1. El programa del Partido Socialista de la Igualdad es de carácter principista y no pragmático o coyuntural. Se basa en el análisis de la crisis del capitalismo mundial y en la asimilación de las experiencias revolucionarias estratégicas de la clase trabajadora y del movimiento socialista internacional. El sistema político-económico mundial es, en sus características fundamentales, imperialista. A pesar de los adelantos tecnológicos, el desarrollo de las fuerzas productivas y la expansión de las relaciones capitalistas de producción en todo el mundo, el sistema capitalista mundial se encuentra acosado por las mismas contradicciones insolubles que causaron horrores en el siglo XX; dos guerras mundiales, fascismo, una prácticamente interminable serie de conflictos militares regionales e innumerables dictaduras políticas brutales.
2. Las principales características del imperialismo identificadas por Lenín durante la Primera Guerra Mundial (la concentración monopolista de la producción, el dominio del capital financiero y el parasitismo económico, la gran lucha por dominio geopolítico y económico mundial, la opresión de naciones débiles y la tendencia universal a la reacción política) definen también al actual orden político y económico mundial. Al igual que en 1914 (en vísperas de la Primera Guerra Mundial) y 1939 (vísperas de la Segunda), las contradicciones básicas son entre la economía mundial y el sistema nación estado, y entre la producción socializada y la propiedad privada de los medios de producción. De estas contradicciones surgen no sólo el peligro de otra catastrófica guerra mundial, sino también las condiciones objetivas para el derrocamiento del capitalismo —la socialización de la industria y las finanzas, la globalización de la vida económica y el poder social de la clase trabajadora.
3. Después del colapso de la Unión Soviética en 1991, los ideólogos y defensores de la burguesía proclamaron “el fin de la historia”. Con eso querían decir “el fin del socialismo” y el triunfo final del capitalismo. Pero los acontecimientos subsiguientes demuestran que las notas necrológicas de la revolución, y ni hablar de la historia misma, han sido prematuros. El siglo XXI no será menos tumultuoso que el XX. La clase trabajadora internacional enfrentará los mismos problemas históricos que anteriores generaciones no han podido resolver.
4. La estrategia revolucionaria socialista sólo se puede desarrollar en base a las lecciones de luchas anteriores. Sobre todo, la educación de los socialistas debe dirigirse hacia el desarrollo de un detallado conocimiento de la historia de la Cuarta Internacional. El desarrollo del marxismo como vanguardia teórica y política de la revolución socialista, encuentra su expresión más avanzada en las luchas que, desde su fundación en 1938, la Cuarta Internacional ha llevado contra el estalinismo, el reformismo, el revisionismo pablista del trotskismo y toda otra forma de oportunismo político.
5. El entendimiento político dentro del partido en asuntos esenciales sobre programas y tareas no se puede lograr sin una evaluación común de las experiencias históricas del siglo XX y sus lecciones estratégicas más importantes. Rosa Luxemburgo una vez describió a la historia como la “Vía Dolorosa” de la clase trabajadora. Sólo en lo que la clase trabajadora aprenda de la historia —las lecciones no sólo de sus triunfos sino también de sus derrotas— podrá ésta estar preparada para un nuevo periodo de lucha revolucionaria.