En su visita la semana a México, la vicepresidenta estadounidense Kamala Harris pausó su agenda antiinmigrante para exigir a funcionarios y sindicalistas mexicanos que “luchen por los sindicatos democráticos”. En Ciudad de México, prometió $130 millones en asistencia de EE.UU. para esta causa: más que el total de $116,6 millones solicitado por la Casa Blanca para México en 2022.
La pandemia de COVID-19 ha empeorado enormemente los niveles de explotación y la desigualdad en México que ya habían causado protestas sociales masivas, incluyendo aquellas contra el asesinato de los normalistas en Ayotzinapa en 2014, el Gasolinazo en 2017 y las huelgas salvajes masivas en 2019 en Matamoros. Al mismo tiempo, las cartas enviadas por la Casa Blanca, el Pentágono y la Cámara de Comercio de EE.UU. exigiendo al presidente mexicano Andrés Manuel López Obrador (AMLO) para que reabriera las fábricas durante la pandemia demostraron la importancia estratégica para el imperialismo estadounidense de prevenir cualquier interrupción en las cadenas de suministro lucrativas y vitales que conectan México con EE.UU.
Washington percibe como su mayor peligro respecto a los trabajadores mexicanos que están entrando en lucha el aumento de la influencia del Comité Internacional de la Cuarta Internacional (CICI), que publica el World Socialist Web Site. Su programa revolucionario expresa conscientemente las aspiraciones de los trabajadores a emprender una lucha conjunta en ambos lados de la frontera para oponerse a las poderosas transnacionales y bancos, y a las estructuras sindicales y estatales que controlan.
En su primera queja formal bajo el Tratado entre México, Estados Unidos y Canadá (T-MEC), el Gobierno demócrata del presidente Joe Biden ha demostrado esto poniendo en la mira la fábrica de General Motors en Silao, México, donde un grupo de trabajadores militantes participó en llamadas organizadas por el WSWS con trabajadores automotores estadounidenses en anticipación a la huelga nacional de General Motors en EE.UU. Antes y durante la huelga, que comenzó en septiembre de 2019, lo trabajadores de Silao se opusieron valientemente a tiempos extra y una producción acelerada para socavar la huelga de EE.UU. La queja de Biden se opone a un voto fraudulento de ratificación de contrato en dicha planta por parte del sindicato patronal afiliado a la Confederación de Trabajadores de México (CTM)—se presume para permitir que un “sindicato independiente” compita por el contrato.
La burocracia sindical de la AFL-CIO en Estados Unidos argumentó que la primera queja bajo el T-MEC debía ser por un conflicto similar en la planta de autopartes de Tridonex en Matamoros, donde el WSWS también ha tenido una influencia importante. En esta ciudad colindante con Brownsville, Texas, más de 70.000 trabajadores organizaron huelgas salvajes, asambleas masivas y comités de base en una rebelión contra la CTM en 2019 y realizaron llamados frecuentes a trabajadores estadounidenses a través del WSWS para que se unieran a su lucha.
Al patrocinar supuestos “sindicatos democráticos e independientes” y presionar para que se implementaran nuevos requisitos de votaciones sindicales bajo el T-MEC, la clase gobernante estadounidense está tomando un camino que ya ha transitado muchas veces con la AFL-CIO.
Durante la Guerra Fría, la AFL y luego la AFL-CIO recibieron dinero de los contribuyentes estadounidenses para crear “sindicatos democráticos” proestadounidenses a nivel internacional y depurar las organizaciones existentes de trabajadores y oficiales sindicales de tendencia izquierdista. La AFL-CIO y su frente vinculado a la CIA, el Instituto Estadounidense para el Desarrollo de Libertad Laboral (AIFLD, por sus siglas en inglés), junto con sus activos sindicales locales, participaron en golpes de Estado orquestado por la CIA en Guatemala en 1954, Brasil en 1964, Chile en 1973, El Salvador en 1979, entre otros. Esta operación de “sindicatos democráticos” ayudó a las dictaduras militares subsecuentes a consolidar su poder, asesinar, encarcelar, torturar y forzar al exilio a toda una generación de trabajadores y jóvenes radicalizados y de tendencia socialista en la región.
