58. El llamado a la Cuarta Internacional no fue una maniobra táctica. Se basó en una valoración de la transformación socio política del régimen soviético, de la Internacional Comunista y de la relación de ambas con la clase trabajadora. Fue sobre este punto que Trotsky, a mediados de los años 1930, entró en conflicto con aquellas tendencias políticas que definió como “centristas”. Aunque esas tendencias proclamaban su devoción a la revolución socialista, se oponían al establecimiento de la Cuarta Internacional. Buscaban un campo intermedio entre el estalinismo y el trotskismo, entre una política reformista y revolucionaria.
59. En 1934, Trotsky escribió que el centrista “detesta el principio revolucionario de decir las cosas como son. Tiende a sustituir la política principista con maniobras personales y una diplomacia organizacional mezquina”. Trotsky explicó que “El centrista se ubica entre el oportunista y el marxista, que es algo más o menos análogo al puesto que ocupa un pequeño burgués entre el capitalista y el proletario: se postra ante el primero y desprecia al segundo”. Otra característica del centrista es que no “comprende que en la época actual un partido revolucionario nacional sólo puede establecerse en base de un partido internacional. En cuanto sus aliados internacionales, el centrista es aún menos exigente que en su propio país”. [38]
60. A medida que la clase trabajadora se movía hacia la izquierda en reacción a la amenaza del fascismo, los grupos centristas bloquearon la formación de un partido verdaderamente revolucionario. Las tendencias centristas —inclusive el Partido Laborista Independiente de Inglaterra, el SAP alemán basado en el extranjero (en el cual Willy Brandt, futuro dirigente del SPD y canciller alemán, jugó un traicionero y destacado papel), el POUM de España y otros— intentaron encontrar un punto intermedio entre la política reformista y la revolucionaria. Las verdaderas razones por las cuales decían que era “prematuro” proclamar la fundación de la Cuarta Internacional eran que: 1) no estaban de acuerdo con que Trotsky caracterizara de “contrarrevolucionarios” al régimen estalinista y a sus partidos afiliados, y 2) rehusaban romper con las relaciones políticas oportunistas que predominaban en sus entornos nacionales.
“Centrism and the Fourth International,” in: Writings of Leon Trotsky 1933-34 (New York: Pathfinder, 1998), p. 233.