1. Al iniciar el nuevo año, la pandemia de COVID-19 sigue propagándose por todo el mundo. Es una crisis global con una importancia histórica enorme. La pandemia es un “evento desencadenante” que refleja de manera sumamente concentrada las contradicciones del sistema global capitalista y está desatando las fuerzas de transformación social que han estado suprimidas por tanto tiempo.
2. La pandemia no puede describirse meramente como una crisis médica. A lo largo del último año, el carácter completamente reaccionario del capitalismo mundial ha quedado expuesto. La interacción entre el afán de lucro sin importar el costo social, la codicia de los oligarcas de acumular niveles obscenos de riqueza personal y su indiferencia inhumana hacia las vidas y el bienestar de la población mundial han creado una catástrofe social global.
3. El Comité Internacional de la Cuarta Internacional (CICI) ha comparado frecuentemente la pandemia al estallido de la Primera Guerra Mundial. Los eventos de 1914 y todas las secuelas de la guerra dieron paso a un proceso de levantamientos políticos que sacudió todo el mundo. La clase obrera y las masas empobrecidas se radicalizaron políticamente. En cuestión de unos años, las fuerzas de la revolución social derrocaron imperios que parecían todopoderosos e invencibles a inicios de 1914 —el ruso, el austrohúngaro y el prusiano—. Apareció un movimiento antiimperialista contra el dominio colonial, involucrando a cientos de millones de personas en Asia, África, Oriente Próximo y América Latina.
4. La tragedia del último año y que continua este año está causando un profundo cambio en la consciencia de la clase obrera internacional y la juventud. El año 2020, marcado por muertes prematuras masivas, dislocación económica y la obvia crisis y colapso de las estructuras políticas tradicionales, sean pseudodemocráticas o abiertamente autoritarias, demostrará ser un punto de inflexión tan crucial para la historia del siglo veintiuno como lo fue 1914 par la historia del siglo veinte. La contradicción entre los intereses de los ricos y las necesidades de la sociedad de masas es tan aparente que inevitablemente provocará protestas sociales y una oposición política implacable.
5. A inicios del año, el Comité Internacional afirmó en su declaración de Año Nuevo que los 2020 serán la década de la revolución social. Esta predicción estuvo basada en un análisis de la etapa ya avanzada de la crisis global geopolítica y socioeconómica. Los acontecimientos de 2020 no solo han confirmado este análisis, sino que también le han impartido una mayor urgencia.
6. Lejos de verse disminuido, el impacto de la pandemia se está intensificando. Incluso antes del descubrimiento de una cepa nueva y más transmisible del virus, la propagación del COVID-19 en la población global ya se estaba acelerando. Antes del Año Nuevo, la cifra de muertes global era de casi dos millones. En Asia, se han reportado 305.000 muertes. En África, las muertes oficiales son de 63.000. En Europa, 552.000 personas han fallecido. En América, ha habido 848.000 muertes.
7. La cifra total de muertes en ciertos países es impactante. En Brasil, casi 200.000 personas han fallecido. En Reino Unido, el total supera las 71.000 personas. Italia registra 72.000 muertes. En Francia, se han perdido 63.000 vidas. En España, han fallecido 50.000 personas. En Alemania, la cifra de muertos es de 30.000.
8. La situación más desastrosa en el mundo se produce en Estados Unidos, donde la pandemia se está saliendo de control. El total de muertes por COVID-19 alcanzó 340.000 en 2020. En el mes de diciembre, aproximadamente 70.000 estadounidenses han muerto del virus, llegando a registrar hasta 3.500 muertes diarias. Se predice que morirán 115.000 estadounidenses más en enero. A pesar de los esfuerzos de los medios noticieros para distraer de la pesadilla en marcha enfocándose en el desarrollo de las vacunas contra el COVID, la realidad es que los estadounidenses están muriendo a un paso que supera las muertes anuales incluso de las guerras más sangrientas.
