202. Durante el periodo que inmediatamente siguió a la escisión, el Comité Internacional se analizó detalladamente los orígenes y el desarrollo de la disolución del Workers Revolutionary Party. How the WRP Betrayed Trotskyism 1973-1985 [Cómo el WRP traicionó al trotskismo, 1973-1985] muestra que la crisis de ese partido se vinculaba a su retroceso de los principios que los trotskistas británicos habían defendido antes, durante la fundación del Comité Internacional y, luego, en la lucha contra la reunificación del SWP estadounidense con los pablistas en 1963. Siguiendo los pasos de ese análisis, el Comité Internacional respondió al ataque de Banda contra la historia del movimiento trotskista con la publicación de The Heritage We Defend: A Contribution to the History of the Fourth International, [En defensa de nuestro patrimonio: una contribución a la historia de la Cuarta Internacional], escrito por David North.
203. Al concluir ese análisis de las raíces históricas y los orígenes políticos de la escisión dentro del Comité Internacional, el CICI emprende un profundo análisis de los cambios en la economía mundial; análisis que establece las bases objetivas para adelantar la lucha de clases y seguir estableciendo la Cuarta Internacional. En el cuarto pleno del Comité Internacional de julio de 1987, se plantearon las siguientes interrogativas: 1) ¿Es la evolución del Comité Internacional la expresión consciente de qué nuevas fuerzas han surgido de los desarrollos económicos y políticos? 2) ¿Sobre qué base objetiva podemos prever la evolución de una nueva crisis revolucionaria mundial?
204. Al contestar esas preguntas, el CICI le dio énfasis central al “crecimiento explosivo de las empresas transnacionales”. Declaró que:
“Como consecuencia ocurre una integración sin precedentes del mercado mundial y de la producción a través de las fronteras. El dominio absoluto y activo de la economía mundial sobre todas las economías nacionales, incluyendo la de Estados Unidos, es una realidad de la vida moderna. El progreso tecnológico, ligado a la invención y el perfeccionamiento de los circuitos electrónicos, acelera el proceso de integración económica mundial. Sin embargo, en vez de dar lugar a futuros éxitos históricos capitalistas, este fenómeno intensifica más que nunca la contradicción entre la economía mundial y el sistema capitalista de estados naciones, y entre la producción social y la propiedad privada”. [116]
205. El Comité Internacional también notó lo siguiente:
“Es imposible separar el fenómeno de las enormes empresas transnacionales y la globalización de la producción de otro elemento que trae consigo consecuencias profundamente revolucionarias: como Estados Unidos ha perdido, en términos tanto relativos como absolutos, ha perdido su hegemonía global. La trasformación histórica de Estados Unidos de acreedor principal al mayor deudor es la causa principal del declive dramático de las condiciones de vida de los trabajadores, cosa que por ley resultará en un periodo de enormes confrontaciones revolucionarias dentro del país”. [117]
206. El CICI también llamó la atención a otro fenómeno que reflejaba el derrumbe de las instituciones de pos Segunda Guerra Mundial: la agravación de antagonismos entre imperialismos. En ese periodo la fuente más inmediata, pero no la única, de esas tensiones era el rápido desarrollo económico japonés. El CICI señaló la puesta en práctica del proyecto de establecer un mercado europeo unido con la capacidad de confrontar tanto a los capitales estadounidenses como al los japoneses. El CICI también atribuyó significado revolucionario a la expansión del proletariado en Asia, África, y América Latina, resultado de la exportación internacional de capitales buscando altas tasas de ganancias.
