 —dos años después de la supresión de Solidaridad— que el WRP decidió que había llegado la hora debida para convertir a Solidaridad en uno de sus temas principales. Y esto solo fue para crear un inmenso escándalo mediático a expensas de Arthur Scargill durante la conferencia del TUC en Blackpool.
Todos estos incidentes mostraban por lo menos el constante debilitamiento de la línea política del WRP respecto del estalinismo.
Sin embargo, la reacción del WRP hacia la crisis dentro del Partido Comunista de Gran Bretaña (PCGB) que irrumpió en junio de 1983 cuando la junta editorial del Morning Star se apoderó del periódico, no invita a otra conclusión excepto que los principios trotskistas estaban siendo traicionados por medio de maniobras escondidas acerca de las cuales nadie en el WRP —salvo la pandilla en el Comité Político y varios de los protegidos de Healy dentro del aparato— sabía nada.
Como respuesta al voto de la People’s Press Printing Society (la cual estaba dirigida por la facción “Tankie” de los estalinistas) a favor de asumir control del Morning Star e ignorar las instrucciones de los mercenarios de la burocracia del PCGB, el News Line organizó una campaña sin precedentes para ganar apoyo dentro del movimiento obrero para el canalla eurostalinista McLennan y sus compinches.
“ El Morning Star es el diario del Partido Comunista”, gritaba el titular de una declaración del WRP que apareció en el News Line publicado el 6 de junio de 1983. Esta declaración que no especificaba cuál comité del partido la había redactado decía:
El Partido Comunista tiene todo el derecho a ejercer sus decisiones políticas e insistir a la vez que sus miembros en la People's Press Printing Society y en la junta editorial del Morning Star las lleven a cabo. Esto incluye al editor del Morning Star, Tony Chater, al editor asistente David Whitfield, y a la secretaria de la PPPS, Mary Rosser. …
Todas las cuestiones políticas y organizativas en el Star son cuestiones del Partido Comunista. El comité dirigente de la PPPS está subordinado al comité ejecutivo del Partido Comunista y no a la inversa.
Sin examinar la línea política de las facciones contrincantes dentro del Partido Comunista, el News Line incondicionalmente defendió el “derecho” de los caudillos estalinistas a reimponer su control burocrático sobre el Morning Star. Y, además, ni siquiera trató de dar la menor razón de por qué el movimiento trotskista debería apoyar a una u otra facción de los estalinistas en pugna. Después de todo, no existía ninguna evidencia de que la apropiación del Morning Star por parte de la PPPS indicara una intervención del Estado. Tampoco se podía comprobar que ninguna de las facciones expresara, aunque de manera distorsionada, los intereses de la clase trabajadora. El incidente en realidad no era más que un desacuerdo entre ladrones en torno a las alianzas que varios dirigentes del PCGB habían formado con diferentes facciones de las burocracias laborista y sindical. Es más, la facción por la cual McLennan abogaba representaba el ala de extrema derecha del Partido Comunista, que ha coqueteado con los conservadores y la Alianza Socialdemócrata. Teniendo todo esto en cuenta, era posible inventar algún argumento, por más tonto que fuera, a favor de Chater. Por ende, es muy difícil comprender lo que Healy y Mitchell tramaban en 1983. Tal vez Mike Banda lo sabía, en cuyo caso nunca se lo divulgó a nadie.
La edición del News Line que se editó el 8 de junio de 1983 puso las oficinas del WRP al servicio de los líderes del PCGB. Publicó en su totalidad una declaración del Comité Político que presentaba el punto de vista euroestalinista sobre todo el asunto. Otro artículo de la misma edición advertía de que, si la PPPS lograba apoderarse del Morning Star, no sería más que un “golpe político contra el Partido Comunista” e insistió una vez más en que “el Partido Comunista tiene derecho a publicar su propio periódico”.
Una vez que los miembros del WRP comenzaron a preguntarse qué diablos estaba sucediendo —y con todo el asunto empezando a apestar a cadáver— Healy sacó al aire una profunda justificación: “Si los últimos sucesos indican algo es que el Partido Comunista encuentra muy difícil publicar sus declaraciones y opiniones políticas” (News Line, 15 de junio de 1983).
