El lunes, el Washington Post publicó un editorial reviviendo la acusación desacreditada de que el COVID-19 es un virus biológicamente diseñado y creado en China por los principales investigadores de coronavirus del mundo, Shi Zhengli y el Dr. Peter Daszak, utilizando financiamiento de los Institutos Nacionales de Salud de EE.UU. bajo el mando del Dr. Anthony Fauci.
Según esta calumnia, el virus genéticamente manipulado fue liberado accidentalmente en el Instituto de Virología de Wuhan y el evento fue encubierto a través de una conspiración del Gobierno chino y todas las autoridades sanitarias, que presuntamente confabularon para descartar la “teoría” de una fuga de laboratorio.
No hay ni siquiera una palabra en este editorial, titulado “Para prevenir la próxima pandemia, necesitamos encontrar la fuente del covid-19. Los bloqueos de China son inaceptables”, que no haya sido repetidamente desmentida por cient íficos, cuerpos internacionales e incluso el propio Gobierno estadounidense .
La mentira de Wuhan no está siendo impulsada por la ciencia, sino por la geopolítica. En la medida en que EE.UU., Australia y Reino Unido provocan un enfrentamiento militar con China sobre Taiwán, el propósito de esta avalancha de mentiras es demonizar China y al pueblo chino y utilizarlos como chivos expiatorios por una enfermedad que se ha cobrado más de un millón de vidas estadounidenses.
Es inevitable la sospecha de que la diatriba calumniosa del Post recibió la firma de la junta editorial para ahorrarles a sus autores la vergüenza de que apareciera bajo sus nombres.
El Post ignora toda la información que desmiente su narrativa, mientras que da enormes saltos de fe en su argumento, en que la afirmación de que algo pudo haber ocurrido se toma como evidencia de que ocurrió, para respaldar las patrañas de una fuga de laboratorio.
A fin de ello, el Post proclama que los científicos que están investigando los orígenes naturales de la pandemia siguen “con las manos vacías”. Esto fue refutado por avances recientes, incluyendo el descubrimiento de varios coronavirus en murciélagos con dominios de unión [ binding domain; las proteínas que se unen a los receptores del hospedero] más cercanos a los del COVID-19 original que los de la variante delta.
En febrero, la investigación de la Organización Mundial de la Salud (OMS) sobre los orígenes del COVID-19 declaró que el relato de una fuga de laboratorio era “altamente improbable” y afirmó que no valía la pena investigarla más. Después de que la Casa Blanca de Biden les ordenara a las agencias de inteligencia de EE.UU. que revisaran dicha “teoría”, cuatro de cinco agencias concluyeron que el COVID-19 “no fue diseñado genéticamente”.
El Post simplemente ignora estas conclusiones, declarando que los reportes “suscitan más preguntas que las que responden”.
Las calumnias descaradas y difamatorias siguen apareciendo. El Post cita y ofrece el enlace a un artículo de opinión desacreditado del 14 de abril de 2020 de Josh Rogin que malinterpretó un cable del Departamento de Estado y que el propio Post, después de su filtración, tuvo que reconocer que, “El cable completo no respalda la afirmación de que un accidente en el laboratorio causara la fuga del virus”.
El Post apenas insinúa sus verdaderos motivos en el último párrafo. El editorial concluye, “Ninguna investigación tendrá éxito mientras las puertas de China sigan cerradas”.
La clave para descifrar estas crípticas declaraciones fue ofrecida por un editorial publicado por el Post menos de 24 horas antes llamado, “Cómo puede el Gobierno estadounidense disuadir la amenaza de China en Taiwán”.
El editorial es el llamado más abierto a un conflicto militar con China hasta la fecha de cualquier periódico que nominalmente se opone a Donald Trump. Exige una expansión masiva del ejército estadounidense, además de cientos de miles de millones de dólares más para el presupuesto de defensa promulgado bajo Trump, declarando que EE.UU. necesita apuntalar sus amenazas contra China en torno a Taiwán “en términos de disuasión militar”.
El Post aplaude que “EE.UU. ha vendido $750 millones en artillería a Taiwán y continúa un despliegue de entrenadores del Cuerpo de Marines en la isla que comenzó bajo el presidente Donald Trump”.
Las maniobras aclamadas por el Post han colocado el este asiático al borde de una guerra, presionando al Gobierno taiwanés a avanzar hacia una independencia formal de China y a provocar un conflicto militar con Beijing. La desestabilización agresiva de la región de Asia-Pacífico es completamente la responsabilidad de Washington y el Post lo está alentando. El artículo continúa: “Estados Unidos en sí necesita invertir más fuertemente en sus activos de poder duro, especialmente las fuerzas navales, que necesita para respaldar sus compromisos en el este asiático”.
El editorial ataca el presupuesto militar solicitado por el Gobierno de Biden —el mayor en la historia— por ser totalmente insuficiente, declarando que “nuevos buques… pueden impresionar a China más que incluso las palabras más firmes”.
Es decir, el Post, que acusa falsamente a China de una mortal pandemia que ha matado a un millón de estadounidenses, también está promoviendo que los EE.UU. se prepare para combatir una guerra con China.
El objetivo del Post es corromper la opinión pública, hacer que la gente odie propagando una mentira que se pueda utilizar para justificar una guerra.
La campaña militar y política contra China está motivada por dos factores. En primer lugar, están las necesidades geopolíticas imperiosas del imperialismo estadounidense, así como de sus aliados en Reino Unido y Australia. La clase gobernante estadounidense percibe en China la principal amenaza a su hegemonía global.
En segundo lugar, pero no menos importante, la élite gobernante está intentando desesperadamente contener una crisis interna cada vez más profunda a través de la creación de un enemigo externo, es decir, fabricar una “unidad nacional” artificial para agresiones militares e, inminentemente, represión interna.
El Washington Post, así como el New York Times, es un órgano del imperialismo estadounidense. Lo que aparece en sus páginas pasa por inspecciones minuciosas de y la coordinación con las agencias de inteligencia estadounidenses, si no es que lo escriben directamente. Su trabajo es vender una guerra.
La oligarquía financiera por la que habla el Post, incluyendo a su dueño, Jeff Bezos, se encuentra profundamente desorientada ante una cascada de crisis financieras, económicas y políticas. Están cautivados por la idea desesperada de que la solución a los problemas internos de EE.UU. es una guerra.
En circunstancias normales, la historia castiga a las clases gobernantes que toman medidas tan desastrosas con revoluciones.
Pero una guerra entre EE.UU. y China sería la primera combatida con armas nucleares en ambos bandos. Existe un peligro enorme de que, antes de que la clase obrera pueda ser movilizada para detener la guerra, las muertes se cuenten en millones.
Es urgente que entre en acción ya. Los trabajadores en EE.UU. están emprendiendo la ola de huelgas y luchas más importante en décadas. Es necesario que los trabajadores no solo adopten las demandas de salarios dignos y condiciones laborales seguras, sino que además asuman una lucha contra todas las formas de chauvinismo, nacionalismo y xenofobia, y por la unidad internacional de la clase obrera contra la guerra y el sistema capitalista.
(Publicado originalmente en inglés el 12 de octubre de 2021)