El avance global de la variante Delta del COVID-19, la más infecciosa hasta la fecha, presenta peligros particularmente graves para los niños que siguen sin ser vacunados en todo el mundo. Aunque muy conscientes de los riesgos, los Gobiernos en todas partes están profundizando su campaña para abrir las escuelas el siguiente semestre.
En Brasil, donde la variante Gamma ha sido la dominante y la variante Delta ahora se propaga rápidamente, un reporte del 20 de julio en Uol señaló que el COVID-19 ya se ha cobrado la vida de 1.581 jóvenes de 10 a 19 años en solo los primeros seis meses de 2021, convirtiéndose en la principal causa de muerte para esas edades. Además, 1.187 niños menores de 10 años han fallecido por el virus desde que comenzó la pandemia. Brasil ha sufrido la mayor cifra de decesos en niños por el COVID-19 en el mundo.
En Reino Unido, donde los casos diarios nuevos se dispararon más de 1.500 por ciento en los últimos dos meses, uno de cada siete estudiantes, 1,05 millones de niños, se encuentran actualmente contagiados con COVID-19 o en aislamiento por exposición al virus. Los hospitales de niños se están llenando, debido a la hospitalización de 30 niños cada día con síntomas graves. Los estudios realizados en Reino Unido descubrieron que hasta el 20 por ciento de los niños ha desarrollado COVID largo, con síntomas que perduran por meses después del contagio inicial, mientras que un nuevo estudio halló que aproximadamente el 5 por ciento de los niños hospitalizados con COVID-19 desarrolla complicaciones cerebrales o nerviosas.
El miércoles, Estados Unidos registró 56.525 casos nuevos de COVID-19, la mayor cifra oficial de cualquier país y un aumento de 465 por ciento en tan solo un mes, mientras la variante Delta se convirtió en la dominante. La semana pasada, los casos entre los niños menores a 12 años aumentaron 87 por ciento en Florida. El Dr. Joseph Pernot, el jefe médico del hospital de niños Johns Hopkins en St. Petersburg, le dijo a FOX 13 News, “En nuestros últimos siete días, hemos visto a más pacientes en siete días desde que comenzó la pandemia. Así que hemos visto un aumento dramático entre niños”.
Los hospitales infantiles de Arkansas, Missouri y un número cada vez mayor de estados también están informando del mayor número de niños hospitalizados con COVID-19 desde la oleada del invierno pasado. Según la Academia Estadounidense de Pediatría, en la semana que finalizó el 15 de julio se registraron 23.551 casos de COVID-19 en niños, casi el doble que la semana anterior, mientras que otros 236 niños fueron hospitalizados esa semana.
A pesar del aumento de las infecciones y las hospitalizaciones entre los jóvenes, el Gobierno de Biden sigue adelante con su campaña para abrir completamente todas las escuelas este otoño. Hace dos semanas, los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC, por sus siglas en inglés) publicaron nuevas directrices que promueven esta política, al tiempo que animan a los profesores y alumnos vacunados a no llevar mascarillas. Según una encuesta reciente, aproximadamente el 30 por ciento de los 200 mayores distritos escolares de EE.UU. no ofrecerá ninguna opción de clases a distancia, incluidos el primer y el tercer distrito de la ciudad de Nueva York y Chicago, que atienden a un total de 1,4 millones de niños.
El jueves, la Dra. Rochelle Walensky, directora de los CDC, declaró en una rueda de prensa en la Casa Blanca: “La variante delta es más agresiva y mucho más transmisible que las cepas que circulaban anteriormente”. Y añadió: “Este virus no tiene ningún incentivo para ceder, y sigue en busca de la próxima persona vulnerable a la cual infectar”.
Walensky no concilió estas declaraciones con la realidad de que aproximadamente 42 millones de niños en edad escolar siguen sin ser vacunados, y no se espera que se aprueben vacunas para niños menores de 12 años hasta al menos principios de 2022. Cuando se señaló esto en una entrevista la semana pasada, Walensky declaró insensiblemente: “Sigo insistiendo en que nuestras escuelas tienen que abrir en otoño. Tienen que abrir para clases completamente presenciales”.
En su intervención en una reunión abierta de CNN el miércoles, el presidente de EE.UU., Joe Biden, dijo que los niños menores de 12 años “probablemente deberían llevar mascarilla en la escuela”, mientras que los mayores de 12 años que están vacunados “no deberían llevarla”.
Biden pasó a mentir directamente sobre el aumento de las infecciones y las muertes entre las personas totalmente vacunadas, afirmando: “No vas a contraer COVID si tienes estas vacunas”. De hecho, los CDC ya han registrado al menos 791 muertes y más de 5.000 hospitalizaciones por COVID-19 entre personas totalmente vacunadas en Estados Unidos.
