Durante la última semana han aparecido una serie de artículos y comentarios en los medios de comunicación estadounidenses e internacionales —el New York Times, el Wall Street Journal, el Guardian y el South China Morning Post, entre otros— sobre el mismo tema: ¿Por qué China es la última en adoptar la política criminal de 'vivir con el virus' de otros gobiernos del mundo?
El objetivo de esta campaña mediática es aumentar la presión sobre el gobierno chino para que se alinee. Mientras los niños son conducidos a escuelas inseguras y los trabajadores son obligados a trabajar en fábricas inseguras para aumentar los beneficios de las empresas en Estados Unidos, Europa y Asia, lo que provoca continuas infecciones y muertes, se exige que China haga lo mismo.
El artículo del New York Times se titulaba: 'Por qué China es el último país del mundo que mantiene el 'Cero COVID''. Citando a supuestos expertos, advertía que 'el enfoque es insostenible. China puede encontrarse cada vez más aislada, diplomática y económicamente, en un momento en que la opinión pública mundial se está endureciendo contra ella'.
Resulta significativo que todos los artículos reconozcan el éxito de la política de China en la supresión del COVID-19 cuando estalló por primera vez en la ciudad de Wuhan y en la eliminación de nuevos brotes mediante una combinación de pruebas masivas y rastreo de contactos, cuarentena y cierres, así como la vacunación masiva una vez que las vacunas estuvieron disponibles.
Las propias cifras son una acusación irrefutable de las políticas aplicadas por los gobiernos a nivel internacional y una respuesta indiscutible a todos aquellos 'expertos' que afirman que es imposible eliminar el COVID-19.
Según las últimas estadísticas de la Organización Mundial de la Salud (OMS), Estados Unidos ha tenido más de 45 millones de casos y 736.801 muertes y el Reino Unido casi 9 millones de casos y 140.206 muertes. En comparación, China sólo ha tenido 125.810 casos y 5.696 muertes.
Las cifras brutas por sí solas no tienen en cuenta las enormes diferencias de población. La población de China, de 1.400 millones de habitantes, es más de cuatro veces la de Estados Unidos y casi 21 veces la del Reino Unido. Si el COVID-19 hubiera arrasado en China como se permitió en Estados Unidos, la población china habría sufrido más de 180 millones de casos y casi 3 millones de muertes.
La verdadera cuestión no es por qué China es el 'último bastión de 'cero COVID'', sino por qué otros gobiernos han aplicado políticas asesinas que han causado, y siguen causando, infecciones y muertes a escala masiva. El New York Times no menciona el hecho de que la política de 'vivir con el virus' de la administración Biden es responsable de miles de muertes cada semana, mientras que los británicos están experimentando cientos de muertes mientras el gobierno del Reino Unido sigue el edicto del primer ministro Johnson: 'dejar que los cuerpos se amontonen'.
La desastrosa política de 'apertura' ha sido dictada por las élites financieras y empresariales, para las que los beneficios y la subida de los precios de las acciones están por encima de la salud y la vida de los trabajadores y sus familias. La oposición está aumentando en la clase trabajadora. A los trabajadores les surge la pregunta obvia: Si es posible suprimir el virus en el país más poblado del mundo, ¿por qué no aquí e internacionalmente?
Esto apunta a la motivación política que hay detrás de la campaña mediática para presionar a China para que ponga fin a su política de eliminación.
El World Socialist Web Site no es partidario del Partido Comunista Chino (PCCh), pero el gobierno de Beijing ha aplicado una política con base científica que ha minimizado la muerte y el sufrimiento causados por la pandemia. Además, respondió rápidamente a una enfermedad desconocida y altamente infecciosa, identificó su origen y desarrolló métodos para contenerla y suprimirla. Otros gobiernos podrían haber aprovechado esta experiencia, pero la mayoría no lo hizo.
