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El dirigente de Podemos Pablo Iglesias dimite como vicepresidente del gobierno español

En un vídeo de ocho minutos colgado el lunes en Twitter, el dirigente de Podemos Pablo Iglesias anunció que dimitía como vicepresidente del gobierno del gobierno del Partido Socialista Obrero Español (PSOE) y Podemos para llevar adelante una campaña "antifascista" en las elecciones regionales anticipadas en Madrid. También anunció que la ministra de trabajo, de Podemos, Yolanda Díaz, asumiría como vicepresidenta y sería la principal candidata en las próximas elecciones generales.

Iglesias dijo que tomó la decisión "para evitar que la ultraderecha se adueñe de las instituciones" en Madrid. Ello era una referencia a las previsiones que muestran que una coalición entre el derechista Partido Popular (PP) y el partido fascista Vox ganaría las elecciones comunitarias madrileñás, previstas para el 4 de mayo.

Pablo Iglesias (Wikimedia Commons)

Las fuerzas fascistas plantean una amenaza muy real, mortal, a la clase trabajadora, como lo demostró Donald Trump el 6 de enero al dirigir una turba fascista a intentar revertir los resultados de las elecciones estadounidenses. Sin embargo, la clase trabajadora no le puede confiar la lucha contra este peligro a Iglesias y a Podemos, un partido pseudoizquierdista de la clase media pudiente. De hecho, Podemos se ha vuelto el principal instrumento mediante el cual el establishment gobernante español cada vez más próximo al fascismo implementa sus políticas.

Refiriéndose a Vox, Iglesias dijo cínicamente: "tenemos que evitar que estos criminales, estos criminales que apoyan la dictadura [del fascista Francisco Franco]; que enaltecen el terrorismo de Estado; que fomentan la violencia contra los inmigrantes, contra los homosexuales y contra las feministas; que, cuando desde el ejército se habla de matar a 26 millones de rojos, dicen que esa es su gente. Estas fuerzas pueden llegar al poder en Madrid, con todo lo que esto implica para el resto del país".

Fue el propio gobierno del PSOE y Podemos, sin embargo, el que implementó una política fascista de inmunidad colectiva, oponiéndose a los confinamientos y dejando que el virus del COVID-19 se extienda para salvar las ganancias. Ello llevó a más de 100.000 muertes y 3,2 millones de contagiados en España. La oposición social se ha topado con represión policial y amenazas de desplegar el ejército en las calles de Madrid.

La persona que Iglesias deja como vicepresidenta del gobierno, la miembro de Podemos y del Partido Comunista (PCE) Yolanda Díaz, es responsable directa de esos contagios y muertes. Trabajando estrechamente con el sindicato estalinista Comisiones Obreras (CCOO) y el socialdemócrata Unión General del Trabajo (UGT), impuso un regreso al trabajo no esencial, lo que aceleró la extensión del virus.

El gobierno del PSOE y Podemos ahora está ocupado retirando las medidas de distancia social para impulsar las ganancias veraniegas de la industria del turismo y pagar el paquete rescate a los bancos y empresas de €140 mil millones. Como resultado, se espera una "cuarta ola" de manera generalizada, que llevaría a decenas de miles de muertes evitables.

El gobierno del PSOE y Podemos de hecho se apoyo en el respaldo de Vox en el parlamento para aprobar los rescates. Podemos ha venido adoptando cada vez más el programa de Vox, avivando la campaña anticatalana fascista, encarcelando a políticos catalanes con acusaciones fraudulentas y buscando la extradición del expresidente regional catalán Carles Puigdemont. También intensificó constantemente la persecución de inmigrantes y denunció las protestas juveniles contra el encarcelamiento del rapero estalinista Pablo Hasél.

En cuanto a los chats de WhatsApp donde altos mandos del ejército dijeron que eran "buenos fascistas" y pedían "empezar a fusilar a 26 millones de hijos de p*uta" para "extirpar el cáncer" del sentimiento izquierdista, Iglesias reaccionó encubriendo este peligro. En televisión y en horario punta, en medio de la ira masiva en redes sociales, Iglesias descaradamente insistió en que no se había revelado nada importante: "Lo que esos señores digan, a su edad y ya jubilados, en un chat con algunos tragos de más, no plantea ninguna amenaza".

De hecho, ya hace casi un año de que Vox, reaccionando contra huelgas masivas que pedían parar la producción no esencial en España y Europa en medio de la pandemia, empezara a conspirar con sectores del ejército para preparar un golpe. Uno de sus principales objetivos, lo dejaron claro los comentarios de los militares, era asegurarse de que el gobierno continuara implementando la política de la inmunidad colectiva.

