245. Ninguna otra publicación demostró tanta visión en su análisis de la crisis del imperialismo estadounidense y mundial a medida que ésta se desplegaba como el WSWS. Lo que distinguió al análisis presentado por el WSWS fue su característica histórica, su capacidad para situar a los sucesos en contextos más amplios y ver más allá de las apariencias superficiales. Fue en base de este enfoque que el PSI detectó, cada vez que Estados Unidos usaba su poderío militar, las contradicciones que ya socavaban las bases del orden imperialista entero. Insistió que el uso repetido de la fuerza militar por parte de Estados Unidos era una muestra de sus flaquezas:
“Estados Unidos actualmente goza de una ‘ventaja competitiva’ en la industria de las armas de fuego. Pero ni esta ventaja ni los productos de la industria pueden garantizarle dominio del mundo. A pesar de las armas de fuego tan sofisticadas que posee, las bases económicas e industriales dominantes de Estados Unidos en los asuntos del capitalismo mundial es mucho menos sustancial de los que fue 50 años atrás. Su participación en la producción mundial ha declinado dramáticamente. Su déficit comercial internacional aumenta por millones de billones de dólares todos los meses. El concepto que guía el culto de las municiones de precisión —es decir, que el dominio de la tecnología de armamentos puede contrarrestar los índices económicos fundamentales de la fortaleza nacional— es una fantasía muy peligrosa...
Más bien, el encaprichamiento con las ‘maravillas’ de la tecnología de las armas de fuego y los ‘milagros’ que prometen es de lo más común entre las clases gobernantes que han llegado, sépanlo o no, a un callejón sin salida histórico. Sólo ven en las armas y las guerras la única manera de resolver los problemas con dinamita, pues se encuentran desconcertados por una gran variedad de complejas contradicciones socioeconómicas internas e internacionales que apenas comprenden y para las cuales no encuentran soluciones convencionales”. [151]
246. El análisis que el PSI presentó trató de relacionar la explosión de la violencia imperialista a las contradicciones de la sociedad estadounidense que comenzaban a ahondarse.
“El abismo creciente entre los sectores privilegiados que componen a la clase gobernante del capitalismo y las amplias masas del pueblo trabajador denota un nivel avanzado y objetivo de tensiones sociales y clasistas. Puede que parezca que a este análisis lo contradice la ausencia de activismo militante por parte de los trabajadores en Estados Unidos. Pero el bajo nivel de actividad huelguista otras formas de protestas sociales por parte de las masas no indica que la sociedad sea estable. Más bien, el hecho que durante la última década se dieron tan pocas muestras del conflicto entre las clases y, a pesar de la desigualdad social que rápidamente aumenta, sugiere que las instituciones políticas y sociales de Estados Unidos se han mostrado indiferentes al descontento de la clase obrera que se va acumulando. Organizaciones sociales ya establecidas, tales como los sindicatos obreros, ya ni siquiera funcionan, aunque de manera limitada, como conductos de agravios [quejas] populares...
...Lo que la clase trabajadora ahora requiere es una nueva organización internacional revolucionaria cuya estrategia, perspectiva y programa corresponden a las tendencias objetivas de la economía mundial y el desarrollo histórico.
Sabemos muy bien que existen legiones de pesimistas que se han convencido que no existe ninguna posibilidad para nada de establecer semejante movimiento internacional revolucionario. Podría notarse que los más incorregibles de estos pesimistas pueden encontrarse precisamente entre aquellos que no hace mucho ponían toda su confianza en los sindicatos y creían, en lo más profundo de sus seres, que la Unión Soviética iba a durar para siempre. Ayer estaban convencidos que el reformismo, burocráticamente aplicado, sería perenne. Hoy día creen —por cierto, no con menos convicción— que el triunfo del capitalismo es eterno. Pero el motivo de ese optimismo eufórico de ayer y del pesimismo desmoralizado de hoy es cierto tipo de superficialidad intelectual y política, cuyas características son dos: una falta de voluntad e incapacidad para analizar los acontecimientos en su marco histórico requerido; y una aversión a investigar las contradicciones que yacen bajo una apariencia superficial y engañosa de estabilidad social...
La confianza en el papel revolucionario de la clase trabajadora y la posibilidad objetiva del socialismo no es un asunto de tener fe, sino de la comprensión teórica de las leyes objetivas del desarrollo capitalista y del conocimiento de la historia, sobre todo del siglo XX...” [152]
247. Los desarrollos que siguieron, sobre todo los que siguieron los extraños e inexplicados eventos del 11 de septiembre, 2001, han comprobado las advertencias del PSI acerca de la explosión a nivel mundial del imperialismo estadounidense. Ni la invasión de Afganistán en el 2001, ni la invasión de Irak en el 2003 tomó al WSWS de sorpresa. Sus análisis han pasado la prueba del tiempo. Antes de cumplirse las 24 horas después del ataque en Irak, el PSI predijo lo que serían las consecuencias más probables de la invasión:
“El siglo XX no vivido en vano. Sus triunfos y tragedias le han dejado a la clase trabajadora un patrimonio de de lecciones políticas invaluables. Entre éstas la más importante es la comprensión el significado e insinuaciones de las guerras imperialistas. Son ante todo la manifestación de contradicciones nacionales e internacionales que no tienen solución con medios normales. No importa lo que sea el resultado de las etapas iniciales del conflicto que acaba de empezar, el imperialismo estadounidense tendrá su encuentro con el desastre. Es incapaz de conquistar al mundo entero. No puede abusar de nuevo a las masas del Oriente Medio con el grillete colonial. No ha de encontrar por medio de la guerra una cura viable a sus males internos. . Más bien, las dificultades imprevistas y la resistencia creciente que la guerra ha engendrado intensificarán todas las contradicciones internas de la sociedad estadounidense”. [153]