9. El alboroto mediático que acompañó el lanzamiento de las vacunas de Pfizer y Moderna ya se está viendo desacreditado por el caos completamente predecible que ha caracterizado la distribución. Tan solo se han administrado 3 millones de los 20 millones de dosis que supuestamente administrarían para fines de diciembre. Pero, incluso si se resolvieran la desorganización e incompetencia de alguna manera en los próximos meses —algo muy poco probable tomando en cuenta la condición de la industria de salud estadounidense impulsada por el lucro— su impacto en el paso acelerado de la mortalidad será limitado. “Incluso con una vacuna”, el Instituto de Métrica y Evaluación de Salud advirtió en diciembre, “si los estados no actúan para controlar los aumentos actuales, la cifra de muertes podría llegar a 770.000 para el 1 de abril”. Pero ni los estados ni el Gobierno federal tomarán las acciones necesarias para controlar, ni hablar de prevenir, la propagación continua y desastrosa del virus y las pérdidas de vidas.
10. El presidente electo Joe Biden predijo un “invierno muy oscuro”. Pero frente a una catástrofe social sin precedentes, la única medida que propone para sus primeros 100 días en el cargo es hacer un llamado para que todos los estadounidenses utilicen mascarillas. En esta etapa de la pandemia, la política de Biden se puede comparar a intentar detener los vendavales de un huracán con redes para mariposas. La patética propuesta de Biden refleja el odio de la oligarquía capitalista por la vida humana.
11. La clase gobernante se rehúsa a implementar las políticas necesarias para frenar la propagación del virus del COVID-19: es decir, el cierre de los lugares de trabajo no esenciales, el cierre de las escuelas y la entrega de apoyos financieros de emergencia para sostener a la población hasta que se supere la crisis. Las afirmaciones redundantes de que no se podía hacer nada para salvar vidas fueron desmentidas por la habilidad de China, por medio de un programa estricto de testeo, rastreo de contactos y encierros selectivos, para contener rápido la propagación del virus y las muertes totales a menos de 5.000.
12. El hecho de que el impacto de la pandemia haya sido más severo en los países capitalistas avanzados de Europa occidental y, especialmente, EE.UU. —el hogar de la clase gobernante capitalista más rica y el centro del imperialismo mundial— rinde testimonio de lo históricamente obsoleto que es un sistema socioeconómico basado en el sistema de Estados nación, el control privado de los medios de producción y el afán de lucro por medio de la explotación de la fuerza de trabajo humano. Desde las primeras etapas de la pandemia, las clases gobernantes rechazaron cualquier medida, sin importar cuán necesarias fueran para salvar vidas, que estuviera en conflicto con la acumulación de riqueza personal o los intereses geopolíticos de sus Estados nacionales.
13. Las consideraciones sobre la seguridad nacional, los conflictos interimperialistas, la balanza global de poder y el impulso de las corporaciones transnacionales (que permanecen vinculadas a los Estados nacionales existentes) para ganar ventajas competitivas previnieron desde el principio cualquier respuesta globalmente coordinada y científicamente guiada a la pandemia. En vez de promover la unidad ante una amenaza común contra la vida humana, la pandemia ha intensificado los antagonismos entre los Estados nacionales capitalistas. El informe Strategic Survey of 2020, publicado por el centro de pensamiento International Institute for Strategic Studies, reconoce que “incluso mientras el virus se propaga en todos los países, las divisiones entre ellos se ahondan”. El reporte del IISS continúa:
Para mediados de 2020, las relaciones entre Estados Unidos, Europa y China se han deslizado a sus peores niveles en décadas. Las relaciones entre Rusia y Occidente se mantienen sumergidas en desconfianza. Las tensiones entre China e India estallaron en forma de enfrentamientos fronterizos mortales. Las instituciones, leyes y normas de cooperación sufrieron múltiples reveses. EE.UU. denunció o se retiró de varias organizaciones y tratados, incluida la Organización Mundial de la Salud. Reino Unido dejó la Unión Europea. China alteró el estatus especial de Hong Kong.
