Mientras la pandemia de COVID-19 se propaga sin control en México, la campaña de obligar a los trabajadores a regresar a centros laborales inseguros ha expuesto la subordinación de todo sector de la burguesía mexicana al imperialismo estadounidense, incluyendo a su presidente nacionalista “de izquierda”, Andrés Manuel López Obrador (AMLO).
Las muertes confirmadas por COVID-19 se acercan a 10.000 al momento de redacción y el aumento sigue acelerándose, mientras varias investigaciones han revelado que la cifra real de muertos es varias veces mayor. Según comienzan a colapsar los hospitales, el Gobierno de AMLO se ha rehusado a incidir en las actividades lucrativas de las transnacionales para proteger las vidas de obreros.
Al tiempo que ordenó una reapertura gradual de toda la economía a partir del 1 de junio, el mandatario ya declaró como “esencial” la producción de autos, electrónicos y otros bienes no esenciales. También dio luz verde en las últimas dos semanas a la reapertura de fábricas de partes indispensables para la reapertura de las industrias automotriz, aeroespacial, de defensa y otras dentro de Estados Unidos.
Por medio de olas de huelgas salvajes y manifestaciones amplias en las maquilas manufactureras, minas, hospitales y otros lugares de trabajo, así como en encuestas de opinión pública, los trabajadores mexicanos han exigido el cierre de los negocios no esenciales y la provisión de protecciones apropiadas para los trabajadores esenciales.
El principal obstáculo al desarrollo de esta lucha ha sido la campaña de los autoproclamados amigos de la clase obrera —el partido Morena de AMLO, los sindicatos que se llaman “democráticos” e “independientes” aliados con la burocracia estadounidense de la AFL-CIO, y sus simpatizantes pseudoizquierdistas—. Estas fuerzas están promoviendo la fatal ilusión de que los trabajadores pueden lograr sus demandas por medio de llamados a secciones supuestamente “izquierdistas” de la burguesía mexicana y la élite política, que no son menos serviles a Wall Street que los predecesores de AMLO.
Durante los últimos años, los trabajadores han desafiado más abiertamente el prolongado dominio de la Confederación de Trabajadores Mexicanos, cuyos líderes, conocidos como charros, son sobornados por las empresas para suprimir la oposición obrera a los salarios de pobreza y condiciones abusivas. Esto surgió a la superficie con la ola de huelgas salvajes a principios de 2019 que involucró hasta 70.000 trabajadores en Matamoros, en la frontera con Brownsville, Texas. En Silao, los trabajadores de GM realizaron acciones militantes en apoyo a la huelga de GM en EE.UU. el año pasado. Más recientemente, los trabajadores de las maquilas en Ciudad Juárez, Mexicali y Tijuana y las enfermeras y otros trabajadores de la salud han protestado por la falta de protecciones ante el mortal COVID-19.
Temerosos de que este movimiento se desarrolle de manera independiente de los sindicatos y se vuelva un catalizador de un movimiento político más amplio que una a los trabajadores mexicanos y estadounidenses contra los dictados de las transnacionales y los capitalistas mexicanos, las secciones de la burocracia sindical aliadas con AMLO y su partido Morena han buscado contener y estrangular esta rebelión.
Esto va de la mano con los esfuerzos del Gobierno de Trump, la confederación sindical AFL-CIO y su Solidarity Center para promover a los llamados sindicatos “democráticos” e “independientes” como una forma de subordinar el creciente malestar en la clase obrera.
Esto sucede por todo México, pero estos son algunos ejemplos prominentes:
- El senador de Morena y líder del Sindicato Minero, Napoleón Gómez Urrutia, ha tomado la iniciativa de reunirse con las empresas mineras, metalúrgicas y siderúrgicas para aplicar un regreso al trabajo después de que AMLO declarara todas las minas “esenciales”. Después de que 44 de 200 mineros no sindicalizados contrajeran el virus en una mina de Equinox Gold en el estado de Guerrero durante la cuarentena, Gómez se vio obligado a denunciar las acciones de la empresa mientras insistió que, “Las autoridades deben exigir a las empresas que cumplan con normas sanitarias antes de volver a la actividad”. Gómez ha sido un socio por mucho tiempo de la AFL-CIO, la cual ha patrocinado el entrenamiento de los burócratas del Sindicato Minero.
- El Sindicato Independiente de Trabajadores Volkswagen (SITIAVW) de la planta en Puebla ha colaborado con la empresa para encubrir que la muerte del trabajador Ángel Ignacio M. fue por COVID-19 después de que las autoridades sanitarias lo confirmaran y revelaran que varios familiares también salieron positivo. El sindicato, que ha sido aliado de la AFL-CIO desde inicios de los 2000, ha insistido que los trabajadores deben acatar la orden del gobernador de Morena en Puebla, Miguel Barbosa Huerta, quien ha dado luz verde a abrir la planta el 15 de junio.
- En Ciudad Juárez y Matamoros, la abogada laboral Susana Prieto y la Organización Política del Pueblo y los Trabajadores (OPT), quienes operan con varios “sindicatos independientes” y la AFL-CIO, organizaron marchas gemelas el 18 de mayo para demandar que las plantas y los trabajadores acaten el decreto de AMLO de reanudar la manufactura el 1 de junio. Prieto mintió descaradamente cuando les dijo a reporteros que el Gobierno no está al tanto de que las maquilas no esenciales han permanecido abiertas, insistiendo en que los trabajadores “hay que hacerle ver al presidente de la República”.