El repentino descubrimiento por parte de Iglesias de la amenaza fascista es una maniobra despreciable, que surge de las intrigas facciosas de los principales partidos burgueses españoles y la ira creciente de la clase trabajadora.

La presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso (PP) convocó elecciones anticipadas en Madrid temiendo un intento del PSOE de llegar a un acuerdo con su actual socio de coalición, el partido derechista Ciudadanos. Un intento similar por parte del PSOE acababa de fracasar en Murcia. Ayuso fijó las elecciones para el 4 de mayo, anunciando planes para una alianza con Vox.

Esto se produce solo unos pocos meses después de que estallaran protestas juveniles en barrios obreros de Madrid contra las políticas de la inmunidad colectiva dictadas tanto por Ayuso como el gobierno del PSOE y Podemos.

Un sondeo del diario conservador ABC muestra al PP con casi el 40 por ciento de los votos y 57-59 diputados, y a Vox consiguiendo de 14 a 16 diputados. La coalición entre el PP y Vox tendría mayoría absoluta en la asamblea comunitaria de 136 miembros. La dirigente de Vox en Madrid, Rocío Monasterio, le dijo al diario ultraderechista OkDiario que "Vox va a las elecciones para gobernar y dirigir el gobierno [regional]", añadiendo que el PP "tendrá que llegar a un acuerdo con Vox, y yo tendré que hacer lo mismo".

La entrada de Vox en el gobierno sería la primera vez que un partido ultraderechista gobernara en España desde la caída de la dictadura fascista establecida por Francisco Franco. Ayudaría a regir sobre la región más rica de España, y la tercera más poblada (con 6,6 millones de habitantes), que abarca a casi el 15 por ciento de la población de España.

Un gobierno de la ultraderecha en Madrid —que vivió un sitio por parte de los franquistas durante tres años en la Guerra Civil española (1936-1939), que sufrió decenas de miles de muertes, y que fue el centro de la represión fascista durante las cuatro décadas que duró la dictadura franquista— tendría consecuencias explosivas. La oposición masiva de la clase trabajadora a Vox y sus políticas sería dirigida inevitablemente también contra el gobierno del PSOE y Podemos.

En 2019, la entrada de Vox en el parlamento andaluz, la primera vez en la historia que obtenía representación electoral, provocó protestas masivas en toda España. En las últimas semanas, protestas juveniles masivas estallaron después de que el gobierno del PSOE y Podemos encarcelara al rapero Pablo Hasél por más de dos años, con acusaciones inventadas.

Aterrado por la oposición social creciente, Iglesias está intentando adormecerla quedádose nominalmente al margen y organizando una campaña "antifascista" impotente basada en la política identitaria. Su movimiento ha sido concebido en las más altas esferas del Estado, con la luz verde del presidente Pedro Sánchez. Como dijo Iglesias en el programa de televisión El Intermedio, Sánchez "tiene claro que tenemos que ganar Madrid, y tenemos que hacerlo juntos".

Hasta el momento, Más Madrid, la escisión derechista dirigida por el cofundador de Podemos Íñigo Errejón, ha rechazado tal alianza "antifascista". Su candidata, Mónica García, despotricó contra Iglesias por ser hombre, diciendo: "Nosotras las mujeres sabemos cómo parar a la ultraderecha sin que nos proteja nadie, no podemos añadir más espectáculo y más testosterona a la frivolidad de [la dirigente del PP madrileño, Isabel Díaz] Ayuso".

Muchos trabajadores y jóvenes, incluso entre votantes de Podemos, Más Madrid y el PSOE— odian todo lo que representa Vox y desprecian las políticas reaccionarias del PSOE y Podemos. Buscan una salida. Es crítico que no los lleve Iglesias y sus aliados políticos al callejón sin salida de votar por un "candidato de la unidad de la izquierda".

La clase trabajadora están haciendo enormes experiencias políticas en lo que atañe a los duros costes del oportunismo y el rechazo de los principios revolucionarios. Hay que recordar cómo en los '30, los políticos estalinistas —predecesores de Podemos— les decían a los trabajadores que tenían que sacrificar sus intereses a una alianza con sectores "progresistas" de la clase gobernante contra el fascismo. Esto condujó a históricas derrotas en España y en Europa. Hay que asimilar estas lecciones.

La clase trabajadora necesita su propio partido y su propio programa. La salida es la construcción de sectores del Comité Internacional de la Cuarta Internacional en España y en otras partes, que luchen por construir un movimiento socialista e internacionalista en la clase trabajadora y preparar una huelga general política contra las políticas de inmunidad colectiva y la amenaza de un gobierno autoritario.

(Publicado originalmente en inglés el 16 de marzo de 2021)

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