110. La reestabilización general de la evolución capitalista le dio un carácter contradictorio a las luchas sociales después de la guerra. El fin de ésta trajo consigo una ola de levantamientos antiimperialistas en los países coloniales y de luchas de clase en los países desarrollados. Sin embargo, la estabilización económica expandió enormemente el campo de actividades de los movimientos nacionalistas burgueses, de los estalinistas, de los burócratas sindicalistas y de las varias tendencias pequeño burguesas que terminaron por dirigir esas luchas. De una manera u otra, la función objetiva de esas organizaciones fue promover y conseguir una base de apoyo en capas mayores de la clase trabajadora y de las masas oprimidas y así proteger el sistema capitalista mundial. Sembraron ilusiones de que se podían conseguir concesiones permanentes por medio de una política de reformas nacionales que habían adquirido una nueva vigencia después de la guerra.
111. Las complejidades del período después de la guerra se expresaron en la aparición de una tendencia revisionista dentro del movimiento trotskista que se adaptó a las organizaciones burguesas y pequeño burguesas. Los revisionistas llegaron a considerar que las tendencias estalinistas y socialdemócratas, así como también los movimientos pequeñoburgueses nacionalistas y radicales, ya no eran obstáculos políticos a la movilización independiente de la clase trabajadora, sino más bien instrumentos alternativos para realizar el socialismo. Por lo tanto, ya no era asunto de oponerse a esas organizaciones con la perspectiva independiente de la Cuarta Internacional, sino transformar a la Cuarta Internacional en un grupo que le pondría presión a la dirigencia de la clase trabajadora que existía en esos momentos y a los líderes de los movimientos nacionalistas. Los revisionistas dotaron a los estalinistas y a los burgueses nacionalistas con un papel histórico progresista y rechazaron la intransigencia de Trotsky que estas organizaciones eran completamente contrarrevolucionarias. Dos figuras importantes en la dirigencia del movimiento trotskista después de la guerra, Michel Pablo y Ernest Mandel, inicialmente presentaron las revisiones de las perspectivas sobre las cuales se había basado la fundación de la Cuarta Internacional.
112. Las revisiones de Pablo fueron una reacción impresionista a los cambios políticos de Europa Oriental. La reacción inicial de la Cuarta Internacional hacia la creación de los regímenes dominados por los estalinistas se basaba en conceptos de Trotsky. No obstante los “éxitos” políticos de los estalinistas, la Cuarta Internacional insistió que el papel de estos era esencialmente contrarrevolucionario y declaró lo siguiente en 1946:
“Las traiciones indescriptibles, la supresión de los levantamientos de las masas, el terrorismo contrarrevolucionario, los pillajes y los saqueos, han desacreditado, ante los ojos de los trabajadores, la palabra —la idea misma del— comunismo. ¿De qué valen las nacionalizaciones en la Europa Oriental cuando se les compara con los crímenes de Stalin contra la clase trabajadora? Las aventuras contrarrevolucionarias estalinistas en Europa Oriental, en vez de darle a la burocracia un aire de misión progresista en la historia, han hecho más urgente la necesidad de aplastar a este sangriento demonio y prevenir que siga causando más daño de lo que ya ha causado en contra de la clase trabajadora mundial y su lucha por la emancipación.
“La ceguera del estalinismo —su carácter indescifrablemente reaccionario y su fracaso histórico— se reveló de la manera más obvia especialmente en Europa Oriental. A cambio de un mísero botín, a cambio de las pocas monedas que las reparaciones de guerra ofrecían —completamente sumas insignificantes para resolver los problemas económicos de la URSS— el Kremlin erigió contra sí mismo una muralla de odio por toda Europa Oriental y el mundo entero. A cambio de ejercer control militar sobre los países empobrecidos y en bancarrota de los Balcanes, el Kremlin ha ayudado a los imperialistas ingleses y estadounidenses a aplastar la revolución y brindado su asistencia para sostener al capitalismo en estado de putrefacción”. [69]
113. En abril de 1949, el Comité Ejecutivo de la Cuarta Internacional escribió:
“No se puede criticar al estalinismo en base de los resultados locales de su política. Más bien la crítica debe proceder de la totalidad de sus acciones a nivel mundial. Cuando consideramos el estado de putrefacción que el capitalismo muestra aún hoy día cuatro años después de acabarse la guerra, y cuando consideramos la situación concreta de 1943 a 1945, no hay duda que el estalinismo a nivel mundial apareció como el factor decisivo en prevenir un repentino y simultáneo colapso del orden capitalista en Europa y Asia. En este sentido, los éxitos logrados por la burocracia en la zona de los países tapones constituyen, a lo máximo, el precio que el imperialismo pagó por los servicios que la burocracia le rindió en el campo mundial; precio que constantemente hay que poner en duda con cada etapa que se rebasa.
Desde el punto de vista mundial, las reformas que la burocracia soviética realizó —en el sentido de que la URSS asimiló a los países tapones— son incomparablemente menos importantes que los golpes con que agredió a la concienciación del proletariado mundial, sobre todo en dichos países; un proletariado que su política desmoraliza, desorienta y paraliza y a quien, por lo tanto y hasta cierto punto, rinde susceptible a la campaña imperialista para emprender las preparaciones de guerra. Aún desde el punto de vista de la misma URSS, las derrotas y la desmoralización del proletariado mundial causadas por el estalinismo constituyen un peligro incomparablemente peor que la consolidación de la zona tapón como línea de defensa”. [70]