Es decir, la mayor tarea que los trotskistas británicos tenían que desempeñar era evitarle al movimiento obrero esta horrorosa pérdida! Pero esto no fue todo; se dio otra razón aún más profunda para defender a la dirigencia del PCGB:
La nueva línea política significa romper el eslabón histórico con el partido y orientarse hacia la burocracia sindical y el Partido Laborista (ibídem).
Pero, ¿hacia quiénes era que los estalinistas habían estado orientándose antes del golpe de Chater? ¿Se había olvidado Healy de la política de la vía pacífica al socialismo que el PCGB había adoptado oficialmente en 1951 o del apoyo entusiasta que el mismo partido le diera a Churchill durante la Segunda Guerra Mundial, o de cómo este mismo apoyó el asesinato de Trotsky en 1940?
Healy entonces le dio a la facción de McLennan algunos consejos callejeros:
Los líderes del partido tienen la responsabilidad clara de convocar un congreso de emergencia para debatir la apropiación del Morning Star por parte de Chater. Este congreso ha de formular una línea política que se pueda implementar en las páginas del Star.
El congreso también ha de convocar una reunión extraordinaria de la PPPS para movilizar a sus accionistas a expulsar a Chater y compañía, y a todos los que quieran romper la disciplina del partido y realizar escisiones.
A pesar de nuestra bien conocida oposición al estalinismo, el principio político sigue siendo el mismo: el Morning Star es el periódico del Partido Comunista y ello ha de seguir siendo así (ibídem).
Healy no les divulgó a los miembros del WRP si este nuevo principio —que los trotskistas deben defender sin condiciones a las organizaciones estalinistas contra las consecuencias de escisiones internas y al mismo tiempo apoyar su disciplina burocrática— debía ser incluido en el Programa de Transición o ser introducido como un anexo especial.
Las preocupaciones sobre el Morning Star siguieron multiplicándose en las oficinas de Healy y dentro de la junta editorial del News Line. Un editorial que apareció al día siguiente, se quejó con gran amargura de que:
El plan de Chater-Rosser nunca se ha sometido al Partido Comunista para ser considerado y discutido. Es la ocurrencia de un puñado de militantes que pertenecen al comité dirigente de la PPPS.
En otras palabras, una pequeñísima minoría que nunca se ha molestado en consultar ni a los dirigentes del partido ni a la militancia va a decidir la suerte del Morning Star.
¡Definitivamente, una situación sin precedentes en el Partido Comunista! Más de 55 años después de la expulsión de Trotsky de la Internacional Comunista —lo cual representó la usurpación del poder político de la clase trabajadora soviética por parte de la burocracia termidoriana— y 50 años después de la transformación completa de los partidos comunistas en instrumentos políticos de la contrarrevolución, Healy ahora condenaba el hecho de que Chater le estaba haciendo tragar a McLennan lo que McLennan durante años y años les había forzado a muchos a tragar. Y esto, a pesar de que el propio Healy había sido víctima de la “democracia interna” estalinista cuando todavía pertenecía al Partido Comunista, décadas atrás.
La siguiente medida de Healy fue ordenar la publicación de una Carta Abierta remitida por el Comité Político del WRP a los miembros del Partido Comunista. Esta carta, que apareció en el News Line del 24 de junio de 1983, empezaba con un gran dramatismo: “Vuestro periódico, el Morning Star, ha sido víctima de un golpe político exitoso. Ya no se encuentra bajo el control del Partido Comunista de Gran Bretaña ni de su congreso”.
La carta continuaba, alegando que este suceso “representa un repudio no solo contra el Partido Comunista, sino también contra las bases históricas sobre las cuales se fundó el partido; es decir, en defensa de los grandes logros de la Revolución Rusa de 1917 dirigida por Lenin y Trotsky y del establecimiento del primer Estado obrero de toda la historia”.