No era la primera vez que Biden mentía sobre la pandemia. En una reuni ón abierta de la CNN en febrero, Biden mintió directamente a una alumna de segundo grado, diciendo que “los niños no contraen... el COVID muy a menudo. Es inusual que eso ocurra”.
La clase dirigente de todos los países está diciendo las mismas mentiras para llevar a cabo la temeraria reapertura de las escuelas. Ante la creciente oposición de los padres, estudiantes, educadores y la clase trabajadora en general, el Gobierno fascistizante de Bolsonaro está encabezando una campaña para reabrir completamente las escuelas en todo Brasil en las próximas semanas, con el apoyo de los gobernadores estatales de todos los partidos políticos. En São Paulo, el mayor distrito escolar de América del Sur, con unos dos millones de estudiantes, todos los alumnos deberán asistir en persona y el espacio entre los estudiantes se reducirá de 1,5 metros a un metro.
El carácter global de la campaña de apertura total de las escuelas surge de una necesidad objetiva común de la clase capitalista de enviar a los padres de la clase trabajadora de vuelta a fábricas inseguras y a otros lugares de trabajo para producir ganancias corporativas.
La Oficina de Estadísticas Laborales informó esta semana que aproximadamente 9,5 millones de estadounidenses estaban desempleados y buscando trabajo en junio. Los economistas señalan que algunos de los principales factores que explican las elevadas tasas de desempleo son la falta de acceso a guarderías asequibles, la preocupación por la seguridad del COVID-19 y la prórroga de las prestaciones federales de desempleo.
La campaña de reapertura de escuelas coincide con el fin de la moratoria federal sobre los desahucios el 31 de julio y el corte de las prestaciones federales de desempleo el 6 de septiembre, lo que ejerce una enorme presión financiera sobre los padres para que envíen a sus hijos a escuelas inseguras y vuelvan ellos mismos a lugares de trabajo inseguros.
En respuesta a esta ofensiva de la clase dominante, los sindicatos procapitalistas American Federation of Teachers (AFT) y National Education Association (NEA), y sus homólogas en todo el mundo, siguen facilitando la campaña de apertura total de las escuelas. La presidenta de la NEA, Becky Pringle, declaró recientemente: “No hay sustituto para las clases presenciales”, mientras que la presidenta de la AFT, Randi Weingarten, declaró ya en mayo: “No hay duda: Las escuelas deben estar abiertas. En persona. Cinco días a la semana”.
Para justificar estas políticas, los políticos y los burócratas sindicales se refieren a la crisis de salud mental muy real a la que se enfrentan los jóvenes. Pero su fingida preocupación por el bienestar de los niños es una cortina de humo para dar cobertura a sus políticas homicidas. Estos mismos oficiales no han dicho nada del hecho de que la Organización Mundial de la Salud (OMS) estima que aproximadamente 1,5 millones de niños en todo el mundo han perdido a un padre o tutor a causa del COVID-19, con un gran número de estas muertes atribuibles a la propagación del virus en las escuelas.
A lo largo de la pandemia, el World Socialist Web Site ha pedido continuamente una respuesta de emergencia coordinada a nivel mundial para detener la propagación del virus en todo el mundo. Una piedra angular de este programa ha sido siempre la exigencia de que las escuelas permanezcan cerradas, como parte de un cierre más amplio de los lugares de trabajo no esenciales, junto con la provisión de amplios recursos para clases a distancia de alta calidad, apoyos de salud mental, seguridad alimentaria, protección de los ingresos para los padres y todas las demás necesidades esenciales de la clase trabajadora.
Durante el último año escolar, masas de educadores trataron de resistir el impulso homicida de reabrir las escuelas, con los más lúcidos construyendo Comités de Base de Seguridad de Educadores en todo Estados Unidos y el mundo, independientes de los sindicatos y los partidos políticos capitalistas.
El Día Internacional de los Trabajadores de 2021, el Comité Internacional de la Cuarta Internacional (CICI) hizo un llamamiento a construir una Alianza Obrera Internacional de Comités de Base (AOI-CB) para proporcionar un marco organizativo y una conducción política para unir la creciente red mundial de comités de base. En las próximas semanas y meses, esta red debe ampliarse para librar una lucha unida que detenga la reapertura de escuelas en todo el mundo, forjando vínculos con los trabajadores de todas las industrias que también están entrando en lucha, y aplicando las medidas necesarias para poner fin a la pandemia y salvar vidas.
(Artículo publicado originalmente en inglés el 22 de julio de 2021)