Las operaciones estadounidenses en México: de la CTM a los “sindicatos democráticos”
Dentro de México, la burocracia sindical estadounidense desempeñó un papel similar en el desarrollo de la Confederación de Trabajadores de México (CTM), una herramienta servil a las corporaciones estadounidenses que es sumamente odiada por los trabajadores mexicanos.
El fundador de la Federación Estadounidense del Trabajo (AFL, por sus siglas en inglés), el virulento antisocialista Samuel Gompers, buscó mantener bajo control los sindicatos que aparecieron durante la Revolución mexicana (1910-1920). Estableció una relación estrecha con el fundador derechista de la Confederación Regional de Trabajadores Mexicanos (CROM), Luis Morones, con el objetivo de consolidar las posturas anticomunistas y proestadounidenses de la CROM en el contexto de la Revolución bolchevique de 1917 en Rusia.
Después de la Segunda Guerra Mundial, la AFL-CIO y la CTM establecieron una relación similar. Como lo reportó un estudio de 1998 de Ralph Armbruster en UC Riverside, durante los años cuarenta y cincuenta, cuando el ejército mexicano estaba aplastando huelgas de trabajadores ferroviarios, eléctricos, mineros y petroleros, “el PRI [Partido Revolucionario Institucional] y la CTM también depuraron a líderes sindicales izquierdistas y comunistas e instalaron a líderes sindicales nuevos progubernamentales, o charros, en estos sindicatos. La AFL-CIO, la CIO y el predecesor del AIFLD, la Organización Regional Interamericana de Trabajadores (ORIT), apoyaron estas políticas y trabajaron estrechamente con la CTM durante este periodo”.
Tras décadas de apoyar a la CTM, la clase gobernante estadounidense comenzó a temer que una rebelión en contra de ella se pudiera salir de control. En 1998, el Gobierno de Bill Clinton organizó la primera visita a México de un presidente de la AFL-CIO para que se reuniera con sindicatos que habían dejado recientemente la CTM para formar la Unión Nacional de Trabajadores (UNT).
La política oficial en Washington se convirtió en apoyar “sindicatos democráticos e independientes” en México para que desempeñaran el mismo papel previo de la CTM. Defendiendo el financiamiento del Solidarity Center de la AFL-CIO en México en 2010, Susan G. Reichle del USAID explicó que Estados Unidos busca promover una “cultura de compromiso” entre los sindicatos mexicanos y “las organizaciones patronales”, incluso cuando “la necesidad de competitividad internacional empuja hacia abajo los salarios [y] hay una mayor posibilidad de que los trabajadores contribuyan a manifestaciones más amplias de malestar político”.
Durante 2020, el Fondo Nacional para la Democracia (NED, por sus siglas en inglés), una agencia estadounidense fundada en 1983 para llevar a cabo el tipo de injerencia estadounidense en asuntos internos de otros países que realizaba la CIA, entregó $858,000 para el Solidarity Center en México para “construir organizaciones independientes, representativas incluyendo una coalición nacional para la mejora en la aplicación de derechos laborales”.
No obstante, tras dos décadas de defender políticas favorables a las empresas, incluyendo la decisión asesina de regresar al trabajo durante la pandemia, los socios “independientes” de la AFL-CIO en México ya se están viendo rápidamente desacreditados. Ya para el 2010, Reichle se quejó de que “los trabajadores mexicanos han sido renuentes a confiar en los actores de derechos laborales según promueven una mayor democracia en los lugares de trabajo”, refiriéndose a los activistas y oficiales entrenados por EE.UU.
Necesitando desesperadamente una cubierta “izquierdista” para sus operaciones mexicanas, especialmente para alejar a los trabajadores de la influencia del WSWS, la proimperialista AFL-CIO ha encontrado un socio servil en el Movimiento de los Trabajadores Socialistas (MTS), los simpatizantes mexicanos del Partido de los Trabajadores Socialistas (PTS) en Argentina que publican La Izquierda Diario .
Esta tendencia tiene sus orígenes en el revisionista argentino Nahuel Moreno, quien rechazó el trotskismo y abandonó el Comité Internacional de la Cuarta Internacional (CICI) para unirse al Secretariado Unificado pablista en 1964. Moreno ayudó a sembrar ilusiones en el nacionalista burgués Juan Domingo Perón y en la burocracia sindical peronista durante los levantamientos masivos de 1968 a 1975, desarmando políticamente a las masas obreras radicalizadas antes del golpe de Estado militar y respaldado por EE.UU. y la ejecución posterior de más de 30.000 trabajadores y jóvenes.