En primer lugar, es pura sofistería alegar que el PCGB descansa de alguna manera sobre las “bases históricas” de 1917. Dicha conexión fue amputada por medio de un proceso histórico que transformó al estalinismo en una agencia del imperialismo dentro del movimiento obrero. Si uno se basara en la lógica de Healy, entonces podría decirse que la Cuarta Internacional tiene la responsabilidad de defender a la KGB debido a que esta tiene sus raíces históricas en la Cheka. Además, si intervenir a favor de una de las facciones del PCGB fuera correcto (basándose simplemente en una metafísica organizativa), entonces la puerta está abierta para que a la Cuarta Internacional se nombre guardiana de las facciones que dominan los partidos comunistas de todo el mundo, desde la URSS hasta Afganistán.
Esta declaración adquirió un significado extraordinario por otra razón: aceptaba por completo la teoría estalinista sobre el Partido Comunista. La idea de que el PCGB fue fundado para defender a la Unión Soviética le pertenece a Stalin y a Harry Pollitt, y no a Lenin ni a Trotsky. De hecho, el concepto de que las secciones del Comintern existen para defender a la URSS fue el corolario político de la teoría del “socialismo en un solo país”. Si la tarea principal de los partidos comunistas fuera la defensa “de los grandes logros de la Revolución rusa de 1917” —y no la extensión de la revolución socialista mundial— entonces lógicamente estos partidos tienen que funcionar como instrumentos auxiliares del Estado soviético y su política exterior.
Tal como Trotsky escribió en cuanto a la teoría de Stalin:
La nueva doctrina proclama que el socialismo se puede construir en base al Estado nacional solamente si no existe una intervención. De esto puede y tiene que seguir (a pesar de todas las pomposas declaraciones contenidas en el programa que se ha bosquejado) una política colaboracionista hacia la burguesía extranjera con el objeto de prevenir dicha intervención y así garantizar la construcción del socialismo, es decir, resolver el problema histórico principal. La tarea de los partidos del Comintern asume, por lo tanto, un carácter auxiliar; su misión consiste en proteger a la URSS contra intervenciones y no luchar por la conquista del poder. No se trata de intenciones subjetivas sino de la lógica objetiva del pensamiento político (The Third International After Lenin, New Park, pág. 47).
Para los trotskistas, la defensa de la Unión Soviética es un deber táctico que ha de subordinarse a la estrategia de extender la revolución socialista por el mundo entero.
El error tan burdo de Healy, que ni fue corregido o desafiado en el Comité Político, estaba ligado a un método de trabajo en que los principios ya ni se discutían ni se consideraban. Todo lo que el WRP hacía era en función de consideraciones tácticas inmediatas. En este sentido, Healy estaba patinando sobre la superficie de la política, reaccionando a los acontecimientos a medida que surgían y confeccionando planes para hacerse rico expeditamente. Tal método de trabajo es inseparable de un maniobrar sórdido y de las peores formas de trampas políticas. Las tácticas que se desempeñan para lograr éxitos inmediatos invariablemente ponen al partido al servicio de fuerzas de clase hostiles. Aún si excluyéramos por un momento la posibilidad de que existiera una segunda intención para defender a la facción de McLennan, veríamos que, de cualquier manera, el método de Healy procedía de un oportunismo táctico para encontrar una audiencia entre los miembros del Partido Comunista. Pero el contenido político de la línea determinaba a qué clase de oídos el WRP llegaba en realidad.
En este caso, la línea del News Line no se dirigía a la educación de la militancia del WRP. Ni tampoco se dirigía a los trabajadores avanzados ni a los pocos elementos saludables que quizás pudieran existir en ambas facciones del partido estalinista. La línea era planteada para ganarse el favor de cierta sección de burócratas estalinistas degenerados como McGahey dentro de los sindicatos, quienes, por razones propias y derechistas, respaldaban a McLennan. Esta clase de intervención pudo haberle ganado a Healy varios amigos nuevos, pero no hizo nada para desarrollar la lucha contra el estalinismo dentro del movimiento obrero británico ni ganar nuevas fuerzas al trotskismo.
Fue basándose en este oportunismo táctico que el WRP buscó, dentro del movimiento obrero, apoyo para respaldar el derecho de la burocracia del PCGB a publicar el Morning Star —¡solo cuatro años después de que el mismo WRP apoyara el derecho de los baazistas iraquíes a ejecutar a militantes del partido estalinista local!