El New York Times aborda el caso del destacado experto en enfermedades infecciosas Zhang Wenhong, afirmando que sugirió 'que China aprendiera a vivir con el virus' y fue 'atacado con saña en linea como un lacayo de los extranjeros'. Lejos de ser un opositor a la política de eliminación, Zhang ha sido un vigoroso y popular defensor de la misma. Como señaló el WSWS en agosto, fue atacado no porque pidiera a China que aprendiera a vivir con el virus, sino porque sus ambiguos comentarios en una publicación en las redes sociales del 29 de julio fueron tomados como prueba de oposición.
De hecho, las quejas en China sobre la política del gobierno se han limitado en gran medida a un estrato de clase media-alta. El apoyo a la política ha sido generalizado. Como reconoce el Times a regañadientes: 'Al menos por ahora, la estrategia de eliminación parece contar con el apoyo del público. Mientras que los residentes de las zonas confinadas se han quejado de las restricciones aparentemente arbitrarias o excesivamente duras en los medios sociales, los viajes son relativamente libres en las zonas sin casos'.
Un comentario en el South China Morning Post titulado '¿Puede China permitirse permanecer aislada mientras el mundo abandona el 'COVID cero'?' va más allá e identifica que el verdadero obstáculo no es tanto el régimen del PCCh como el amplio apoyo popular a la eliminación. Como dice: 'Cuando China acepte finalmente que el COVID-19 no puede ser eliminado, es poco probable que su población reciba al mundo con los brazos abiertos. Por el contrario, considerarán que el resto del mundo les impone la enfermedad'.
El comentario apunta a la razón subyacente de la adopción y continuación de la estrategia de eliminación por parte del gobierno chino: su temor a la oposición, especialmente en la clase trabajadora, que surgiría si adoptara la política de Johnson de 'inmunidad colectiva' en nombre de la economía y los beneficios.
El PCCh es muy consciente de las inmensas tensiones sociales que existen como resultado de las enormes disparidades entre ricos y pobres que han surgido de su restauración del capitalismo. También es consciente de que el legado de la Revolución China de 1949 sigue siendo fuerte entre amplias capas de la población, que piensan que los intereses sociales colectivos deben prevalecer sobre los intereses de beneficios privados de unos pocos superricos.
La economía es también un poderoso factor en la campaña para presionar a China para que se reabra. La interrupción de las cadenas de suministro mundiales ha sido un tema cada vez más presente en los medios de comunicación empresariales mundiales, que han presionado para que países del sudeste asiático, como Vietnam, Malasia y Singapur, pongan fin a sus restricciones sanitarias para facilitar el suministro de todo tipo de productos, desde chips semiconductores hasta aceite de palma.
No es de extrañar que el Wall Street Journal y Bloomberg News hayan expresado las mismas exigencias en relación con China, la segunda economía y el mayor fabricante del mundo. Alicia García-Herrero, economista jefa para Asia-Pacífico del banco francés Natixis, declaró al Journal: 'El hecho de que China esté en el centro de la mayoría de las cadenas de valor mundiales y con políticas de caso cero tan draconianas, sí influye en el mal funcionamiento de las cadenas de suministro mundiales'.
Para la clase trabajadora, China demuestra que la política de eliminación es posible y absolutamente necesaria. Los continuos brotes esporádicos de COVID-19 en China dejan claro que la eliminación sólo es posible a escala mundial. La fuerza social capaz de llevarla a cabo es la lucha unificada de los trabajadores —en China, Estados Unidos y en todo el mundo— sobre la base de la abolición del capitalismo y la aplicación de políticas socialistas.
La base científica de la política de eliminación y la necesidad de que la clase obrera luche por ella se elaboró en el seminario web del 24 de octubre con científicos y trabajadores titulado 'Cómo acabar con la pandemia', celebrado por el WSWS y la Alianza Internacional Obrera de Comités de Base.
(Artículo publicado originalmente en inglés el 31 de octubre de 2021)