14. En una evaluación extraordinariamente pesimista de la situación global, el informe estratégico explica:
Estamos entrando cada vez más en la era de la “guerra de tolerancias” que IISS define como “un intento constante de poner a prueba los umbrales de tolerancia para distintas formas de intervención contra Estados establecidos”. Algunas veces la guerra de tolerancias se emprende abiertamente y de hecho se “declara”. Pero más a seguido es ejecutada a través de redes extranjeras o socios privados, especialmente en los escenarios de operaciones que sean adyacentes a la potencia que está ejecutando esta técnica. Siendo una herramienta favorita de los actores que buscan cambiar el statu quo, la guerra de tolerancias es difícil de contrarrestar porque genera conflictos que se mantienen por debajo del umbral de la guerra tradicional, por fuera de los límites de las leyes establecidas, pero por encima de los límites aceptables de estabilidad…
La pandemia de COVID-19 prácticamente no ha permitido una pausa estratégica en estas tendencias. La resiliencia nacional y autosuficiencia están siendo valoradas como objetivos clave. La reputación está volviendo a convertirse en un elemento importante de poder nacional.
15. En esta situación altamente frágil, el ISSS advierte, “La anarquía parece estar tan frecuentemente a unos pocos errores de distancia”.
Las características de las guerras, las formas que han asumido los conflictos, las estrategias empleadas, los actores involucrados y las armas utilizadas están cambiando rápido. La naturaleza del poder que los Estados, las empresas y los actores transnacionales pueden desplegar digitalmente y económicamente está cambiando a un paso veloz. Los órdenes regionales están mutando. La interacción entre las normas, guías, estándares, regulaciones y leyes que gobiernan la sociedad internacional están en estado de cambio. La sociedad internacional permanece poco regulada y se está convirtiendo casi en un “espacio ingobernable”.
16. Lo que el IISS describe como la “guerra de tolerancias” puede fácilmente convertirse en una guerra de plena escala, con un peligro muy real de ataques nucleares. Las denuncias incansables de EE.UU. contra Rusia y China, en combinación con las maniobras cada vez más provocadoras, entrañan una lógica política fatal. Este peligro se ve intensificado por la necesidad de la clase gobernante para dirigir las presiones sociales internas hacia afuera, es decir, lejos del conflicto de clases nacional y hacia la guerra.
17. En la medida en que han perseguido intransigentemente sus intereses geopolíticos globales, las élites capitalistas han rechazado cualquier respuesta a la pandemia que se interponga a sus intereses de lucro empresarial y la acumulación de riqueza privada. El aumento vertiginoso en los precios de las acciones de Wall Street entre marzo y diciembre de 2020 y el incremento en la cifra de muertes son fenómenos paralelos y complementarios. Las políticas que posibilitaron el enriquecimiento capitalista también hicieron las muertes masivas inevitables. Tan temprano como enero de 2020, las clases gobernantes de EE.UU. y Europa tomaron una decisión de priorizar los intereses de los mercados financieros por encima de salvar vidas. Como admitió el propio Donald Trump en una entrevista con el periodista Bob Woodward, le ocultaron el peligro presentado por la pandemia al público, mientras desarrollaron planes entre bastidores para organizar, bajo los auspicios de la Ley Cares, un rescate de varios billones de dólares de Wall Street y las principales corporaciones.
18. Desde el inicio de 2020, la riqueza de las 500 personas más ricas del mundo aumentó aproximadamente $1,8 billones para alcanzar un total de $7,6 billones. Cinco de estas personas que lucraron de la pandemia tienen más de $100 mil millones cada uno e incluyen a los directores ejecutivos de Amazon, Jeff Bezos ($190 mil millones), y el de Tesla, Elon Musk ($170 mil millones). Ambos individuos juntos vieron su riqueza aumentar $217 mil millones en 2020.
19. El aumento impactante en la riqueza del estrato gobernante ha dependido completamente de la transferencia ilimitada de dinero creado digitalmente —“capital ficticio” completamente desvinculado de la producción de valor real— de parte de la Reserva Federal a los mercados financieros. Esto ha engendrado una orgía de especulación que ha impulsado el precio de los activos especulativos y la riqueza de sus dueños a niveles estratosféricos. El precio de la criptomoneda Bitcoin, una forma de dinero que no existe fuera del ciberespacio—aumentó 360 por ciento en 2020, de $7.194 a $34.000. Tan solo entre Navidad y Año Nuevo, su precio en el mercado por poco se duplica. Tales obsequios para los ricos, como lo comentó con sarcasmo Edward Luce en un artículo de opinión durante el fin de semana de Año Nuevo, fue “cortesía de la Reserva Federal de EE.UU… el pozo de dinero gratis ha aumentado los precios de todos los activos”.