EL MTS interviene en GM Silao
El 20 de mayo, una semana tras la queja del Gobierno de Biden bajo el T-MEC, el MTS morenista coauspició una rueda de prensa específicamente sobre el voto contractual en GM Silao con la Organización Política del Pueblo y los Trabajadores (OPT), fundada por el Sindicato Mexicano de Electricistas (SME) y que tienen una larga historia de colaboración con la AFL-CIO. Los organizadores se rehusaron a criticar del todo la querella laboral de Biden, enviando el mensaje de que Washington está desempeñando un papel progresista en la lucha en GM.
El 12 de mayo, Izquierda Diario escribió que la denuncia solicitada por la AFL-CIO en Matamoros tiene un solo objetivo: “desmovilizar a la clase obrera en ambos lados de la frontera a base de mantener las ilusiones en la ‘justicia’ transnacional burguesa”. Si eso es cierto, ¿entones por qué se está organizando el MTS con la AFL-CIO?
El MTS ha invertido gran parte del último año construyendo el llamado Movimiento Nacional contra la Precarización Laboral y los Despidos. Su declaración fundadora del 24 de junio de 2020 fue firmada por el MTS, sus frentes juvenil, laboral y feminista, varias facciones de “sindicatos independientes” y el Consejo Laboral por el Avance Latinoamericano (LCLAA, siglas en inglés), el brazo latino de la AFL-CIO. Demostrando cómo convergen la política derechista del MTS y los objetivos de la AFL-CIO, la declaración critica a “la vieja burocracia sindical” y conduce todas las luchas detrás de un llamado a “que las centrales sindicales que se reclaman democráticas, retomen las demandas de las y los trabajadores precarios e impulsen acciones efectivas para conseguirlas”.
Otro participante es el Frente Popular Revolucionario, el rostro público del Partido Comunista de México (Marxista-Leninista), un partido abiertamente estalinista cuya política frentepopulista sirve para promover ilusiones en y unidad con sectores de la clase gobernante que presenta como “democráticos” o “progresistas”.
Estos esfuerzos tuvieron consecuencias devastadoras durante la pandemia. El 18 de mayo de 2020, el MTS coauspició otra conferencia de prensa con el LCLAA de la AFL-CIO y la OPT. Ese día fue marcado en el calendario por el Gobierno de Trump y las tres grandes automotoras de Detroit para reabrir las plantas en EE.UU. con el respaldo de la AFL-CIO. En este evento en línea, se anunció una carta llamando al presidente mexicano Andrés Manuel López Obrador (AMLO) para no reabrir las fábricas “hasta que las autoridades y las compañías garanticen que el lugar de trabajo es 100% libre de contagio”.
Tales demandas tan solo sirvieron para desmovilizar la iniciativa independiente de los trabajadores y sembrar ilusiones en el Gobierno de AMLO y en la gerencia, que les ordenó regresar al trabajo unas pocas semanas después. Los organizadores descaradamente invitaron a los trabajadores de Silao a este evento podrido.
El MTS en Matamoros
El MTS intervino en las huelgas salvajes del 2019 enviando “corresponsables” a Matamoros y trabajando con la abogada laboral Susana Prieto, a la cual ofrecieron “poner a disposición” La Izquierda Diario tan temprano como 2015.
Aún cuando Prieto les decía a los trabajadores que no dejaran la CTM y cuando el WSWS exponía el apoyo antiguo de Prieto a la AFL-CIO y al partido gobernante de AMLO, Morena, el MTS le daba un apoyo acrítico a Prieto.
En un episodio, el 16 de febrero, dos trabajadoras huelguistas de AFX Industries que estaban abiertamente en contacto con el sindicato United Steelworkers (USW) de la AFL-CIO fueron invitadas por el MTS a Ciudad de México para hablar en el Centro Cultural del Sindicato de Trabajadores de la Universidad Nacional Autónoma de México (STUNAM). Este vínculo a la AFL-CIO provocó tantas críticas de otros trabajadores en huelga que incluso Prieto tuvo que distanciarse temporalmente de los morenistas.