207. La evolución de la producción transnacional y la integración globalizada de las finanzas y la manufactura dramáticamente socavó la viabilidad de de aquellas organizaciones socio políticas que habían vivido incrustadas en el sistema de estados naciones. Aunque la integración global del capitalismo creaba las condiciones objetivas para la unificación de la clase trabajadora, este potencial revolucionario requería organizaciones y una dirigencia basadas en una estrategia conscientemente internacionalista. Sin semejante dirigencia, la clase trabajadora no podría defenderse a sí misma en contra de un capital organizado a nivel mundial. Como lo explicara el CICI en su documento de perspectivas de 1988, La crisis mundial capitalista y la misión de la Cuarta Internacional:
“El enorme desarrollo de las empresas transnacionales y la integración globalizada de la producción capitalista han causado una uniformidad sin precedentes en las condiciones a las cuales los trabajadores del mundo se enfrentan. La feroz competencia entre los diferentes grupos capitalistas nacionales para dominar el mercado mundial encuentra su expresión más brutal en la campaña universal de las clases gobernantes para intensificar la explotación de la clase trabajadora en sus ‘propios’ países. La ofensiva del capital contra la clase trabajadora se lleva a cabo en todos los países a través del desempleo de la masas, la reducción de los salarios, la aceleración, la destrucción de los sindicatos obreros, la reducción de los beneficios sociales y la intensificación de las agresiones contra los derechos democráticos”. [118]
208. Los cambios que ocurrieron en la forma de producción capitalista trajeron consigo la forma en que la lucha de clases se presenta:
“Por largo tiempo una de las propuestas elementales del marxismo es que la lucha de clases es nacional, pero solo en su forma; en esencial es una lucha internacional. Pero dadas las nuevas características del desarrollo capitalista, la forma en sí ahora debe asumir un a índole internacional. Las luchas más elementales de la clase trabajadora plantean la necesidad de coordinar sus acciones a nivel internacional. Es un hecho básico de la economía cotidiana que las empresas transnacionales explotan el poder de la mano de obra de los trabajadores en varios países para producir una mercancía acabada, y la distribuyen y cambian la producción entre sus diferentes fábricas y en continentes diferentes en búsqueda de la tasa de ganancias más alta...Por lo tanto, la movilidad internacional sin precedentes ha rendido a todos los programas nacionalistas dirigidos al movimiento obrero de los diferentes países son obsoletos y reaccionarios”. [119]
Fueron precisamente estos desarrollos que constituyeron las bases objetivas a las cuales la expansión del CICI por obligación se vinculó. Un informe, presentado en agosto de 1988 ante el Decimotercer Congreso de la Workers League, desarrolló y le hizo hincapié a este punto:
“Nosotros anticipamos que la nueva etapa de lucha proletaria se desarrollará de modo inexorable bajo la presión combinada de las tendencias económicas objetivas y la influencia subjetiva de los marxistas en confluencia con la trayectoria internacional. El proletariado tenderá más y más a definirse a sí mismo en la práctica como clase internacional; y los internacionalistas marxistas, cuya política es la expresión de esta tendencia orgánica, cultivarán el proceso y le darán forma consciente...” [120]
209. El CICI advirtió que estas nuevas formas de producción mundial no disminuían, sino que intensificaban el peligro de guerra mundial:
“El carácter global de la producción capitalista ha enormemente agudizado los antagonismos económicos y políticos entra las potencias imperialistas principales. Una vez más ha llevado a primer plano las contradicciones irreconciliables entre el desarrollo objetivo de la economía mundial y la forma del estado nación, al cual todo el sistema de propiedad capitalista se arraiga históricamente. Precisamente, la índole internacional del
proletariado, clase que no le debe ninguna lealtad a ninguna ‘patria’ capitalista, lo convierte en la única fuerza social capaz de liberar a la civilización de las garras estranguladoras del sistema basado en estado nación.
“Son por estas razones fundamentales que ninguna lucha en contra de la clase gobernante de cualquier país puede producir adelantos para la clase trabajadora que perduren. Y mucho menos puede preparar su emancipación final a menos que se base en una estrategia internacional cuyo objetivo es la movilización mundial del proletariado en contra el sistema capitalista. Esta unificación de la clase trabajadora, tan necesaria, sólo puede lograrse Por medio del establecimiento un partido verdaderamente internacional,
es decir, revolucionario. Solamente existe un partido igual, producto de décadas de luchas políticas e ideológicas implacables: la Cuarta Internacional, fundada en 1938 por León Trotsky. Hoy la dirige el Comité Internacional”. [121]
The World Capitalist Crisis and the Tasks of the Fourth International: Perspectives Resolution of the International Committee of the Fourth International (Detroit: Labor Publications, 1988), pp. 48-49.
Ibid., p. 49.
Ibid., p. 6.
The World Capitalist Crisis and the Tasks of the Fourth International (Detroit: Labor Publications, 1988) pp. 6-7.
D. North, Report to the Thirteenth National Congress of the Workers League, in Fourth International, July-December 1988, pp. 38-39.
Ibid., pp 7-8.