20. Pero el peso de la política de la Reserva Federal recae en la clase trabajadora. La acumulación masiva de déficits estatales y deuda corporativa requerida para financiar el rescate exige la generación continua de ingresos empresariales y altos niveles de ganancias. Sin este flujo, la burbuja especulativa y la riqueza que depende de ella no pueden sostenerse. Solo es posible cumplir con este imperativo económico por medio de la explotación ininterrumpida de la fuerza de trabajo de la clase obrera. Así como los soldados en la Primera Guerra Mundial tenían que ser obligados a quedarse en las trincheras y a combatir contra ametralladoras y gas venenoso, los trabajadores hoy día han de permanecer en las fábricas y otros lugares de trabajo pese a la propagación descontrolada del virus. Y, con tal de que los padres puedan reportarse a trabajar, se tienen que mantener abiertas las escuelas, a pesar de que los niños sean óptimos transmisores del virus de COVID-19 para los adultos.
21. Estos cálculos socialmente criminales que subyacen la implementación del programa de “inmunidad colectiva”, es decir, aceptando —hasta el punto de instigar— la propagación descontrolada del virus. Eventualmente, según los que abogan por esta política, una porción tan grande de la población se habrá infectado con el virus del COVID-19 que se alcanzará la “inmunidad colectiva”.
22. Esta política fue implementada de manera inmediata y con bombos y platillos por Suecia, y —después de que los rescates financieros estuvieran listos a fines de marzo de 2020— fue transferida al resto de Europa y Estados Unidos. Esta política sociópata fue justificada alegando que el uso de cierres de negocios y escuelas para detener la propagación del virus conllevarían costos financieros insoportables. Thomas Friedman del New York Times, en una columna de opinión alabando el ejemplo sueco, popularizó la consigna: “La cura no puede ser peor que la enfermedad”. El verdadero significado de este cínico lema es que salvar vidas humanas no puede suceder a expensas de las ganancias empresariales y los precios de las acciones en Wall Street.
23. El corolario político de la política económica de la clase gobernante ha sido el giro cada vez más abierto hacia la promoción de movimientos fascistizantes, el desmantelamiento de las instituciones tradicionales de la democracia burguesa, y los intentos de establecer regímenes autoritarios. En su conspiración para derrocar la Constitución y establecer una dictadura presidencial, Donald Trump no constituye un psicópata aislado que quiere cumplir sus ambiciones hitlerianas personales. El hecho de que su rechazo de la elección de 2020 sea respaldado abiertamente por un gran sector del Partido Republicano, incluidos congresistas, indica la medida en que hay elementos poderosos de la clase gobernante preparados para romper con la Constitución y apoyar la creación de un régimen autoritario.
24. Los ataques incesantes de Trump contra la “izquierda radical” y el socialismo, junto a su fomento de pandillas fascistas, buscan apelar a los temores de la oligarquía de que el desarrollo de un movimiento popular de masas contra la desigualdad social no es meramente algo posible, sino que es inevitable e inminente. La retórica y las acciones de Trump corresponden a una estrategia política que el reconocido historiador de izquierda Arno J. Mayer identificó con la preparación de una contrarrevolución anticipatoria:
En una atmósfera cargada de desconfianza, incertidumbre y violencia latente, los líderes contrarrevolucionarios intentan convencer a las asediadas y traumatizadas élites de que simplemente es una cuestión de tiempo para que los revolucionarios vuelvan a aprovechar la situación según sus fines. Pero, en vez de dedicarse a enfriar el recalentado ambiente, hacen lo posible para exacerbarlo. Lo hacen para respaldar su afirmación de que la revolución es inminente, al acecho de enfrentamientos, si no es que los están instigando, para demostrar su capacidad de suprimir a reales o presuntos revolucionarios [Dynamics of Counterrrevolution in Europe, 1870-1956: An Analytic Framework (Nueva York: Harper & Row, 1971), pág. 86].