La principal consigna del MTS era que los huelguistas debían pedir el apoyo de los sindicatos “que se reclaman democráticos”, citando como ejemplo aquellos más estrechamente vinculados a la AFL-CIO, como la Unión Nacional de Trabajadores (UNT), la Nueva Central de Trabajadores (NCT) y Los Mineros.
El 26 de junio, cuando Prieto anunció finalmente la creación de su propio sindicato “independiente” con el apoyo del Sindicato Mexicano de Electricistas (SME), que encabeza la NCT, dio “reconocimiento especial dentro de todos los colectivos que han participado con nosotros, no podría olvidar al MTS por supuesto”, incluyendo por ir “hasta Matamoros” e “intervenir en la caravana” en la frontera organizada con el SME.
En resumen, el MTS ayudó a Prieto y a los sindicatos a (1) marginar los comités de base y las asambleas masivas donde los trabajadores se organizaban democráticamente, (2) permitir a la CTM mantener el control de la mayoría de los contratos en la ciudad, (3) poner fin a la ola huelguística en términos aceptables para las empresas y (4) bloquear una lucha contra los 6.500 despidos, el boletinaje y otras represalias de las empresas. Esta depuración de trabajadores militantes que estaban sacando conclusiones internacionalistas y revolucionarias bajo la influencia del WSWS fue un ejemplo de manual de las operaciones contrarrevolucionarias de la AFL-CIO.
A principios de abril de 2020, volvieron a estallar huelgas salvajes en todo Matamoros y otras ciudades fronterizas cuando el COVID-19 se comenzaba a propagar en las plantas. El MTS dirigió sus llamados a los charros de la CTM a “que se mantengan firmes” en exigir cierres con salarios completos y al Sindicato Nacional Independiente de Trabajadores de Industrias y Servicios (SNITIS) fundado por Prieto y respaldado por la AFL-CIO para que hiciera “un llamado a que los obreros se organicen”. El MTS escribió: “el rol de los sindicatos es muy importante para que se cumpla que no se dé ningún despido por la contingencia y que se exijan todos los apoyos necesarios para la población”.
Ni la CTM ni el SNITIS se “mantuvieron firmes” ni presentaron ninguna resistencia cuando el Gobierno autorizó las reaperturas de plantas y cuando miles de trabajadores que habían hecho paro o expresado malestar fueran despedidos. Tras haber completado su trabajo, el MTS guardó silenció sobre las traiciones de los sindicatos.
Más de 300.000 personas, según cifras oficiales, han fallecido por COVID-19 en México desde mediados de mayo de 2020, incluyendo 13 en el Complejo Silao de GM y cientos en Matamoros. Recae en los morenistas una parte de la responsabilidad por permitir la imposición de una política de asesinato social.
Para Prieto, este largo proceso de traiciones culminó con su candidatura y elección como congresista federal en junio de 2021 bajo el partido oficialista, Morena.
La política del MTS refleja los intereses sociales de capas de la clase media-alta profundamente hostiles a cualquier lucha independiente de la clase obrera que pueda amenazar su riqueza y privilegios. Esto incluye especialmente a aquellos que buscan carreras en la burocracia sindical y la política capitalista. A estos elementos les atrae el morenismo, conozcan su historia o no, porque su política derechista coincide con sus intereses sociales.
El apoyo abierto del MTS a las operaciones de la AFL-CIO en México tiene una importancia especial y siniestra. Los morenistas han extendido sus alianzas del nacionalismo burgués latinoamericano a respaldar directamente las operaciones del imperialismo estadounidense en una región que ha asolado y saqueado a través de incontables invasiones, guerras, dictaduras y golpes de Estado.
Como lo dejan en claro la pandemia y la profundización de la crisis global del capitalismo, no es posible defender las vidas ni los medios de vida de la clase obrera dentro del marco del sistema de lucro capitalista, el cual defienden los sindicatos inquebrantablemente. Los trabajadores necesitan organizaciones de lucha nuevas y auténticamente democráticas.
El CICI está luchando por ayudar a los trabajadores a desarrollar una Alianza Obrera Internacional de Comités de Base (AOI-CB) e impartirle una perspectiva revolucionaria, internacionalista y socialista. Urgimos a todos los trabadores en México e internacionalmente que estén de acuerdo con esta iniciativa a involucrarse hoy.
(Publicado originalmente en inglés el 14 de junio de 2021)