- Esa noche, el Consejo Laboral para Avance Latinoamericano de la AFL-CIO, la OPT y el Movimiento de los Trabajadores Socialistas (MTS) —una organización morenista [referente al fallecido argentino Nahuel Moreno] que publica La Izquierda Diario y ha promovido por mucho tiempo las operaciones de Prieto en Ciudad Juárez y Matamoros— sostuvieron una conferencia de prensa conjunta para presentar una carta a fin de supuestamente “informarle” a AMLO sobre las reaperturas tempranas que él mismo aprobó oficialmente. La carta también insta a los trabajadores a colocar su suerte en las manos del Gobierno capitalista y las empresas impulsadas por las ganancias, pidiendo que las empresas no reabran “hasta que las autoridades y las compañías garanticen que el lugar de trabajo es 100 % libre de contagio”.
La respuesta criminal del Gobierno de AMLO a la pandemia no ha sido distinta a la del fascistizante Jair Bolsonaro en Brasil. En cuanto a la AFL-CIO, su líder Richard Trumka participa en la junta corporativista del presidente Trump para reabrir la economía estadounidense, junto a milmillonarios como el director ejecutivo de Amazon, Jeff Bezos. Lejos de proteger a los trabajadores del COVID-19, que ya ha cobrado más de 106.000 vidas en EE.UU. —la cifra más alta del mundo—, los sindicatos estadounidenses están imponiendo las políticas homicidas de Trump, lo que ha llevado a los trabajadores en las industrias automotriz, frigorífica y otras a hacer huelgas y protestar en oposición a los sindicatos.
La pseudoizquierda y los sindicatos “democráticos” se están alineando todos detrás de los burócratas de la AFL-CIO que están en la nómina del Departamento de Estado de Trump. Actualmente, la Agencia para el Desarrollo Internacional (USAID, sigla en inglés), que ha operado por mucho tiempo como un frente de las agencias de inteligencia estadounidenses, está preparando una nueva “Iniciativa Laboral Global” para expandir y añadir organizaciones a su Programa Laboral Global (GLP, sigla en inglés). Ejecutado directamente por el Solidarity Center de la AFL-CIO desde 2010, el GLP ha buscado formar y fortalecer sindicatos dizque “democráticos” e “independientes” en 31 países, incluido México. Según su último reporte financiero para 2018, el Solidarity Center recibió $34,4 millones en ingresos, 92,6 por ciento del cual provino del Gobierno estadounidense.
Una evaluación del programa en 2015 declara que, al establecer “relaciones tripartitas fuertes y significativas” entre las empresas, los Gobiernos y los sindicatos, el GLP “busca servir a los objetivos del USAID de fomento de la democracia más amplios”. En términos directos, esto significa promover los intereses geopolíticos del imperialismo estadounidense en todo el mundo.
Una de sus principales preocupaciones es suprimir la oposición de los trabajadores en la cadena de producción global de las industrias estratégicas estadounidenses, incluyendo la automotriz y de equipo militar. El nuevo formato bajo la Iniciativa Laboral Global, según la oferta de fondos, pretende “tomar en cuenta los cambios en las cadenas de producción y suministro a fin de asistir en los esfuerzos globales de organización y en las campañas internacionales sectoriales, y relacionarse estratégicamente con los participantes del sector privado”.
La completa subordinación de la clase gobernante mexicana al imperialismo estadounidense —con milmillonarios como Carlos Slim que dominan la sociedad mexicana mientras invirtiendo de gran escala en Wall Street— la ha vuelto indispuesta e incapaz de proveer concesiones que mejoren los niveles de vida ni protejan las vidas mismas de las masas empobrecidas, como lo ha demostrado la pandemia.
La colaboradora de la AFL-CIO, Susana Prieto, quien fundó uno de los sindicatos “independientes” en Matamoros, agradeció públicamente a las organizaciones en torno al estalinista Partido Comunista de México y al MTS pro proveer una cubierta “socialista” para sus operaciones. En el caso del MTS, ha llamado consistentemente a los trabajadores a apelar y organizarse dentro de los “sindicatos que se reclaman democráticos”, un término que aparece por lo menos 153 veces en su sitio laizquierdadiario.mx. Entre los ejemplos que ofrecen, los más prominentes son el Sindicato Minero, la Unión Nacional de Trabajadores —que incluye el SITIAVW y varios sindicatos fundados con fondos de la AFL-CIO— y la Nueva Central de Trabajadores, que también ha colaborado por mucho tiempo con la AFL-CIO.
La única organización que se opone a estos esfuerzos en México e internacionalmente es el Comité Internacional de la Cuarta Internacional (CICI), que está llamando a los trabajadores a formar comités de base, independientemente de todos los sindicatos —que son organizaciones procapitalistas y nacionalistas—, para organizar una lucha contra el regreso prematuro al trabajo y por la provisión de protecciones apropiadas para los trabajadores esenciales. Tales comités necesitan luchar por unir a los trabajadores por encima de las fronteras y organizar una lucha común contra las corporaciones transnacionales, que están utilizando la pandemia para acelerar sus planes de reestructurar la industria global automotriz que resultarán en un nuevo ataque contra puestos de trabajo y niveles de vida.
El sistema capitalista está generando muertes, desigualdad y represión estatal en cada país. La única respuesta a esto es una lucha por unir a la clase obrera con base en el programa del socialismo internacional y reorganizar la vida económica y política con base en las necesidades humanas, no el lucro privado.
(Artículo publicado originalmente en inglés el 1 de junio de 2020)