25. Este análisis ofrece la perspectiva histórica necesaria para entender los cálculos políticos detrás de los ataques de Trump a las protestas contra la violencia policial del último año y su instigación brutal del asesinato estatal del presunto simpatizante de Antifa, Michael Reinoehl el 3 de septiembre de 2020.
26. Las acciones del régimen de Trump confirman las advertencias del Comité Internacional, cuya evaluación del significado político de su llegada al poder estuvo basada en un análisis marxista de las bases sociales del gobierno capitalista en EE.UU. En su declaración de Año Nuevo hace casi exactamente cuatro años, el 3 de enero de 2017, apenas dos semanas antes de la inauguración de Trump, el World Socialist Web Site advirtió:
La elección de Donald Trump ha expuesto, con toda su repugnante desnudez, la realidad del gobierno oligárquico en Estados Unidos. No obstante, cabe resaltar que Trump no es ningún tipo de intruso monstruoso de lo que era antes de la jornada electoral de 2016 esencialmente una sociedad imperfecta pero esencialmente decente. Trump —el producto de las criminales y enfermizas uniones entre las industrias de bienes raíces, finanzas, apuestas y entretenimiento— es el verdadero rostro de la clase gobernante estadounidense.
El Gobierno entrante de Trump, tanto en sus objetivos como en sus funcionarios, tiene el carácter de una insurrección de la oligarquía. En la medida en que una clase social condenada se acerca a su fin, sus esfuerzos para sobrellevar las mareas de la historia asumen frecuentemente la forma de un intento para revertir lo que percibe que ha sido una prolongada erosión de su poder y privilegios. Pretenden echar marcha atrás a las condiciones de antes (o como imaginaba que eran) antes de que las fuerzas inexorables del cambio económico y social comenzaran a carcomerse las bases de su dominio.
27. La inauguración de Joseph Biden como presidente el 20 de enero, asumiendo que los esfuerzos de Trump de llevar a cabo un golpe de Estado fracasen, no detendrán de ninguna manera, ni hablar de revertir, el derrumbe de la democracia estadounidense. La marcha hacia el autoritarismo no está siendo impulsada por personalidades, sino por 1) las contradicciones socioeconómicas del capitalismo estadounidense, cuya manifestación más maligna son sus niveles extremos de desigualdad social; y 2) la inherente e incontrolable campaña del imperialismo estadounidense por revertir la erosión de su posición geopolítica y restablecer su hegemonía global sin importar cuán horrendas sean las consecuencias.
28. Ninguno de estos elementos esenciales del gobierno capitalista estadounidense —los niveles cada vez mayores de desigualdad social y la reafirmación desenfrenada y global de los intereses de EE.UU. como la principal potencia imperialista— son compatibles con la democracia. La defensa de la desigualdad ante el aumento de protestas en el país y el recrudecimiento de la lucha de clases exigen a medidas de Estado policial. La batalla por mantener la supremacía global exige un desvío incesante e ilimitado de recursos económicos para preparar y librar guerras. Estas son las exigencias que definirán las políticas del Gobierno de Biden, tanto dentro como fuera de EE.UU.
29. Pero la necesidad social no solo se ve reflejada en las políticas de la clase gobernante. También viene acompañada de cambios inmensos en la consciencia de las masas. La tragedia del 2020, la cual continúa en el 2021, ha socavado profunda e irreversiblemente la confianza de la clase obrera en el orden capitalista. La lección fundamental de la pandemia es que la única manera posible de defender los intereses de la clase obrera es a través de la lucha contra el sistema capitalista. No solo va a haber una mayor resistencia a las políticas de inmunidad colectiva, sino que también habrá cada vez más demandas para cambiar las estructuras existentes de la sociedad. El giro de la consciencia de masas hacia la izquierda y la intensificación de la lucha de clases serán indicadores claros del desarrollo inicial de una situación prerrevolucionaria.
30. La clase obrera se ha dado cuenta de que el aumento exponencial en la tasa de fallecimientos ha ocurrido de la mano con un aumento exponencial en los valores de Wall Street y otros mercados bursátiles. Mientras miles se han quedado sin aire y han sufrido muertes solitarias en unidades de cuidados intensivos atestadas, privados incluso del consuelo de un último abrazo y las palabras tiernas de sus seres queridos, la clase que ha lucrado de la pandemia está celebrando su enriquecimiento propio y socialmente destructivo. A la par de la acumulación obscena de riqueza privada, se acumula el correspondiente enojo social.
31. El enojo conducirá al estallido de la lucha de clases. Esto ha sido anticipado y alentado por los esfuerzos de los Partidos Socialistas por la Igualdad, afiliados al Comité Internacional de la Cuarta Internacional, para iniciar la formación de comités de base independientes, fuera del control de los sindicatos oficiales, los cuales no son más que brazos de la gerencia dedicados a suprimir cualquier intento de los trabajadores por resistir la explotación capitalista.
32. La clase obrera está siendo abocada a emprender luchas revolucionarias. De la misma manera en que la riqueza y los privilegios de los aristócratas europeos y los esclavistas norteamericanos provocaron demandas del derrocamiento de las relaciones económicas y sociales sobre las cuales se basaban la riqueza y el poder de las viejas clases gobernantes, el mundo moderno globalizado no tolerará por siempre la concentración de la riqueza social en manos de una pequeña élite capitalista. Las demandas de expropiación de la riqueza de los oligarcas y de la reorganización socialista de la economía global en interés de la humanidad son el resultado necesario de esta crisis. El reconocimiento de la lógica objetiva de este proceso social es la base real de la perspectiva política y la práctica del movimiento trotskista mundial.
33. El desarrollo de un movimiento socialista en la clase obrera es por su propia naturaleza una lucha internacional. La pandemia ha expuesto de la manera más directa el hecho de que cada gran problema que enfrenta la humanidad es un problema global y requiere una solución global. La misma indiferencia a la vida, la misma incompetencia y desorganización, la misma brutal subordinación de las necesidades sociales a la riqueza privada y los intereses geopolíticos caracterizan la respuesta de la clase dominante a todos los otros problemas, sea el cambio climático, la guerra mundial o la pobreza masiva.
34. La unificación de la clase obrera internacional en una lucha común contra el capitalismo necesita que todos los esfuerzos para dividir a los trabajadores sean opuestos, sea a través del nacionalismo de la ultraderecha o la política de identidades de la pseudoizquierda, obsesionada con la raza. Durante el último año, el Partido Demócrata y el New York Times encabezaron una campaña sin cuartel para fomentar divisiones raciales, afirmando que la división fundamental en EE.UU. es entre la “América blanca” y la “América negra”, no entre la clase obrera y la clase capitalista. Esta es la política reaccionaria de la clase media alta, que no lucha por la igualdad social, sino por una distribución más favorable de la riqueza y los privilegios dentro del 10 por ciento más pudiente de la población.
35. La promoción de la política racialista es uno de los métodos de la clase gobernante para mantener la oposición social dentro de los límites del Partido Demócrata. Esta es la lección política central que presentan las protestas masivas contra los asesinatos policiales que iniciaron en la primavera de 2020 y se expandieron por todo EE.UU. e internacionalmente. Los demócratas y sus organizaciones auxiliares dentro de la pseudoizquierda encarrilaron el enojo por la epidemia de violencia policial, que impacta a los trabajadores y jóvenes de todas las razas, detrás de las denuncias de “privilegio blanco”. La falsificación racialista de la historia, iniciada por el Proyecto 1619 del New York Times, fue intensificada por medio de una campaña reaccionaria para desmantelar las estatuas de líderes de las dos revoluciones burguesas democráticas de EE.UU.: la Revolución estadounidense y la guerra civil.
36. Bernie Sanders, el senador de Vermont apoyado los Socialistas Democráticos de EE.UU. y otras organizaciones pseudoizquierdistas, volvieron a desempeñar un papel reaccionario y artero en conducir la oposición al capitalismo detrás del Partido Capitalismo. En las elecciones de 2020, justo como ocurrió en las elecciones de 2016, Sanders dijo que estaba liderando una “revolución política” solo para entregarle su apoyo al candidato derechista de la cúpula del Partido Demócrata. Las afirmaciones de Sanders y otros de que un Gobierno de Biden crearía “espacio” para la implementación de reformas sociales ha sido refutada incluso antes de que Biden asuma el cargo. Ya compuso un gabinete de derecha, llamó a la “unidad” y prometió trabajar con sus “colegas republicanos” —los mismos individuos que han apoyado el intento de Trump de robarse las elecciones y establecer anticonstitucionalmente una dictadura presidencial—.
37. La defensa de los derechos democráticos y la lucha contra el fascismo en EE.UU. e internacionalmente están inextricablemente conectadas con la movilización independiente de la clase obrera en lucha por el socialismo. Una lección central de 2020 es que, en la medida en que no se encuentre una salida auténticamente progresista a la crisis del capitalismo, reaparecerán todos los horrores del siglo veinte en formas aún más sangrientas y brutales.
38. Durante el último año, la dirigencia del movimiento trotskista, el Comité Internacional de la Cuarta Internacional, ha demostrado en la práctica la fuerza de sus bases históricas y el poder del método marxista. Desde las primeras etapas de la pandemia, el CICI advirtió sobre el peligro global, expuso las conspiraciones de las élites gobernantes y avanzó un programa y una perspectiva para que la clase obrera detuviera el mortal virus. No existe ninguna otra publicación en el mundo cuya cobertura de la pandemia se pueda comparar a la del World Socialist Web Site .
39. El 28 de febrero, cuando las muertes globales aún no llegaban a 3.000 y aún no se había registrado ninguna muerte en Estados Unidos, el CICI publicó un llamado urgente a una respuesta global de emergencia a la pandemia. Cuando la clase gobernante estaba minimizando el peligro y retrasando las acciones, el CICI llamó a movilizar los recursos científicos, técnicos y sociales de todo el mundo para combatir la mortal amenaza. El 17 de marzo, cuando las muertes en EE.UU. apenas superaron las 100, el Comité Nacional del Partido Socialista por la Igualdad de EE.UU. publicó un “Programa de acciones para la clase obrera” que incluía una demanda para el cierre inmediato de las escuelas y la producción no esencial, con ingresos plenos para los trabajadores afectados. Estas son tan solo dos de las incontables declaraciones y artículos que componen un registro histórico de la alternativa programática y política socialista a la política de la clase obrera de muertes masivas y devastación social.
40. Así como la Primera Guerra Mundial demostró la presciencia del Partido Bolchevique, la crisis actual ha demostrado la estatura histórica del movimiento trotskista contemporáneo. No cabe duda de que, si se hubieran implementado las políticas abogadas por el CICI, se hubiera podido salvar a cientos de miles de personas.
41. La duración de una situación prerrevolucionaria, es decir, el tiempo hasta que se pase a una lucha por el poder, no se puede predecir con anticipación. Fuera de la participación en las luchas de la clase obrera, cualquier especulación sobre el momento en que ocurrirán los eventos solo puede tener un carácter abstracto y metafísico. El desafío que enfrenta al movimiento socialista, en el contexto de la crisis objetiva del capitalismo y la lucha de clases, es elevar la consciencia de clase de los trabajadores e impartirle a este movimiento una dirección socialista.
42. Pero esta tarea no solo consiste en darles consejos a los trabajadores desde afuera. El éxito de la lucha por el socialismo depende de establecer una presencia poderosa del Partido Socialista por la Igualdad en las fábricas, las escuelas y los lugares de trabajo de todos los sectores de la clase trabajadora. Los Jóvenes y Estudiantes Internacionales por la Igualdad Social (JEIIS o IYSSE en inglés) cumplirán un papel crucial en expandir la presencia del PSI en la clase obrera.
43. Las condiciones sociales y políticas ya maduraron para la construcción de un poderoso movimiento internacional de la clase trabajadora. Llamamos a los lectores del World Socialist Web Site a que suman la lucha por el socialismo, se unan al Partido Socialista por la Igualdad y construyan la Cuarta Internacional como el Partido Mundial de la Revolución Socialista.
(Publicado originalmente en inglés el 4 de enero de 2021)